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Bárbara Maseda creó Proyecto Inventario para “fomentar una cultura de acceso y uso de datos abiertos en información pública” en Cuba, un país con escasa tradición de acceso a la información. ¿Qué la inspiró? ¿Qué retos enfrenta? Sobre esto y más conversó con Distintas Latitudes.

 


 

Queremos participar en el importante ejercicio de llevar la cuenta de lo que pasa en Cuba y fomentar una cultura de acceso y uso de datos abiertos e información pública”. 

Así se presenta el Proyecto Inventario, nacido el 12 de septiembre de 2018, con la intención de facilitar una conversación pública sobre los datos que no se tienen en Cuba, explorar formas de conseguirlos, recolectarlos y limpiarlos, y publicarlos para su uso libre. 

“No nos definimos como un proyecto de periodismo de datos, sino como un proyecto de facilitación de datos para medios, editores y periodistas”, asegura Bárbara Maseda, su fundadora y creadora. 

La inspiración para crear Proyecto Inventario la obtuvo de uno británico: The Bureau Local, un departamento con el objetivo de fortalecer el periodismo de investigación regional, centrándose en las estadísticas locales para mejorar, precisamente, el periodismo local de datos abiertos.

“Ese proyecto me inspiró. Para mí era aplicar un modelo similar para mejorar el periodismo independiente en Cuba”, me cuenta sonriente Bárbara. Conversamos en el lobby de un hotel al sur de la Ciudad de México. Ella vino a la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación (COLPIN). 

Proyecto Inventario fue su proyecto de maestría y estancia como becaria John S. Knight en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, y se vio materializado en el sitio web en el que no publican noticias, no hay narraciones, lo que se puede encontrar son informes. La estructura de estos contenidos es: un título, una introducción, gráficos exploratorios de lo que consideran interesante, una ficha técnica de la descripción de la base de datos y los datos para descargar. Una suerte de empaquetado que le puede servir a un periodista, editor o medio de comunicación para cubrir un tema determinado. 

Lo que hace Inventario con los editores y periodistas de Cuba es ahorrarles el trabajo para encontrar los datos en los que están interesados y a los que no pueden acceder y acercarles fuentes alternativas. 

Si podemos usar este ángulo cuantitativo para darte una ventaja en este escenario desigual, es una buena idea. Por eso, lo único que le pedimos a los medios, es el acuerdo de que los datos son públicos, pueden ser consultados, descargables por otros”, asegura.  

En este primer año, Bárbara —la única integrante del proyecto hasta el momento—  se dedica a conversar con editores y periodistas en Cuba para conocer sus necesidades de información y datos, recibir consultas, proporcionar los datos y  difundir. Pero también recibe consultas de su audiencia (ciudadanos cubanos) ya sea vía correo electrónico o vía Twitter

Precisamente la mayor actividad del proyecto en esta red social se presentó el 10 de octubre de 2018 cuando el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, abrió su cuenta y pidió lo mismo a todos sus ministros. Para ese entonces, dice Bárbara, ya había ocurrido una mudanza del espacio público de cubanos a esa red social. 

Este espacio virtual se volvió interesante, relata Bárbara, porque los cubanos que ahí se manifiestan no tienen miedo de que los repriman. “Hay que considerar el pedazo de Cuba que estás viendo ahí; los que tiene celular, los que tienen internet, los que tienen dicha red”, dice la periodista. 

“Hemos visto la emoción para participar y ayudar a recabar información y la gente empieza a pedir cosas, te mandan ideas. Tenemos limitantes de capacidad, pero nos encanta lo que la gente nos pida, a veces cosas muy curiosas, y en otras les explicamos la diferencia entre el ámbito público y privado, porque también llegan a pedir datos que son privados”. 

