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Participar como candidato independiente a la primera Constitución de la Ciudad de México significa enfrentar en condiciones desiguales al sistema político nacional. Los aspirantes sin partido requirieron juntar 73 mil firmas de apoyo en menos de un mes para poder aparecer en la boleta del próximo 5 de junio. Mientras cada partido recibió 10 millones 149 mil pesos para gastos de campaña, los candidatos independientes recibieron, en promedio, 702 mil pesos, menos del 10% de lo que obtuvieron los partidos políticos. Sin embargo, pese a estas dificultades, Sergio Moissen, un candidato independiente sui generis, da la batalla para lograr su cometido: manchar de rojo la Constituyente de la CDMX. Esta es la historia.

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Es 1º de mayo y más de 300 personas esperan sentadas el discurso de Sergio Méndez Moissen. Casi todos están sentados en unas sillas metálicas, distribuidas a lo largo del salón de eventos La Obrera. Rodeados por las paredes color naranja del lugar, resaltan las playeras rojas de la mayoría: llevan impreso en letras blancas un llamado al voto el 5 de junio por su candidato a la Asamblea Constituyente.

Aunque es un convivio en conmemoración al Día del Trabajo, parece un evento familiar, sin sacos ni pantalones de vestir, con gente que se saluda, cambia de mesas, charla, esperan los tacos que se preparan en la planta baja del lugar. Luego se entonan las consignas: “Somos el partido de Lenin / llegó el Trotskismo / que pelea por el socialismo / el poder obrero / y la revolución”.

Entre ellos hay personas en silla de ruedas, transexuales y una chica con las axilas sin afeitar. Ahora, después de la marcha del 1° de mayo escuchan al candidato de la Asamblea Constituyente.

-Que cada político gane lo mismo que una maestra y que sea revocable-, dice Moissen mientras habla por el micrófono. Luego expone otras dos propuestas de campaña: que se eche atrás la Reforma Educativa, y que desaparezca el outsourcing. Con este discurso, el candidato quiere un escaño en la asamblea que creará la primera Constitución de la capital de México.  Lo que dice, lo dice fácil, pero en caso de ganar un lugar en la Constituyente, sus propuestas tendrían que ser debatidas y aceptadas por otras 97 personas.

Sergio sonríe, con las manos en el micrófono y su postura un poco encorvada. Busca un lugar en un sistema en el que no cree, pero donde el pase de entrada parece cercano. “La Constituyente es un acuerdo entre los partidos para legitimarse. Pero nosotros queremos ir ahí para hacer lo contrario. Más que la posibilidad de discutir leyes, porque lo tienen armado, necesitamos llevar una voz disidente”, dice Sergio.

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La vida política de Moissen empezó en la Escuela Nacional Preparatoria, donde conoció a activistas del Comité de Huelga General de la Universidad Nacional Autónoma de México. La librería de viejo Tomo Suelto de la calle Donceles del Centro Histórico le sirvió de sustento para vivir por su cuenta en una casa del municipio Ecatepec, en el Estado de México. De la escuela obtuvo una familia y diálogo; de la librería, libros y la capacidad de reconocer ediciones especiales para venderlos a precios más altos. El Estado y la Revolución y el Manifiesto del Comunista son las lecturas que marcaron al joven de 14 años recién llegado al centro del país desde Santa María Huatulco, municipio del Estado de Oaxaca.

Años más tarde, Sergio escribiría en su tesis de maestría Surrealismo en Haití: la insurrección de 1946: “[A sus 15 años] comenzaba mi interés por el marxismo, buscaba un corpus teórico que ayudara a la liberación del género humano (hay un deseo romántico, lo sé) y comencé a militar en las filas de una organización estudiantil que reivindicaba el legado de León Trotsky”.

En 2006, Sergio se integró a la Liga de Trabajadores por el Socialismo-Contracorriente, asociación de corte internacional que tiene participación en Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela y España. Sus razones y motivaciones, dice, fueron la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y la guerra del agua y del gas en Bolivia.

En su historial aparecen movimientos de la vida política reciente del país (que ha acompañado con la teoría de León Trotsky, a su modo y con sus límites) y en los que representa el ala más izquierdista, más radical y más alejada de grupos políticos tradicionales. Algunos ejemplos: el conflicto San Salvador Atenco en 2006, la extinción del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en 2009 y las movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Esta unión con movimientos sociales lo llevó a integrarse también al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, liderado por el poeta Javier Sicilia, que se manifestaba en contra de la violencia en el país a consecuencia de la guerra contra el narcotráfico. Moissen rompería con Sicilia por diferencias políticas.

