En 1955 Joaquín Edwards Bello escribía: “[E]l Colo Colo es algo tan chileno como el Séptimo de Línea. Es imposible desligar al deporte de la evolución histórica. (…) Colo Colo ha trabajado por la causa de Chile con la poesía del músculo.”[1] Edwards Bello recordaba los primeros años de vida del Colo Colo F.C. (1925-1929), período de tiempo en que el club se funda, y rápidamente se convierte en el equipo más importante del Chile de la segunda mitad de la década de 1920. El equipo, fundado por jóvenes pertenecientes a la emergente clase media chilena (la mayoría de los fundadores eran profesores normalistas), no sólo es apodado el Invencible por haber estado invicto durante 13 meses (desde 1925 hasta el 31 de mayo de 1926), sino además por la exitosa gira internacional que llevó en 1927 a estos jóvenes chilenos a pasear por América y Europa la bandera chilena.
Al mismo tiempo que este equipo de nombre araucano se transformaba en uno de los primeros héroes deportivos, en el contexto de una naciente sociedad de masas chilena, se daba una importante migración de jóvenes mapuches a Santiago. Como mecanismo para evitar la continua discriminación que sufrían desarrollaron un proceso de invisibilización identitaria, mismo que hasta el día de hoy ha tenido importantes consecuencias para la sobrevivencia de la cultura mapuche en la sociedad chilena.
Surge, entonces, la pregunta: ¿por qué, si entre 1925 y 1929 Colo Colo F. C. se transformaba en el equipo de football más importante de Chile, los mapuches de a pie, que vivían en las ciudades de Chile, tuvieron que esconder su ascendencia indígena? Principalmente porque los valores que habían dado fundación al equipo eran propios de la emergente clase media chilena, valores de modernidad y cultura y deseos de blanqueamiento racial[2], los cuales entraban en conflicto con la presencia de los mapuches en las ciudades chilenas. Se desarrolla, entonces, un despojo simbólico a través del cual el significante Colo-Colo pasa de significar un lonko mapuche de la Araucana, a significar un equipo chileno de fútbol[3].
A través del estudio de los primeros años de Colo-Colo F. C. se pueden conocer dos fenómenos históricos mucho más complejos que lo netamente deportivo. Por un lado, la forma en que la clase media chilena se posiciona política y culturalmente en el Chile de la década de 1920. Asimismo, la manera en que esta misma clase media comprendía y aspiraba a la modernidad, y desde esta perspectiva, cuál era la posición que ocupan los mapuches y los símbolos araucanos en este discurso. Esto es relevante porque el período considerado ha sido conocido como la “segunda coyuntura crítica de la historia política chilena”. Ella tiene como resultado la aparición de las demandas insatisfechas de los sectores populares y medios en la arena política chilena. La emergencia de estos grupos sociales presentó un serio desafió al control que la oligarquía había detentado sobre el Estado durante años. El ascenso de los sectores populares y medios se manifestó a través de nuevas formas de comprender política y culturalmente la sociedad, y la relación entre individuo y Estado, provocando transformaciones permanentes y duraderas en la manera como la sociedad chilena se comprendía así misma[4].
Para entender la forma en que la clase media comprendía y aspiraba a la modernidad, un ejemplo: por qué un equipo de fútbol de clasemedieros toma un nombre mapuche. Colo Colo era un personaje histórico de la Guerra de Arauco, un lonko que sabiamente estableció el modo de elegir al toqui que iba a dirigir la lucha contra el invasor español. La elección del nombre mapuche responde así a dos movimientos político-culturales. El primero, un movimiento general asociado a la emergencia política y cultural de la clase media chilena a inicios del siglo XX. El fútbol había llegado a Chile a fines del siglo XIX. Era un deporte que para principios del siglo siguiente se encontraba dominado por la oligarquía chilena y los descendientes ingleses. Lo anterior se expresaba en los nombres de los equipos más tradicionales de la década de 1920. La mayoría de los equipos tenían nombres anglófonos como Santiago National o el English. El primero estaba formado por jóvenes pertenecientes a la oligarquía chilena, mientras que el segundo por descendientes de la prospera colonia inglesa residente en Chile. El proceso de apropiación del fútbol, por parte de los sectores populares y mesocráticos, se da rápidamente en Chile así como en el resto de América Latina. Para 1920 se puede observar la emergencia de nuevos clubes con nombres que se podrían calificar como autóctonos[5]. De esa manera, para la década considerada, nos encontramos con la aparición de equipos cuyos nombres son Guacolda F.C., Atlético Lautaro, Atlético Caupolícan. En ese ambiente, nace el 19 de abril de 1925 Colo-Colo F.C.[6]
