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Cada día hay un nuevo giro dramático en la mezcla entre telenovela y “House of Cards” en que se ha convertido la política brasileña. Tras la apertura del juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, y el inicio de un gobierno interino, liderado por Michel Temer y el ala de centro-derecha y derecha del Poder Legislativo, no han parado las polémicas, las traiciones, y las luchas con grabaciones filtradas en las esferas más altas de poder.

Sin embargo, desde la ciudadanía y los movimientos sociales la voz no ha sido callada por un gobierno que de manera preocupante recuerda las tendencias de la dictadura militar (1964-1985). Sin temerle a Temer, y con lo mejor de la creatividad de su pueblo, la agitación en las calles, la toma de edificios, y el arte rebelde muchas ciudades en Brasil están en ebullición. Y parece que no planean detenerse.

Gobierno interino, reformas profundas

El puesto que ocupa actualmente Michel Temer es “presidente interino”. Pero en la práctica, sus acciones han sido las de un “reformador del Estado”, con el aparente propósito de deshacer todo rastro de 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Aunque las protestas contra el proceso de impeachment –calificado por muchos sectores como un golpe de Estado blando- arrancaron meses atrás, la primer gran protesta nacional contra Temer se dio la noche de 15 de mayo, cuando el programa “Fantástico” de la red Globo –señalada por activistas como cómplice del golpe-, dedicó su edición a una entrevista en tono cordial y amable con el jerarca.

Durante el programa, se registraron “panelaços” (cacerolazos), pitos y consignas como “¡Fuera golpista!” en ciudades como Río de Janeiro, São Paulo, Salvador, Belo Horizonte, Porto Alegre, Recife, Fortaleza, Brasília, Niterói y otras muchas en todo el país. La ausencia de mujeres en su gabinete y su extraña forma de referirse a ellas (“representantes del mundo femenino”) levantaron el enojo también del movimiento feminista.

No obstante, la llama que encendió la bomba y despertó aún más protestas, con un carácter más creativo, fue la decisión del gobierno interino de eliminar el Ministerio de Cultura (Minc), uniéndolo a la cartera de educación.

Agrupaciones de artistas se organizaron para tomar los edificios del Ministerio de Cultura en 21 capitales del país, y aún después del anuncio de que la cartera sería creada de nuevo, la ocupación se mantuvo.

Marcus Galiña es artista y director de teatro en Río de Janeiro, y participó de la ocupación del edificio del Minc en esa ciudad. En este momento, el inmueble sigue ocupado, y ya lleva así dos semanas, con un grupo de personas que fluctúa entre 40 y 60. Para él, la ocupación fue una respuesta de movimientos culturales y artísticos de la ciudad ante el “golpe parlamentario”. Movimientos como Teatro Pela Democracia (Teatro por la Democracia), Reage Artista (Reacciona Artista), Ocupa Lapa y otros se articularon, realizaron dos reuniones de preparación y planearon la ocupación.

“Un grupo de 40 a 60 personas hicimos la ocupación del edificio, durmiendo en sus instalaciones, recaudando donaciones para alimentación, organizando la programación artística y de debates, la comunicación, la seguridad (se trata de un edificio histórico, con pinturas, murales de Portinari, obras variadas que componen un importante acervo, y tenemos mucho cuidado para su preservación) y diversas cuestiones de organización interna”, dijo Galiña a Distintas Latitudes.

“Diariamente se hacen reuniones para deliberación e informes. En estas dos semanas tuvimos una programación cultural diaria bastante intensa, con shows musicales de artistas como Caetano Veloso, Otto y Arnaldo Antunes, Batallas de rima de la Zona Oeste, acciones de grafiti, performances, clases públicas, debates”, agregó.

Galiña señala que los campos de la cultura y el arte son los más movilizados en el contexto de esta grave crisis política. Sin embargo, desde 2013 el movimiento cultural de Río ha sido bastante activo en la ocupación de espacios públicos y en el debate sobre la revalorización del papel del arte en las ciudades.

“Un creciente movimiento de ocupación de escuelas públicas acontece ahora en la ciudad, con más de 60 unidades ocupadas por jóvenes adolescentes, luchando por más derechos, participación y educación de calidad”, dijo el activista.

Además de la ocupación de diversos edificios públicos en todos los estados, las protestas contra el llamado golpe incluyen la entrada en vivo en las grandes emisora de televisión, escraches contra políticos involucrados en la crisis, memes, y otras formas humorísticas de generar conciencia.

El eslogan “Amar sem Temer” (“Amar sin Temer”) -un juego de palabras- también surgió entre manifestantes de la comunidad LGBTI, que también ha reaccionado con molestia ante políticas y actitudes en su contra -como la propuesta de un decreto para no reconocer el nombre de las personas trans.

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El eslogan fue común en el Desfile de Orgullo Gay en São Paulo la semana pasada. Foto: Jornalistas Livres.

En São Paulo, a pesar de la represión, durante la semana del 20 de mayo se dieron al menos tres protestas contra Temer, se intentó ocupar su casa en dicha ciudad y los movimientos sociales se han mantenido activos.

Allí, el Movimiento de los Trabajadores sin Techo (MTST) –contraparte urbana del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST)- y aliado histórico del PT, tomó el edificio de la presidencia en la ciudad más grande del país.

