Me bajé en la estación Hamburgo del Metrobús esperando que todas las mujeres (mínimo) se bajaran ahí mismo. Desde que me subí al camión esperaba que fuera muy notorio quiénes iban rumbo a la Marcha de las Putas. Pero no y no. No todas se bajaron en la estación y no era evidente quiénes iban rumbo a la marcha. Me sentía como en una misión secreta, ¿quiénes sí están aquí por eso y quiénes no? Qué tan afinado traeré el instinto, pensaba, al menos cuando ganan los Pumas es indudable quiénes están ahí por eso, y a quiénes les agarró el festejo de sorpresa y sólo esperan la oportunidad de salir huyendo despavoridos (no sea que vayan a llegar los porros ¿verdad?…si estereotipos hay en cualquier lado).
En fin, llegué al Cielito de Havre y Reforma y me tomé un café en esa misma actitud de cacería de putas: veía a unas chicas y me esforzaba ¿van? ¿no van? Había personas que parecían descartables a primera vista: [email protected] vienen cargando con la bici y hasta al perro, seguro no saben que hay marcha; ellas me preguntaron dónde está Reforma 222, o sea que tampoco; esos de allá andan en el ligue, o sea que menos. En esas estaba cuando se me apareció una seductora überpelirroja que me desconcentró por completo, y es que en verdad era überpelirroja. Nos saludamos, nos pusimos al día –le pregunté, obviamente, de cuándo acá había decidido llevar el cabello rojo al extremo- y nos encaminamos al punto de reunión.
Llegamos a la glorieta de la Palma alrededor de las 13:45 y ahí sí empezó la observación, o más bien chisme antropológico intensivo: ¿quiénes están? ¿cuál es su mensaje? Y, lo que a mi más me intrigaba, ¿cuál es su lectura de la marcha? O quizá sea mejor decir ¿cuál es mi lectura de su lectura de la marcha? Había todo tipo de gente. Muchos “no es no”, “mi cuerpo, mis reglas”, algunos tacones y medias de red por acá y por allá. Muchas pestañas enchinadas, carteles, dibujos, algunos súper divertidos y creativos, otros sencillos y directos. Más mujeres que hombres pero no en exceso. ¿Cuántos serán?, pregunta la pelirroja, Ni idea, le respondo, soy mala para calcular volúmenes de personas… el grupo de Facebook sumó 27 mil seguidores. Bueno, pero sabes que 27 mil no son, me dice la pelirroja rodando los ojos con cara de “no exageremos”.
Buscamos rostros conocidos, pero nada; bueno, ya irán apareciendo. Empezamos a avanzar. Vemos un grupo de jóvenes, mujeres y hombres, ataviados con ropa de papel, micro-vestidos de tubo strapless hechos de periódico. Pienso en Lady Gaga. Estos mismos jóvenes, estoy segura, hicieron un performance con vestidos de novia ensangrentados durante la primera marcha en apoyo a Sicilia. Ellos se manifiestan contra el feminicidio (o ésa es mi lectura). Más adelante, un señor con traje de barrendero, de esos color naranja, con todo tipo de letreros y listones (la banderita de AMLO, el rosa del cáncer de mama y un largo etcétera) cosidos en el traje: “alto al calentamiento global”, “sí al aborto”, “no al mal gobierno”, “justicia ABC”. Mr. Causa lo apodó la pelirroja seductora, justo al clavo. También vemos sobresalir de entre las cabezas pancartas de Vicky Form “¿Quién dice que la belleza sólo cabe en una talla 3?”, mi amiga me dice con cara de asco que qué onda con eso y yo coincido, me parece de lo más ofensivo que una compañía se adjudique una causa para hacerse publicidad.
Seguimos avanzando y nos tomaron una foto. Luego otra y otra y así nos fuimos todo el camino. No quiero decir que fuéramos el centro de atención, obviamente –aunque, como ya les dije, mi amiga era muy pelirroja y muy seductora- sino que el nivel de cobertura mediática de la marcha, para mí, fue sin igual. No es que yo tenga demasiada experiencia ni mucho menos, pero nunca había ido a una marcha donde fuera tal el grado de fotógrafos, camarógrafos y reporteros. No sé qué opinen otras personas, pero yo estoy dispuesta a apostar que el morbo por el nombre y en parte también lo apolítico que puede parecer (equívocamente, porque a mi entender las relaciones de género son lo político por principio), la hacen un blanco ideal y en apariencia inofensivo de los medios de comunicación. Tristísimo por muchas razones, pero bueno, al menos tuvimos un nivel de visibilidad mediática que ya quisieran los del SME. Moraleja nada nueva: el sexo vende. Ahora sólo falta ver qué tipo de cobertura le dan esos medios a la marcha.
