En un episodio de la cuarta temporada de Mad Men, la serie sobre publicistas neoyorquinos en los años sesenta, Peggy Olson está sentada en un bar con las luces bajas. Peggy no es una mujer convencionalmente hermosa, pero es tenaz: minó su camino de secretaria a copywriter, una de las buenas. Es talentosa, una mujer que hace el trabajo de un hombre en una época inconcebible. En esta escena, Peggy conversa con un tipo que a todas luces la corteja. Él es un intelectual típico de los sesenta, un progresista, las ideas bullendo del revisionismo marxista de Adorno y Horkheimer. La revolución es inminente. Hay un aire de protesta flotando, que es fino y delicado, pero que ahí, en esos años claves, está.
El intelectualillo habla de la injusticia de los corporativos, la forma en que “lanzan el dinero” que es, aunque él no lo nombra, tan capitalista. ¿Y cómo puede trabajar para esta gente, haciendo la publicidad de empresas que ni siquiera contratan negros? No puede creerlo, la poca consciencia social de esta chica, “estamos hablando de los derechos civiles, por Dios, de lo que es inequitativo en esta sociedad”. Entonces ella, permitiéndose un momento de indulgencia, de desahogo casi, comenta que muchas cosas que los negros hacen ella tampoco puede hacerlas. No puede jugar golf, no puede asistir a ciertos clubs. Y no hay copies negros, dice, pero pueden labrar su destino como ella lo hizo. Nadie la quería en la agencia, nadie sentía ningún respeto por su trabajo y aún ahora sufre la segregación a la que su sexo la condena.
El intelectualillo la escucha con la mirada en blanco. Y luego, con voz sardónica, pregunta ¿y qué quieres que hagamos, una marcha por los derechos de las mujeres?
El capítulo, que además se titula The beautiful girls, termina de una forma hermosa. Tres mujeres diferentes (la gerente de oficina, la copywriter en ascenso, la sicóloga soltera), enfrentadas al reto cotidiano de ser mujer, pero ahora en una nueva época, bajando juntas un elevador. Uniéndose, acaso sin saberlo, a la lucha de género.
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La marcha se hizo, pocos años después. Fue en Estados Unidos, incluso en Nueva York. No fue el primer acto por los derechos de las mujeres, pero la huelga por la igualdad, en 1970, fue uno de los puntos cruciales en la segunda ola del feminismo, iniciada en los años sesenta.
Hace unos días, las defeñas replicaron la Marcha de las Putas. Leo que la marcha se ha hecho en varias ciudades: de Toronto a Tegucigalpa. Que fue inspirada por la desafortunada frase de un policía canadiense, women should avoid dressing like sluts in order not to be victimized. Porque si ellas seducen deben cumplir. Porque a pesar de que la mujer es, ya lo dijo Natalia Flores, biología pura, el hombre, que es la razón, no puede contenerse ante la exhibición de sus carnes. De esos atributos que él no conoce, tan abandonado como queda a su lado animal si está frente a la tentación.
Vestirse provocativamente como atenuante para la agresión sexual tiene tanta lógica como dejar la ventana abierta como atenuante para robo a casa habitación. El ladrón que diga “no pude evitarlo, robarlos era inevitable” parece risible, pero hay quien piensa que ese mismo argumento, en la boca de un agresor sexual, tiene toda la lógica del mundo. ¿Un ejemplo? El presidente municipal de Navolato, Sinaloa, que pretende erradicar la minifalda de la vestimenta femenina para “evitar embarazos”. ¿Campañas de reproducción sexual? Qué va, el problema no está en la razón sino en el impulso. Recuerda al ex gobernador de Chihuahua, el infame Francisco Barrio Terrazas, que en 1993 atribuyó los feminicidios de Ciudad Juárez a la vestimenta. No eran chicas de buena lid, tuvieron lo que merecían.
