Sabrina Duque, una de las mayores exponentes del periodismo de viaje y la crónica viajera en Iberoamérica, conversó con la 4ta Generación de la #RedLATAM sobre viajar, relatar y retratar realidades complejas.
Sabrina Duque, periodista ecuatoriana, autora de VolcáNica (Debate, 2019) y Lama (Turbina, 2017), ganadora de la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera en 2018 por su proyecto Nicaragua: pueblos, lava y cenizas, aparece sonriente en un recuadro pequeño de Zoom. Cuando comienza a enumerar los países en los que vivió (Alemania, Portugal y Brasil) ese recuadro se hace más grande, ocupa toda la pantalla: “La experiencia de vivir en un país, no ser turista, es lo que me he ido llevando a la crónica viajera”, explica sentada sobre un sofá.
Durante las próximas dos horas, una de las mayores exponentes del periodismo de viaje y la crónica viajera en Iberoamérica conversara sobre los retos que conlleva la labor de viajar y relatar, como una forma para poder explicar y retratar realidades complejas en todo el mundo. Por supuesto, este trabajo requiere de investigación, observación y capacidad pedagógica, porque en palabras de Sabrina Duque “el periodismo de viaje trata de recorrer un territorio para conocer su historia, sus procesos, sus personas, es un ejercicio mucho más reposado”.
El tiempo es esencial a la hora de trabajar una crónica viajera, es necesario para entender y empatizar con quienes habitan en el territorio y así poder explicarles. Sabrina Duque ofrece un primer ejemplo: Plante un árbol, construya un ataúd y muera tranquilo de Álex Ayala.
“A primera vista, quizá digamos, ¿y esto qué tiene que ver con los viajes? Pero al final es un texto que termina contándonos la relación de Bolivia con la muerte, empiezas a entender cómo vive la gente, cómo entiende procesos, por qué las personas son como son”, precisa.
Una máxima de la periodista ecuatoriana podría ser una frase que repetirá varias veces durante la conversación con la 4ta Generación de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas: “El periodismo de viajes es un intento por entender a las personas que habitan en un territorio”.
“El paisaje está ahí, siempre hay árboles, montañas y desiertos, pero lo que importa es la gente, esa masa humana que tiene creencias, que ama de una manera; que odia de una manera, de eso siempre se ha tratado el periodismo de viajes, al menos para mí”, remarca.
Caminar, entender y narrar en movimiento
Ébano de Ryszard Kapuscinski fue la lectura que le acercó a Sabrina Duque el concepto del viaje como una forma de entender otras realidades, lo cual le llamó la atención e incentivó a buscar otras lecturas para profundizar en el oficio de viajar y relatar realidades complejas. “Luego fui viviendo en lugares, cuando uno vive en lugares tiene un poco más de tiempo / ventaja para entender por qué las cosas funcionan como funcionan, por qué las personas tienen esas costumbres, por qué enfrentan la vida de esa manera”, agrega sobre su iniciación.
Para caminar, entender y narrar en movimiento un pueblo, una ciudad, un país, Sabrina Duque aconseja en primer lugar hacer amigos y amigas locales, ampliar las redes de contacto para no quedar dentro de una burbuja que impide conocer los mercados, el transporte público y más. En medio de este consejo que ofrece la periodista ecuatoriana (viajar solos / solas, permanecer un tiempo determinado en el lugar, convivir en una sociedad que no conocemos y tejer redes) se cuela una pregunta: ¿cómo aventurarse a contar esas historias siendo mujer?
“Siempre viajé sola y sí me he encontrado en circunstancias desagradables, pero me niego a encerrarme en casa para evitar el peligro, tenemos que ser una masa afuera en la calle, porque cuanto más visible seamos será más difícil que nos agredan”, responde Sabrina Duque.
Aún ante su arrojo siempre fue un tema que le ha preocupado, por eso aconseja pensar cuáles son las probabilidades de que algo malo suceda antes de salir a cubrir, para prepararse y saber cómo responder ante esa posibilidad, además comenta que algo clave es rodearse de colegas.
Aprender a mirar a los ojos de las personas
A la hora de abordar un tema de crónica viajera a Sabrina Duque le gusta leer historia para entender el proceso de construcción de la región a la que está yendo, ese es el puntapié inicial: hace archivo documental sobre lo que ha ocurrido antes para “organizar la cabeza”. Luego revisa la prensa para ir hacia lo contemporáneo y saber qué es lo que ocurre en la actualidad; una vez que reúne, analiza y organiza toda esa información, se siente capacitada para hablar con las personas que residen en el territorio, sumergirse en el trabajo de campo.
Sabrina Duque hace un pausa, mira a cámara y avisa que quiere decir algo importante: “Uno tiene que aprender a mirar a los ojos de las personas, puedes tener un cuestionario del que no te quieres olvidar pero no puedes ir a seguirlo y decirlo tal cual lo preparaste en tu casa… Tienes que ir a escuchar de verdad a las personas, permitirte el tener conversaciones ligeras e inocentes porque de buenas a primeras nadie te va a contar su historia así por así, tienes que construir una relación de confianza con las personas escuchandolas, prestando atención”.
En palabras de Sabrina Duque al territorio una persona siempre llega como un otrx sospechosx, entonces al principio el desafío más importante que se tiene por delante es acercarse sin miedo a conversar, a hacer las preguntas “tontas” y a construir confianza con las personas.
“Uno siente la autenticidad de las intenciones del otro y si la gente no siente que de verdad te importa no creo que se vaya abrir con uno”, comenta y agrega que por eso ella siempre se lanza a conocer el lugar, hacer amigxs, buscar fuente y empezar a construir esa confianza.
“Soy de muchos lados y de ninguno”, reflexiona Sabrina Duque, quien vive en los lugares a los que emigra cada cuatro años. Para ella la clave de su oficio está en hacer constantemente el ejercicio de “pensar en algo que me pueda sorprender de un escenario que ya conocía antes”. En definitiva para hacer una gran crónica viajera se debe asumir el desafío de encontrar sorpresas en donde en principio se dice no ver nada, con el propósito de observar, analizar, entender y poder explicar realidades diversas; realidades complejas alrededor del mundo.