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Por Soffía Alarcón Díaz*

Luis Eduardo de Ávila Rueda*

I want to tell what the forests were like

I will have to speak in a forgotten language

W.S. Merwin

We are Nature, long have been absent, but now we return

Walt Whitman

Muy pocos cuestionarían la idea de que nosotros tenemos una obligación con las futuras generaciones: no dejarles un planeta empobrecido en una sociedad fragmentada. En su más simple interpretación, el desarrollo sostenible [1] tiene que ver con la equidad intergeneracional.

Mucho se ha escrito sobre la definición del desarrollo sostenible, qué significa el término y qué supondría llevarlo a la práctica. Estudios sobre las condiciones que se requieren para lograr el desarrollo sostenible abundan, así como iniciativas a nivel local para mejorar las vidas de la gente común invirtiendo en su presente y futuro. Pero, estas recomendaciones a nivel local, ¿cómo engranan con las experiencias de los líderes y activistas a nivel global?; ¿son irreconciliables las diferencias culturales, sociales y filosóficas de la gente en el mundo?; ¿el concepto integra la dinámica económica en diferentes entornos naturales?  Más importante aún, ¿existe una definición única del desarrollo sostenible?

El término “desarrollo sostenible” se adoptó en el documento Nuestro Futuro Común mejor conocido como el Informe Brundtland de 1987 que se elaboró para la ONU. La definición propuesta fue: desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades [2]. Aunque esta definición integra la importancia de la planeación futura, como herramienta para diseñar políticas es defectuosa, pues no especifica cuáles son las necesidades a las que se refiere en el presente y futuro. No obstante, el término se ha popularizado entre los círculos ambientalistas más importantes a nivel mundial [3] hasta convertirse en mots d’ordre. Estos grupos, sin embargo, están solos al momento de hacer desarrollo sostenible pues se olvidan que éste depende de lograr una visión holística que integre el desarrollo económico, social y cultural de las sociedades.

Entonces, ¿cuáles son las características fundamentales del sistema sostenible y cómo se pueden presentar?, ¿es el desarrollo sostenible una acción o un concepto, un objetivo, una meta, una estrategia o una visión?

Un análisis comparado realizado en 12 países y 18 ciudades sobre las estrategias y acciones implementadas en diversos sectores relacionados con el desarrollo urbano demostró que el desarrollo sostenible se alcanza al equilibrar la actividad humana con su entorno para eliminar los costos que la primera tiene sobre el segundo. La actividad humana definida en tanto organización que busca un fin. [4]. El entorno como el conjunto de elementos que rodean al ser humano (i.e. naturaleza, otras personas, material inerte, etcétera). El desarrollo sostenible implica, así pues, un proceso de aprendizaje y madurez organizacional en las instituciones públicas y privadas en cualquier país [5]. El primero (aprendizaje organizacional) es la capacidad que tiene una organización para generar y generalizar ideas. La madurez es la capacidad de aplicar el conocimiento adquirido en el tiempo y minimizar su desperdicio. El desperdicio organizacional son acciones que no agregan valor pero que tienen un costo ya sea interno, externo o ambos. Los costos internos se pueden reflejar en una baja efectividad de la organización y los costos externos (o externalidades negativas) ocurren cuando un individuo u organización no paga los costos completos de tomar una decisión.

En la esfera ambiental, un ejemplo de externalidad negativa del sistema industrial mundial es el calentamiento global. Otro es la ruptura de los ciclos de vida mundiales por la sobreexplotación de los ecosistemas terrestres y acuíferos para satisfacer las necesidades humanas. El desarrollo sostenible, entonces, busca eliminar o reducir los costos externos de cualquier proceso sin excluir el crecimiento económico. Hasta que las externalidades negativas alcancen un nivel cercano a 0 se podría hablar verdaderamente de desarrollo sostenible. Pero, ¿cómo se alcanza? La dificultad de lograr el desarrollo sostenible radica en cómo identificar y controlar los costos externos, ya que los sistemas, métodos y procedimientos de las organizaciones públicas o privadas se diseñan, en su mayoría, sólo para identificar y controlar los costos internos. Los modelos mentales y de aprendizaje generalmente utilizados por las organizaciones se enfocan en la búsqueda de mayor eficiencia sin considerar los costos externos generados en el proceso.

Es frecuente en países latinoamericanos que los procesos de la administración pública requieran trámites excesivos que producen malestar tanto en los empleados como en los clientes (ciudadanía), con tal de mantener todo un aparato y una forma “habitual” de hacer las cosas, con personal que probablemente no es el idóneo. Este tipo de acciones generalmente origina vicios, retrasa los procesos de producción de los servicios e influye negativamente en la eficiencia.

