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Karen Brewer nació en Caracas, Venezuela. Desde niña ha dedicado su vida a explorar la naturaleza y la biodiversidad, acompañando a su padre, el investigador Charles Brewer-Carias. A través de sus estudios se convirtió en divulgadora naturalista y representante de la preservación de los animales en la fauna venezolana, la conservación de los ecosistemas y la permanencia de la cultura indígena.


 

Karen Brewer (Miranda, Venezuela, 31 de mayo de 1988) ha viajado por toda Venezuela, navegando en un mar de fotografías y registros en su antigua biblioteca familiar y escuchando con atención a los especialistas, antropólogos, biólogos y activistas durante muchísimos años. Es diseñadora industrial, graduada en el Instituto de diseño de Caracas, donde posteriormente dio clases de diseño de productos inspirados en la naturaleza y sus mecanismos. Estudió su posgrado de desarrollo de productos industriales en la Escuela Universitaria de diseño e ingeniería de Barcelona, España. Escribe para la revista internacional del Wall Street, es coordinadora de expediciones e instructora de supervivencia de la Fundación Explora y fue presentadora de televisión para el Proyecto “Río Verde” del canal televisivo venezolano Globovisión. 

Karen aboga por el entendimiento del lenguaje de la naturaleza y el conocimiento de nuestro alrededor a través del estudio y la valoración de la vida animal y ambiental, “siempre debemos ver el mundo con los ojos de un niño que descubre todo por primera vez”, señala. Las redes sociales han sido su herramienta para ampliar los proyectos en conjunto que resaltan la riqueza de la biodiversidad; el puente entre la investigación, la comunicación y el entendimiento.

Una exploradora independiente y segura, con un carácter que le permitió estar en la cima del Macizo del Chimantá en el Parque Nacional de Canaima y además realizar diferentes expediciones a los paisajes más recónditos del país. Comenta a través de instagram que no tiene un sólo lugar favorito en Venezuela: “Si has cabalgado en el llano, seguido las huellas del oso frontino en el páramo, buscado fósiles en Falcón, surfeado en la costa, si te ha seguido un jaguar en la Selva, o cosechado café en las montañas del Zulia. Es muy difícil elegir.” 

Recientemente, Karen se enfrentó a un incendio en su casa, perdiendo una biblioteca con el registro de más de 200 expediciones realizadas por su familia. Pero no se rinde, camina sobre los restos y retoma junto a su padre Charles el legado de los Brewer. Decidida, continúa defendiendo el trabajo titánico de muchos exploradores y científicos venezolanos, escribiendo, narrando y mostrando así el legado histórico y ecológico del país.

Creciste en un hogar donde estabas rodeada de conocimiento y pasión por la biodiversidad ¿cuál fue tu primer contacto con la naturaleza?, el que te marcó de pequeña.

Desde que nací mis padres me han enseñado sobre animales, cómo funcionan las plantas y la forma de convivir junto a ellos, que son nuestros compañeros de vida. Pero recuerdo especialmente un momento cuando estaba pequeña y un murciélago entró a la casa; papá lo tomó con sus dos manos y nos lo mostró. Hoy, no le recomiendo a nadie que agarre ningún animal y menos silvestre, siempre es mejor mantener la distancia. En este caso, él sabía cómo manipularlo y  nos dejó tocarlo, recuerdo que me llamó la atención lo suave de su pelaje y me impresionaron sus dientes. Fue un momento que me marcó, porque la gente piensa que los murciélagos son unas ratas voladoras y son horribles, pero en ese momento sentí tanta compasión y tanta admiración por este animalito, que dije: “Yo quiero enseñarle a todos mis amiguitos que estos animales no son como ellos piensan y que son más bonitos de lo que la gente cree”.

Y esta curiosidad por la biodiversidad te siguió toda la vida. Tengo entendido que fuiste presentadora de Río Verde, pero que tu carrera es Diseño Industrial, cuéntame un poco sobre qué te llevó a considerar estos otros senderos, ¿cómo desempeñaste estas habilidades?

Cuando era chiquita quería estudiar Biología, pero mi mamá me dijo que no lo estudiara, porque en el país nadie les presta atención. Dijo que, aunque estuvieran haciendo un trabajo maravilloso nunca han tenido el apoyo. Y, que con mi carácter, probablemente me iba a frustrar muy rápido, entonces estudié Odontología por cuatro años, hasta que vi que no era para mí. Lo mío era más de campo. Decidí estudiar Diseño Industrial, básicamente entender cómo están las cosas hechas y cómo funcionan, eso me encanta. Paralelamente toda mi vida he leído y estudiado biología, biodiversidad, conservación y ecología, no al nivel de escuela o de universidad. Sino por estar rodeada de profesionales, biólogos, gente que se ha preparado muchísimo y siempre han estado para responder todas mis preguntas. 

