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Por Verónica Noriega

La migración ha sido un tema que en los últimos años ha sido ampliamente discutido en México. Hoy 10% de la población mexicana vive en Estados Unidos y, a pesar de que ha habido una disminución en el número de personas que migran en busca de mejores oportunidades debido a la crisis económica mundial (James Pinkerton, Houston Chronicle, 29 de marzo de 2009), no podemos negar que la migración sigue siendo un fenómeno vigente.

México ha buscado apoyar una reforma migratoria en Estados Unidos que tenga una visión más comprensiva sobre los indocumentados que permita una mayor libertad de movimiento de personas y con mayores facilidades para la regularización de la población que en estos momentos carece de residencia legal en este país. A su vez, el gobierno mexicano ha buscado que se respeten los derechos humanos de los migrantes en Estados Unidos, ha insistido en que los consulados deben de ser notificados en caso de que los migrantes sean detenidos, que deben ser tratados dignamente y que las familias no deben ser separadas. Siguiendo esta línea México ha ratificado diversos tratados entre los que destacan: la Convención Americana sobre Derechos Humanos(1981), la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes (1987), y la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (2003).

Sin embargo, esta posición que México ha tomado respecto a la migración parece sólo tener validez cuando se habla de la migración de mexicanos a Estados Unidos, pues en el caso de la migración de centroamericanos hacia nuestro país, México ha mantenido una política migratoria muy estricta, si bien en los últimos años se ha vuelto más comprensiva. Se ha aumentado la militarización a lo largo del camino que los centroamericanos recorren para llegar a Estados Unidos con excusa de salvaguardar la seguridad nacional; no se tiene la infraestructura necesaria para mantener a los centroamericanos en centros de detención; y los migrantes que cruzan nuestro país sufren de extorsiones, robos, violaciones y secuestros, tanto por parte delincuentes como de la propia autoridad, lo que hace que el recorrido por México sea la parte más peligrosa de su viaje a Estados Unidos.

 

Recorrido

La frontera entre México y Guatemala se distingue por su dinamismo. Diariamente se experimenta un tránsito tanto de bienes como de personas de bastante importancia. Trabajadores centroamericanos suelen migrar temporalmente a Chiapas para trabajar en las fincas de cultivo de café, caña de azúcar y plátano, aunque también laboran en el sector servicios –usualmente son las mujeres, quienes laboran como trabajadoras domésticas –o en la economía informal. No obstante, la frontera también es el paso de población que huyó de los conflictos armados en la región durante la década de los ochenta, y de todos los que atraviesan territorio mexicano con destino a Estados Unidos o Canadá. Para estos últimos “México es la pesadilla del sueño americano.” Cada año 400,235 centroamericanos ingresan de manera ilegal a nuestro país, según las estimaciones del Instituto Nacional de Migración de México (inm). De ellos, más de 150,000 son deportados cada año desde Tapachula a sus países de origen, siendo 95% centroamericanos.

Pasar la frontera entre México y Guatemala no es el problema. Aunque sólo existen trece puntos de internación formales (nueve en Chiapas, dos en Tabasco y dos en Quintana Roo), se estima que hay más de 200 rutas ilegales en la frontera. (Martha Luz Rojas Wiesner, 2007). Basta pagar 20 pesos y subirse a una balsa para cruzar el río Suchiate y llegar al lado mexicano en menos de cinco minutos, sin necesidad de pasaporte, llenar formularios o ser cuestionado por las autoridades mexicanas.

La oferta de ayuda para pasar “al otro lado” viene de todos: tanto de las autoridades –ya sean funcionarios federales, estatales o municipales, policías judiciales, preventivos o municipales –como de coyotes.  El verdadero reto es adentrarse en el territorio mexicano, donde la vigilancia se intensifica conforme uno va a avanzando.

Los migrantes solían empezar su largo camino en Tapachula, por donde transitaba un tren de carga que recorría todo el Istmo de Tehuantepec hasta el norte del país. Sin embargo, debido al huracán Stan en 2005, la línea del tren quedó inhabilitada, y ahora deben llegar hasta el municipio de Arriaga donde sale temporalmente el tren. El tren sale sin previo aviso y suele ser abordado cuando ya está en movimiento, por lo que es frecuente que algunos tropiecen y caigan, siendo atropellados por el tren y mutilados.  Sin embargo, una vez en el tren, agentes de migración u otra autoridad local pueden subir en cualquier momento y perseguirlos.

Durante su recorrido, los migrantes están expuestos a coyotes (que a veces no cumplen con sus servicios, y que también han sido implicados en robos, asaltos y violaciones sexuales) delincuentes, narcotraficantes (que en los últimos años han sido involucrados en secuestros), la policía y agentes fronterizos. La corrupción generalizada por parte de autoridades ha llevado a los migrantes a considerar las extorsiones como un gasto “normal”. Los migrantes saben que deben traer dinero para pasar libremente las casetas migratorias.

