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Hace un par de meses, para el día de los enamorados, editorial Alfaguara envió un correo electrónico en el que se anunciaba la aparición del “libro más esperado” (no aclaran por quién) y acompañado de un póster y un video que mi sorpresa poco a poco interpretó como un tráiler:

ghostgirl

 

 

Hasta hace algunos años, la virginidad del lector era cortejada de manera tradicional y hasta recatada: presentaciones, mesas de novedades y ofertas, diseños llamativos, cintillas con la mención de premios y reconocimientos, reseñas periodísticas, recomendaciones de boca en boca. Estrategias de promoción que se escaparan a esta regla pasaban de inmediato al terreno de la anéctoda: Oliverio Girondo y su recorrido por las calles sobre un carruaje, acompañado de modelos con poca ropa que llamaban la atención al nuevo poemario, Espantapájaros.

Luego están las contraportadas, pequeños textos que en teoría llevan la vocación de orientar al lector perdido, de seducirlo, y que cada vez son menos frecuentes en galantería y eficacia. Cien cartas a un lector desconocido, el libro de Roberto Calasso, se ha convertido en un museo de este tipo de textos. Quien lo visité descubrirá la esencia de aquella coquetería hoy extraviada: “el arte del elogio preciso –dice el autor– no es menos difícil que el de la crítica inclemente”.

Pero los tiempo cambian y las estrategias de conquista ganan en agresión y pierden en disimulo. Entrar a un librería se convierte cada vez más en una experiencia sobrenatural porque de repente, así, como si nada, uno se enfrenta a una clara negación de leyes ontológicas: la mesa de novedades llena de distintos libros que son, a la vez, el mejor libro del año. En el mercado norteamericano –que ahora tengo a mano–, todos los libros son “New York Times Bestseller” desde la portada hasta la cuarta de forros, y antes de llegar siquiera a la página legal uno tiene que soplarse cuatro páginas de elogios desmedidos al autor.

Lo más preocupante de todo esto –al menos para mí– es que si los elogios han perdido la precisión, resulta evidente que tampoco podemos criticar(nos) inclementemente, porque si todos los libros que se publican son el mejor libro, cualquier persona –por ejemplo, yo– que diga que todos los libros que ha leído últimamente son una mierda también pierde en credibilidad, y eso no es justo.

El fenómeno de los tráiles de libros, me entero ahora, no es nuevo, y está al parecer a la alza, como se ve en esta sencilla búsqueda , en la que es posible encontrar incluso videos que enseñan a hacer videos sobre libros. Eso me daría lo mismo si el vulgar coqueteo no implicara la vulneración de un derecho fundamental del lector que Alberto Olmos bautizó aquí como el derecho a la recepción incontaminada. Ahora, quien quiera leer Ghostgirl. Loca por amor (¡qué título!), no solamente tiene que enfrentarse al hecho de que está leyendo el libro más esperado (lo que ya es bastante injusto para el pobre ejemplar), sino que además tiene ya una idea ajena de cómo debe imaginar esa historia mientras lee.

Esto, supongo, es el siguiente paso de la manía de reeditar libros con motivo del estreno de su versión fílmica, relación artístico-mercantil igual de enfermiza que el matrimonio de los primos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, y que arroja engendros con cola de cochino como éste, con Gael García y Ana Claudia Talancón en la portada

Por fortuna, la poesía no vende, porque no quiero imaginar las censuras que se llevaría el porno-tráiler de cualquier nueva edición de La realidad y el deseo o de Las personas del verbo. Tampoco me gustaría, por ejemplo, que a algún genio se le ocurriera hacer el tráiler de un libro de Murakami al estilo Sam Mendes, cuando yo siempre he imaginado sus narraciones como una mala versión de David Lynch.

Hace falta restituirle al lector cierta inocencia perdida, seducirlo antes de manosearlo, por la evidente razón de que sin ella no hay curiosidad.