En el caso particular de Colo Colo, el nombre fue elegido porque los fundadores del club lo consideraron como un “símbolo que encarna el amor por las cosas de nuestra tierra”. Colo Colo representaba algo “netamente chileno”[7]. Lo araucano como algo netamente chileno también se expresó en la primera insignia del club. El diario La Nación la definía como un “escudo nacional”. Como se puede observar, en la insignia se representaba, a través de la conjunción del tricolor chileno con la palabra Colo-Colo, la idea de que lo araucano pertenecía a los símbolos de la chilenidad.[8]
Primera insignia de Colo-Colo F.C. [9]
Detrás de la creencia de que lo araucano representa algo chileno, está el mito fundacional de la identidad chilena, caracterizada como formada por un solo pueblo, una sola raza y una sola nación. Este conjunto de ideas había encontrado en Nicolás Palacios, en 1904, uno de sus exponentes más serios e influyentes. Se suponía que la raza chilena era el resultado de un proceso de mestizaje, muy peculiar, entre el conquistador español y el indómito araucano[10]. De esa forma, a través del mestizaje, la raza araucana se había subsumido en la chilena, y por tanto, lo araucano había dejado de tener autonomía, para ser absorbido por la cultura chilena que a inicios del XX estaba deseosa de modernización y modernidad. La presencia de los jóvenes mapuches en las ciudades chilenas, ponía en jaque la veracidad de dicho mito. La discriminación de la que fueron objeto resultó ser el mecanismo a través del cual la sociedad chilena intentó normalizar su presencia desestabilizadora en un Chile que transitaba a ser una sociedad de masas. Su presencia era corrosiva para el proyecto racial vigente a la sazón, el cual, tal como muestra la siguiente caricatura, representaba a la raza chilena como blanca en contraposición a la peruana caracterizada como negra.
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Entonces, ¿por qué la clase media chilena opta por tomar símbolos araucanos? Porque buscaba diferenciarse de la oligarquía, la cual se caracterizaba por un proyecto de modernidad netamente europeo. Los nombres indígenas de los clubes de fútbol de la clase media son los símbolos que apuntan a diferenciar su proyecto del proyecto de modernidad de la oligarquía. Esto se expresa claramente en la segunda insignia del club, la cual acompaña al equipo en la gira internacional que lo lleva por Ecuador, Cuba, México, España y Portugal.
Como se observa en esta insignia, la clase media chilena toma símbolos que considera autóctonos, en este caso símbolos araucanos. Sin embargo, los vacía de sus contenidos étnicos, y los reduce a los clichés de los manuales de historia escolar de la época. Los libros escolares de historia de la época confinaban a los pueblos originarios a un tiempo pasado, superado históricamente. Particularmente los mapuches aparecen reducidos al período de descubrimiento y conquista de América. Durante el período colonial, independentista, y el proceso de construcción y consolidación, durante el siglo XIX, del Estado-nación chileno su presencia es absolutamente olvidada en la historia oficial nacional. De esa manera, para la década de 1920 se consideraba que no eran una cultura viva, sino que por el contrario, habían dado paso, a través del mestizaje, a la moderna identidad nacional chilena. En esta insignia, dicha creencia se expresa a través de su anacronismo, ya que un araucano del siglo XVI aparece practicando el football. Además, como señalaba Carlos Cariola (Presidente del club en 1927), esta imagen mostraba a un olímpico araucano. Por otro lado, al representarlos desnudos se los caracterizaba como salvajes[13]. En suma, el araucano –colocolino- nada tiene que ver con los mapuches reales que llegaban a la ciudad.
Luego inicia un segundo proceso: después de reducir los símbolos araucanos a meros clichés, se los llena con contenidos modernos. En este caso, la conjunción entre Colo Colo y football Club. Hay que tener presente que el fútbol era el deporte de la modernidad en América Latina, sobre todo, por su origen ingles, y sus funciones de conservación de la pureza de la raza. Lo anterior también fue expresado por la prensa de la época, la cual se refería a Colo-Colo como un equipo que practicaba un football científico. La idea del football científico apuntaba a la gran revolución deportiva que inaugura Colo-Colo para esta época: los entrenamientos cotidianos y permanentes. Como el fútbol era todavía amateur, no era común que los equipos entrenaran de forma permanente y diaria. Esta revolución deportiva encontró en los sectores oligárquicos una dura censura, ya que estaba en franca contradicción con las categorías de buen tono y ocio características de la oligarquía chilena de principios del siglo XX[14].