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La Marcha de las Putas trajo el tema a la mesa: feminismo. Y entonces, la ignorancia. Twitter fue el hervidero de la discusión. Una selección de tweets que mencionan la palabra feminismo el domingo 12 de junio, el día de la Marcha de las Putas. @brisaruch, mujer: “Al menos es un atisbo de conciencia. Si hubiera cultura sabrían que el feminismo es tan peligroso como los demás esencialismos”. @butterocio, mujer: “no hablo del feminismo, que para mí es sólo la contraposición del machismo. Hablo de mujeres en su derecho a ser, pensar y decidir”. @herziliagato, mujer: “hay cosas en las que nunca seré consecuente, una de ellas es la doble moral del feminismo”. @cherryelix, mujer: “Tanto el machismo como el feminismo no debería de existir (sic). No concuerdo con ninguna de las dos”. @luislamz, hombre: “el feminismo es machismo rosa, tal cual”. @Tales_Milet, hombre: “Feminismo: palabra que el hombre le dio a la mujer para que se entretenga”. @CualquierCabron, un cabrón cualquiera: “Feminismo de rancho es lo único que se puede esperar en un país que todavía requiere vagones exclusivos para mujeres en el metro”.
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El tema del último mes es Dominique Strauss-Kahn, ex director del Fondo Monetario Internacional, acusado de presunta agresión sexual a la empleada de un hotel en Manhattan. No es la primera vez que es denunciado por su conducta sexual, un hombre que donde pone el ojo pone la bala, de naturaleza inquieta. En el blog de Letras Libres, Alejandra Isibasi cita a un terapeuta manhattanita que trata a fauna de Wall Street, hombres con poder para quienes el impulso siempre antecede a la acción, hombres que siempre, o eso creen, se saldrán con la suya. Isibasi comenta: “esto agrega una dimensión sistémica al drama personal de Strauss-Kahn y explicaría –sin justificar– la sensación de impunidad que se resiente en su historia con las mujeres”.
La periodista Elaine Sciolino escribe en el New York Times que, históricamente, los franceses son más tolerantes con las vidas privadas de los hombres de poder, pues desde la época cortesana la información no verificada corría libremente para el entretenimiento del vulgo. Esto no exime a Strauss-Khan de varios delitos que no sólo lo separan de su deseo de contender por la presidencia de Francia, sino que lo tipifican como un agresor de mujeres.
Cuando eres un hombre poderoso, importa mucho con quién te metes a la cama. Cuando eres una mujer, marca toda la diferencia. Varias décadas de liberación femenina no han evitado que las mujeres salgan más perjudicadas de un escándalo sexual. El ejemplo más famoso: Monica Lewinsky. Vamos, Bill Clinton recuperó su prestigio y hasta se reconcilió con su esposa. ¿A qué suena? A que la sociedad tiende a ser más permisiva con los hombres que se muestran arrepentidos. Lewinsky, en cambio, porta aunque no queramos admitirlo una letra escarlata. La reputación es como un recordatorio invisible de lo que hiciste y de lo que ya no podrás ser.
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¿Quieren cifras? INEGI tiene varias: el desempleo en el sector femenino subió en un 0.6% durante la década de 2000 a 2010. De 1990 a 2005 se duplicaron los hogares monoparentales comandados por mujeres (6 millones, 24% de la totalidad de hogares en México). Sí, las mujeres constituyen el 35% de la fuerza laboral del país, pero ganan 12.6% menos que los hombres.
¿La ley? En Guanajuato el aborto es considerado homicidio y se castiga con mínimo tres años de cárcel. Hay mujeres que han sido condenadas a veinticinco años.
Ahora hay que preguntarle a los que consideran el feminismo como un “machismo rosa”, como un “esencialismo” igual de peligroso que la misoginia, si la lucha por la equidad de género no es necesaria. Si hoy, al igual que en los años sesenta, parece absurdo unirse a una marcha por los derechos de las mujeres. Y con los datos sobre la mesa, con la realidad de un país en el que los feminicidios en Ciudad Juárez no sólo no son esclarecidos sino obscenamente ignorados, por hombres como Plata Insulza y Barrio Terrazas, porque una marcha por nuestros derechos sexuales es motivo de mofa y descalificación, la única respuesta sensata es que sí lo es. Esos avances de los que nos jactamos, esa pretendida igualdad de género, no existen aún. No en el sentido práctico de nuestras vidas y de nuestro papel en la sociedad. No en nuestra participación económica. No en nuestra salud reproductiva. Esa lucha que apenas se gesta en los años sesenta no es menos pertinente hoy, ni menos necesaria. Aunque suene incómodo cuando se dice.
