Recuerdo que tenía ocho años de edad y debía acostarme muy temprano a dormir, porque a las 19:00 horas comenzaba el razonamiento eléctrico del sector donde vivía. A esa edad estaba lejos de comprender por qué poco a poco la ciudad iba quedando a oscuras, y mucho menos entender el grave problema energético que Chile estaba viviendo.
Hablar de crisis energética o debastecimiento energético es un tema recurrente en varios países de Latinoamérica. Podemos señalar la crisis de 2009 en Colombia, que afectó a Ecuador por la disminución en la venta de energía, o el caso de Venezuela y sus racionamientos. Esto se debe principalmente a factores climáticos, que han provocado importantes sequías, pero se suman factores como las políticas de Estado sobre legislación ambiental, materias económicas y esencialmente la voluntad real de tomar con seriedad el desarrollo energético, sostenible y sustentable, que Latinoamérica necesita.
En 1998 Chile vivió una de las crisis energéticas más graves que ha debido enfrentar, racionamientos eléctricos incluidos. En los años 2007 y 2008 nos encontramos ante un nuevo peligro, debido a los cortes de envíos de gas provenientes de Argentina.
Durante este año, somos testigos de una nueva crisis energética. Se han tomado medidas para enfrentar esta problemática como la reducción del voltaje eléctrico y el ahorro del agua en los embalses de hidroeléctricas; incluso el gobierno ha retrasado el cambio de horario de invierno hasta mayo, para aprovechar la luz solar.
¿Por qué Chile tiene crisis energéticas?
Chile vive una situación de crisis energética porque la energía generada no alcanza para cubrir la demanda que se requiere. Durante los últimos treinta años, el crecimiento económico de Chile y el incremento de la población no ha ido de la mano con la generación de la energía; no se alcanza a cubrir la demanda que se requiere[1].
El país cuenta con limitadas fuentes energéticas fósiles propias; esto nos deja en un parámetro poco estable; además, debemos agregar la inestabilidad que provoca la alta volatilidad de los precios del petróleo y otros combustibles.
La situación genera una disyuntiva político-económica que el país ha debido enfrentar con sus países vecinos, como el caso del gas argentino o boliviano, o la dependencia de los sucesos externos que pueden afectar a la comunidad internacional. Hoy en día importamos alrededor de un 72%[2] de los insumos, que luego utilizamos en forma de petróleo, carbón y gas natural[3].
La matriz eléctrica de Chile resulta insuficiente para abastecer el incremento de demanda que existirá en el futuro. Los períodos de sequía que provoca el fenómeno climático de La Niña producen importantes desabastecimientos en los embalses, tal como señala un estudio de la Comisión Nacional de Energía (CNE), al destacar que la actual situación de los embalses del país es similar a lo vivido entre 1998 y 1999, con un déficit aproximado de un 60%.
Al analizar este escenario no es difícil comprender que detrás de todos estos factores hay una gran responsabilidad como país, porque no han existido políticas ambientales eficientes, conforme a un programa de desarrollo sustentable. En su lugar, el interés económico ha sido determinante.
Hidroaysén, la propuesta oficial
El megaproyecto de generación hidroeléctrica Hidroaysén, que se presenta como una solución a la escasez energética de Chile, ha generado un profundo debate entre organizaciones, investigadores y políticos, entre otros.
Hidroaysén es desarrollado por las empresas Endesa España (que hoy pertenece en un 92% a Enel de Italia) y a la empresa Colbún (de capitales chilenos). Su objetivo es la construcción de cinco mega represas en los ríos Baker y Pascua, ubicados al sur de Chile, en la región de Aysén (Patagonia chilena)[4]. Además se pretende la construcción de tres represas más, a cargo de la sociedad Energía Austral, en los ríos Cuervo, Blanco y Cóndor de la misma región.
El argumento de los defensores del desarrollo de estas hidroeléctricas, la fuente más importante que tiene el país es el agua, único recurso propio, limpio, renovable y que en Chile se encuentra de manera abundante. Este recurso solucionaría la crisis energética y brindaría un aporte al crecimiento económico que el país requiere.
