“Tijuana campeón”. Qué bonito sonó aquello el sábado 21 de mayo de 2011. Fecha histórica para quienes vivimos en esta ciudad fronteriza; fecha histórica incluso para el futbol mexicano: se sumó a la Primera División un club tijuanense, los Xoloitzcuintles de Caliente, popularmente identificado como Los Xolos (con la letra “x” en sonido “ch”). Hace unos años, tras atestiguar los sinsabores de otros clubes de Tijuana (fallidos intentos por generar posibilidades de ascenso a la primera división, por generar afición), nadie hubiera imaginado que de acá llegaría un equipo a jugar en lo que llaman el Máximo Circuito del futbol en México; pero sucedió. Pasó hace apenas unos meses y pasó gracias (claro) al esfuerzo de los futbolistas, de entrenadores, de presupuestos millonarios y, además, (los jugadores que integran el club no pueden dejar de mencionarlo) del público: esos miles de radicados en la ciudad (unos nacidos aquí, otros –muchos otros– no) que acudieron, primero tímidamente, incrédulos, a un estadio en construcción, y que al paso de los torneos fueron llenando las gradas hasta hacer de aquella instalación un auténtico recinto del futbol profesional con gran vitalidad (boletos agotados en cada cita, porras vitoreando los 90 minutos, familias con niños, funcionarios en horario de labores, estudiantes ‘pinteándose’ las clases, cánticos organizados, camisetas rojinegras… escenas que no se veían en ningún otro estadio del resto de los clubes que se disputaban en la Liga de Ascenso su pase a Primera).
Se empezó a sentir “la pasión” y los noticieros locales hablaron de ello.
Los Xolos –y lo reconocen en cada oportunidad– refieren a una fanaticada respetuosa que no ha causado altercados, y agradecen el apoyo de los tijuanenses. Y los tijuanenses, al menos esos tijuanenses (los fieles, los fans), corresponden con gratitud a que tengamos acá un divertimento que causa orgullo (porque lo sabemos: el futbol en México –como en casi toda América Latina– es cosa seria, casi una religión) y que empieza a adquirir valor como un símbolo identitario, de unidad, en una de las fronteras que concentra la mayor diversidad de procedencias (“ciudad de migrantes”, al cabo). El agradecimiento fue y es, en principio, para quienes metieron los goles, pero enseguida hubo que voltear a ver a quien hizo posible semejante logro (impensable por tantos años), al que tuvo la ocurrencia de crear un club, al que lo financió, al que construyó en sus terrenos un estadio, al que bautizó al equipo con tan complejo nombre que poco tiene que ver con la región norteña del país.
Ese hombre es Jorge Hank Rhon, empresario y político priísta, excéntrico y millonario, hijo de Carlos Hank González (quien fuera potentado líder del PRI en el Estado de México). Esa ha resultado la verdadera figura detrás del triunfo, detrás de la feliz frase que aún reza “Tijuana campeón” (pese a que el título de presidente del Club Xoloitzcuintles lo tenga su hijo –uno de los diecinueve– Jorge Alberto Hank Inzunza).
Jorge Hank Rhon no ha sido en absoluto un hombre discreto; por el contrario, derrocha vistosidad. Fue alcalde de Tijuana de 2004 a 2006 (dos años porque enseguida contendió en 2007 por la gubernatura de Baja California… que perdió), logrando con ello la recuperación del poder para el priismo en la ciudad, pues desde 1989 no hubo quien despojara al PAN de la alcaldía de Tijuana. Pero antes de esa etapa de obligada vida pública (plagada de polémicas y burdas declaraciones que rayaron en la burla y la misoginia), Hank era ya personalidad fácilmente identificable en la región, el país y en el extranjero: dueño de casinos, de un galgódromo, hoteles, plazas comerciales, agencia de viajes, un colegio e incluso de un zoológico, Jorge Hank ha sido señalado –sobre todo por directivos del enérgico Semanario Zeta– como responsable del asesinato al periodista Héctor “El Gato” Félix Miranda –fundador del semanario–, baleado en 1988. Y si bien tal acusación no se ha podido confirmar al interior del sistema de procuración de justicia, existen lazos en el caso que sin duda despiertan suspicacias: “El Gato” Félix publicaba una columna donde acusaba a Hank de enriquecimiento ilícito y, además, (acaso la relación que más salta a la vista) fue sentenciado como autor material del homicidio quien fungiera entonces como jefe de escoltas de Jorge Hank, el señor Antonio Vera Palestina.
