El año pasado los estudiantes colombianos echaron por tierra la reforma a la ley 30 de educación que tenía como objetivo la privatización de la educación pública. Dicho logro se hizo a pesar de que Juan Manuel Santos es el presidente más popular en la historia del país, cuenta con una mayoría absoluta en el congreso y su familia es dueña de los medios de comunicación más importantes. Los estudiantes, en cambio, arrastraban un estigma impuesto de violentos y radicales. Sin consulta popular, el gobierno colombiano pretendía pasar la ley a manera fast track, pero los estudiantes lograron frenarla a punta de marchas, activismo en redes sociales y videos de Youtube. Los estudiantes colombianos mostraron que es posible derribar el cerco mediático oficialista y ganaron la batalla.
México se encuentra en una situación similar en sus presentes elecciones presidenciales, pues está mediáticamente sitiado. Comenzando por la vasta red editorial de la familia Vázquez Raña, siguiendo por los comentadores y periodistas noticiosos de las televisoras y finalizando con algunos de los diarios nacionales más importantes como Milenio o Excelsior, todos ellos mostrando su apoyo al candidato del PRI a la presidencia Enrique Peña Nieto. Para dar pruebas de ello hay que acudir a las editoriales que los medios dedicaron a la nutrida protesta estudiantil que tuvo lugar el pasado 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana en contra de Enrique Peña. Algunos medios ignoraron la concurrida y sonora manifestación política por parte del auditorio estudiantil; otros incluso llegaron a mostrar, inexplicablemente, el encuentro como un triunfo del priista.
Sin embargo, los medios de comunicación tradicionales ya no son hegemónicos. Blogs, periodismo virtual independiente y videos amateur tomados por los mismos estudiantes y subidos a Youtube, documentaron en toda su crudeza la fuerte oposición que sufrió Peña. La documentación fue tanta y tan profunda que incluso pudimos observar en uno de los videos la mirada confundida y desorientada del candidato anhelando una ruta de escape. Ahí quedó plasmada otra frase más que quedará para la historia de su campaña: “¿allá afuera hay salidas para salir?”
La respuesta inmediata del priismo fue de acusación y sospecha hacia los estudiantes. El líder nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, imputó partidismo e intolerancia. Su frase “¿cómo pueden cuestionar al puntero?” muestra que él ya está convencido del irrefrenable triunfo de Peña o que eso es lo que quiere hacer creer. Por su parte, el ex-gobernador Arturo Montiel insinuó persecución política en su cuenta de twitter: “Lamento que hayan agredido al Lic. Peña. Exhorto a la Univ. Iberoamericana investigar y castigar a los responsables.” Ante las difamaciones, los estudiantes respondieron velozmente con un video donde acreditaban que, en efecto, son estudiantes de la IBERO y expresaron de forma clara y libre los motivos de su protesta: su desaprobación a una figura política altamente cuestionable.
Durante meses las encuestas han mostrado una cómoda ventaja del candidato, muchas de ellas levantadas por los mismos medios que apoyan al delfín de Atlacomulco[1]. Ya sea con sesgos poblacionales o con la omisión intencional de datos en las gráficas (como prescindir del alto porcentaje de independientes), estos reportajes han favorecido la idea de que el candidato es imparable. No hay una herramienta política más poderosa que ésta: el bandwagon effect, fenómeno que, ante la inevitabilidad de un ganador político, alimenta la moral de las bases y desestima los esfuerzos de los contrincantes reduciendo su esperanza a desilusión e indiferencia. Este efecto, también llamado ‘de arrastre’, puede incluso motivar a independientes a votar por el candidato ganador tan sólo por la idea de que éste ganará.
En política, la percepción lo es todo, y este ha sido el lema de campaña de Peña que se ha venido gestando desde hace seis años si consideramos el generoso uso que le dio su administración a la propaganda electoral que él llama ‘comunicación social’, generando desde hace tiempo una ilusión de apoyo popular y masivo. Dicha ilusión ha sido sensiblemente golpeada con las manifestaciones de la IBERO.