Pero si analizamos las consecuencias de estos proyectos, existen una serie de hechos que debemos mencionar:
Para la realización de estas megarepresas se debe inundar una superficie de unas 5.910 hectáreas de valle.[5] Esta solución implicaría un impacto ambiental enorme en Chile, por sus altas implicancias en la flora y fauna, en el turismo y el impacto en sus habitantes.
Además, para que estas megacentrales de energía funcionen, se debe agregar el tendido de transmisión eléctrica, que deben cruzar aproximadamente unos dos mil 300 kms desde el sur hasta el centro del país: la construcción de unas seis mil torres, de 70 metros de altura, que permitiría transportar esta energía. Esto afectará a más de ocho regiones de Chile, pues pasaría entre Parques Nacionales, áreas protegidas y terrenos privados.
En 2008 entró a evaluación ambiental este proyecto. Al recoger los diversos argumentos en contra de las megacentrales, la autoridad ambiental planteó 2.698 observaciones. Durante este mes de abril Hidroaysén acaba de entregar la tercera ronda de respuestas[6] al estudio de Impacto Ambiental, sobre las 199 consultas finales realizadas por la autoridad ambiental de la Región de Aysén en 2010, autoridad que deberá autorizar o rechazar a mediados de mayo estas respuestas.
Resulta necesario que hablemos de progreso económico, pero me pregunto ¿A qué costo se logra esto? ¿Chile depende sólo del agua? ¿Es posible el desarrollo de otras energías?
Las alternativas
El problema más grave es que Chile no ha diversificado sus energías; podría utilizar en mayor escala energías renovales como la eólica, geotérmica, energía solar con concentración y fotovoltaica, entre otras. La Ley 20.257 de Energías Renovables No Convencionales de 2008 establece un 10% de energías renovables para el sector eléctrico (al año 2024). Me resulta insuficiente, debido a que adolece de una serie de inconsistencias y de una verdadera voluntad de incentivar este tipo de energías.
Diversificar la matriz energética permitiría no tener que desarrollar megarepresas que destruirían nuestro ecosistema y patrimonio natural; los argumentos en contra son los altos costos económicos que tienen este tipo de energías, además de que no alcanzarían a cubrir la necesidad energética. Pero aun así, tomando en consideración ventajas comparativas que tiene el país, me resulta difícil compartir estos argumentos, puesto que Chile es uno de los países con mayor radiación solar del mundo (en el desierto de Atacama), y además cuenta con el salitre natural, uno de sus mayores productores. Tenemos el 10% de los volcanes activos del mundo para el desarrollo de energía geotérmica, sin considerar el potencial eólico que podría desarrollarse.
Por la gran información que existe es imposible en estas líneas abarcar con mayor profundidad esta temática, por medio del caso chileno he querido hacer un llamado de atención a que comencemos a entender cómo funciona nuestra energía, y qué costos y beneficios tenemos. Tomemos conciencia que no somos los seres humanos y el mundo en forma separada; al contrario: nuestro anhelado “progreso” es parte de nuestro futuro. Ojalá tomemos las decisiones correctas hoy, para no lamentarnos después.
[1] Según la Comisión Nacional de Energía, es necesario incrementar 600 MW adicionales cada año, para cubrir la demanda de energía en el país.
[2] De acuerdo a datos de la Comisión Nacional de Energía en el año 2006.
[3] Según lo que ha señalado el Dr. En Ciencias química, Jaime Rodríguez, señaló en la presentación del proyecto del Consorcio Bionercel S.A. Desarrollado por la Universidad de Concepción. Que Chile importa alrededor de un 98% petróleo, 96% de carbón y gas natural en un 75%.
[4] El fundamento de utilizar estos ríos, se debe a que el río Baker es el más caudaloso de Chile con un flujo aproximado de 870 (m3/s), y el río Pascua es el tercero más caudaloso.
[5] Estudio de 2009 “¿Se Necesitan Represas en la Patagonia? Un Análisis del futuro energético chileno” encargada por el Consejo de Defensa de la Patagonia y apoyado por Natural Resources Defense Council y The Patagonia Foundation.
[6] Respuesta llamada “Adenda”, precisiones que hacen las empresas ante sucesivas consultas sobre sus proyectos.