Mad Men me ha hecho respetar mucho más a las feministas de entonces. Ellas lucharon por lo que tenemos hoy. Somos las que ganonas de eso, sea mucho o poco (cada quien dirá). Al menos a mí, nadie me dijo que no debía estudiar o trabajar o que nací para tener hijos exclusivamente.
Sin embargo, el tema de equidad de género debe seguir siendo discutido. Queda mucho por atender y sobre todo, me da coraje ver algunos atrasos en lo ganado. Algunos, promovidos por mujeres. Como las diputadas patito del PRD.
Gran reflexión Lilián. Felicidades a todo el equipo, este número me ha gustado mucho
La igualdad no existe ni siquiera en la forma en que como mujeres somos percibidas por nuestros jefes, hermanos, compañeros de trabajo o parejas. Al final del día existe una auténtica creencia en que no únicamente no somos iguales, sino que no somos dignas de un trato respetuoso y las que lo demanden, serán objeto de burla, aún por parte de los hombres “más ilustrados”.
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A mi lo que más me entristece es que aún en 2011 hay mujeres que creen que el feminismo es competir contra los hombres, siendo ellas mismas las que educan a sus hijos a defenderse y competir contra esas mujeres, en vez enseñar a respetar la dignidad humana.Como mujeres que exigimos, también tenemos esa responsabilidad.
Las mujeres cosmopolitas y con acceso a información no tenemos problemas en distinguir nuestros derechos, hablar de libertad (movernos con libertad) y sentir dignidad por nosotras mismas, pero hay mujeres que aún en 2011 no saben siquiera respetarse a si mismas mucho menos cómo exigir sus derechos, tristemente muchas mujeres ni siquiera son tratadas como personas, ni saben leer y escribir o han sido castradas en su sexualidad y humilladas desde hace generaciones. ¿Qué hay de esas mujeres? no creo que vayan a marchas.
( Lilián, *_* soy tu fan.)
Conozco muchas mujeres que, por su situación privilegiada, nunca han sufrido (o nunca han notado) una discriminación o una desventaja por serlo. Casi todas comparten cierto… desprecio por el feminismo; lo ven como un anacronismo innecesario.
Me gusta el artículo porque además de mostrar el egoísmo que encierra el no ver los millones de mujeres que sí sufren, evidencia que la sociedad completa padece una manera de ver el mundo fundamentalmente machista. Y eso sí nos toca prácticamente a todos, sin importar nuestros privilegios.
Gran artículo, como nos tienes acostumbrados 🙂
Muchas gracias a todos por sus comentarios. De hecho, por leer. Estoy de acuerdo en lo que dice Jair, y sí, el problema es que una empieza por su caso (“si yo la he tenido tan fácil, ¿cómo te atreves a decir que las mujeres continúan sufriendo? ¿CÓMO?”), lo que me recuerda al inmundo texto de Tania Tagle en Replicante
http://revistareplicante.com/columnas/parentesis/de-feminismo-y-otras-falacias/
Hablando de un tipo específico de mujer, que es así no por ser mujer sino por ser un ser humano (valga la redundancia, goei). Mujeres oportunistas que se hacen las víctimas… Pues sí, ¿no? Las hay. Como hay asesinos. Como hay políticos. Como hay PERSONAS. Eso no reduce la lucha de género ni la hace inútil. Ahghg, me enojo.
En fin, no todo está perdido cuando podemos admitir que hay cosas por las que vale la pena seguir luchando.
