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A diferencia de los grupos indígenas más numerosos del país, la historia de los nativos de Baja California, México, no está vinculada hacia el sur del territorio, sino hacia el lado contrario: la Alta California (región hoy delimitada como California y Arizona en Estados Unidos). Son cuatro las etnias que sobreviven: kumiai, paipai, cucapá y kiliwa, todas con lenguas propias pertenecientes al grupo lingüístico yumano, y todas también con sus lenguas en riesgo de desaparición.

Y aunque cuentan con tales particularidades geográficas y culturales, los indígenas peninsulares tienen algo en común con los indígenas en el resto del país: la marginación, que en el caso de los nativos del extremo noroccidental de México significa la amenaza por la pérdida total de algunas etnias.

Es tal la marginación que ni siquiera los censos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) los contabiliza, ya que el levantamiento de datos respecto a grupos étnicos lo realiza en base al habla, y en Baja California si son pocos los nativos son aún menos los hablantes. Según los registros del INEGI, en 2005 habitaban el estado 33 mil 604 indígenas, lo que representaba el 1.4 de la población total en la entidad. De ésos, el 38.2% hablaba mixteco, 9.6% zapoteco, 7% náhuatl, 6.2% triqui y 4.5% purépecha, mientras que la estadística clasifica en “otros” a un 34.6% de indígenas censados, sin especificar el origen. Ante la ausencia de categorías que incluyan comunidades o lenguas kumiai, paipai, cucapá y kiliwa, queda claro que el padrón hace referencia a grupos migrantes (concentrados en su mayoría en el valle de San Quintín, al sur del puerto de Ensenada, donde el campo es la principal fuente laboral).

Pero de los nativos bajacalifornianos se estima actualmente habitan el estado tan solo unos 2 mil 500, como precisó para Distintas Latitudes el director de cultura y desarrollo sustentable del Instituto de Culturas Nativas de Baja California A.C., Horacio González Moncada, señalando que asimismo la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) maneja esa cifra. Alarmante, sin duda. Sobre todo cuando nos remontamos a la historia, a la llegada de los europeos a la península hace más de 450 años, tiempo en que se calculaba una población indígena de entre 40 y 50 mil, pertenecientes a distintas etnias. Aunque se cree (esto también lo comparte Horacio González, historiador) que sus antepasados habitaron dicha región desde hace 2 mil o hasta 3 mil años, “desde que se hizo el mundo” explican los propios nativos (no es casualidad que a lo largo de Baja California y Baja California Sur haya pinturas rupestres antiquísimas, consideradas entre las más antiguas del mundo).

El ocaso de las lenguas indígenas

La falta de desarrollos económico y social dentro de sus comunidades ha obligado a los nativos a salir de ellas en busca de empleo y estudios, lo que a su vez ha derivado en la pérdida de sus tradiciones y su lengua. La profesora Armandina González Castro (licenciada en Educación Preescolar y en Educación Primaria para el Medio Indígena, y supervisora de educación indígena de Baja California del Sistema Educativo Estatal) en su conteo de hablantes de lenguas nativas registra a la kiliwa como la que se encuentra en mayor riesgo de extinción, pues actualmente sólo lo hablan 5 personas.

Si bien es dramático este caso, la realidad es que el resto de las lenguas oriundas de la región también corren peligro de desaparecer y ante ello instituciones realizan actividades y programas con el fin de evitarlo. Sin embargo, la falta de recursos económicos (como suele pasar con los programas relacionados al rescate de lenguas y tradiciones indígenas) es una limitante.

La profesora Armandina González lo explica: “tenemos muchas carencias porque no tenemos edición de material, y además hay una gran exigencia de la sociedad de que los niños tienen que prepararse para ingresar a la secundaria”. La profesora reconoce que la enseñanza de lenguas nativas a niños de herencia indígena no ha tenido gran éxito, pero destaca el papel que las escuelas han jugado dentro de las comunidades, en cuanto al reforzamiento de tradiciones como cantos y bailes. En ellos ve una esperanza.

Ante la inminente desaparición de las lenguas, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas ha promovido un convenio interinstitucional cuya finalidad es rescatar (o tratar de rescatar) este grupo lingüístico. Igualmente el Instituto de Culturas Nativas de Baja California A.C. lleva a cabo talleres de lengua en las diferentes comunidades con población indígena.