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Bárbara Maseda comenzó sus estudios en periodismo en el año 2000, justo en el momento en que se creó la licenciatura en Cuba; antes solo existía la carrera de Comunicación Social (que formaba un perfil más amplio de muchos aspectos de comunicación, incluyendo lo que en Cuba se entiende como periodismo). Esta separación de disciplinas (Periodismo y Comunicación Social) resultó tan interesante para la joven cubana que no dudo en elegirla. Luego, varios años después, la llegada del internet a la isla le mostró una nueva forma de medios de comunicación y de hacer periodismo, y pronto se especializó en encontrar historias en los datos y fundó Proyecto Inventario, un prototipo de datos abiertos para contar a Cuba. 

Bárbara reconoce que, precisamente, con el panorama actual de medios independientes cubanos —medios digitales todos ellos— hay más posibilidades de hacer periodismo que cuando ella se graduó. Una cosa es la idea que tienes en la facultad, dice, y otra lo que ocurre en la realidad, en el que el sistema estatal de medios cubanos está directamente subordinado al departamento ideológico del Comité Central del Partido Comunista. “No puedes hacer que rinda cuentas la misma parte que te da financiamiento; eso es un error estructural”, dice la periodista. 

Por eso para Bárbara optar por lo cuantitativo, los datos, era la forma de responder a las necesidades de los medios digitales cubanos, que no son reconocidos por el Estado cubano e incluso son considerados ilegales, lo cual les impide, entre otras cosas, que tengan acceso a fuentes oficiales. 

“No es que el periodista independiente cubano no tenga la preparación o no quiera tener una entrevista con un ministro, es un problema de acceso. Se ve limitado en sus fuentes”, me dice.  

Proyecto Inventario está tratando de buscar otras alternativas de fuentes a las que puedan acceder los periodistas independientes sin permiso del gobierno, que les permitan contrastar la información, que tengan mejores condiciones de acceso y de calidad en los datos. Bárbara me explica que eso tampoco es el panorama ideal, pero es una forma para poner el tema sobre la mesa de conversación: los periodistas cubanos pueden hacer mejor periodismo si tuvieran acceso a los datos. 

Y es que hay que recordar que en Cuba no existe una ley de acceso a la información, tampoco políticas institucionales de transparencia y se suma el bajo nivel de informatización de la sociedad y el escaso acceso a internet que han dejado al país caribeño rezagado en esta área. 

—Ante un escenario así, ¿cómo obtienen los datos? —le pregunto.

Por el momento tenemos fuentes que no son cubanas, que son la contraparte de Cuba. Cuba hace un trabajo nulo de transparencia, pero algunas de sus contrapartes sí lo hacen. Eso incluye, por ejemplo, socios comerciales que reportan sus cifras de importaciones desde Cuba (y esa es nuestra fuente para encontrar las exportaciones a ese país, que Cuba no pública), o instituciones gubernamentales de otros países que cuentan migrantes o viajeros cubanos (que Cuba no reporta), o cifras de visado a diplomáticos cubanos en otros países. Es una metodología que aprovecha la bilateralidad de ciertos tipos de datos. Ahí tenemos una pequeña ventana de acceso a algunos datos. —responde.

El objetivo: crear interés, en primera instancia, en los periodistas; pero también en los ciudadanos y así generar una demanda amplia a nivel social. 

“Si tienes acceso a la información, creas la necesidad. Eso puede generar otras ideas, para que la gente vaya tomándole gusto a este tipo de productos periodísticos basados en datos. Haces utilitario el dato”, lanza Bárbara. 

Abierto por inventario

Bárbara creció en la década de los 80 en la Cuba Soviética. Uno de los recuerdos más vívidos que tiene de aquellos años es una frase muy famosa: “Cerrado por inventario”, un momento en que las empresas se paran, una de las tantas excusas para la ineficiencia en Cuba, dice. 

“Un inventario es algo que te paraliza, vamos a parar porque vamos a contar”, dice la periodista. 

Precisamente por eso creó Proyecto Inventario. Como una  forma de acelerar a su país: “En un inventario contamos; por eso, en ese sentido de cuantificar y narrar podemos mover un poco a Cuba, para quitar esa idea de que no avanza; entonces hacemos un inventario, para abrir, para no cerrar”. 