¿Qué mujer está en una situación privilegiada? ¿No es ser mujer en una sociedad patriarcal una desventaja en sí? ¿El desprecio al feminismo no puede ser una defensa, un modo de subsistir en un medio machista? ¿Despreciar a las mujeres que desprecian al feminismo únicamente por el hecho de despreciar el feminismo es coherente si uno dice apoyar el feminismo? ¿Toda mujer cosmopolita sabe hablar de sus derechos, los conoce? ¿Por qué tantas generalizaciones en un tema tan, tan, tan propio de la psique humana? ¿La mujer marcada con la letra escarlata necesita de nuestras palabras para recuperar y vivir en dignidad o le estorbamos?
No sé. Se me ocurrieron esas preguntas.
1. Mujeres que están en una mejor situación, comparativamente, en el ámbito social, académico y económico (mujeres con educación y con acceso a ella, mujeres en libertad, mujeres que viven en sociedades cultural y jurídicamente avanzadas).
2. Sí.
3. Eso, e ignorancia sobre lo que es en realidad el feminismo. Entenderlo como un concepto contrario al machismo (odio a las mujeres vs odio a los hombres).
4. Despreciar a las mujeres que desprecian algo que apoyamos es tonto. Hay quien lo hace, se le llama fundamentalismo. Estar en desacuerdo con ellas, sí. Son seres humanos, antes que mujeres. El feminismo no defiende a la mujer per se (la corriente de que lo que es femenino es correcto universalmente). Una de las defensas de Tania Tagle en su texto en Replicante, literalmente, se rebajó a esto: “Ay, ustedes, feministas, ¿por qué me atacan si yo soy el objeto que defienden”? (mujer). No, las feministas no defienden a la mujer en sí. Las feministas abogan por una equidad de género. Por derechos. Porque tanto hombres como mujeres tengan lo mismo. Ni que las hombres tengan más y tampoco que las mujeres tengan más.
5. No, tristemente.
6. El feminismo es una lucha social. Es un fenómeno que viene de reformas culturales y sociales. Ser mujer, ser machista, sí, son ámbitos de la psique humana. Un derecho jurídico y social, no.
7. La mujer con la letra escarlata no nos necesita para vivir. Si es una figura pública, si quiere hacer una carrera en la academia o en la política, ¿necesita nuestra aprobación? Sí. Y eso es una cosa terrible.
“[…] Lewinsky, en cambio, porta aunque no queramos admitirlo una letra escarlata. La reputación es como un recordatorio invisible de lo que hiciste y de lo que ya no podrás ser.”
Muy acertado. Ahora, ¿qué opciones tiene una mujer moderna? Desde mi perspectiva personal, sólo veo dos radicalmente opuestas: 1) se suben al vagón de las letras escarlata reclamando a toda voz un cambio a esta situación exigiendo el respeto por el estilo de vida que eligieron, o 2) toman con toda seriedad y extrema cautela cada decisión sexual en sus vidas, para evitar una mancha en su historial.
En otras palabras, para muchas mujeres es todo o nada. Algunas eligen darle la vuelta, ridiculizando la sola idea del estigma y la reputación, para lo cual sus propios actos, historias y cuerpos son la moneda de cambio; otras eligen tener una vida “limpia” y fuera de cualquier cuestionamiento, evitando a toda costa estar dentro de estas discusiones.
Lo más lamentable es que la mayoría viven en algún punto medio entre esas dos posiciones, corriendo el riesgo de ser juzgadas en función de lo que ya no podrán ser.
Muy buen artículo, adhiero a muchas de tus ideas. Estos artículos son necesarios para entender lo que vemos en la televisión.
Soy mexicana y te escribo desde un país en donde si bien hay enormes desigualdades, ir a la universidad no se trata de un asunto de alargar el tiempo de llegada de un marido, como efectivamente pasa mucho en nuestro país. Acá en Argentina, estudiar es un deleite, que efectivamente no es de todos, pero sí de muchísimas mujeres.
Celebro tu palabra.