En 2012 participó en el YoSoy132, un movimiento estudiantil que surgió en la Universidad Iberoamericana contra el entonces candidato Enrique Peña Nieto y que derivó en distintas protestas. Sin embargo, ya en las asambleas organizadas por el #YoSoy132 se sugería ser precavido con Moissen. Debido a su formación con activistas del CGH, estaba acostumbrado a prolongar las asambleas hasta que quedaran pocas personas y sus propuestas recibieran más votos favorables. Moissen es un hombre de tácticas, aunque muchas de éstas no sean las más populares.

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De un lado: escudos, trajes azules y cascos. Del otro: encapuchados que se mezclan entre los civiles. La confrontación incluye golpes, jaloneos, piedras que vuelan de unos y de otros, además de unos cuantos proyectiles; el resultado es una serie de detenciones. Es el lunes 10 de junio del 2013, Sergio sube a una camioneta policial al finalizar la marcha en conmemoración a la Masacre del Jueves de Corpus de 1971.

Sobre él recae parte de la confianza de cuatro jóvenes que están en otras celdas de la Agencia 50 del Ministerio Púbico, amigos suyos y miembros de su organización. Es él quien tiene los contactos y un nombramiento como profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, pero también quien recibe el foco mediático por el respaldo de intelectuales y activistas.

No pasaron más de tres días: el jueves en la madrugada abandonaron la Agencia 50 del Ministerio Público entre personas con banderas rojas que mantuvieron guardias y entonaron consignas a su salida. Este evento, apenas un chasquido en su vida, modificó el panorama de la asociación, les permitió cotejar el respaldo y su influencia, además de que le dio un mote que aún utiliza en su campaña: preso político.

Es en 2013 que Moissen y los suyos deciden que su organización se registre como Agrupación Política Nacional, y se constituyen como Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS). Empiezan una estrategia de reclutamiento para dejar de ser únicamente una agrupación estudiantil y sumar fuerza de otros sectores de la sociedad.

Apenas unos meses después, ante el aumento del 66% en las tarifas del metro de la Ciudad de México (de 3 a 5 pesos) el 13 de diciembre del 2013, se organizó una serie de protestas con el lema PosMeSalto a las que Sergio se acercó desde el principio y vuelve a tomar los reflectores. Tanto, que señalado en fotografías del periódico nacional El Universal como el vínculo del movimiento brasileño Passe Livre, que protestó por el aumento de precio en las tarifas del transporte en Brasil, y que supuestamente había venido a organizar al movimiento homólogo en México.

Ricardo Alemán, columnista político de tal periódico, el jueves 2 de enero de 2014 señaló en su sección Itinerario político: “las protestas derivaron en vandalismo que obligó al GDF y al gobierno federal a investigar a grupos políticos y/o sociales que estarían detrás de esas protestas”. Después menciona que dependencias gubernamentales detectaron a dos brasileños y a un mexicano: Sergio Moissen.

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-Parece que él confunde. Me sorprendió verlo en campaña porque él manejaba que los caminos institucionales no eran los buenos-, considera Samuel David Zepeda, estudiante de posgrado en Estudios Latinoamericanos y quien participó con Moissen en el movimiento YoSoy132.

 

El estudiante recuerda que, durante las asambleas del movimiento estudiantil YoSoy132, Sergio decía que no servían las vías institucionales. Situación aparte, destaca, está la forma en que hace campaña. -Dice que fue un preso político pero hay gente a la que meten al torito más tiempo por estar tomando. ¿Dónde queda su discurso moral, ético, de izquierda? Está utilizando lo mismo, la construcción mediática, el choro-.

Johanna von Grafenstein, una mujer de origen alemán que fue profesora y asesora de tesis de maestría de Moissen, por otro lado le tiene en buena estima: -Siempre fue muy buen alumno, muy crítico, muy interesado en los temas del Caribe-. Además, explica que no descuida responsabilidades académicas por hacer activismo.

-Estoy convencida que será una figura importante en esa Asamblea si logra que se le elija. No tiene intereses particulares. No tiene intereses de ventajas personales si participa en política. Lo veo íntegro y transparente, interesado por el bien común y ayudar a sectores menos favorecidos-, concluye la académica.

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-Somos la fórmula Anticapitalistas a la Constituyente y queremos decir que la Ciudad de México, una de las más importantes de América Latina, es completamente desigual y está al servicio de los empresarios-, comienza Sergio Moissen su participación en el Primer Foro de Ideas para Candidatos a la Asamblea Constituyente.

Él tiene cabello desarreglado, más largo de un lado que del otro, que le cubre una pequeña parte de su rostro; contrasta con la camisa y saco que lleva puesto. Lee con los brazos cruzados, un poco encorvado, sin la preparación de los políticos que han tomado cursos de oratoria o tienen entrenamiento de medios.