Un gobierno ilegítimo

El pasado 23 de mayo, el diario Folha de São Paulo dio a conocer unas grabaciones filtradas, que hacían suponer que el proceso de impeachment había sido planeado por políticos que no querían que los procesos judiciales de corrupción siguieran su curso normal, y que veían como única salida a ello la destitución de Rousseff. Ese audio causó la primera salida de un ministro del gobierno interino de Temer, Romero Jucá, y fue solo el primero de varios que avivaron la polémica sobre una conspiración contra Dilma. Esto solo complicó más la aguda crisis política de la federación.

João Barreto es un periodista que vive en Salvador, en el estado de Bahía (noreste de Brasil). Barreto considera que su país atraviesa por un período oscuro, del cual es difícil ver una salida positiva en el corto plazo.

“Los recientes audios y la cobertura de prensa, aunque tergiversada, me hacen pensar que hubo una movilización tras bastidores, entre una serie de grupos políticos que se sintieron amenazados por las investigaciones contra la corrupción, y se aprovecharon de la voluntad de personas que salieron a las calles desde 2013, por una serie de razones. Ellos catalizaron eso, y lo transformaron en un proceso que es legal, que es lícito, en el entendimiento jurídico, pero que no es legítimo”, dijo Barreto a Distintas Latitudes.

“Mi entendimiento es que las personas que salieron a las calles en los últimos años querían un cambio de los procedimientos políticos, y eso no sucedió. La situación fue aprovechada para derrocar un gobierno que no era popular, con apoyo de la prensa, que está sesgada. Estamos viendo una especie de teatro de mal gusto”, agregó.

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Protestas de 2013. Creative Commons, Wikimedia, de Tânia Rêgo/Agência Brasil – Agência Brasil.

Además de haber nombrado un gabinete sin mujeres, haber eliminado –inicialmente- el Ministerio de Cultura, y haber cambiado el rumbo de las relaciones exteriores del país, el gobierno, que fue colocado ahí supuestamente para hacer frente a la corrupción, ha tomado medidas totalmente contradictorias con esa meta.

“El portal de transparencia, que era la herramienta que teníamos para vigilar los gastos públicos, fue una invención del gobierno de Lula, a través de la Contraloría General de la Unión, recientemente extinta por el gobierno de Temer. Veo con mucha preocupación un gobierno que extingue el Ministerio de Cultura, una serie de secretarías ligadas a derechos humanos de minorías y mujeres, y la Contraloría. El mensaje que se da es que ya se tiene la cultura y es solo una, que ya todo el mundo tiene derechos humanos y no se requiere más trabajo, y no se necesita que nadie controle los gastos. ¿Cómo vamos a saber lo que está ocurriendo? ¿Por la TV? No va a suceder”, dijo.

Para el periodista, las protestas de respaldo a Dilma y de repudio a Temer que se ven en este momento, son una consecuencia directa de que Rousseff y el PT se hayan visto alejados de la cúpula de poder. Según Barreto, analistas ya han señalado que el ejercicio de la presidencia hizo que Lula y Dilma se alejaran de sus bases durante sus gobiernos, lo cual causó asperezas con movimientos sociales y limitó su trabajo conjunto. Ahora, han tenido un nuevo momento de encuentro.

“Cuando hay una persona como Caetano Veloso ocupando un edificio dedicado al Ministerio de Cultura, la prensa lo cubre rápidamente. Pero en general no. Las coberturas más basadas en hechos, y en tiempo real de lo que está pasando (en las protestas) solo se va a encontrar en Internet”, dice.

Otra preocupación expuesta por Barreto, es el hecho de que las clases más pobres de Brasil no se ven representadas en las protestas –de ambos bandos- que se han dado en los últimos meses en el país. Así lo reflejan estudios del Instituto Data Popular.

“La renta y el grado de escolaridad de los manifestantes (de ambos lados) son razonablemente mayores que el de la mayoría de la población brasileña. Si de un lado hay jóvenes de élite y empresarios, industriales, del otro hay funcionarios públicos, profesores, universitarios, artistas, intelectuales y dirigentes sindicales, pero el hecho es que el pueblo no está en ninguno de los dos”, dijo a BBC Brasil Renato Meirelles, presidente de este instituto.

El panorama político en Brasil parece desolador: personajes como Jair Messias Bolsonaro (una versión brasileña empeorada de Donald Trump) va al alza en las encuestas de candidatos presidenciales para 2018. La sociedad está cansada de la clase política, en un país que hasta hace pocos años se había convertido en referente en el equilibrio entre desarrollo económico y reducción de la desigualdad y la pobreza, con enfoque progresista.

De momento, activistas y movimientos seguirán en la calle, con la esperanza de combatir lo que consideran un retroceso. Luchando sin Temer.


Agradecemos la colaboración de Paula Daibert en la obtención de información para este texto.

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Diego Pérez Damasco (1992) es editor y reportero de Distintas Latitudes para Centroamérica. Trabajó en el medio digital La Prensa Libre en Costa Rica. Es uno de los 16 integrantes de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas, iniciativa inédita para impulsar el periodismo regional y destacar nuevos talentos. Twitter: @diedamasco.

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