Una buena nota. Creo que la lucha por los derechos de la mujer y la equidad social y económica entre los sexos es algo que ha mejorado mucho, pero está aún lejos de terminar. El recambio generacional, no tengo dudas, terminará con muchas lacras del pasado. Personalmente creo que en los sectores más favorecidos es un debate ya muerto, el que es machista se mantiene en el closet y las igualdades son tangibles, “sociedad patriarcal” no se aplica aquí. Y, digámoslo de una vez, la gran mayoría de las mujeres que participan de estas marchas son mujeres ya emancipadas, es decir, que básicamente le están predicando a un converso. Creo que hoy en día la forma inteligente de hacer las cosas es con mayor inversión en educación y mejoramiento de infraestructura para los más pobres, el acceso a la clase media siempre implica un mayor nivel de equidad entre ambos sexos.
El malentendido entre feminismo como una lucha por la equidad jurídica y el feminismo entendido como un montón de lesbianas enojadas proclamando cierta superioridad moral de la mujer y diciéndonos a los hombres que somos escoria (y en el peor de los casos, como sueño de un Tercer Reich a la SCUM) evidentemente se mantiene. Creo que, excepto por una minoría muy ruidosa, todos estamos de acuerdo en que el primer camino es el correcto.El discurso “la mujer que se viste para provocar es culpable en parte de su violación” es medieval, me cuesta creer que todavía haya gente medianamente educada que pueda afirmar semejante cosa. Sin embargo, cuidado: una mujer provocativa es una mujer con poder, y con todo gran poder viene una gran responsabilidad.Respecto al machismo en las mujeres, es algo muy real. En mi trabajo, es mi jefa la que no quiere contratar mujeres, por motivos tan machistas que hasta a mí me hacen sonrojar: que son vengativas, chismosas, intrigantes, poco confiables, lloronas, que pueden quedarse embarazadas y, la que se lleva la palma: ¡que distraen a los hombres! Finalmente contrató a una, que por supuesto no es ninguna de esas cosas, es tan eficiente como cualquiera de nosotros, es una excelente compañera, y sí, si viene escotada un poquito nos distrae, pero bienvenida sea un poco de distracción en nuestra tediosa rutina.Por último, aclaro que todo esto de la Marcha de las Putas no es nada nuevo. A mediados del siglo XVIII las putas de Barcelona se declararon en huelga por nuevas y muy duras restricciones legales a su oficio (entre otros la prohibición de usar ciertos vestidos y zapatos característicos), hicieron marchas y causaron destrozos. En semanas doblegaron al gobierno y habían recuperado su negocio, para horror de la Inquisición. (Si quieren la versión SCUM del siglo XVIII, ahí tienen a las temibles carniceras y verduleras de la Revolución Francesa).PD: ¿¡Es en serio que allá tienen vagones para mujeres?! Acá en Argentina eso sería impensable, por favor, señoritas, sigan marchando por sus derechos… Si es con poca ropa, mejor.
Me preguntaba por qué seguían llegando comentarios a una columna que escribí hace varios meses. Gracias por seguirme linkeando, no sabes cuánta gente me ha leído gracias a todas las feministas que no han dejado de sentirse profundamente ofendidas con mi inmundo texto. Me llama mucho la atención que hables de mi cerrazón y de mi egoísmo al enfocarme solamente a un “tipo específico de mujer”. Hay algo que quisiera preguntarte honestamente Lilian, y sin el afán de continuar discutiendo por más sana que sea la práctica, a parte de declararte feminista, escribir textos como el de arriba, vilipendiar textos como el mío y tomarte fotos en las marchas, me gustaría saber ¿qué haces por las mujeres? Aquellas que no son como tú y no tuvieron acceso a educación, medios, becas, etc. ¿Qué haces por esas mujeres que yo cobardemente he excluído de mi texto, además de reconocer que existen? ¿En qué exactamente radica tu feminismo además de en declararlo abiertamente? Mi pregunta es sincera ya que debido a las reacciones tan negativas que tuvo mi texto entre el círculo de feministas jóvenes y letradas me ha entrado una profunda curiosidad de cómo actúa ese círculo que ocupa sus ratos libres en consumir la mayor cantidad de cultura anglosajona enlatada en sitcoms que les sea posible, cuáles son sus compromisos, las causas por las que trabajan (ojo trabajan, no apoyan desde la compu), cuál es su contacto con las mujeres no emancipadas como ellas. ¿En qué consiste tu feminismo pues Lilian?