Inventario tiene dos objetivos fundamentales: 1) expandir este servicio, que es gratuito, y 2) mejorar la profesionalización del periodista independiente cubano.

En el rubro de la capacitación es en el que ahora se encuentra trabajando. Me dice que para ella, todo esto que hace no solo es un proceso de entrega de datos, sino también de enseñanza. “No puedo entregar esos datos sin que la otra parte pueda leerlos, entenderlos”. 

Por eso, para poder concretar las capacitaciones, también deben medirse las posibilidades con las que cuentan en Cuba, por ejemplo, el acceso a internet. 

“Estoy pensando la forma de hacer un hackatón virtual. Crear una aula virtual con tutoriales que se puedan descargar y puedas hacer un paquete en tu teléfono y luego puedas consultarlo en tu casa de manera offline. Pienso en la capacitación vinculada a la colaboración”, me lanza con una sonrisa. 

Mientras ha hecho un diagnóstico para conocer cuáles son las capacidades que tienen los periodistas independientes, con qué programas trabajan, para, de esta forma, poder acercarles las herramientas y materiales con los que puedan aprender y trabajar. 

“En la medida que vayamos logrando que los periodistas se vayan capacitando, se va rompiendo la barrera de hasta dónde podemos llegar. En Cuba se suelen aprovechar las oportunidades de completar su educación, algunas veces en otros países, pero también no decides educarte en algo que nunca has visto o no tienes interés. Entonces, a través de este proyecto lo que se quiere generar es ese interés”, dice. 

En el ecosistema datero

Por el carácter experimental y colaborativo de su proyecto, Bárbara considera que el interés que se ha generado por aprender es parte fundamental para seguir avanzando. Su meta es lograr que al menos un periodista por medio independiente en Cuba esté capacitado y haciendo por él mismo periodismo de datos.

Entonces le pregunto: 

—¿Cómo te has insertado en este ecosistema de dateros en América Latina? 

Para nosotros es muy importante la conexión con Latinoamérica. Aprendemos mucho y podemos usar las leyes de acceso a la información de esos otros países para encontrar datos de cubanos que probablemente no se van a publicar como algo de interés público en los medios estatales de la isla. Pero creo que aún no podemos aportar más. No estamos en igualdad de condiciones.

Bárbara considera de gran importancia poder conectar con otros proyectos de datos abiertos con la intención de aprender metodologías y crear las propias con proyectos de países con los que también haya poca transparencia.

Y completa: 

Hacemos mucho trabajo que a veces es frustrante porque no logramos que sea ideal. Pero sin lugar a dudas, esto es mejor que nada. Lo más importante es la parte de la presión al gobierno. 

Por eso para ella es fundamental que la gente se enamore de la idea de compartir y que siga teniendo el entusiasmo, que hasta ahora ha demostrado, pensando en bases de datos y mandando sus propuestas e ideas de hacer cosas.  

Los siguientes pasos están en hacer crecer el proyecto a lo interno, con un grupo de voluntarios que apoyen a Bárbara; encontrar formas de financiamiento (como concretar la idea de un servicio premium para medios u organizaciones que lo puedan pagar), y las capacitaciones a periodistas cubanos que arrancarán en 2020. 

—¿Cómo evalúas este primer año?

—Ha sido muy bueno. Hemos creado conversaciones con los editores y periodistas, están interesados, hay entusiasmo; todo va lento, pero hay oportunidades de hacer algo más. Cuando trabajas con datos donde no hay nada, en un contexto donde todo es desde cero, en la oscuridad, porque el gobierno tiene una tradición de no publicar nada, eso tiene un valor enorme para la gente a muchos niveles, emocional incluso.

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Fotografía de portada: Bruno Grappa
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Periodista mexicana. Codirectora de Factual / Distintas Latitudes. Se desarrolló como investigadora en el periódico mexicano El Universal. Su crónica "El hombre que sueña con una 'Tierra de sordos'" obtuvo el primer lugar en el Premio Rostros de la Discriminación 2016 en la categoría de texto.

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