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La paz firmada el lunes 26 entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es la reconciliación entre dos orillas del país, pero aun debe ser ratificada por la ciudadanía a través de un plebiscito y enfrenta su mayor reto: la implementación.

Distintas Latitudes consultó a tres especialistas en el tema para preguntarles ¿qué significa para Colombia el acuerdo de paz? y ¿cuáles son las dificultades que atravesará la etapa postconflicto? A continuación, sus respuestas.

Laura Ardila, periodista de La Silla Vacía.

Lo que significa para Colombia este acuerdo es la reconciliación entre los dos países que hay: un país conocido, un país vendido internacionalmente, un país privilegiado, y también hay una Colombia considerada de segunda, que es la Colombia rural, la Colombia del campo. Uno de cada tres colombianos vive en esa Colombia rural y básicamente este acuerdo reconcilia esas dos orillas del país.

Uno de los puntos más bonitos del acuerdo es el punto del agro, que hace que los campesinos no sigan siendo considerados de quinta, y que si se llega a cumplir, podría ser una gran revolución comenzando por el fondo de tierras que va a haber: tres millones de hectáreas para entregarle a los campesinos que no tengan. Además, el espacio político que se le abre, no sólo a las FARC, a organizaciones sociales. Eso va a hacer que la gente del campo se empodere.

Lo complicado del postconflicto van a ser las particularidades y complejidades que va a tener el aterrizaje de los acuerdos ya sobre terreno. Este es un acuerdo de regiones, se va a implementar en el campo, no en Bogotá. Cuando lo que se acordó se enfrente a la realidad de cada lugar va a ser un choque bastante fuerte porque es un país desconocido. En el sur de Córdoba la “bacrim”, bandas criminales que emergieron luego de la movilización paramilitar, han tenido una suerte de alianza para narcotraficar con las FARC. Las FARC administran los cultivos de coca, los compran y se los venden a las “bacrim”, que son las dueñas de las rutas del narco. Ahora que las FARC entreguen las armas una gran pregunta es ¿cómo se van a reacomodar ahí las “bacrim”? si van a dejar esa alianza ¿qué va a pasar ahí? Para el periodismo implica un gran reto ir a conocer ese país para contar esas complejidades.

Andrés Bermudez Liévano, integrante del equipo de pedagogía de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

El acuerdo es una propuesta concreta de cómo terminar un conflicto de medio siglo y cómo empezar una fase de construcción una de paz que sea estable y duradera. Hemos hecho muchos procesos de paz, unos fallidos, otros exitosos, pero los ciclos de violencia siempre se reproducen. La idea es ¿cómo podemos terminar de una vez por todas el conflicto y que la paz perdure a lo largo del tiempo. Es una solución compartida para solucionar algunos de los problemas graves que han permitido que perdure la violencia: el atraso del campo, la falta de apertura democrática, el narcotráfico y la falta de satisfacción de los derechos de las víctimas. Si logramos corregir estos factores y asegurar que las FARC dejen las armas, podemos conseguir la paz.

Hay muchísimos factores complejos en el postconflicto. Se estima un periodo de 10 años y estudios internacionales de paz hablan de que se puede tardar tanto como el conflicto: 50 años. Requiere voluntad política, que muchos actores trabajen juntos, gran esfuerzo colectivo. Requiere una participación muy activa de la comunidad. Si no hay una comunidad empoderada que haga veeduría, seguimiento, control, no va a suceder.

Lucas Peña, especialista en temas de seguridad conflicto y desarrollo.

Me siento muy optimista. Los rangos medios de las FARC aceptaron el contenido de los acuerdos sin condicionamientos en la décima y última conferencia de las FARC como organización armada.  El lunes, con ese mandato, las FARC firmaron junto con el gobierno el acuerdo final, y siete días después los colombianos vamos a votar si apoyamos o no ese acuerdo. Un sí le da al Congreso y en general a todo el Estado colombiano, un respaldo fundamental para proceder con, primero, el desarrollo del acuerdo mediante leyes, y segundo, la puesta en macha de las entidades y programas que el acuerdo crea, que son varias decenas.  Es decir, a partir del 2 de octubre empieza la fase más crítica del proceso de paz, más costosa, la que demandará más esfuerzo no sólo del gobierno sino de la sociedad misma.  Uno de ellos en particular me parece crucial: brindar la condiciones de seguridad a los desmovilizados de las FARC para que ninguno muera asesinado y puedan participar con condiciones en la vida política del país.

(Con información de Jordy Meléndez).

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