Corrígeme si me equivoco pero creo que tú crees que es suficiente con ser consciente de lo que tú consideras está mal y poner tu granito de arena de la manera que mejor te acomode (de comodidad) a diferencia de otros como yo que escribimos textos inmundos para denostar la labor de las feministas de hoy en día (¿cuál labor? insisto.).
Muchísimo se han esforzado en demostrar que las feministas ya no son las típicas mujeres agresivas con vellos en las axilas y sin sostén. Está bien, entonces quiénes son y lo más importante, fuera del ámbito meramente teórico y académico o de unirse a una marcha originada en Cánada una vez al año ¿qué hacen?
Querida Tania:
He retrasado como nadie responder tu comentario. Un mes, según veo en la fecha del tuyo. Qué vergüenza. Pero haré algo que creo justo: ser extremadamente sincera. En primer lugar, al leer tu comentario, sentí que de alguna manera “me ponías en mi lugar”. Las preguntas que planteas son muy incisivas y desde luego que generaron muchas reflexiones personales. Sí, además de escribir textos como éste y de proclamar mi feminismo, ¿qué hago por las mujeres?
La razón por la que decidí contestar justo hoy fue porque estaba leyendo esto en el blog de Estefanía Vela, quien escribió aquí mismo de porno y feminismo radical. Sí, tiene una referencia a la cultura anglosajona enlatada que tanto te choca.
http://samnbk.tumblr.com/post/8516184548
Denuncia precisamente ese feminismo de las que, como yo, somos de alguna manera mujeres privilegiadas (tuvimos educación, nos asignaron becas, etcétera) y alzamos la mano sólo cuando somos ofendidas, cuando esa intolerancia nos toca de alguna forma.
Me parece que tu comentario plantea un problema importante que, creo, debió ser la tesis de tu texto, en lugar de lo que fue: un mero desplante, escrito a botepronto, ignorante por cuanto no estaba documentado con datos y argumentos, que recibió su justa crítica. Lo que es un hecho es que, claro, reduje el nivel de mi discurso al llamarlo “inmundo” (definición de vilipendiar: despreciar a alguien, ofenderlo o humillarlo; en este caso, tu texto). Pero volviendo a la sinceridad que aduje en el primer párrafo, era un comentario dentro de un texto que, desde luego, no esperaba que leyeras (no fui a tu texto en la página de Replicante a echarte en cara cuánto opinaba que tu texto es inmundo, en cambio tú vienes a echarme en cara que paso mi tiempo libre consumiendo basura “anglosajona” y alzándome el cuello con mi autoproclamado feminismo). De nuevo, creo que sigues despreciando ese llamémosle “feminismo ilustrado” y ahora con más razón, cuando todas esas mujeres furiosas tuvieron la osadía y la mala leche de cuestionarte y corregirte (¿Mujeres contra mujeres? Estas feministas incongruentes). Muchas de esas feministas jóvenes y letradas, no tendrías por qué saberlo, ya que el movimiento no te interesa y ya has demostrado que estás en contra de él, tienen una lucha diaria y constante no por la REIVINDICACIÓN DE LA MUJER (ese concepto tan abstracto e incompleto), sino contra la ignorancia de quienes, como tú, creen que el feminismo es un movimiento nacido del despecho, el coraje y el arribismo. ¿Generalizo? Leamos de nuevo partes de tu texto:
“Culturas bárbaras que no entendemos, ni queremos entender, regidas por un fundamentalismo religioso completamente anacrónico, donde habitan mujeres que a causa de su fe no pueden ni siquiera descubrirse el rostro. En cambio nosotras podemos gastar miles de pesos en bikinis Gucci y ser la envidia de todas las amigas porque somos tan pero tan libres.