Otro más de los escándalos que ha protagonizado el empresario, nacido en Toluca, estado de México, tuvo lugar en 1997 cuando autoridades locales le decomisaron un tigre blanco siberiano e iniciaron una investigación en su contra por tráfico de animales exóticos. Así llegamos al ejemplo más actual de su notoriedad: el 4 de junio pasado, a tan sólo dos semanas del festejo por el ascenso de Los Xolos, el ejército detuvo al acaudalado en su mansión (junto con diez personas más), lo arraigaron, lo acusaron públicamente por acopio de armas, lo trasladaron a la capital del país, lo regresaron al estado de Baja California para ingresarlo a una penitenciaría de mediana seguridad en Tecate, lo liberaron –sólo para volver a ser detenido (si bien ahora por autoridades estatales) acusado de estar involucrado en el asesinato de una joven (a quien relacionaron con otro de sus hijos) –, y, por último, lo liberaron. Fueron diez días de una telenovela que todo el país, pero principalmente toda la ciudad, estuvo siguiendo en medio de desinformaciones, inconsistencias y demasiadas especulaciones. Unos salieron a las calles a manifestarse a favor y a juntar firmas de apoyo. Otros clamaron justicia pidiendo, mediante columnas periodísticas, conservar preso al afamado. Otros más nos quedamos observando.
Ese es el héroe del futbol tijuanense. El admirado, seguido e idolatrado héroe que los fieles defienden a ultranza, fieles que muchos acusan de acarreados y desmemoriados, porque ¿cómo escudar a alguien con semejantes antecedentes, un arquetipo de mafioso, de típico villano opulento y cínico? Tengo algunas conjeturas (que marginan a quienes se solidarizan por tener un interés político, o sea, todos los priístas y aspirantes a priístas): el Grupo Caliente, firma de la familia Hank Rhon, es una empresa generadora de 7 mil 500 empleos en la entidad y sostiene vínculos con otras compañías, extendiendo sus lazos comerciales a numerosos sectores. Eso por un lado (es lo obvio, lo directo); por el otro, su esposa, María Elvia Amaya, creó la Fundación Por Ayudar A.C. justo después de desempeñarse al frente del sistema municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) cuando fue primera dama. La Fundación, sin un perfil en particular, brinda apoyos a organismos que atienden a mujeres víctimas de violencia, adolescentes embarazadas, adultos mayores, migrantes y enfermos (durante una temporada los aficionados al Club Tijuana podían adquirir entradas a los juegos intercambiando en la fundación “un kilo de ayuda”). Ahora bien, el Grupo Caliente realiza anualmente festejos populares (como el festival del Día de los Reyes Magos, que ofrece desde hace 25 eneros juguetes a los niños tijuanenses, logrando una convocatoria que supera los 10 mil asistentes), que se han vuelto tradicionales y en los que miles de personas, en su mayoría de escasos recursos, participan para ganarse un obsequio mediante rifas. Y, finalmente, está el bloque de los aficionados de Los Xolos que, sin titubear, sale a la defensa de Jorge Hank (que sale y salió cuando ocurrió la detención más reciente) porque son éstos quienes –además de un alto nivel de gratitud futbolera por el simple hecho de crear un club tijuanense– manifiestan la euforia más joven y desbordada hacia el empresario tras colocar en los encabezados de toda publicación deportiva una frase de ensueño: “Tijuana campeón”.
El rasgo de juventud juega indudablemente un rol importante en este apoyo que parece ciego: hablan los intelectuales y analistas políticos de las barbaridades ocurridas en México durante 70 años de priísmo (épocas que los de 30 años o menos no vivieron a conciencia), mientras que en Baja California desde hace 22 años no se conoce otro régimen político más que el de la derecha panista. Veintidós años durante los cuales toda disconformidad social (respecto a la seguridad, el desarrollo económico, las vialidades, la educación, los servicios de salud, los impuestos) tienen el color blanquiazul del PAN, y ante ello el PRI no parece tan mala opción (tomando en cuenta que en el estado la izquierda no figura como verdadera fuerza electoral). ¿Quiénes que no sean afiliados al PRI simpatizan, pues, con Jorge Hank? Al menos 7 mil 500 trabajadores del Grupo Caliente, empresas socias de esta firma, personas asistidas por la fundación de María Elvia Amaya, familias que se benefician con los festivales anuales, seguidores de Los Xolos (por supuesto, no todo el que es seguidor del club Se convierte en apoyo de Hank), y jóvenes pertenecientes a una generación que ya no creció con el estigma directo que provocaron los gobiernos priístas.
