Skip to main content

Por Mabel Josune Gabriel Fernández

Hace un par de meses leí en el periódico El Universal el siguiente encabezado: “PRD quiere un seguro nacional de desempleo”.[1] En ese momento me abrumaron varias preguntas, “¿En verdad es necesario un seguro de desempleo nacional en México? ¿Será una buena política? ¿Qué se necesitaría para que funcione?” Pues bien, esas interrogantes me llevaron a escribir el presente artículo.

El aumento del desempleo es uno de los principales efectos de la crisis financiera internacional que se vive actualmente. Hemos escuchado que tanto en México como en otros países la tasa de desempleo ha crecido escandalosamente en los últimos meses. El último dato disponible para México, es el correspondiente al mes de febrero de 2009, con una tasa de desocupación de 4.9% como porcentaje de la Población Económicamente Activa, es decir, un incremento de casi el 30% respecto al dato del mismo mes en 2007, cuando la tasa era sólo del 3.8%.[2]

El principal objetivo del seguro de desempleo es evitar cambios drásticos en el ingreso de los trabajadores y por lo tanto en el consumo de los hogares, debido a la pérdida del empleo, así como dar al trabajador cierta estabilidad que le permita buscar un nuevo trabajo y reincorporarse al mercado laboral en mejores condiciones. Era de esperarse que en vísperas de elecciones, y dadas las condiciones actuales, políticos, gobernantes y partidos incluyeran entre sus propuestas el seguro nacional contra el desempleo, siendo que en México no existe un programa nacional como tal, sino únicamente un programa local para el Distrito Federal.

La primera pregunta es: ¿en verdad es necesario un seguro nacional de desempleo en México? La respuesta parece ser que sí, ya que a pesar de que el desempleo debe atenderse mediante la implementación de políticas integrales, es necesario proveer seguridad a los trabajadores que pierden su empleo por variaciones temporales en la situación económica del país.

En México, si bien no existe un seguro nacional de desempleo como tal, sí hay distintos programas que intentan reducirlo y estimular la ocupación de los trabajadores en el sector formal de la economía. Por ejemplo, en la mayoría de los estados se cuenta con el Programa Bécate, que busca incorporar a los desempleados a cursos de capacitación laboral, con el propósito de facilitar su acceso al empleo. También existe el Sistema de Apoyos Económicos a Buscadores de Empleo (SAEBE), que consiste en un apoyo de hasta un salario mínimo, durante uno o dos meses para solventar los gastos de búsqueda de empleo y que está abierto para la población de todas las entidades federativas y del D.F. [3]

En el Distrito Federal existe un seguro de desempleo que consiste en un apoyo de 1,500 pesos al mes para personas desempleadas que vivan en el Distrito Federal y que no perciban ingresos por concepto de jubilación, pensión, etc. El apoyo se otorga durante un máximo de seis meses, o menos si la persona encuentra un empleo formal antes, y los requisitos básicos es que el beneficiario haya cotizado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), haberse registrado en el programa y asistir a la capacitación para el empleo. [4]

Sin embargo, un seguro de desempleo local es sólo un programa parcial y para un número limitado de beneficiarios, además de que es difícil sostenerlo en el largo plazo ya que los recursos utilizados provienen únicamente de los ingresos del gobierno, a diferencia de la mayoría de los países que cuentan con un seguro de desempleo donde los recursos se obtienen de aportaciones tripartitas, tanto del gobierno como de los empleadores y de los trabajadores.

Es por esto que en México hace falta establecer un programa nacional de desempleo como parte de la seguridad social a la que tienen derecho los trabajadores que se ven afectados por los ciclos económicos y fenómenos temporales como la crisis económica actual. Sin embargo, si bien es deseable ofrecer cobertura a los desempleados, antes de implementar el programa deben considerarse diversos factores como las características del mercado laboral en México, la regulación laboral y la viabilidad financiera para que el programa funcione apropiadamente.

Viabilidad

Según Álvaro Reyes en su documento “Viabilidad de un seguro de desempleo para Colombia: Algunas reflexiones y cálculos preliminares”[5], actualmente existen cerca de 70 países con sistemas de seguro de desempleo, dos terceras partes en Europa, Norteamérica, Japón y Rusia; y el tercio restante en Oceanía, América Latina, África y Medio Oriente. En América Latina seis países cuentan con seguro de desempleo: Chile, Uruguay, Ecuador, Brasil, Venezuela y Argentina. El seguro de desempleo más antiguo en América Latina es el de Uruguay que surgió en 1934.

La experiencia internacional en varios países industrializados y en América Latina muestra diferencias y semejanzas. En la mayoría de los países, de acuerdo al documento de Álvaro Reyes, los seguros de desempleo son financiados mayoritariamente con aportes de empleadores, trabajadores o ambos y de manera marginal por recursos del gobierno. En cuatro de los países de América Latina que cuentan con seguro de desempleo, el monto del aporte conjunto fluctúa entre 2.2 y 3% del salario del trabajador, siendo variable la proporción de la aportación de cada agente -gobierno, empresas, empleado-. En gran parte de los países, el aporte de los trabajadores varía entre 1/3 y ½ del aporte total, a excepción de países como Chile y Venezuela -con seguros recientes-, en los cuales el aporte de los trabajadores es cercano al 80%, participación que sólo se alcanza en muy pocos países industrializados.