Esta crónica la escribí hace un tiempo atrás, por lo cual hoy con datos más
recientes les comento lo que ha sucedido.
El pasado lunes 9 de Mayo, se aprobó la construcción del proyecto Hidroaysén.
La decisión la realizó la Comisión de Evaluación Ambiental de la región. Pero
si hacemos un análisis sobre la “legalidad”
de este proceso, a mi juicio no tenemos
una institucionalidad ambiental competente. Los miembros que votan este tipo de
proyectos, son funcionarios públicos, sujetos a la política de Estado que el
gobierno de turno manifieste. Transparencia, libertad y ética se ven claramente
cuestionadas.
Esta votación es solo una etapa, aun falta la aprobación de esta misma institución
respecto al tendido eléctrico que debe realizarse para transportar esta energía,
y con todo pesar, resulta abrumador la gran seguridad que las empresas a cargo
del proyecto manifiestan ¿por qué tanta seguridad? Me pregunto.
Esta votación es una vergüenza
nacional, por el abuso, falta a la legitimidad, y por el profundo daño que este
proyecto provocará, son sólo algunos de los argumentos que puedo transmitirles.
Con sinceridad el problema más grave que tiene Chile, es que no existen políticas
ambientales con la profundidad y estudios necesarios, y esto lamentablemente se
viene materializando desde los distintos gobiernos que hemos tenido, resultado
como una bomba, que ha hecho explosión ahora.
Si el tema es buscar una solución a la problemática energética del país,
Hidroaysén no es la solución, porque tendrá un periodo de construcción de 10 años,
entonces ¿Cuál era la urgencia de este proyecto? Urgencia que se ha visto
plasmada por campañas publicitarias, donde asustar a la población con el temido
debastecimiento, ha sido la tónica.
La
riqueza que tiene Chile, en cuanto a la biodiversidad es incomparable, una votación
que ha estado marcada por políticas económico-ambientales,
donde el fin de lucro ha sido el ideal.
Hoy
en día, gran parte de los chilenos, se han manifestado en contra de este proyecto, reflejados en las diversas marchas y protestas
que las calles del país, están viviendo. Pero son los habitantes comunes los
que sienten el deber de hacerlo, porque aunque hoy en día los sectores políticos
del país están en un gran debate, me resulta paradójico que ahora se opongan a
un proyecto que lleva años, y que nadie había querido hacerse cargo.
Esta crónica la escribí hace un tiempo atrás, por lo cual hoy con datos más recientes les comento lo que ha sucedido.El pasado lunes 9 de Mayo, se aprobó la construcción del proyecto Hidroaysén. La decisión la realizó la Comisión de Evaluación Ambiental de la región. Pero si hacemos un análisis sobre la “legalidad” de este proceso, a mi juicio no tenemos una institucionalidad ambiental competente. Los miembros que votan este tipo de proyectos, son funcionarios públicos, sujetos a la política de Estado que el gobierno de turno manifieste. Transparencia, libertad y ética se ven claramente cuestionadas.Esta votación es solo una etapa, aun falta la aprobación de esta misma institución respecto al tendido eléctrico que debe realizarse para transportar esta energía, y con todo pesar, resulta abrumador la gran seguridad que las empresas a cargo del proyecto manifiestan ¿por qué tanta seguridad? Me pregunto.Esta votación es una vergüenza nacional, por el abuso, falta a la legitimidad, y por el profundo daño que este proyecto provocará, son sólo algunos de los argumentos que puedo transmitirles.Con sinceridad el problema más grave que tiene Chile, es que no existen políticas ambientales con la profundidad y estudios necesarios, y esto lamentablemente se viene materializando desde los distintos gobiernos que hemos tenido, resultado como una bomba, que ha hecho explosión ahora.Si el tema es buscar una solución a la problemática energética del país, Hidroaysén no es la solución, porque tendrá un periodo de construcción de 10 años, entonces ¿Cuál era la urgencia de este proyecto? Urgencia que se ha visto plasmada por campañas publicitarias, donde asustar a la población con el temido debastecimiento, ha sido la tónica.La riqueza que tiene Chile, en cuanto a la biodiversidad es incomparable, una