Luego di clases en el Instituto de diseño de Caracas donde intenté mezclar el diseño de cosas cotidianas con la naturaleza, que es el gran diseñador de todos los tiempos. Pero también quería que la gente supiera más sobre conservación, entonces empecé un proyecto con Río Verde donde se reconocieron los esfuerzos de todas estas personas que se han dedicado a la conservación de biodiversidad.  Creo que eso fue lo que me motivó a seguir ese camino, quería hacerlo de una forma más masiva y tenía las habilidades de observación de mi carrera.

Este camino te ha llevado a ser parte de varias exploraciones por todo el territorio venezolano, ¿cómo fue tu primera exploración?, ¿a dónde fuiste?

Es muy bonita esa pregunta porque una exploración no significa que tienes que irte a un lugar recóndito de la selva. De hecho, mis primeras exploraciones eran en el jardín de la casa y en los parquecitos que estaban cerca; ahí siempre encontraba insectos, bichos, veía arañas, son esos descubrimientos que vas haciendo en la vida que poco a poco se convierten en expediciones y exploraciones maravillosas. Mantenerte curioso por lo que hay a tu alrededor, es lo que te hace un explorador.

Pero lejos y fuera de mi casa, la primera expedición que hice fue al monte Roraima (Parque Nacional Canaima, estado Bolívar), un viaje maravilloso. También exploramos varios Tepuyes, donde tuvimos muchas experiencias, y, aunque yo ya había escuchado sobre las expediciones que hacía mi papá, los registros que hacía y me contaba, las anécdotas que me permitían viajar con la imaginación, estas veces era yo la que estaba explorando y conocía este mundo perdido. La verdad, creo que siempre es como estar en otro planeta.

¿Cuál ha sido el peligro más grande que has afrontado explorando y el mayor miedo que has superado en campo?

El mayor peligro al que me he enfrentado fue cuando nos secuestraron a mí y a mi papá, a manos de unos grupos armados en el sur del país. No voy a ahondar mucho en eso por nuestra seguridad, pero sobreviví. Y aunque no ha sido en una sola oportunidad, siempre es muy intenso. El tema de la inseguridad no es algo que uno pueda manejar ni prevenir.

Y fuera de este tema, el mayor miedo que he superado… es interesante pensarlo, porque si estás preparado para lo que vas hacer, no hay porque tener miedo. Cada vez que iba hacer una expedición, yo sabía lo que tenía que hacer y cómo tenía que prepararme; entonces no tenía miedo a montarme en un árbol con cuerdas, a bajar a una cueva totalmente oscura. Si uno conoce lo que hace, deja de tener miedo, porque precisamente el miedo se basa en el desconocimiento.

Cuéntame un poco sobre la rutina diaria en terreno siendo exploradora, investigadora y difusora. ¿Cuál era la rutina en la mañana cuando estabas en campo? ¿Qué es lo primero que se hace allá y lo último cuándo llegas a casa?

Antes de irte de expedición no solo se investiga todo lo que se pueda sobre el lugar, sobre las plantas, la biodiversidad, la cultura y la geografía, sino que además nos preparamos físicamente para poder enfrentar los retos que se puedan encontrar.  Se plantean herramientas de supervivencia, por ejemplo, ensayamos montar un sistema de cuerdas y cómo sobrevivir en caso de que ocurra algún accidente.

Cuando ya estaba en el campo mi rutina empezaba despertándome temprano antes de que saliera el sol, de ser posible, me levantaba rápido porque siempre quería ver los primeros pajaritos que aparecían con los rayos de sol. Te cuento que una vez llegué a ver unos tucanes a centímetros de distancia gracias a esta costumbre. Luego iba a desayunar y ahí se empezaba toda la planificación de lo que se haría en el día. Se hacía el itinerario de comidas y del horario de partida y llegada.  

Salíamos al campo y dependiendo de la expedición hay objetivos estipulados, teníamos el compromiso de dejar un registro de lo que estamos haciendo. Entonces, desde el día anterior se cargaban las cámaras con las que se trabajaba, se preparaba el equipo y se estaba listo para salir todo el tiempo, porque nunca sabes cuando te dicen “tienes que irte”.

Finalmente lo último que se hacía al llegar a casa, aparte de descansar, relajarse y  bañarse, era digerir todo lo que vimos y organizar lo que se descubrió mentalmente para escribirlo, eso es, siempre que regresaba escribía todo lo que había hecho durante el día en el campo.

¿Qué te motivó a explorar?

Es el camino que he hecho desde pequeña, no lo elegí, es mi vida entera básicamente. Me gusta mucho inspirar a las personas y veo que hay respuestas, empiezan a escuchar y dicen “oye ahora no voy a matar a las serpientes, ahora voy a buscar cómo sacarlas de mi casa” o “no voy matar a las arañas”; entonces ver que las personas también se interesan, me motiva a seguir haciendo el trabajo de enseñar, hablar y compartir mi pasión y creo que esto es lo que me ha mantenido en este camino.

Como exploradora, has convivido con tribus indígenas al sur de Venezuela, en específico con la tribu Yekuana. ¿Qué has aprendido de ellas que quizás nosotros deberíamos  conocer?