Las protesta estudiantil de la IBERO fue la primera manifestación de inconformidad pública y mediáticamente difundida. Su impacto no debe menospreciarse. Ya se habla (e.g. Julio Astillero en el diario La Jornada) incluso del movimiento 11-M (11 de mayo), a tono con las protestas globales de indignados en Europa (termino inspirado por el texto indignez vous! de Stephen Hassel), o del movimiento Occupy en los Estados Unidos. Los estudiantes enarbolaron el estandarte de un amplio y diverso sector: la voz de todos aquellos que no quieren ver al PRI volver a los Pinos, la residencia oficial del ejecutivo mexicano. La manifestación en la universidad se ha transformado en una marcha programada para el 19 de mayo a las doce en el zócalo capitalino y en diversas ciudades a lo largo de la república. Ante la exclusión de las opiniones diferentes por parte de los medios de comunicación, esta es la única vía. Se habla de una “marcha mundial en contra de Peña Nieto”, una movilización apartidista de repudio al candidato. Rápidamente el priismo acusó de partidismo escondido a los organizadores, y los seguidores de ambos partidos rezagados (PAN y PRD) siguieron rápidamente el juego. Sin embargo, esta calumnia se desestimó rápidamente: no hay partidismo detrás de la marcha. La consigna es mostrar que el candidato del PRI no tiene tanta aceptación como se cree.
Si la marcha es nutrida, si los participantes son observadores y no toleran sabotaje o calumnias por parte de terceros y si se da un seguimiento informativo por las nuevas vías de comunicación, sería posible revertir el liderazgo de Peña. Los estudiantes colombianos dieron una lección de civilidad que ahora los mexicanos han replicado y que hacen eco con los movimientos de indignación global del año pasado. En nuestro mundo al revés los estudiantes podrían educan a la población. En una elección tibia de propuestas mediocres, los estudiantes han sido la única muestra de sincera participación política. Este momento está siendo un detonante para unificar todos aquellos que no desean el regreso del PRI a los Pinos. Por ello, la participación a la marcha debe fomentarse, pues es la única manera de librar el cerco mediático que simbólicamente ya tiene a Peña en la presidencia, a pesar del fuerte rechazo que genera en grandes sectores de la sociedad.
[1] Atlacomulco, una población del Estado de México, es considerada la cuna de un grupo particular de políticos del PRI que tradicionalmente se han caracterizado por imputaciones de corrupción y oligarquía.
Pero si no hay quien se responsabilize de esa marcha y quien no de la cara… entonces como es posible avalar esa marcha, en estos día se vera cual es el resultado.
Si hay quien se responsabilize por la marcha y esos son los miles de ciudadanos q estaremos alli, esto no es un sentimiento de alguien en particular, es un sentimiento de muchos ciudadanos.
No me importa que no haya quien de la cara yo hablo por mi mismo y voy a manifestar que NO QUIERO A PEÑA NIETO de presidente
Sí, muy posiblemente las encuestas estén trucadas. Sí, es casi seguro que han inflado de sobremanera su supuesto apoyo.
Y, sin embargo, hay que tomar en cuenta que el voto priísta es un voto numeroso pero poco militante. Es un voto silencioso que no saldría a las calles a manifestarse, pero que estará formado a primera hora en las urnas. A mí, pese a mi desaprobación total de EPN, no deja de intrigarme algo: hay millones de mexicanos que, convencidos o no, votarán por él.
Y pregunto, con toda honestidad: ¿tenemos derecho de negar esa ¨expresión¨ de millones de mexicanos? ¿Por qué no en vez de marchar en su contra marchamos en favor de otro? ¿O de plano por qué no marchamos en contra de todos, del sistema electoral injusto, de la estructura política sublimada a las ambiciones de poder y riqueza?
Me parece que si queremos entrar al juego ¨democrático¨ de las elecciones debemos aprender a respetar las posturas de los demás… y aprender a defender las nuestras. ¿O qué, a poco la postura de esta marcha sólo será anti una persona pero no a favor de algo?
Una marcha en contra de un candidato está dirigida en buena medida a las personas que lo apoyan. Yo participé en la marcha de Monterrey, y lo hice con esa intención. No creo que cuestionar su postura y plantearles la nuestra sea una falta de respeto.
Bueno, sabemos que mucha gente que no tiene acceso a mayor información que la que se da en los medios tradicionales (los cuales por cierto están cargados en su mayoría a favor del candidato del PRI), votará por el más mencionado, por el que les prometió láminas de zinc (como es el caso en mi colonia), por el “puntero” en las encuestas, por el que defienden en los programas de Televia, esa gente tiene la falsa idea de que todo México está apoyando a EPN, es entonces cuando podemos nosotros desmentir esa gran farsa, demostrarles que somos un gran número de personas (jóvenes en su mayoría) que estamos totalmente en contra del regreso del PRI y de la imposición de su candidato. Creo que la marcha Anti-Peña tiene muy buenos objetivos.