Dentro de este escenario, las lenguas que aparentemente corren menor peligro son kumiai y paipai, que cuentan con más de cien hablantes, siguiéndole la cucapá, con medio centenar, según los registros de la profesora Armandina que ha levantado en asentamientos de Santa Catarina, San José de la Zorra, San Antonio Necua, La Huerta y Valle de la Trinidad.

El mito de la autoextinción

La relación entre hablantes de una lengua nativa de Baja California y número de pobladores de esa etnia no es proporcional, o sea, son más los indígenas que hablan español que los que hablan la lengua de su familia ascendente. Aún así (ya lo hemos mencionado) son pocos los nativos que sobreviven de cada una de estas cuatro etnias, los menos: los kiliwa. Hace algunos años circuló un texto que después se convirtió en una nota periodística a nivel nacional donde se mencionaba la determinación de los kiliwa por autoextinguirse mediante la no reproducción. Esto fue tomado como cierto e incluso en el portal Wikipedia aparece un apartado denominado ‘El suicidio de los kiliwa’. Pregunté sobre esto al historiador Horacio González y me aclaró que se trató de una coyuntura basada en la mención que hizo un miembro de la comunidad respecto a esa posibilidad y que en su momento sirvió para alertar acerca de la situación de la pérdida de la lengua. Pero me puntualizó que no existe un pacto que atente contra tener descendencia.

No obstante, la idea de la extinción voluntaria tiene un dejo de verdad y otro tanto de romanticismo, pues se basa en el reclamo de la marginación (que es real) y la consecuente pérdida de costumbres y prácticas culturales originales (que también es evidente). Además Horacio me detalló que de los cinco hablantes kiliwa cuatro no tienen hijos y sus edades ya rebasan los 50 años. La excepción es doña Leonor Farldow Espinoza, autoridad en la comunidad kiliwa, que tuvo más de 10 hijos y decenas de nietos. Doña Leonor ha contribuido enormemente a la revitalización de la lengua, una de sus aportaciones se puede ver en el Diccionario Práctico de la Lengua Kiliwa en coautoría con Arnulfo Estrada Ramírez (oceanólogo, y además estudioso y defensor del kiliwa).

Atropellos a los usos y costumbres

Hay que decirlo: pese a las diversas iniciativas, estamos de frente a la desaparición del kiliwa como lengua; y no sólo eso, también se acrecienta la marginación de ése y los demás grupos (parece continuar el exterminio iniciado en la conquista, aunque por vías menos sanguinarias): los usos y costumbres indígenas y las leyes para protegerlos contrastan con el verdadero trato que se les da, tanto en Baja California como en otras regiones. El año pasado, por ejemplo, dos indígenas cucapá fueron aprehendidos por el Ejército mexicano por pescar una especie en veda y (como tiende a ocurrir con la población más indefensa) se les aplicó todo el peso de la ley, sin tomar en cuenta que la pesca forma parte de sus tradiciones ancestrales.

Históricamente el territorio cucapá ha incluido el Río Hardy, la parte baja del delta del Río Colorado y las laderas de la Sierra Cucapá (por el Valle de Mexicali y Mar de Cortés), colindando tres estados: Baja California, Sonora (del lado mexicano) y Arizona (en suelo estadunidense). Y la pesca ha sido una forma de sustento desde que se asentaron allí hace aproximadamente 400 años, cosa que no importó a las autoridades: pasaron por alto las leyes y los acuerdos de protección a los usos, costumbres y tradiciones indígenas encarcelando a los pescadores cucapá en la penitenciaría. Casos de violación a la Ley Indígena (e incluso de violación de los derechos humanos de indígenas) por parte de las instancias encargadas de procurar justicia hay incontables a lo largo del país.

