Imagínate una niña de 6 años en Guatemala. Probablemente esté iniciando la primaria, y tiene toda una vida por delante. Sin embargo, solo por ser niña tiene menos probabilidades de concluir sus estudios que el compañero que se sienta a su lado. Las probabilidades disminuyen si además es indígena, si vive en una zona rural… Y esto sucede a pesar de que la brecha se ha reducido.
Actualmente, la diferencia de años de estudio que existía entre niños y niñas en Guatemala ha disminuido en los últimos 16 años, sin embargo lo cultural sigue apropiándose de las oportunidades que ellas tienen en esa sociedad.
En el año 2000, la tasa de terminación de niñas en los centros de estudios primarios fue de 56.3 por ciento, y para los niños fue 68.8 por ciento. Para el año 2013, estas figuras cambiaron 83.7 para niños y 81.7 para niñas. Esto significa un avance al disminuir la brecha de género de 9.5 puntos a 1.9 puntos.
No obstante, las observaciones cuidadosas de Roberto Barrios, coordinador del Programa de Investigación en la Educación de la Dirección General de Investigación, detallan las limitaciones que pueden tener las niñas por el rol que desempeñen en sus comunidades. Mientras tanto, para Aimee Rodríguez, coordinadora del programa de estudios sobre la educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencia Sociales, sigue existiendo un currículum “oculto” en la sociedad que especializa a las niñas en preparación a roles de dependencia al “esposo”.
Las medida que se deben tomar ahora tienen que ver más con la cultura que rodea a estas niñas. En Guatemala, la necesidad de enseñar a las niñas que se pueden convertir en mujeres capaces e independientes es indispensable. Además de esto, el factor étnico también afecta en general a comunidades indígenas, limitando aún más las oportunidades a las niñas que son parte de esta comunidad. El artículo “Se reduce brecha educativa en niñas” de la Prensa Libre de Guatemala, puede detallar aún más sobre este contexto.