votación que ha estado marcada por políticas económico-ambientales, donde el fin de lucro ha sido el ideal.Hoy en día, gran parte de los chilenos, se han manifestado en contra de este proyecto, reflejados en las diversas marchas y protestas que las calles del país, están viviendo. Pero son los habitantes comunes los que sienten el deber de hacerlo, porque aunque hoy en día los sectores políticos del país están en un gran debate, me resulta paradójico que ahora se opongan a un proyecto que lleva años, y que nadie había querido hacerse cargo.Esta crónica la escribí hace un tiempo atrás, por lo cual hoy con datos más recientes les comento lo que ha sucedido.El pasado lunes 9 de Mayo, se aprobó la construcción del proyecto Hidroaysén. La decisión la realizó la Comisión de Evaluación Ambiental de la región. Pero si hacemos un análisis sobre la “legalidad” de este proceso, a mi juicio no tenemos una institucionalidad ambiental competente. Los miembros que votan este tipo de proyectos, son funcionarios públicos, sujetos a la política de Estado que el gobierno de turno manifieste. Transparencia, libertad y ética se ven claramente cuestionadas.Esta votación es solo una etapa, aun falta la aprobación de esta misma institución respecto al tendido eléctrico que debe realizarse para transportar esta energía, y con todo pesar, resulta abrumador la gran seguridad que las empresas a cargo del proyecto manifiestan ¿por qué tanta seguridad? Me pregunto.Esta votación es una vergüenza nacional, por el abuso, falta a la legitimidad, y por el profundo daño que este proyecto provocará, son sólo algunos de los argumentos que puedo transmitirles.Con sinceridad el problema más grave que tiene Chile, es que no existen políticas ambientales con la profundidad y estudios necesarios, y esto lamentablemente se viene materializando desde los distintos gobiernos que hemos tenido, resultado como una bomba, que ha hecho explosión ahora.Si el tema es buscar una solución a la problemática energética del país, Hidroaysén no es la solución, porque tendrá un periodo de construcción de 10 años, entonces ¿Cuál era la urgencia de este proyecto? Urgencia que se ha visto plasmada por campañas publicitarias, donde asustar a la población con el temido debastecimiento, ha sido la tónica.La riqueza que tiene Chile, en cuanto a la biodiversidad es incomparable, una votación que ha estado marcada por políticas económico-ambientales, donde el fin de lucro ha sido el ideal.Hoy en día, gran parte de los chilenos, se han manifestado en contra de este proyecto, reflejados en las diversas marchas y protestas que las calles del país, están viviendo. Pero son los habitantes comunes los que sienten el deber de hacerlo, porque aunque hoy en día los sectores políticos del país están en un gran debate, me resulta paradójico que ahora se opongan a un proyecto que lleva años, y que nadie había querido hacerse cargo.
Aprés Hidroaysén le deluge:
El actual gobierno de chile se ha propuesto establecer un crecimiento sostenido del 6%, objetivo ineluctable si se quiere aspirar al desarrollo para finales de la década. Todo bien con eso.
El actual gobierno de chile ha propuesto la necesidad de generar excedentes energéticos suficientes (alrededor de 4000 MW) para sostener el crecimiento productivo proyectado por sus economistas para 2020. Todo bien, parece razonable.
El actual gobierno de chile ha propuesto que de no aprobarse la construcción de hidroaysen “estamos condenando a nuestro país a un apagón hacia fines de esta década” o en el mejor de los casos, a quedar a merced de energías ultracontaminantes y/o riesgosas. Todo mal con esto.
Con estas palabras el presidente Piñera termina por instalar un falso dilema al pais, afirmando que solo existen las altenativas presentadas (y no otras) obligando al oyente a elegir la aparentemente menos lesiva, que es precisamente la que coincide con los intereses del Estado y los privados.
No quisiera detenerme en la falacia argumental que sostienen los discursos oficialistas, mas bien quisiera señalar dos inconvenientes no demasiado señalados no obstante su larga duración histórica: los intereses del Estado y de los privados chilenos.