En América Latina, la medición del desempeño de las organizaciones dentro de la administración pública constituye un concepto relativamente nuevo. Algunas administraciones están comenzando a desarrollar indicadores urbanos y de servicios públicos que permitan direccionar el crecimiento de las ciudades, ayuden en la toma de decisiones y contribuyan al bienestar ambiental pero, en general se realizan para áreas de actuación aisladas. Los ámbitos más comunes que poseen indicadores de medición del desempeño son los de la salud pública y la educación, los cuales se manejan desde hace tiempo para dimensionar los problemas de la población y el nivel de respuesta a ellos. Sin embargo, en la esfera ambiental no existe un concepto claro de madurez organizacional.

La falta de estructura organizacional ha generado efectos adversos. Entre los más importantes están: duplicidad de funciones, nulo control del desempeño, limitada planeación e inadecuado clima organizacional. Para reducir los costos externos, ergo alcanzar el desarrollo sostenible, es necesario incluir en la definición las ocho etapas del sistema de madurez organizacional: 1) planeación; 2) marco regulatorio; 3) organización; 4) desarrollo de personal; 5) empoderamiento y profesionalización de las autoridades gubernamentales; 6) participación ciudadana; 7) coordinación interinstitucional y 8) infraestructura y equipamiento.

Estos ocho componentes del nivel de madurez de cada organización representan el Modelo de Mejores Prácticas para alcanzar el desarrollo sustentable. La premisa central es que para que un país alcance el desarrollo sustentable sus organizaciones deben ser capaces de aprender y madurar sus procesos para luego hacerlos eficientes. Para iniciar procesos de cambio e inversión acertados para mejorar su estructura e infraestructura, cada país debe iniciar la depuración de aquellas prácticas y recursos que no agregan valor y sólo representan desperdicio. Existen cuatro niveles de madurez organizacional que denotan una mayor capacidad progresiva de aprendizaje de la organización, y una capacidad de utilizar lo aprendido para elevar su eficiencia y la calidad de los servicios que presta. Esos niveles son los siguientes:

1. Incipiente. En este nivel la operación se basa en el buen juicio de los líderes. No existe un marco regulatorio, baja o nula participación social, bajos niveles de eficiencia y altos niveles de desperdicio organizacional

2. Reforzamiento. En esta etapa, la organización formaliza su operación y su desempeño se basa en el control que realizan los mandos medios. Existe un exceso de planes, pobremente implementados, estructura formal que no responde a las necesidades internas y externas, bajos niveles de capacitación, rotación de su personal directivo, marco regulatorio sobre-regulado y altos niveles de desperdicio organizacional

3. Alto rendimiento. En este nivel, la operación se basa en el análisis de la información existente y la administración es proactiva hacia la calidad. Se cuenta con un plan actualizado e implementado, una estructura formal que  responde a las necesidades internas y externas, capacitación y entrenamiento, baja rotación de su personal directivo, marco regulatorio actualizado, operante y no sobre-regulado, bajos niveles de desperdicio organizacional y altos niveles de eficiencia

4. Desarrollo Sustentable. En este nivel la operación se basa en el empoderamiento. La estructura formal responde a las necesidades internas y externas; la operación y administración buscan la predicción y prevención de problemas relacionados con el sistema holístico, se  capacita, adiestra y educa a su personal, la rotación de su personal directivo es muy baja y el marco regulatorio es constantemente  actualizado y altamente  operante.

Aunque existen metodologías para medir el aprendizaje hacia el desarrollo sustentable, hay diferentes rutas para llegar a él. El desarrollo sustentable implica identificar y reconocer todos los costos del sistema y que cada uno de los actores lo internalice. Un ejemplo es el caso de la deforestación en América Latina, en donde la externalidad negativa es la falta de internalización de los costos de cortar más árboles. El problema no es cortar árboles sino no mantener el equilibrio forestal. Imaginemos una sociedad en donde por políticas públicas basadas en el “buen juicio” de los tomadores de decisiones que presumen de promover “políticas sustentables”, se prohíba cortar árboles. La industria papelera cerraría, los leñadores no tendrían trabajo, la sociedad no consumiría papel ni los servicios que ofrecen los árboles para permitir el sustento de la sociedad. Miles de empleos se perderían. El problema entonces no es dejar de cortar árboles sino seguir tomando utilidades del medio ambiente y asumir los costos plantando el mismo número de árboles que se corta. Por eso, una política pública que no incluya un proceso integral no hace más que dañar el sistema, el medio ambiente, el desarrollo social y económico de un país.