 

 

 

 

7 Comments

  • Anónimo dice:

    También hace poco vi un trailer de libro por primera vez, y fue en una editorial mexicana, Jus. La verdad, el video era muy básico: fotografías con algún efecto, textos en súper color blanco “deslizándose a través de la pantalla” y musiquita de elevador. A lo mejor lo que dice esto del mundo editorial es que hay una necesidad -podría decirse legítima- por otorgarle a los libros la ’emoción’ y el glamour que no tienen, o que los editores creen que no tienen, respecto a las películas, las series de TV y cada disco nuevo de una banda, todos productos de consumo que cuando se revelan por primera vez tienen ya de origen una campaña de marketing tácita. Y claro, nos podemos poner apocalípticos y citar el Homo Videns de Sartori, declarando que no es cierto que una imagen dice más que mil palabras, pero que lamentablemente hemos sido educados durante un siglo con la creencia de que así es. ¿Y qué le queda a lo que está hecho sólo de palabras? Apelar a las imágenes para atraer al público (al gran público, esa masa de integrados, dijera Eco) que no se siente atraído por las palabras per se. Algo así.

  • Gfizh dice:

    El artículo es divertido y se agradece la sinceridad. Respecto al acercamiento, creo que es un punto de vista muy pobre. Para empezar, el título escogido para ilustrar la postura es convenientemente un bestseller sin prestigio literario con una animación bastante mediocre para presentarse.
    ¿Qué puedes decir del trabajo de promoción de Special topics in calamity physics o de Only revolutions, empezando por sus respectivas páginas de Internet?

    http://www.calamityphysics.com/main.htm
    http://www.onlyrevolutions.com/

    ¿Qué opinas del material audiovisual disponible?

    Cuando hablas de “la inocencia del lector” o “la virginidad del lector”, ¿a qué te refieres? Creo que es muy claro que todos los lectores tienen referencias y que nada se “crea” en su mente, tú mismo dices que imaginas la narrativa de Murakami “como una mala versión de David Lynch”.
    A mí me encantaría ver trailers, montajes, interpretaciones distintas de libros y autores que me gustan. Algunos serían buenos y otros malos, tal vez el diálogo con los libros se haría más interesante e intenso.

    Debería haber más y mucho mejores que lo que tú nos muestras, en lugar de menos como nos lo sugieres.

  • Ana Escoto dice:

    Y sí hay tráiler del último libro de Murakami

    http://www.tusquetseditores.com/murakami/1Q84/

  • jorgetéllez dice:

    Es cierto, Lilián, y desde ese punto de vista la venta de un libro empieza en desventaja contra la venta, digamos, de una serie de televisión o de un disco nuevo de cualquier banda. Estoy de acuerdo contigo en que el asunto de los tráileres (¿?) parte de una necesidad legítima, lo que no me gusta es la tan rendida derrota que aparentan frente a los discursos visuales que, en lugar de cooperar o de reintegrarse y formar algo nuevo, sencillamente se imponen. Abrazo!

  • jorgetéllez dice:

    Entiendo que términos como “virginidad” o “inocencia” causen problemas, yo mismo no los considero la mejor manera de explicar lo que intenté decir. No hay lector virgen, nunca lo habrá. Siempre hay mediaciones que afectan positiva o negativamente el sentido y la recepción. A lo que yo me refería es que llega el momento en que esa mediación está demasiado afectada, excesivamente manipulada por intereses mercantiles. Hay muchos libros que no tienen comprometido su prestigio literario y que padecen de la misma enfermedad. MIra, por ejemplo, la última edición de Brooklyn de Colm Tóibín: la novela es buena, buenísima, es un libro serio, además (si eso significa algo, para oponerlo a los bestsellers), pero cuya edición me impide llegar a la página legal sin antes enterarme, durante 4 páginas, que es el mejor libro de todos los tiempos mundiales. Como lector, ¿necesito eso? A eso me refiero cuando hablo de la recepción no contaminada. (hay una parodia de esta estrategia en las últimas páginas de Amor se escribe sin hache, de Jardiel Poncela, muy divertida). En cuanto a las páginas que tú compartes, me gustaron mucho, no las conocía, pero en ambos casos creo que están más enfocadas en difundir que en generar o imponer un sentido/imagen, como sí hacen algunos tráilers. En ese sentido, vuelvo a los terminajos del artículo, seducen en lugar (o antes) de manosear. Gracias por leer.

  • jorgetéllez dice:

    ¡No lo puedo ver! Debe ser por esas cosas absurdas de que lo puedes ver en ciertos países pero en otros no (por esa y otras muchas razones no debe pasar ACTA)

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