Hace cien años que la mujer occidental emprendió la lucha por conquistar su libertad, y hoy, en 2011, parece que al fin lo ha logrado. Ahora nada más le falta lo más difícil y también lo más importante, aprender a liberarse de ella misma.”
Y este otro, una joya:
“Nos quejamos constantemente de ser vistas por los hombres como simples objetos pero nos sometemos a estrictas dietas, nos llenamos el pelo y la cara de pintura e incluso arriesgamos la vida en cirugías absurdas con tal de aplazar el día en que dejen de desearnos.”
¿Nos? ¿NOS? ¿Quiénes? ¿Tus amigas? ¿Tú? ¿Las feministas radicales? ¿Las jóvenes letradas con becas?
Y en el primer párrafo:
“Las mujeres en la actualidad exigimos igualdad en los espacios de trabajo y nos escandalizamos frente al acoso sexual, aunque no nos parece mal e incluso muchas veces nos jactamos de utilizar un escote pronunciado para obtener un puesto en una entrevista laboral o de llorar para evitar un regaño de nuestro jefe.”
En buen plan, ya sin pelearnos, Tania, lo que me vienes a decir es muy valioso. ¿Por qué no lo escribiste antes? ¿Por qué tienes que elaborar un argumento tan implacable tan tarde? ¿Por qué no lo dejas por la paz, aprendes de tus errores (ya sé, qué mamona sueno diciendo esto, como si yo no me equivocara, como si yo poseyera LA verdad absoluta) y dejas ir ese texto y también, lo que es más necio, de defender lo indefendible?
¿Qué hago yo? No mucho, pero combatir la ignorancia me parece un buen comienzo.
Catfight!
Tania, creo que, como sucedió en los fines y diretes en tu artículo, tu afán de cuestionar va más allá de poner en perspectiva los distintos puntos de vista; tienen, me parece, en la mayoría de las ocasiones, la clara intención de ser ofensiva y descortés. Ninguna de las que cuestionamos tu texto tuvimos esa actitud contigo (tan a la defensiva, tan pagada de una misma) hasta que fuimos atacadas directamente. Así que sabrás comprender que ahora, que te llenas la boca de reproches contra Lilián, no me guardo los calificativos que tú tan ligeramente arrojas, en esa actitud tan típica de los “`hermeneutas´ jóvenes que critican lo que no conocen” (para entrar en el juego de las etiquetas, que mucho utilizas).
Te llamo, sobre todo, y con conocimiento de causa por lo que has dejado ver en esta laaaaarga discusión, perezosa: si quieres saber qué hacen las feministas además de tomarse fotos en las marchas originadas en Canadá, escribir textos que no te gustan y consumir productos culturales anglosajones, ¿por qué no investigas tú? ¿Por qué, además de venir a echar mala leche, esperes que uno tenga la cortesía de informarte sobre algo que tú misma podrías descubrir? ¿Por qué no llevas tu labor de hermeneuta, respecto al feminismo, más allá de una búsqueda rápida en Google y un vistazo a las fotos de “Amigos de mis amigos” en Facebook de La marcha de las putas?¿En verdad es tan difícil investigar como le enseñan a una en la escuela?
Disculpa ahora que sea tan ordinaria, pero tu pregunta, y tu pereza, insulta a muchísimas personas (hombres y mujeres) que día a día se enfrentan con horrores que seguramente ni te imaginas.
Para hacerte más fácil la tarea, y de ninguna manera para justificarme frente a ti, puedo asegurarte que trabajo desde hace más de seis años dando talleres de alfabetización digital para inmigrantes y mujeres, talleres de equidad de género para niños, en proyectos artísticos y mediáticos que contribuyan a eliminar la brecha de desigualdad, y actualmente, en un programa semanal en radio de equidad de género que implica bastante investigación y trabajo duro. Y de la mayoría de todo esto no he recibido remuneración económica alguna, por si el dato hace más valiosa a tus ojos nuestra labor, hecha con orgullo y cariño. ¿Tienes algo en tu vida que te produzca la misma sensación? Ojalá que sí.