En Singapur —lugar que de acuerdo a la definición propuesta en este artículo ha alcanzado el desarrollo sustentable— existe un plan de desarrollo a 45 años. En ese plan, la deforestación no es un tema aislado, se considera dentro del conjunto de políticas públicas que puedan afectar el desarrollo económico y social de la isla. Un buen ejemplo es que en Singapur no se permite circular a más de 2000 coches. ¿Por qué? Dos problemas surgirían: contaminación atmosférica y tráfico, dado que estamos hablando de una pequeña nación de apenas 690 km2 (algo así como dos veces la superficie de la delegación Tlalpan del Distrito Federal en México). Sin embargo, cada año se renueva la flotilla de automóviles permitiendo a los individuos concursar por un vehículo. Además, existe el número suficiente de árboles que permita absorber los contaminantes generados por nada más 2000 coches. Las organizaciones locales de Singapur asumen la obligación de satisfacer las demandas ciudadanas de servicios de transporte de calidad en forma oportuna y a bajo costo. En la isla, el gobierno, así como sus cuadros técnicos y administrativos, están comprometidos a implantar procesos de aprendizaje y mejora continua para optimizar la cadena de valor del conjunto de operaciones que son la razón de ser de los organismos de gestión de los servicios públicos. Éstos logran obtener beneficios que repercuten a toda la sociedad. Algunas bondades del sistema son: la reducción de los costos económicos de los sectores productivos, una mayor competitividad de sus servicios y productos, y una mayor eficiencia del gasto público, así como una mayor satisfacción de los usuarios al gozar de mejores niveles de calidad en los servicios que reciben. Por ende, el desperdicio es cero. En la gráfica 2 se muestra que la mayoría de las ciudades latinoamericanas se encuentran aún en proceso de alcanzar el desarrollo sustentable. En cambio, ciudades como Singapur, Sídney y San Francisco han logrado que las instituciones aprendan y maduren para incrementar la eficiencia en la gestión ambiental.

A pesar de la amplia aceptación de la definición de la Comisión Brundtland de desarrollo sustentable, los procesos deficientes de operación de las organizaciones aún obstaculizan el progreso hacia la sustentabilidad. A fin de cuentas, las organizaciones están hechas de personas. Por eso, la definición de desarrollo sustentable que no incluya la reducción de costos en el proceso de producción y desarrollo no es una definición completa. No hay muchos modos de lograr el desarrollo sostenible si no hay un esfuerzo colectivo de las organizaciones responsables, y su personal, de mejorar el desarrollo de un país.

Tanto en los gobiernos de los países en desarrollo —como en los desarrollados—, se hace cada vez más evidente la necesidad de eliminar los costos económicos del excesivo burocratismo, la ineficiencia y la corrupción, vicios que es indispensable desarraigar para cumplir con el imperativo de ofrecer a la población servicios públicos de calidad con estándares internacionales. Por eso, nuestra definición incluye un concepto holístico que abarca el desarrollo completo de la economía, cultura, sociedad y ambiente pues los problemas a los que nos enfrentamos son multidimensionales y están interrelacionados entre sí. Y esto, sólo se logra disminuyendo los costos externos y el desperdicio que cualquier organización genera al momento de producir. Cada país debe evaluar la etapa en la que se encuentra y dar el paso siguiente hacia el desarrollo sostenible. No se trata de hablar sólo de las necesidades del presente o del futuro sino de la capacidad de una organización para reducir las externalidades negativas y eliminar el desperdicio.

 

 

[1] Aunque la Real Academia Española sólo reconoce el término “sostenible” como un proceso que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, por ejemplo, un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes, a lo largo del presente se usará indistintamente sostenible y sustentable y sus respectivas variantes.

[2] “Medio ambiente y desarrollo sostenible”, < http://www.cinu.org.mx/temas/des_sost.htm>, 09 de junio de 2009

[3]  Me refiero a la División de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas; la Comisión para el Desarrollo Sostenible (SDC, por sus siglas en inglés) de Reino Unido; Grupo Desarrollo Sostenible de Noruega, etcétera.

[4] Organización se entiende como cualquier asociación de personas agrupadas para lograr un solo fin.

[5] Luis Eduardo de Ávila Rueda, et.al., Modelo de Mejores Prácticas para el Transporte Público Urbano y otros Servicios Municipales, SEDESOL, México, 2005.

[6] El Protocolo de Kioto –adoptado durante la Tercera Conferencia de las Partes (COP3)- de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) se celebró en 1997. Uno de los principales resultados de ese acuerdo fue el compromiso de los países, pertenecientes al Anexo I, de reducir las emisiones de los seis gases de efecto invernadero (GEIs): bióxido de carbono (CO2), metano (CH4,), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCS), perfluorocarbonos (PFCS) y hexafluoruro de azufre (SF6,)  en no menos de 5% respecto a los niveles de emisiones de 1990.

* M. en C., Luis Eduardo de Ávila es Director General de Estudios y Técnicas Especializadas en Ingeniería (ETEISA de CV).

*Soffía Alarcón es coordinadora de relaciones internacionales de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México.

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