Esto se reflejó en las opiniones que la prensa deportiva tuvo con respecto al club, en 1925. El 10 de julio Los Sports calificaba al equipo como un “monstruo” que no tenía piedad frente a sus adversarios. No podía ser de “buen tono” que los jóvenes de clase media hubieran masacrado públicamente, por 14 goles contra 2, a uno de los clubes más tradicionales de la época como era el Santiago National. El primer año del club significó un punto de inflexión en la sociedad chilena en general y en el football en particular. A fines de año la opinión en Los Sports con respecto a la actitud del equipo estaba francamente dividida. En un mismo número dos redactores discrepaban en su valoración. Mientras uno felicitaba al cuadro, sobre todo por la capacidad física de sus componentes conseguida en base a sacrificio y entrenamiento frecuente, el otro censuraba justamente esta manía de jugadores “anónimos” por el entrenamiento cotidiano y señalaba: “¿habrase visto mayor desacato contra nuestras normas footballísticas?” Rogaba para que prontamente algún equipo lisa y llanamente pulverizara al Colo Colo[15]. De esa manera, lo que Colo Colo simbolizó, y que además chocó con las representaciones de la chilenidad propias de la oligarquía chilena, fue la idea de que a través del trabajo metódico y diario se podía conseguir el progreso humano. Para la elite chilena de la época, un adversario podía vencer a otro, pero no tenía que humillarlo como lo hacia el insolente cuadro formado por jóvenes de la clase media chilena.
La clase media chilena postulaba una modernidad amparada en símbolos que consideraba propiamente chilenos. Ello es concordante con la idea de “modernidades primitivas” desarrollada por Florencia Garramuño[16]. En base a estos símbolos, se posiciona política y culturalmente en oposición a la oligarquía, y en esa disputa, los que pagan el precio son los mapuches que son despojados de sus símbolos. Porque a final de cuentas, durante el siglo XX, Colo Colo es primero un equipo de fútbol winka, y, sólo en segundo plano, el lonko mapuche de quién tomó su nombre. Si a fines del siglo XIX el Estado chileno conquistó los territorios de este grupo indígena, para la década de 1920, la sociedad chilena los estaba despojando de sus símbolos. Esto nos puede ayudar a entender por qué el proceso de invisibilización identitaria que han vivido los mapuches en Chile fue tan fuerte. Asimismo, a comprender por qué las nuevas organizaciones indígenas han adquirido una gran fuerza a fines del siglo XX y principios del XXI[17].
[1] La Nación, Santiago 30 de octubre 1955, p4
[2] Para 1871 la representación racial de Chile, expuesta por Diego Barros Arana, señalaba que con excepción del territorio “araucano”, Chile estaba poblado por una sola raza en la que predominaba el elemento europeo “mas o menos puro (sic)”. Elementos de Jeografía física, Santiago, Librería Central de A. Raymond, 1871, p 352. Esta idea todavía estaba presente en el Chile de 1930. Un libro escolar de historia de Chile postulaba que tras la colonización europea en América, y producto de que “las razas se mezclaron, poco a poco el continente americano ha ido pareciéndose al europeo”, Peña y Lillo, Texto Auxiliar Para La Enseñanza De La Historia, Geografía Y Educación Cívica, Santiago, Imprenta Universitaria, 1930, p 25.
[3] Sebastián Salinas ha narrado con mucha prolijidad la historia amateur de Colo Colo en, Por empuje y coraje. Los albos en la época amateur, Santiago, CEDEP, 2004. El desarrollo de esta argumentación puede consultarse con detalle en Diego Vilches, “La historia de un despojo y el nacimiento de un héroe deportivo: Colo-Colo F.C. Chile, 1925-1929, Inédito, 2010. Para la formación de una sociedad de masas en Chile durante las primeras décadas del siglo XX véase Stefan Rinke, Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910-1931, Santiago, DIBAM, 2002.
Para el concepto de despojo véase Sylvia Molloy, “De Exhibiciones y despojos: Reflexiones sobre el patrimonio nacional a principios del siglo XX”, en El salto de Minerva. Intelectuales, género y estado en América Latina, Mabel Moraña (ed.), Madrid, Iberoamericana, 2005. Para el proceso de invisibilización identitario consúltese José Bengoa, La Emergencia Indígena, México, FCE, 2007. Nicolás Gissi. Asentamiento e Identidad Mapuche en Santiago: entre la asimilación y la autosegregación. Una investigación cualitativa en la Comuna de Cerro Navia, Santiago, PUC, 2001
[4] Véase Timothy Scully, Los partidos de centro y la evolución política chilena, Santiago, CIEPLAN, 1992. Sofía Correa, Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX, Santiago, Sudamericana, 2005. Sobre las pautas de comportamiento de los emergentes grupos medios latinoamericanos a principios de siglo puede consultarse David S. Parker, “Los pobres de la clase media: estilo de vida, consumo e identidad en una ciudad tradicional”, en Mundos Interiores, Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacífico, Pp. 161-185.