Investiga, Tania, y deja de esperar que los demás justifiquen sus trincheras con acciones que a ti te parezcan estén a la altura de tu falsa hermenéutica. Justifica, por lo menos, tus comentarios y tus artículos con buenos argumentos, referencias e investigación. Tu vida y tu no-activismo, llévalos como mejor te plazca. Las “feminazis” no exigimos, como tú, que los justifiques. Es parte de los dones otorgados por la libertad que alcanzaron, durante siglos, esa gente a la que desprecias.
Yo también me tardé un mes en responder, principalmente porque cuando creí que Lilian me ignoraría dignamente no tuve a nada a qué volver hasta que alguien tuvo a bien comentarme hoy mi descortesía por no haber respondido. Me da tristeza haber sido incapaz de transmitir sarcasmo en esa parte de mi texto que tanto han citado y que menciona a las mujeres de las culturas orientales, sobre todo porque gran parte de ellas se sienten agraviadas por la ideología feminista, a la que consideran colonialista… En fin, ustedes lo leyeron literal y ni modo.
Gabriela, por desgracia la pregunta no era para ti, era para Lilian, tu me respondiste, Lilian no… Pero bueno, te explico, si de verdad hubiera querido saber, pues tienes razón, lo hubiera investigado como me enseñaron en la facultad (yo fui a una facultad no a una escuela), era una pregunta retórica que de nuevo leíste literal. Me siento medio absurda siguiendo con esto, porque la verdad no tengo necesidad de brincar a defender mi ego (yo también veo sitcoms cuando no tengo nada que hacer, lo tomaron como si las acusara de cometer un delito).
En fin, siguiente página, espero que sigas siendo muy feliz en tu activismo y abajofirmancia así como yo lo soy en mi no-activismo, etc.
* oh, por dios. fue un hombre el que hizo este comentario. por un lado, si el hombre lo hace con toda la conciencia e ironía del mundo, es muy chistoso, porque, seamos honestos: ¡es chistoso! pero, por otro, si no está consciente de la ironía, y lo hace genuinamente en su calidad de bestiapeludamachoqueserespetaneandertalaplaudistadepeleasdelodoentremujeres, entonces, qué horror: es parte del problema. feminista confundida. ¡FEMINISTA CONFUNDIDA! ¡MI SENTIDO DEL HUMOR NO ESTÁ PREPARADO PARA LIDIAR CON ESTE TIPO DE SUTILEZAS! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
* se auto-destruyo por un exceso de emociones * #women
(Y me van a decir: “no es hombre, pinche feminazi intensa que estereotipa y asume que sólo un bio-hombre va a decir cosas así”. Y entonces sí me llegará la vergüenza.)
No, güey, sí es un hombre y encima un hombre que ha dejado otros comentarios del tipo en mi Tumblr. ¡A él! *las feminazis le caen al abnegado encima*
Le falta a las feministas aprender a reírse de si mismas
los negros si lo hacen 😛
Ay, Tania, lo mismo te digo: ojalá dignamente dejaras de responder con ese tono lastimadito con tufo a condescendencia, insistiendo en toda la parte “personal”. Ya en este último ni le echaste ganas. Qué triste.
El feminismo busca son privilegios ya, no derechos. Tildar a un hombre caballeroso de machista asqueroso es una barbaridad en mi opinión. El feminismo, me atrevo a decir, es un cáncer en la sociedad.
Querida Tania, no es solo el sarcasmo lo que eres incapaz de transmitir…. que pena das… “yo fui a una facultad no a una escuela” espero que no de la UNAM, por que realmente seria una vergüenza. Sabes en esas facultades nos enseñan que para emitir una opinión hay conocer el tema, investigar, argumentar seriamente y evidentemente no es el caso… Tal vez debas regresar a la facultad
Aprendiste bien pequeño grillo rojo. Me dio mucha risa el conjunto este de comentarios