Esfuerzos por el rescate

Además de las labores institucionales y civiles por la conservación y rescate de las lenguas nativas, existen esfuerzos asimismo comprometidos por el legado artesanal, hoy aún muy ligado a las culturas primigenias (de la región que comprende la Alta y Baja California destacan los collares de chaquira y las faldas de corteza de árbol elaborados por artesanos cucapá). Uno de estos esfuerzos fue encabezado por Instituto de Culturas Nativas de Baja California A.C. al organizar un grupo de artesanos que posteriormente obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2010, por su trabajo y técnicas. Otro, es el registro que llevará a cabo la Unidad Regional de Culturas Populares de Baja California, de Conaculta, coordinada por el historiador Armando Estrada Lázaro, quien me adelantó realizarán un censo de los artesanos nativos, así como exposiciones itinerantes. La finalidad de ello así como la de este texto es dar a conocer que en la esquina noroeste del país hay culturas nativas vivas dignas de reconocimiento, más allá de la nostalgia de los libros de historia. Y sus retos son los mismos que los de otros grupos indígenas del país, aunque quizá más complejos al tratarse de poblaciones tan reducidas y de las que poco se conoce hacia el exterior del estado y de México.

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Referencias:

Entrevistas al director de cultura y desarrollo sustentable del Instituto de Culturas Nativas de Baja California A.C., Horacio González Moncada (historiador); a la supervisora de educación indígena de Baja California del Sistema Educativo Estatal, Armandina González Castro (licenciada en Educación Preescolar y en Educación Primaria para el Medio Indígena); y al jefe de la Unidad de Culturas Populares de Baja California, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Armando Estrada Lázaro (historiador).

Consulta en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con sede en Tijuana.

La antropología de Baja California

http://members.cox.net/dlaylander/Bajacalifology/index2.htm

Tragedia cultura: inminente extinción de la lengua kiliwa

http://www.jornada.unam.mx/2005/04/01/a04n1cul.php

Prisión a indígenas cucapá

http://www.eluniversal.com.mx/notas/682820.html

Ley Indígena

http://www.eluniversal.com.mx/notas/682820.html

Melina Amao Ceniceros

Nací en el puerto de Ensenada (Baja California, México), y desde 1999 radico en Tijuana, tan cerca del muro fronterizo que puedo verlo desde mi casa. Me licencié en comunicación por la UABC y ejerzo el periodismo en medios alternativos. Considero que todos los temas y todas las personas pueden ser interesantes.

9 Comments

  • Luis Frost dice:

    Como comentario adicional, muy triste, los cochimíes eran el grupo más numeroso en baja california sur y aunque ayudaron a defender la península de baja california durante la guerra de 1847 y contribuyeron a una de las pocas victorias de México contra Estados Unidos (en la Batalla de Mulegé, que según la gente de Mulegé impidió que pudieran ocupar y anexar también la península; a mí me suena algo exagerado), quedan tan pocos que su cultura ya se extinguió y su lengua está a punto de desaparecer.
    Más allá del lado romántico de esta historia, quizá contarla ayude a los indígenas de la península a ganar simpatías y atención del resto de habitantes de méxico, dizque tan patriota y agradecido con sus héroes.

  • Hola Luis, pues como tal el grupo cochimi ya no existe y la lengua solo se conoce mediante los escritos de los misioneros.

  • Escueladelamadretierra dice:

    Hola Melina, soy Ix Chel.. felicidades por tu articulo… Es sin duda la gran tarea que tenemos que hacer.. Felicidades. Estaremos en contacto.

  • Melina Amao dice:

    Ix, te agradezco. Estoy de acuerdo en lo que mencionas: “la gran tarea que tenemos que hacer”, sin duda es indispensable voltear la mayor cantidad de ojos hacia esta realidad.
    Personalmente admiro mucho tu labor, la de la Escuela de la Madre Tierra, te reconozco y te felicito por ello.

  • Luis Frost dice:

    ah, gracias por la aclaración. las fuentes en internet son medio confusas y no me quedaba claro si ya se extinguieron o estaban a punto.

  • alfonso arambula dice:

    estimada Melina ,, felicidades por este reportaje resultado de intensa investigacion y compromiso con la verdad ,,
    sera la extincion una parte de la evolicion de la naturaleza ? y no necesariamente un asunto de los humanos . la naturaleza y los humanos tienen su propia inteligencia diferente y si no voltiemos a Japon y Livia ,,, ante nuestros ojos dos manifestsciones de fuerza y extincion …
    con afecto y admiracion

    Alfonso Arambula Robles

  • Piky dice:

    en serio ya no existen los cochimíes? todavía recuerdo a mis abuelos que a los de la huerta y de necua los llamaban cochimíes y eso que mi abuelo tenía 100 años cuando falleció en 1975., a quien se le ocurre? a las nuevas instituciones, porque todavía en 1997, eran cochimi.

