Por: Laura M Cañas P
Al igual que en muchas ciudades, cada 25 de noviembre se conmemora en Medellín el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con una marcha que irrumpe la gran movilidad de vehículos y transeúntes de la ciudad. Cada vez se suman más colectivos de mujeres y población en pro de la defensa de los derechos humanos de las mujeres.
A las 5:30 de la tarde las mujeres de la Corporación Educativa Combos (organización social de carácter educativo en Medellí) caminaban por la avenida La Playa hacia la Plaza de Botero, vestidas de blanco con hojas moradas hechas con cartulina y lana colgando de sus manos y hombros.
En la Plaza de Botero había entre 150 y 200 personas, la mayoría mujeres. Con una camisa blanca y un turbante naranjado con amarillo como distintivo. “Paz, paz, paz para el campo y la ciudad, hoy queremos la paz”, vociferaban. La marcha esta vez era un grito por la defensa de una vida sin violencia para las mujeres, así como para el país. Un grito que se pronunciaba un día después de la segunda firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla Farc-EP.
Kelly Echeverri es una de quienes se encargaron logística de la marcha. Hace parte de la Ruta Pacífica de las Mujeres, una organización feminista a nivel nacional creada en 1996 y que trabaja por visibilizar historias de mujeres víctimas del conflicto armado, así como por el empoderamiento femenino para ser agentes de cambio. De la marcha cuenta que “cada año tiene más fuerza, se hace con un sentido más estético, agregándole mucho arte y cultura”.
Se convocó a una confluencia de mujeres llamada Asamblea Permanente de Mujeres, en la cual participan 18 organizaciones de la ciudad, y que surgió después de que el ‘No’ ganara en el plebiscito de la implementación de los Acuerdos de Paz, el pasado 2 de octubre.
“Las mujeres debemos ser pactantes de paz. Nosotras somos el 52% de la población, más del 70% de las víctimas sobrevivientes de esta guerra. Las afectaciones en el cuerpo y en la vida de las mujeres han sido diferentes, y eso hay que nombrarlo (…) Las vulneraciones por las que las mujeres pasan son todas: lo que sucede con el cuerpo, con la salud, con el empleo, la educación, la situación de seguridad en los barrios populares; son múltiples las violencias”; Kelly rescata el papel de la mujer en este momento crucial para un país con más de 50 años en guerra.
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Eran casi a las 6 de la tarde y empezaba a oscurecer. El público de la marcha se desplazó hacia la periferia para dar espacio a la presentación de performances y música con consignas feministas.
En la marcha no sólo participaron mujeres para declarar sus derechos, también acudió la población LGTBI. Mauricio Alzate Giraldo, hace parte del colectivo DeFormación y de la Plataforma Nacional de Disidencias Sociales, Sexuales y de género, argumenta que “la violencia de género no es sólo un asunto de mujeres. La marcha simboliza las diferentes formas en nuestras cotidianidades de lucha contra el patriarcado y la heteronormatividad como una sola forma de ver la vida. En este momento, por ejemplo, la paz que se está construyendo en Colombia, cruza una situación dificultosa, por no comprender derechos para las diversidades que hacemos parte de Colombia. Se nota que todavía hay pueblo que por alguna otra razón o algún u otros mitos, sigue justificando la violencia hacia una mujer, pero también hacia un trans, una lesbiana, sus propios hijos, su pareja o su esposa.”.
La marcha estuvo acompañada por agentes de la Policía Nacional, en su mayoría mujeres. Así mismo, integrantes del proyecto “Por mis derechos”, de la Secretaría de Inclusión Social y Familia de la Alcaldía de Medellín asistieron.
Pasadas las 6 y media de la tarde, siendo de noche ya, el público se desplazó hacia el Parque Bicentenario, unas diez cuadras arriba, gritando “de noche o de día, desnudas o vestidas, en la cama o en la calle, que respeten nuestras vidas”. ¿Que si es fácil hacer lucha social en Medellín?, Kelly Echeverri responde “es muy difícil en general, pero creo que en esta ciudad es mucho más difícil porque es una ciudad que también ha estigmatizado mucho la lucha sociales, en específico las luchas de las mujeres, es una ciudad conservadora. Y también es por la cultura mafiosa que ha dejado Pablo Escobar, que todos los días se recrea en los barrios, y desmantelar eso cotidianamente es un ejercicio muy difícil”, y concluye que la lucha se sostiene por la convicción de querer crear unas condiciones mejores cada día.
Foto por: Eduin Gómez de la oficina de prensa de la Marcha Patriótica de Antioquia