Por Valeria Rosal y Bárbara Calderón Toriz *
A pesar de que la Comisión Nacional del Deporte (Conade) aumentó el presupuesto para el voleibol hasta 600% en los últimos tres años, la selección varonil que participa en los Juegos Olímpicos de Río lleva apenas 6 meses jugando en conjunto y no puede mantenerse entrenando constantemente. De acuerdo con información del organismo obtenida vía solicitud de transparencia, el presupuesto pasó de 2 millones 178 mil 551 pesos 55 centavos en 2012 a 13 millones 734 mil 423 pesos 30 centavos en 2015. Pero este aumento no significó mayor profesionalización exactamente.
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El conjunto mexicano que participa en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro inició ganando el primer set de su primer partido contra Brasil. Luego se desplomó. La selección brasileña, como la mayoría de las selecciones contra las que jugará el equipo mexicano, es un equipo consolidado que se prepara durante 4 años con una constante participación en torneos internacionales. Este no es el caso de México.
De acuerdo con el ex-entrenador de la selección mexicana y experto en voleibol Roberto Vilches, el tiempo mínimo de acondicionamiento para que una selección pueda obtener buenos resultados es de 2 años. Sin embargo, el equipo mexicano sólo lleva 6 meses entrenando en conjunto, con una rotación constante de jugadores.
Por ello, los deportistas se acostumbran a la falta de constancia y trabajo en equipo, tanto en entrenamientos como en juegos. Con su participación en los pasados Juegos Panamericanos de Toronto 2015, la selección mexicana apenas había terminado un ciclo con el entrenador Roberto Vilches. Luego llegó Jorge Azair, actual director técnico. Cada entrenador trae un plan de trabajo nuevo, por ello es difícil que se tenga un acoplamiento y se defina un estilo de juego.
“Todo jugador con el que nos vamos a enfrentar ahora en los Olímpicos es de liga profesional (…) creo que es lo que le falta a México (…) no de que en verano llegues a la selección, estés entrenando todo el tiempo y a lo mejor consigas dos o tres partidos con equipos de nivel y luego otra vez todo el resto de la temporada no estés haciendo nada”, dice Pedro Rangel, acomodador de la selección, en entrevista para Distintas Latitudes.
Apenas en enero Jorge Azair, junto con Ivan Contreras, Sergio Hernández y Adrian Delgado, fueron convocados por la Federación Mexicana de Voleibol (FMVB) para encabezar el cuerpo técnico de la selección que representará al país en las eliminatorias rumbo a Río 2016.
Una vez que se renovó el grupo de entrenadores, se decidió integrar a atletas con mayor experiencia, pero que prácticamente están de salida, cómo Carlos Guerra y Jorge Quiñonez de 35 años, Jesús Rangel de 36 y Marco Macías de 32, es decir, su rendimiento deportivo está por terminar.
De forma no poco sorpresiva, el combinado mexicano consiguió su pase a los Juegos Olímpicos en junio de 2016, tras un sufrido juego de repechaje contra Túnez. Tras 48 años de ausencia, la selección varonil de voleibol participaría en una justa olímpica nuevamente.
Foto: FMVB Equipo durante la liga mundial, 15 días después de lograr la clasificación a Río.
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La experiencia es buena, pero es mejor la constancia, asegura Vilches.
“Cada entrenador tiene su librito. Yo creo que Azair y el colectivo de entrenadores con el que cuenta en estos momentos, votaron más por aquellos jugadores con más experiencia…No se fueron por la idea del desarrollo del equipo sino simplemente buscar una clasificación a Juegos Olímpicos”, comenta.
De enero a julio de 2016, antes, durante y después del pre-olímpico, se presentaron equipos distintos en los torneos en los que participó el seleccionado mexicano. En julio, el mismo entrenador Jorge Azair aceptó que no tenía clara su lista definitiva de jugadores para Río.
“Híjole, ni yo sé. Si nos vamos el primero de agosto [a Río de Janeiro] yo creo que por el 25 de julio ya debemos tenerlo establecido”, confesó en entrevista para Distintas Latitudes.
Lista final de seleccionados en Río
Según Azair, uno de los factores por los cuales la selección trabaja con premura es porque algunos de los jugadores estudian, otros trabajan y son padres de familia. También está el factor geográfico: la sede del equipo está en Monterrey y al menos 7 de los 14 jugadores de la selección viven en diferentes estados de la República. Tal es el caso de Manuel Martínez, Nestor Orellana, Jorge Barajas, Samuel Cordoba, Jesús Rangel, Jorge Quiñonez, y Gonzalo Ruíz, quienes se reúnen para entrenar solamente en temporada vacacional y fines de semana.
