«Los trabajos militantemente homosexuales tienen que analizar dicha categoría [de homosexual], y no pueden actuar como si ésta se hallara ya disuelta por medio de la lucha política.»
Richard Dyer
En los últimos años se ha visto un cambio en las legislaciones de toda América latina en materia de derechos de minorías, especialmente los derechos alcanzados por los movimientos LGBTTTI. No sólo se ha despenalizado la homosexualidad en casi la totalidad de los países que conforman el continente, sino que, además, se han logrado cosas como el reconocimiento de las uniones civiles en Argentina, Brasil y México; la posibilidad de matrimonio; la adopción por parejas homoparentales y la ley de identidad de género que se acaba de aprobar en Argentina.
Todos estos cambios en estos Estados pueden sonar sospechosos para ciertos grupos de homosexuales, ya que parece que se está luchando por la inclusión de las relaciones homosexuales dentro de las normas heterosexuales. ¿Es esto cierto? Y si lo es ¿de qué manera esto afecta a los homosexuales? La pregunta en concreto es: ¿se está atentando contra la particularidad de las relaciones homosexuales toda vez que se está permitiendo que sean normadas por el Estado?
A mi parecer esto se puede trabajar en varios niveles distintos, se me ocurren, por lo pronto, dos que podrían sernos útiles: un nivel que llamaré «táctico» y otro que llamaré «crítico».
El nivel táctico se refiere a la supervivencia de los individuos. Es el nivel en el que los movimientos LGBTTTI se mueven para poder lograr una existencia como sujetos dentro del Estado ¿A qué me refiero? Hasta antes de que se creara la figura de «matrimonio homosexual», las parejas de esta naturaleza no podían gozar de ciertas garantías que la figura del matrimonio conllevaba en sí misma. Los homosexuales no podían tener acceso a este tipo de garantías porque no existían como sujetos de derecho. La existencia como sujeto de derecho fue algo que se tuvo que ir formando a lo largo de los años que lleva de existencia el movimiento LGBTTTI.
Esta existencia como sujeto de derecho, esta urgencia de la figura del «matrimonio homosexual» surge como táctica de supervivencia ¿En qué sentido digo esto? Pensemos un tipo de minoría que no existe como figura de derecho, por ejemplo: los afro-mexicanos. Este es un sector muy vulnerable de nuestra población, que al no ser sujeto de derecho no puede ser beneficiario de los mismos programas a los que pueden acceder los grupos indígenas. No existen en el plano jurídico y es así como están sentenciados a la pobreza extrema. Así, fácticamente se ve su supervivencia amenazada, porque al no ser sujeto de derecho no pueden dialogar con el mismo Estado acerca de su precaria situación.
Esto fue el nivel táctico. El nivel crítico es un nivel diferente, se trata del nivel que se ubica a la par con el deseo. Es el nivel de cada persona en específico. Que exista la categoría de homosexual en el discurso jurídico está bien, pero en lo que respecta a cada persona en particular, es una categoría que limita su persona a una mera faceta de su vida. De la misma manera, la forma de «matrimonio homosexual» es un intento de determinación de las relaciones homoeróticas, se trata de normar y normalizar un tipo de práctica para poder reconocerla dentro del discurso dominante. Es como cuando una persona pregunta a una pareja de hombres homosexuales quién es la mujer de la relación. Es una pregunta ridícula ya que, de hecho, hay dos hombres. Pero es una pregunta que tiene un sentido, un sentido normalizador: la persona que pregunta lo hace porque trata de meter dentro de sus propias categorías lo que está viendo. Así funciona, en principio, una categoría tal que «normaliza» las relaciones homoeróticas. Lo peor no es que esto pase, sino que los mismos homosexuales lo hagan, y lo hacen. Muchos homosexuales están atrapados dentro del discurso «normalizador» y modelan su vida, según ese discurso. (No es algo raro, si pensamos en que son criados desde pequeños dentro de ese mismo discurso).
Así, el nivel crítico pone de manifiesto la incongruencia y las contradicciones dentro de la misma figura de «matrimonio homosexual». De este modo, el nivel crítico apela a la existencia congruente de las personas en específico. Pensemos en el caso de los intersexuales. Los intersexuales son las personas que nacen con dos sexos, pero que son obligados a escoger –de hecho se obliga a los padres– alguno de ambos sexos para tener un desarrollo «normal». La persona intersexual es mutilada sólo para poder sobrevivir sin grandes problemas dentro del discurso dominante (normador, normativizador). Así, el nivel crítico pone en crisis este tipo de prácticas que violentan el cuerpo intersexual y que no le permiten ser coherente con su propia naturaleza. La gente dice: no podemos cambiar la sociedad, cambiemos mejor el cuerpo ¿Es esto sano? ¿Es lo mejor que le podría pasar al mundo? ¿Modificar lo que no se adecúe a la normalidad? ¿Por qué no problematizar esa «normalidad», ver de dónde viene, qué efectos tiene, qué produce?
Todavía más interesante, se busca la existencia de esta forma, de este sujeto de derecho, para que la misma existencia problematice en los individuos el mismo sistema normativizador. El tema de los homosexuales no existió en boca de toda la sociedad hasta que no surgió como un problema; llevar a la existencia ese problema ya es un adelanto en la problematización de la gente con su propio sistema de creencias. Por lo menos lo hace presente para ellos mismos. En todo caso, esta figura surge como un problema dentro de los mismos homosexuales y fuera, en la sociedad.
Este es el nivel crítico. ¿Qué podemos pensar en relación a estos dos niveles?
Creo que ambos niveles son muy importantes. Uno permite la supervivencia inmediata; el segundo, más que sobrevivir busca vivir, y vivir bien. Tenemos uno que surge como urgente y uno segundo que surge como necesario. Es por eso que llamé al primero táctico, porque tácticamente se necesita este nivel para poder ponerlo en crisis después, ya que si lo ponemos en crisis desde el principio, podríamos atentar contra la supervivencia de personas específicas. No es sólo una batalla teórica la que estamos librando, hablamos de personas, personas que estaban desprotegidas, que eran literalmente ignoradas por las leyes, por el Estado en sí.
Tal vez esta apertura del Estado y las crisis que permita después podrán lograr una problematización del sistema en su completitud, pero por ahora, creo que con esta figura se ha ganado la vida de varias personas, la mitad de la tarea creo que ya está hecha. Hace falta hacer la otra mitad.
Para un texto más profundo sobre la reflexión aquí presentada, recomendamos, del mismo autor, la siguiente lectura.