El férreo centralismo político chileno, consolidado a sangre, fuego e historiografía a mediados del siglo XIX, da un nuevo zarpazo: para paliar las necesidades energéticas que la zona central -especialmente las capitalinas- expresará hacia 2020, se construirán 5 centrales ¡a 2000 Km de distancia de su destino final!, no solo planteando una horrorosa cicatriz ecológica que desgarre las regiones meridionales, sino que inundando territorios que a la lógica santiaguina parecen improductivos: una de las zonas de menor densidad poblacional y de limitado aporte productivo al “desarrollo nacional” (a excepción quizá del talado de especies arbóreas nativas).
Así, las 12 familias que se verían afectadas por la inundacion de terrenos parecieran ser un obstáculo soslayable en pos del desarrollo de la pretendida “comunidad nacional”, que me recuerda tristemente la construcción de las represas en los territorios mapuches en los 90′, que terminaron por desplazar a doscientas familias de sus raíces geográficas. pretendo afirmar que no solo se trata, como nos quieren hacer creer, de un conflicto técnico (conseguir Y cantidad de energía para X fecha) sino también un conflicto político entre la autonomía de las regiones frente a la depredación capitalina.
Dejeme, señorita valeria, recalcar su argumento: que 11 personas, elegidas directamente desde santiago, decidan la suerte de un megaproyecto de amplios costos ambientales, sociales y políticos es un verguenza como ya señaló, pero es también una verguenza bien conocida y reiterada en estos casi 190 años de centralismo político nacional, y por ello es una doble verguenza.
Tampoco pareciera ser un obstaculo ineludible para las ansias del desarrollo propuesto desde Santiago la aprobacion de un proyecto que favorece explícitamente la consolidación de oligopolios capitalinos y trasnacionales: a que clase de desarrollo se refieren? a uno sustentable, descentralizado y socialmente equilibrado? no lo creo. Antes bien pareciera que apuntan a la generación de un modelo de desarrollo sustentado en la inflación de los mercados financieros capitalinos, al secular desprecio por la innovación tecnológica e investigativa, a la constante destrucción de los recursos naturales regionales. Permitame ser apocalíptico, pues se parece a la conocida historia de siempre: utilizar las megarepresas unos 50 años, y luego abandonarlas dejando un gigantesco desastre ambiental, cuando los investigadores internacionales descubran nuevas fuentes energéticas baratas y que no requieran ninguna innovación por parte de nuestros mal llamados “emprendedores”, que de arriesgados empresarios no tienen nada, pero que en voracidad lucrativa se muestran en los primeros lugares de nuestra américa latina.
Espero que despues de la discusión sobre la forma en que la energía generada en el extremo sur deba ser transportada hacia los valles centrales se abra no solo el debate, imprescindible por cierto, de la política energética que queremos llevar adelante, sino una mas amplia que incluya el tipo de desarrollo que queremos todos los chilenos y no solo los atrincados en la lujosa precordillera capitalina, que respete las posiciones de los desarrollos regionales, que no deje replicarse este modelo opresivo que nos tiene como miembros de la OCDE (la “primera división” como les gusta decir a algunos) que presentan una de las peores distribuciones del ingreso, en suma, una discusión política amplia que nos permita llegar a ese desarrollo planteado para 2020, pero que sea el desarrollo que queremos todos, y que pueda superar el secuestro de la lógica y la argumentación que plantea esta discusión…
APROVECHEMOS LA OPORTUNIDAD!
un saludo.
Mis únicas preguntas son las siguientes: 1) ¿por qué el ex presidente Ricardo Lagos está a favor de este megarproyecto? 2) ¿Cuál es la posición de M. Bachelet? Gracias por sus respuestas y comentarios.
segun lo visto, en el diario el mercurio descontextualizaron las palabras del anterior presidente. En el programa televisivo el señala que es necesario Hidroaysen (en esta parte cortan el dialogo ) , pero…el no aprobaría según las normas y actuales criterios ..los cuales fueron cambiados desde su anterior mandato…
en palabras simples se opone..eso lo corrobora el anterior ministro vidal…en el programa de chilevision “ultima mirada ” se refiere a eso mismo.
Las represas un daño ecologico y el futuro de nuestros hijos
Las represas un daño ecologico y el futuro de nuestros hijos