La política  mexicana respecto a su frontera sur

Durante el gobierno del presidente Fox, el marco jurídico mexicano ubicaba la migración en el marco de la seguridad nacional. “Al igual que la estrategia emprendida por los Estados Unidos en la frontera norte, la política mexicana [tendía] a confundir el combate al narcotráfico con los trámites administrativos de control migratorio, llegando así a la criminalización de los migrantes” (Ana Luisa Nerio y Salomé Almaraz, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, 20 de abril de 2007). Esta posición se endureció en el 2001 con el Plan Frontera Sur” (2001-2003), el cual establecía mecanismos para 1) sellar el Istmo de Tehuantepec, aumentando el número de autoridades en los puntos reconocidos como paso de migrantes indocumentados, 2) la creación de nuevos grupos Beta, cuya tarea es tratar de convencer a los indocumentados para que regresen a su país, recoger denuncias sobre atracos y prestar atención médica y de primeros auxilios; y 3) coordinar las distintas instituciones militares, policiacas federales y locales para la intercepción y detención de migrantes. 4) Además, se estableció un programa de repatriación al lugar de origen para evitar que los migrantes indocumentados reincidan (Gretchen Kuhner, bbc Mundo, 2002).

Este plan generó mayores riesgos para los migrantes centroamericanos, pues con ello se multiplicaron los retenes en todo el país. Además, la participación de múltiples dependencias fue criticada ya que varios agentes estatales sin contar con la debida autorización ni la capacitación necesaria comenzaron procedimientos de verificación y detención de migrantes.

La nueva política tuvo como consecuencia  un aumento en el número de detenciones y arrestos. De 2002 a 2005 el número de extranjeros detenidos por el inm subió 74%. Pero con ello también aumentaron los reportes sobre irregularidades en las condiciones de detención en varias de las estaciones migratorias registradas en el país. Según la organización civil Sin Fronteras, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh) sancionó durante el 2006 a 187 funcionarios y emitió una serie de recomendaciones al inm. Por otro lado, el endurecimiento de la vigilancia a lo largo de la ruta de los migrantes provenientes de Centroamérica desvió los flujos migratorios hacia rutas más peligrosas en el estado de Tabasco y Oaxaca, donde hay más bandas de asaltantes (Ana Luisa Nerio y Salomé Almaraz, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, 20 de abril de 2007).

Es curioso notar que en este mismo año el gobierno mexicano otorgó el Premio Nacional de Derechos Humanos al padre Rigoni, quien se ha dedicado a dar ayuda a los migrantes en la Casa del Migrante en Tapachula. Sin embargo, cuando regresó a sus labores volvió a tener fricciones con el gobierno al denunciar públicamente el maltrato hacia los migrantes.

Los migrantes centroamericanos sufren además una falta de acceso al debido proceso de intercepción y detención. Es común que las autoridades soliciten documentos sin explicar el motivo, ya que la raza, vestimenta e incluso el olor, son razones suficientes para generar sospecha de que una persona es indocumentada. En algunos casos, las autoridades injustificadamente decomisan los documentos de los migrantes. De veinticinco migrantes entrevistados en la estación migratoria en la Ciudad de México en el 2000, ninguno recibió al momento de su detención una explicación sobre el motivo de la misma. Una vez detenidos, los migrantes también son víctimas de falta de claridad en el proceso de deportación, pues no se les notifica a los detenidos su derecho comunicarse con el consulado de su país. Otro problema que sufren los migrantes al ser detenidos es la violación a su derecho de protección de la familia. Al ser detenidas, muchas veces las familias son separadas de manera abrupta durante los procesos de deportación y expulsión (Due Process of Law, 2008).

Debido a las quejas de varios sectores de las sociedad por  los abusos cometidos por las autoridades mexicanas el inm organizó en 2005 varios foros públicos en Chiapas y Tabasco que culminaron en el nuevo Programa de Migración para la Frontera Sur de México, 2007-2012. Éste se basa en cuatro líneas estratégicas para una mejor gestión en la materia por medio de a) la facilitación de la documentación de los flujos migratorios, b) mayor protección de los derechos de los migrantes, c) mayor seguridad fronteriza, d) todo con base en una mayor y mejor infraestructura material y tecnológica.

Se ha aceptado que la región fronteriza es una zona económicamente integrada, por lo que no se pueden impedir los cruces y se debe hacer un esfuerzo por documentar a las personas en tránsito. Con ese fin se creó una nueva forma migratoria que permitirá la estancia de  trabajadores temporales,  lo que les permitirá defenderse ante los abusos de sus empleadores, como no pagarles o pagarles menos, y se amplió la forma de visitantes locales. También se han implementado diversos instrumentos en materia de derechos humanos, en los que se obliga jurídicamente a la eliminación de formas de discriminación y a la protección de derechos en general para todos los migrantes, y se despenalizó la migración indocumentada (27 de julio de 2008). Aunque estas reformas no son suficientes, se está avanzando en la dirección correcta.