En cuanto a la cobertura, la mayoría de los seguros de desempleo cubren sólo a la población asalariada del sector privado y en muchos se cubre también a los servidores públicos, siendo común excluir al servicio doméstico y a los trabajadores temporales.

En relación a los beneficios que reciben los desempleados, hay dos esquemas predominantes: 1) países con un alto monto del beneficio, de entre 60% y 90% del salario anterior del trabajador y alta duración del mismo, de entre 1.5 y 5 años –observable en los países industrializados-, y 2) países un bajo monto del beneficio, de entre 40% y 50% del salario y corta duración del mismo, entre 5 y 8 meses. En este último grupo están todos los países de América Latina, y de ellos, en Argentina y Chile el monto del beneficio decrece linealmente en el tiempo, al igual que en España. En algunos países la duración del beneficio depende de las cotizaciones previas del trabajador.

Entre los requisitos para acceder a los beneficios se incluye un número mínimo de cotizaciones por parte del trabajador -6 meses en Brasil y Uruguay, 12 meses en Argentina y Chile y 24 meses en Ecuador-, que el desempleo sea involuntario, el estar disponible para trabajar y, en muchos países, estar inscrito en una agencia de colocación de empleo.

La experiencia internacional demuestra que no existe un sistema ideal del seguro de desempleo, pues en todos es común encontrar dificultades en cuanto al financiamiento de los programas y acusaciones de que los beneficios otorgados desincentivan la búsqueda de empleo y que no promueven la reincorporación de los trabajadores al mercado laboral.

Es por esto que, de establecerse en México, el sistema de seguro nacional de desempleo debe ser adecuadamente diseñado, con particular atención en la forma de financiamiento, su adecuación a las condiciones particulares del mercado laboral mexicano, así como a las capacidades de administración de dicho programa, las posibilidades de corrupción y mal uso de los recursos, antes de formular propuestas legislativas precipitadas.

En el caso de México, el monto y duración del beneficio debe ser correctamente evaluado para evitar que los trabajadores beneficiados se incorporen al sector informal, para lo cual debe complementarse con políticas de estímulo a la creación de empleos. Sería recomendable adoptar un esquema donde el monto del beneficio decrece en el tiempo, así, mientras más tiempo permanezca desempleado el trabajador, menor será la prestación que debe recibir, con el fin de incentivar al trabajador a realizar mayores esfuerzos para incorporarse rápidamente al mercado laboral.

En cuanto al financiamiento, lo más recomendable es que tanto empleados y trabajadores como el gobierno contribuyan con una cuota a un fondo para el seguro de desempleo ya que, dado el nivel actual de recaudación fiscal, el financiamiento con impuestos resulta poco factible. Sin embargo es importante evaluar previamente, el impacto de dichas aportaciones en el bienestar de trabajadores y empleadores, así como en el funcionamiento del mercado laboral.

En general los sistemas de seguro de desempleo no se complementan con servicios de colocación en el mercado laboral, por lo que se convierte en una simple transferencia de recursos, una política pasiva que no fomenta la incorporación de los desempleados a un nuevo trabajo, por lo que es fundamental implementar políticas activas que apoyen la búsqueda de empleo y la mejora de las perspectivas de empleo a través de la capacitación e intermediación, promoviendo su incorporación en programas como en cooperativas de producción.

Tal parece que la propuesta del PRD de establecer un seguro nacional desempleo en México parece razonable, siempre y cuando éste sea un mecanismo eficiente y no una simple transferencia de recursos, al tiempo que se limiten las oportunidades de corrupción y desvío de recursos por parte de las autoridades responsables de la administración del mismo.

Notas:

[1]Merlos, Andrea, “PRD quiere un seguro nacional de desempleo”, El Universal, domingo 8 de febrero de 2009. <http://www.eluniversal.com.mx/nacion/165608.html>

[2]Tasa país, OECD 2007-2009, Comparativo internacional, INEGI <http://dgcnesyp.inegi.org.mx/cgi-win/bdiecoy.exe/575?s=est&c=12953>

[3]Información detallada en

<http://www.funcionpublica.gob.mx/scagp/dgorcs/reglas/2003/r14_trabajo03/extractos/ex_apoyoeconomicoBE_03.htm> y también puede verse Dirección General de Empleo, Capacitación y Fomento Cooperativo, <http://www.dgec.df.gob.mx/programas/index.html>

[4]González, Gerardo, “Seguro de desempleo para el Distrito Federal”, <http://www.misalario.org/main/Salarios/seguro-de-desempleo-para-el-distrito-federal>

[5]Reyes, Álvaro, “Viabilidad de un seguro de desempleo para Colombia: Algunas reflexiones y cálculos preliminares”, Estrategia para la reducción de la pobreza y la desigualdad, Departamento Nacional de Planeación, Bogotá, 2007.

Mabel Josune Gabriel Fernandez

Nací el 18 de marzo de 1986, en la Ciudad de México. Estudié la Licenciatura en Economía con especialización en Política Económica en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Me interesan principalmente temas relacionados con la Política Económica y sus objetivos: desarrollo económico, equidad distributiva, estabilidad en precios, generación de empleo, disminución de la pobreza, etc.

Deja un comentario