[5] Eduardo Santa Cruz, Origen y futuro de una pasión (fútbol, cultura y modernidad), Santiago, LOM, 1996 y Sebastián Salinas, Por empuje y coraje. Han mostrado que la apropiación del fútbol, en Chile, por los sectores medios y populares, se relaciona con el desarrollo del fútbol profesional. Si bien para los años que acá nos preocupan, el fútbol chileno todavía era amateur, el profesionalismo encubierto era una práctica en franca expansión. Para 1932, y fuertemente influenciado por la acción de Colo Colo, ya nos encontraremos con un fútbol profesionalizado.
[6] Todos nombres sacados de la Guerra de Arauco, y sobre todo, de la Araucana de Alonso de Ercilla.
[7] Los Sports Nº 173 y 198, Santiago 2 de julio y 24 de diciembre 1926.
[8] La Nación, Santiago 13 de Diciembre 1925. Véase también Patricio Toledo, “La mirada de los testigos. Uso, reproducción y conflicto de la fotografía mapuche de finales del siglo XIX y principios del XX”, en Mapuche fotografías siglos XIX y XX: construcción y montaje de un imaginario, Alvarado, Mege y Báez (eds.), Santiago, Pehuén, 2001, p45.
[9] Tomada de http://ferloa.blogspot.com/2007/04/aniversario-colo-colo-breve-resea.html (10 de julio 2011).
[10] Nicolás Palacios, Raza Chilena. Un libro escrito por un chileno y para los chilenos, Santiago, Chilena, 1918. Véase también José Bengoa, La emergencia indígena.
[11] Los Sports, nº 131, Santiago 11 de septiembre 1925.
[12] Segunda insignia de Colo Colo, que lo acompañó en la gira internacional de 1927. Tomada de Sebastián Salinas, Por empuje y coraje.
[13] Véanse Historia de Chile: Libro II, Santiago, La Salle. 1927, p.13 y 29. Peña y Lillo, Texto Auxiliar Para La Enseñanza De La Historia, p. 25. Para las palabras de Carlos Cariola, Los Sports n º 198, Santiago 24 de diciembre 1926. Es significativo que los mapuches de la época expresaran un profundo rechazo a las representaciones que de ellos tenía la sociedad chilena como un pueblo salvaje. Se quejaban airadamente de que en los libros escolares de historia se los representase desnudos, ya que como señalaban en sus propios periódicos, no anduvieron desnudos en el siglo XVI, y menos en el XX. El Araucano, San José de la Mariquina 15 de agosto 1928.
[14]Al respecto véanse Santa Cruz, Origen y futuro de una pasión. José S. Salas, “Decreto-lei sobre Defensa de la raza”, en Ministerio de Hijiene, Asistencia, Previsión Social i Trabajo, Recopilación oficial de leyes i decretos relacionados con el Ministerio de Hijiene, Asistencia i Previsión Social, Santiago, Imp. Santiago, 1925, p15. Los Sports, nº 115, Santiago 22 de mayo 1925. Para las categorías de ocio y buen tono propias de la oligarquía chilena véase Luis Barros y Ximena Vergara, El Modo de ser Aristocrático, Santiago, Aconcagua, 1978. El sportman oligarca, era un sujeto que gracias su carácter rentista no tenía necesidad de trabajar, y por tanto, podía distribuir su tiempo entre el deporte, el Club, las reuniones sociales y la actividad política, Pp. 33-72.
[15] Los Sports, nº 122 y 145, Santiago 10 de julio y 18 de diciembre 1925
[16] Florencia Garramuño, Modernidades Primitivas. Tango, samba y nación, Argentina, FCE, 2007, Pp.15-27
[17] Véase por ejemplo José Bengoa, La emergencia indígena.
Fantástico artículo. Me parece muy interesante este fenómeno de reinterpretación de los símbolos indígenas para formular una identidad de las clases medias. Pero sin duda me interesó mucho más el rechazo de los mismos indígenas a esa imagen de un pueblo salvaje y arraigado en un mítico pasado.
Disfruté muchísimo este texto, me parece que es de lo mejor que hay en este número. Felicidades a la revista y sobre todo al autor, se nota que hubo bastante investigación detrás. No tengo muchos conocidos chilenos, pero voy a recomendarlo lo más posible.
Fue una muy grata sorpresa leer este artículo. Me encantó la propuesta interpretativa y el argumento histórico. Es loable la investigación y son muy sugerentes los vínculos propuestos. Me parecieron admirables, también, la curiosidad y la imaginación que inspiraron el texto. Felicidades!