A pesar de las mejorías al nuevo programa para la frontera sur, las noticias sobre violencia de las autoridades hacia los migrantes, violencia, prostitución y asalto siguen siendo frecuentes en los periódicos. Por otro lado, hay que destacar que los funcionarios estatales, por acción u omisión, siguen siendo responsables de un porcentaje importante de estos abusos. En 2007 se recibieron 448 quejas de migrantes a través del Programa de Atención a Migrantes de la cndh. Entre las autoridades más mencionadas se encuentran el Instituto Nacional de Migración (311), la Secretaría de Relaciones Exteriores (58), y la Procuraduría General de la República (40) (Due Process of Law, 2008).

Por otro lado, hay que tomar en cuenta que parte de la población mexicana que vive en puntos de tránsito de los migrantes ha tomado una actitud de rencor y  condescendencia muy similar a la de los estadounidenses respecto a los migrantes. “Un tendero mexicano en Tapachula describió el problema de los centroamericanos en la ciudad: los guatemaltecos son demasiado serviles, los hondureños son propensos a formar pandillas, los salvadoreños son irascibles. Y todos ellos atraen a delincuentes peligrosos cuya nociva presencia causa alarma entre la población” (Cynthia Gorney, National Geographic en Español,30 de enero de 2008).

La política mexicana respecto a su frontera sur, al igual que las autoridades que están involucradas en su implementación, son mucho más agresivas que sus contrapartes estadounidenses. Mientras se argumentaba que la migración debería discutirse de manera binacional ante Estados Unidos en el sexenio de Vicente Fox, la política migratoria de México hacia los centroamericanos se manejó como un asunto interno bajo el argumento de la de seguridad nacional. Varios críticos comentan que esto se debe a que México hace el “trabajo sucio” de Estados Unidos. En caso de ser esto cierto, la política mexicana es totalmente incongruente.

Si lo que se quiere lograr con esta política tan dura hacia los centroamericanos es que Estados Unidos tenga una mayor confianza en nuestro país, y que eventualmente tome una política migratoria más comprensiva, el camino no es el correcto. México ha emprendido los primeros pasos para distinguir entre la migración y el combate al narcotráfico. No obstante, esto no es suficiente. Los abusos a los centroamericanos siguen siendo muy frecuentes. Es necesaria la unión de América Latina frente a Estados Unidos para lograr una reforma migratoria más comprensiva, pues Latinoamérica debe mostrar una posición conjunta ante Estados Unidos cuando el tema de la reforma migratoria vuelva a discutirse. El no respetar el derecho a la migración de otros países y mantener una política que ignora los abusos de autoridad sólo logrará que Estados Unidos nos vea como un país incapaz de ordenar y controlar los procesos que ocurren en nuestras fronteras. Es ilusorio pensar que el gobierno mexicano pueda detener por completo un fenómeno tan grande, como es la migración internacional. Aun así, México debe plantearse como objetivo tener una frontera más controlada, ordenada y libre de abusos.

Bibliografía

BBC, “Fronteras de Dignidad”, Enero de 2002 [En línea], http://www.bbc.co.uk/spanish/especiales/humanrights/index.shtml.. Consultado el 16 de marzo de 2009.

Due Process of Law DPLF, et. al., La crisis de derechos humanos en la frontera sur de México, 2008, , [En línea], http://www.dplf.org/uploads/1221486169.pdf. Consultado el 18 de marzo de 2009.

Gorney, Cynthia , “La otra frontera de México” National Geographic en Español, l 30 de Enero de 2008, [En línea], http://ngenespanol.com/2008/01/30/la-otra-frontera-de-mexico/. Consultado el 20 de marzo de 2009.

González Velázquez, Eduardo, “Frontera sur. La otra cara de la migración”, La Jornada, viernes 5 de octubre de 2007.

Instituto Nacional de Migración, Proyecto: Programa de Migración para la Frontera Sur de México, 30 de octubre de 2007, [En línea], http://www.inmujeres.gob.mx/dgpe/migracion/res/Anexo_44_06.pdf. Consultado el 27 de marzo de 2009.

Nerio, Ana Luisa y Salomé Almaraz, “La política migratoria en la frontera del sur y la vulnerabilidad de los migrantes centroamericanos”, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, 20 de abril de 2007, [En línea]. http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/eMex_291e8_not335_programa_de_m. Consultado el 16 de marzo de 2009.

Pinkerton, James, “Reversing course for survival”, Houston Chronicle, 29 de marzo de 2009, [En línea], http://www.chron.com/disp/story.mpl/special/immigration/6348003.html. Consultado el 29 de marzo de 2009.

Rojas Wiesner, Martha Luz , « Mujeres y migración en la frontera sur de México », Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 14 | 2007, [En línea], Puesto en línea el 28 août 2008. URL : http://alhim.revues.org/index2252.html. Consultado el 16 de marzo de 2009.

 

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