Su discurso cita la declaración financiera del Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, que reportó propiedades con valor de 43 millones 504 mil pesos; la precarización del trabajo en la Ciudad de México y propone la disolución del cuerpo de granaderos.

Llegar a donde está no fue fácil. Sólo 21 de los 74 solicitudes de candidatos independientes que buscaban la candidatura cubrieron los requisitos. Y entrar a la Constituyente será aún más difícil, pues al menos 40 de los 100 lugares ya están asignados: 6 por el presidente Enrique Peña Nieto, 6 por el jefe de gobierno, 14 por la Cámara de Diputados y 14 de la Cámara de Senadores.

No obstante, parte de las 102 mil firmas obtenidas por Moissen, de acuerdo con el INE, presentaron irregularidades: 12 mil no fueron encontradas por el INE; 609 pertenecen a difuntos y 416 a personas presas. Según explica Sergio, su campaña de recolección se cimentó en apoyos de grupos sindicales, la instalación de pequeños stands y carteles en centros educativos y plazas públicas además de la recolección en el Sistema de Transporte Colectivo Metro, donde tuvieron 10 detenidos, porque no se puede hacer campaña ahí.

-El Gobierno ya tiene asignados espacios particulares y gratuitos para publicidad en el Metro; es un espacio privatizado. Corrimos el riesgo de que nos detuvieran al hacer campaña. Era ilegal el método, sí, pero eso no invalida las firmas. No invalida nada, es un método que el movimiento estudiantil siempre ha usado- comenta Sergio Moissen.

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Sergio Moissen, de 29 años, no viste de traje. Lleva, por el contrario, una playera roja que cita una frase de Rosa Luxemburgo en alemán: “Por cierto, creo que este Estado debe ser destruido”. Es 28 de abril, día en que presenta su campaña política a la prensa.

La prensa, en su mayoría pequeños medios electrónicos, es superada en número por los acompañantes de Sergio. Mientras, él expone sus propuestas. Habla de forma pausada e intenta hacer contacto visual con algunos reporteros, quienes entran y salen del salón. Por su complexión y su tono de voz, es difícil imaginarlo enojado.

Después van las preguntas directas: que qué hará con el dinero que le corresponde para la campaña (922 mil pesos) y que cuánto es ganar lo mismo que una maestra. Preguntas que lo sacan del discurso sereno y hacen delatar su origen activista. Responde animado, con gesticulaciones, que harán públicos los gastos de campaña (como pide el INE a cada partido y candidato) y que el sueldo que deben ganar los políticos equivale a 7 mil 500 pesos.

Minutos más tarde, accede a una entrevista y explica detalladamente su propuesta. Las elecciones son sólo un método, no su fin. Aunque está en contra de su procedimiento, las utiliza: – No somos antielectorales por esencia; usamos las elecciones como la planteaba Lenin: la política electoral es un medio ofensivo para un momento en que los revolucionarios están en condiciones defensivas-.

Así, explica que el MTS tiene 300 militantes activos y que busca que sus ideas lleguen a más personas. –Si no crece, nunca podremos pasar a la ofensiva. Nosotros luchamos por la revolución socialista pero para luchar por la revolución socialista necesitamos hombres de carne y hueso, varias decenas de miles, si no, no se puede-.

Lo que plantea sobre la lucha electoral no es del todo descabellado. Grupos similares a los que Sergio representa en México han alcanzado lugares en la política a nivel internacional. En Argentina, el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) logró posicionar a Nicolás del Caño como Diputado de la Nación Argentina, por ejemplo.

“Como socialistas anticapitalistas y revolucionarios nuestra intervención en las elecciones y, si logramos ser electos, en los parlamentos burgueses tienen como objetivos favorecer la movilización extraparlamentaria de los trabajadores y todos los oprimidos, amplificar sus reclamos y denunciar los negociados de los políticos que gobiernan o se proponen hacerlo al servicio de los empresarios”, detalla Christian Castillo, dirigente del PTS y del Frente de Izquierda en Argentina.

Para Sergio, las elecciones consisten en llevar la voz de las demandas de distintos sectores de la ciudad como sindicatos, obreros, profesores, grupos por la equidad de género y rechazados en instituciones educativas. También llamar a movilizaciones desde la Asamblea Constituyente. Algo es cierto: sabe que, de ganar, su participación será ínfima en cuanto a la gestión de una Constitución de una entidad federativa.

-Entre ellos ya tienen todo armado. Nosotros vamos a ir a irrumpir en su fiesta. A decirles en su cara lo responsables que son de todo lo que pasa en la Ciudad de México. Más que lo que pase adentro de la asamblea, lo importante es lo que pasa afuera-, concluye el candidato.

 

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Ciudad de México, 1993. Reportero formado en una revista de tecnología, varios talleres de periodismo y la UNAM.

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