Unas cuadras más adelante recibo una llamada de mi amiga, la entusiasta del arte contemporáneo. Ella, su novio y sus [email protected] ya están en la marcha, ¿dónde nos vemos?. Yo estoy a la altura del Fonart, le digo. Yo estoy por el Caballito, me responde. La pelirroja y yo nos salimos del cauce de gente y caminamos por la banqueta a paso veloz hacia el Caballito al ritmo de “escucha, pendejo, contigo no me dejo” y “escucha, baboso, yo escojo a quién me cojo”. Al llegar a la glorieta de Colón nos damos cuenta que rebasamos a las organizadoras que van al frente de la marcha: “alerta, alerta, alerta que camina: la marcha de las putas por América Latina”. Le llamo a la entusiasta del arte contemporáneo y le digo que si está por el Caballito está en otra marcha porque ésta todavía no llega. No, dice ella, me equivoqué, estoy apenas por el Fonart. No me importa porque gracias a eso pude ver a las organizadoras en pleno. Mi conocimiento sólo me da para reconocer a Minerva Valenzuela a.k.a @ladelcabaret Una manta del ancho de la avenida encabezaba la manifestación: “basta de justificaciones cobardes… no significa ¡NO!”
La pelirroja y yo vamos de regreso hacia el Fonart a ver si ahora sí encontramos a la entusiasta del arte contemporáneo et alia. Doy dos pasos y me encuentro con un gran amigo, el estudiante arrepentido del Colegio de Estudios Latinoamericanos, y cuatro pasos más adelante aparece la entusiasta del arte contemporáneo. A nuestro alrededor corean: “no, no, no me da la gana ser una mujer sumisa y abnegada” “sí, sí, sí me da la gana, ser una mujer consciente y liberada” la entusiasta del arte contemporáneo me dice un poco apenada “yo no puedo gritar”. Yo no digo nada, pero la verdad es que yo tampoco puedo, o sea que ‘conscientes y liberadas’ sí, pero gritonas todavía no, pienso.
De pronto la marcha se detiene un largo rato. El sol ya empieza a calar en los hombros, en la frente, en la nariz. Me adelanto un poco para ver qué pasa y al llegar al frente de nuevo decenas de fotógrafos, camarógrafos y reporteros. Las mujeres que llevan la manta ya no son todas las que eran. Alcanzo a reconocer por ahí a Marta Lamas saltando al ritmo de “el que no brinque acosa”. Foto, foto, foto. Un grupo de vivales se adelantó por el otro lado de la avenida y hubo que hacer un reacomodo por ahí para que las organizadoras siguieran a la delantera. Regreso con mis [email protected] y reanudamos la marcha. Conforme nos vamos acercando al Hemiciclo a Juárez el paso se vuelve más lento y las consignas más intensas. Suenan varias al mismo tiempo. La pelirroja seductora me pregunta a cada rato ¡¿qué dicen?! y lo tuitea #LaMarchaDeLasPutas, claro está.
Quedamos sólo ella, el estudiante arrepentido y yo, en algún momento perdimos entre la multitud a la entusiasta del arte contemporáneo y a su [email protected]. La gente empieza a apretarse y veo a la familia con todo y bicicletas y perrito a lo lejos. Un poco más cerca están los muchachos que estaban en pleno ligue. A lo largo del camino me encontré con casi todas las personas que se bajaron del Metrobús conmigo y que descarté de un plumazo que fueran a la marcha, lo cual prueba, como les decía, que estereotipos hay en todos lados –en mi cabeza sobre todo.
Llegamos por fin al Hemiciclo y me cuelo hasta el centro para no perder detalle por aquello de la crónica. Habla un hombre que, si entendí bien, representaba a Atrévete D.F. (pero de esto no estoy segura). Dice, en pocas palabras, que 90 por ciento de las mujeres son víctimas de acoso sexual alguna vez en su vida, que los estereotipos y las etiquetas promueven la violencia de género y contra las minorías sexuales, y la normalizan a nivel social. Ofrece soluciones contra el acoso como intervenir, informar, visibilizar, dialogar y poner limites.
Después habla una representante del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio: 120 mil casos de violación de mujeres al día; llama la atención sobre la urgencia de la tipificación del feminicidio como un delito constitucional y la observancia de la NOM 046 sobre violencia familiar, sexual y contra las mujeres. También manifiesta su apoyo solidario a las víctimas de abuso sexual, con énfasis en aquellas que estaban presentes. Por último habla Minerva: el conteo oficial de la marcha reporta 2,500 asistentes. Otras ciudades de México y América Latina ya han marchado o están por marchar a raíz de esta marcha. Las mujeres nos oponemos a que se nos siga culpando del acoso. Invita a los medios de comunicación a reflexionar sobre su responsabilidad en la perpetuación de los estereotipos de género en el imaginario colectivo. Repudia los “chistes” sexistas y homófobos y sus repercusiones. Concluye que hay muchas acciones por desarrollar, empezando por correr la voz, continuar el movimiento que inicia con esta marcha. Todos aplaudimos y la marcha termina al grito de “no es no”.