Para muchos, es incomprensible que haya quienes, al verlo como un héroe o antihéroe, defiendan a Jorge Hank (“defender” es sólo en la discusión; Hank ha dejado claro que tiene los medios para defenderse por sí mismo). Muchos no conciben que existan los que argumenten a su favor, a pesar de la larga lista de acusaciones delictivas y desafortunados protagonismos. Y son ellos quienes piden memoria a los jóvenes que no saben ni siquiera quién fue “El Gato” Félix ni han visto al PRI como gobierno (porque nacieron o eran niños durante los años ochenta, o porque emigraron a Tijuana en los últimos 30 años, o porque su criterio se los dicta el futbol, o porque sencillamente no se informan, o por todo lo anterior junto); piden sensatez a hombres y mujeres cuya referencia de la familia Hank es contemporánea y es positiva. Cualquiera es libre de suponer que la estrategia ha sido comprar afectos.
“Tijuana campeón” resuena todavía y para un buen número de personas es lo único que importa. Con el ascenso, hoteleros, restauranteros y comerciantes de todo giro sueñan con la tan esperada recuperación económica, porque el pronóstico es que siga el estadio lleno no sólo por tijuanenses sino por turistas de los Estados Unidos y del interior del país (el estadio, por cierto, sigue creciendo). Pero con el ascenso viene otro grupo, los políticos, que también finca sus esperanzas en el equipo como el as bajo la manga que habrá de atraer votos al PRI en las próximas elecciones gubernamentales de 2013. Y Hank Rhon no descarta volver a contender: ya lo dijo.
Las pasiones deportivas, políticopartidistas y/o socioeconómicas se encienden. Pasan los autos con nuevecitos engomados del Club Xoloitzcuintles (enormes engomados orgullosos en los vidrios posteriores), aumenta el número de vendedores en los cruceros comerciando playeras rojinegras, cambian los perfiles en las redes sociales para anunciar con logos o frases que “yo sí le voy a Los Xolos”. Se viene la Primera División. En esta ciudad, que concentra gente de todas las otras ciudades del país, incontables aficionados renunciaron a los clubes que heredaron de sus padres o de sus lugares de origen (muchas veces lugares donde nacieron y que nunca han conocido). Muchos, el 21 de mayo, decididamente abandonaron a sus Chivas, a sus Águilas, a sus Máquinas Celestes, a sus Tuzos, a sus Monarcas, a sus Pumas, a sus Rayados… porque en Tijuana ya hay lo propio: Los Xolos, club que –como la ciudad misma– avanza enmarcado por la controversia y acosado por oscuras sombras. Tal vez no podía ser de otra manera.
Esto del ascenso de Xolos me produce una satisfacción agridulce. Por un lado, como aficionado al fútbol el ver a un equipo local en la primera división nacional, me parece una idea excelente y un logro de muchos, pero más, creo, de la afición. Por otro lado, me causa un cierto conflicto el ver a la gente apoyar, como lo mencionas en tu artículo, de una manera ciega y desinformada al empresario Jorge Hank Rhon. Aquí es donde la cuestión de memoria histórica y la ignorancia como mera falta de información y, peor aún, la infringida de manera consciente, acerca del personaje en cuestión, proyectan su ración de importancia en el colectivo. Me parece curioso también ver cómo los medios locales insisten en decirnos que veamos solamente el asunto del fútbol como asunto de fútbol. Resulta una tarea a veces imposible desligar al personaje Hank Rhon y su historia con el éxito del equipo, ya que sus propios antecedentes repercuten en cada uno de los dos quiéranlo o no, y se proyectan como un tema recurrente, por lo menos de aquí hasta finales del 2012.
Marco Robles
@marcotij:twitter
En efecto, Tijuana Campeón es
un grito que ha encerrado tantas cosas. Creo que ningún equipo en México está
tan ligado políticamente a un personaje. Muy acertado tu artículo. Pone el dedo
en la llaga. Checa el caso de Silvio Berlusconi, que llegó a ser primer
ministro de Italia gracias a los éxitos del Milán o el triunfo de Mauricio
Macri, presidente de Boca, como alcalde de Buenos Aires. Más tétrico aún el
hecho de que las legiones de torturadores del Tigre Arkán en la guerra de
Bosnia fueran reclutadas de los ultras del Estrella Roja de Belgrado. Más tarde
Arkán compró su propio equipo, el Obilic, que actualmente preside su bella
viuda Cecca (Arkán fue asesinado) En fin, creo que poca gente ha dimensionado
el enorme potencial político de nuestros Xolos. Te mando un abrazo DSB