El caso de Manuel Martínez es emblemático: se traslada desde la Ciudad de México a Monterrey los viernes por la tarde-noche para poder entrenar dos días con la selección, los domingos vuela de regreso para retomar sus clases en el Tec de Monterrey.
“Lo ideal sería que todo el cuerpo técnico estuviéramos concentrados cien por ciento en la selección y que los muchachos estuvieran cien por ciento concentrados en el juego, entrenando, imagínate. Pero bueno nosotros tenemos que adaptarnos, entrenar fines de semana, algunos llegan los viernes a una sesión, el sábado a dos, a veces domingo dos o una y de ahí varios se van a sus casas con su plan de trabajo a trabajar”, dice Jorge Azair.
Tampoco todos los casos son iguales. Por ejemplo, Pedro Rangel, Tomás Aguilera, Daniel Vargas y Carlos Guerra juegan en el extranjero en busca de mejores oportunidades en este deporte, pero el panorama tampoco garantiza continuidad.
“Mis contratos son de una temporada, entonces yo conforme año con año busco mejores ofertas, dependiendo mi desempeño en la liga. El año que viene me iré a Portugal, a Fonte Do Bastardo, que así se llama el club [sic]”, dice Pedro Rangel.
Carlos Guerra, capitán de la selección mexicana, cuenta una historia similar, de idas y venidas, trabajo interrumpido por los compromisos y la distancia:
“Yo juego en Suiza con mi equipo profesional Chenois Volley Geneva. A mitad de 2016, el equipo se fue a Cuba por una semana a entrenar, yo estuve algunos días y luego regresé a terminar la Liga Suiza. Los muchachos siguieron preparándose con miras a la Copa Panamericana (que se jugó en julio de 2016 en México). Por motivos personales no pude participar en ese torneo, pero me incorpore a entrenar en la Ciudad de México una semana antes del Preolímpico”, dice.
Guerra asegura que el voleibol en México no se ha profesionalizado pues todavía no se puede entrenar como lo hacen las potencias mundiales (Brasil, EUA, Polonia). Sin embargo, dice que seguirá trabajando al máximo de acuerdo a las posibilidades de cada jugador y cuerpo técnico.
Foto: Valeria Rosal.
Jorge Quiñones al termino de un partido, disfruta de sus hijos.
Los jugadores expresaron también que tienen poco cubrimiento mediático. Fue sólo hasta que se consiguió el pase a Río 2016 que los medios comenzaron a acercarse. Tras la clasificación, los titulares de los medios deportivos destacaron la victoria de la selección. Sin embargo, la cobertura fue efímera. Quince días después de obtener el pase a Río 2016 se llevó a cabo la liga mundial de voleibol en el mismo recinto (Gimnasio Juan de la Barrera de la Ciudad de México) y la mayoría de los medios que publicaron el triunfo para Río, no estaban presentes en este torneo internacional.
“Es un trabajo de todos, no sólo de Conade o de la Federación. Sí, se debe continuar e incrementar el apoyo económico, detección de talentos, pero también debe participar el sector privado y los medios de comunicación. Se debe crear una Liga realmente profesional de voleibol. ¡No todo es futbol!”, añade Guerra.
A pesar de estas situaciones en la selección, su desempeño en la cancha ha sido gratificante para ellos y también para su afición. Pedro Rangel, con una mirada de alegría y un brillo peculiar, expresa haber asimilado ya el sabor del triunfo, después de 48 años de que la selección varonil no tuviera participación en unos Juegos Olímpicos.
“Yo voy a dar un buen papel, a hacer mi voleibol y a jugar al 100% (…). Esto es amor al arte”, dice Rangel.
Guerra comparte: “nuestro siguiente reto es muy claro, representar dignamente al Voleibol Mexicano en los Juegos Olímpicos (JO) de Río 2016, ¡nosotros vamos a por el ORO porque así es como afrontamos cada torneo!”.
- Valeria Rosal (Ciudad de México, 1994) y Bárbara Calderón Toriz (Ciudad de México, 1996) son estudiantes de Comunicación de la Universidad Panamericana. Les apasiona contar historias.
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