Me despido de la pelirroja, del estudiante arrepentido y me quedo un rato más en el Hemiciclo. Observo a la gente. Hay [email protected] niñ@s en brazos, familias, parejas de todas las combinaciones posibles. Un colectivo queer me dio un volante hacia el inicio de la marcha y ahora me quiere dar otro – Pero ya me dieron uno, le digo, y le enseño el papel. Hay gente pegando consignas en las paredes del monumento, gente haciendo entrevistas, tomando fotos, y el ambiente es muy festivo. Nos manifestamos en contra de un acto deleznable, hablamos de muertas, de víctimas, de abuso, pero nos sentimos felices. Es verdad. Creo que el sentido de comunidad no puede pasar inadvertido y creo que eso nos pone felices a todos ahí. Al menos yo así me siento. Me encuentro con una filósofa de la facultad e intercambiamos opiniones. Paso rápidamente a saludar a @ladelcabaret, que para mi es ladelmicrobús, porque ahí la conocí. Le doy las gracias porque sé que se echó encima una responsabilidad enorme y lo aprecio.
De regreso a casa voy pensando en el ‘no es no’ y en un tweet (sí, un tweet) que leí por la mañana. Reprochaba que la marcha promovía discursos fálicos en lugar de reconocer los discursos femeninos sin por eso suscribir la violencia. Le concedo un punto y otro no. Este argumento, muy al estilo del feminismo de la diferencia, después se tradujo en una pancarta súper polémica que me encantó, iba más o menos así: “a veces, cuando digo ‘sí’ quiero decir ‘no’ y a veces cuando digo ‘no’ quiero decir ‘sí’, pero eso no justifica que no controles tu violencia”.
Me encanta porque hay ahí un intento por legitimar las “formas femeninas”, nuestra dichosa ‘ambigüedad’ como si después de todos estos siglos se mereciera ya ser algo valioso en sí mismo; algo que debe convivir con las “formas masculinas” –dizque nada ambiguas y sí muy absolutas- como igualmente válido. Pero hay una omisión peligrosa de fondo y es que las mujeres decimos ‘no’ cuando queremos decir ‘sí’ como un comportamiento culturalmente aprendido de supresión del deseo. Decimos ‘no te quiero dar un beso’, aunque quisiéramos, porque si dijéramos ‘sí’ estaríamos incurriendo en una gran violación de los códigos estereotípicamente transmitidos del comportamiento femenino, recatado, pasivo sexualmente, etcétera. Seriamos algo así como medio putas, y eso ni lo mande Dios.
Me encantó esta idea porque creo que apunta un poco hacia dónde debemos dirigirnos, y qué debemos esperar como sociedad que surja –en el largo plazo- de movimientos como éste. Quizá por ahora no sea viable defender una ambigüedad que nace de la ilegitimidad del deseo de la mujer, que tiene que esconderse en un “no” que significa “sí”, y que justifica en el fuero interno de muchos hombres el abuso “porque es que las mujeres dicen no cuando quieren decir sí, entonces la violé”. Pero, si sabemos construir un espacio para que el deseo sexual femenino sea legítimo, quizá podremos transitar con el tiempo de los discursos absolutos de “no es no” al “sí es sí”, al “sí te quiero dar un beso”, y después a los espacios lúdicos, del goce, del ‘no’ coqueto que quiera decir ‘sí’ y que no pueda ser usado en nuestra contra.
Rumbo al metro un señor en una Ecobici me dijo “mi cieeeelo” con ese tono, ese tonito que ya [email protected] sabemos. Sí lo escuché, sí me molestó, pero él no sabe que yo venía de cambiar al mundo y que después no van a existir personas como él. A que sí.
Jajajaja, el colofón más ingenuo de la historia. Ternurita.
Me gustó mucho tu texto y en especial en la parte final en la que te enfocas en el famoso NO… Te dejo un texto que habla al respecto y que me encanta, porque qué difícil es decirlo… o más bien, respetarlo… “porque qué tal si decimos no y luego…” Yo muchas veces cuando digo que sí, es sí y cuando digo que “pérame”, es un “no” con miedo. Es la verdad. Quisiera que el sí y no vinieran contundentes, sin miedos, desde dentro.
http://siriusfem.com/2011/06/cuando-no-es-%C2%A1no/
Qué bien que participaste. Saludos!
Me gustó mucho tu texto y en especial en la parte final en la que te enfocas en el famoso NO… Te dejo un texto que habla al respecto y que me encanta, porque qué difícil es decirlo… o más bien, respetarlo… “porque qué tal si decimos no y luego…” Yo muchas veces cuando digo que sí, es sí y cuando digo que “pérame”, es un “no” con miedo. Es la verdad. Quisiera que el sí y no vinieran contundentes, sin miedos, desde dentro.
http://siriusfem.com/2011/06/cuando-no-es-%C2%A1no/
Qué bien que participaste. Saludos!