  • Melina Amao dice:

    Verás, no es que ya no existan los cochimíes, sino que nunca existieron como etnia, los misioneros en el siglo XVIII que fueron expandiendo su sistema de sur a norte por la península de Baja California llegaron a una región (lo que ahora es entre El Rosario y San Ignacio) donde sus guías ya no se entendían con los pobladores (indígenas) y les nombraron ‘cochimíes’, que quiere decir ‘la gente del norte’. Luego los misioneros en sus registros se refirieron a los cochimíes como una etnia describiendo sus tradiciones, pero en realidad a quienes describieron (ahora se sabe) por su lengua y costumbres es a los kumiai. Sin embargo los indígenas nativos no están en desacuerdo con la palabra cochimíe y también se reconocen bajo ese nombre aunque lo que hablen sea kumiai.

    El historiador Horacio comparte el testimonio de una mujer nativa autoridad de La Huerta (Teodora Cuero Robles) que sobre el debate de ser o no cochimíe le dijo: “hablamos kumiai, comemos como kumiai, vivimos en tierra kumiai, somos kumiai pues”.

  • Edgracar dice:

    Es muy
    triste el no conocer acerca de los problemas que la Cultura Kiliwa tiene,
    algunos pensamos que somos muy patrióticos por el hecho de cantar el Himno
    Nacional, ver partidos de Futbol, o vivir a diario con un trabajo digno tratando
    de sobrevivir a tan sonados problemas que a diario enfrentamos los mexicanos. ¿Pero
    realmente nos ponemos a pensar en los demás? Yo no conozco a mis vecinos, trato
    de no meterme en problemas, llego a mi casa y realizo mis labores cotidianas…
    Pero nunca en mi vida, más mis opiniones sin fundamentos  en algunos momentos hablan sobre los problemas
    que a todos nos incumben. Digo esto porque el pueblo Kiliwa un pueblo con una
    historia mítica que ha sido aplastado en sus derechos, si existen los derechos?
    Ya no es raro escuchar que sucedan cosas de este tipo en el siglo XXI, pero si
    me da mucha rabia el que nuestros gobernantes y su mismo pueblo llegaron a
    tomar la decisión de desaparecer y nadie lo evito. ¿Qué nivel de desesperación?,
    ¿Qué nivel de decepción?. De haber visto desaparecer todo lo que tenían a lo
    largo de su historia, esto me hace pensar en mi forma de vivir que antes
    mencione, ¿No será que todos hemos hecho lo mismo?, borrar nuestro pasado y
    sobrevivir a este presente de una forma animal como un zombi J. 
    Creo que nadie tiene las palabras y mucho menos el lastima de esta
    historia, ya que no creo que sea la primera y no creo que en el mundo sea la
    única Cultura que desaparesca.

    ·         
     Propuesta: Es
    difícil proponer algo que no conoces. La alternativa que yo he vivido en carne
    propia es la educación, es entender que solo conociendo lo que fuimos y somos
    podríamos cambiar nuestro futuro. Hacer entender a este pueblo que siempre hay
    esperanzas y amigos, seria mi primera propuesta; y solo lo podría hacer con
    educación. También podría pedir a las autoridades que se les brindaran los
    servicios que necesitan, pero sobre todo que se les inculcaran sus derechos
    humanos que hoy en la actualidad podrían ser más que comerciales y palabras. Si
    ellos entendieran que no es un regalo si no es la obligación del estado brindar
    todo lo dicho podrían adquirir el autoestima que necesita cualquier persona
    para darse cuenta que es importante ella misma y es importante para la
    comunidad. Pero también sé que los intereses de algunos han hecho de este
    problema lo que es y no sabemos si existan estos intereses en la actualidad. Es
    bonito hacer conciertos, colectas, programas especiales e incluso tareas, pero
    la realidad se olvida cuando volteamos a nuestra realidad. Ojala y cambien y se
    den cuenta que es más mejor morir de pie que morir arrodillados como lo cito
    Villa.

     

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