He compartido con los Yekuana desde muy chiquitica. Lo principal que aprendes junto a ellos, es que la naturaleza es la que te da todo y que tienes que tener respeto por ella, tienes que pedir permiso si vas a tomar algo y no puedes tomar más de lo que es necesario porque nos castiga. Aprendí que las preocupaciones son otras, ellos piensan en sobrevivir y esta preocupación es muy genuina porque está en armonía con lo que tienes a tu alrededor. Que bajo su cosmogonía Wattuna, la formación del universo se transmite a través de la palabra y las cestas que tejen.

Otra de las cosas que aprendí y creo de las más importantes es que nada de lo que tú compras te pertenece, que debes saber hacer las cosas que tienes para que sean tuyas. Lo más interesante de esto es que cada uno de ellos como individuo puede reproducir su cultura donde sea que lo pongas y nosotros no podemos decir lo mismo, quizás deberíamos tener más humildad en aprender de esta cultura y entender que no somos los dueños del planeta sino que somos parte de él.

Desde hace poco, he estado investigando sobre nuestro ecosistema, preguntando por  las instituciones, organizaciones y/o personajes que están aún trabajando por él. ¿Podrías nombrarme algunos que consideres obligatorio conocer y apoyar, que estén realizando un trabajo increíble por la preservación del ambiente y la fauna en nuestro país?

Me voy a quedar corta, pero te menciono algunos: SOS Orinoco o Sur del Orinoco donde se habla todo el tema de la minería desde el impacto ambiental y social, además de la forma en la que está afectando a nuestras comunidades indígenas y las están desplazando. Pueden ver el trabajo que hemos estado haciendo con Río Verde, también al equipo del Hato Masaguaral con la cría de caimanes del Orinoco y jaguares en Venezuela con SEBRAVA, La Reserva forestal de Caparo, Provita contra el tráfico de Fauna, la Fundación Esfera, que busca cuidar y proteger al águila arpía de la deforestación. Hay muchísimas más que están en el país. Lo que necesitamos es que la gente no solamente se interese y se preocupe, sino que se involucre también, vea cómo pueden apoyar y participar, porque si hay algo que necesitan estas organizaciones es una mano, dos o más.

Tanta diversidad en la fauna me lleva a hacer esta pregunta por curiosidad, ¿con qué criatura te sientes más representada a un nivel espiritual?

¡Es muy difícil! Sé que las personas responden porque han sentido una conexión con alguno. Pero cada vez que entiendo a un animal y su comportamiento, siento esa conexión y para mí todos son mis compañeros de vida y es así, son mis vecinos, cuando camino y veo un pajarito que reconozco, digo ¡hey, un nuevo amigo o amiga en el vecindario! Así es que deberíamos ver la biodiversidad que nos rodea y entonces siento que todos me representan. Aunque  te confieso, me encantan los coleópteros.

Una más sencilla, si tuvieras justo ahora la oportunidad de viajar a cualquier parte de Venezuela por una semana, para explorar y escribir un libro, ¿qué lugar sería y por qué?

Yo creo que es igual de complicada, pero, si me enfoco en que quiero hacer un libro y me dirijo a eso, me encantaría ir al Caura (Estado Amazonas) los Yekuana y aprender más sobre ellos,  aprender sobre su cultura con la madurez que tengo hoy, cuando viví con esta comunidad tenía 12 años y era muy pequeña como para dejar un registro muy puntual y valiosos como el que me encantaría dejar hoy en día, ¿Por qué? Porque la cultura indígena se está perdiendo a un nivel impresionante, nuestra influencia ha sido directa. Hacer un libro sobre la cocina, explicar todo el proceso de tejidos de cestas y de curiaras, sus conocimientos sobre las plantas y los animales. Ellos tienen esos juegos de entrelazar cuerdas entre sus manos, pero cada uno tiene más de 30 pasos, 20 pasos y llegas, por ejemplo, a la cara de jaguar. Quiero explicar y enseñar para que no se pierda nuestra cultura que es tan rica y maravillosa.

Finalmente, entendiendo que somos parte del ecosistema ¿qué crees que es lo más importante que las personas deberían comprender sobre los cambios de impacto en nuestro ecosistema debido a la deforestación, la tala, los derrames de petróleo y la actividad minera en el Orinoco en Venezuela?

Creo que lo que tenemos que comprender todos como venezolanos es que no estamos realmente interesados por lo que está pasando, no es por generalizar, pero las personas no investigan lo que está ocurriendo.

Si tú no conoces algo, no te importa, básicamente es eso. Es muy difícil que la gente pueda entender de dónde vienen sus problemas, porque no se dan cuenta que el desastre que tenemos hoy en día es consecuencia de nuestras propias acciones por no comprender que esto es un ecosistema. Si tú no sabes, por ejemplo, que la cotorra margariteña en Margarita es la que se encarga de generar los bosques y mantenerlos sanos, que estos bosques son los que generan humedad para que haya nubes y por eso existen grandes lluvias, no te importa el  tráfico de ellas.

Nos sorprendemos y multiplicamos a veces lo que son noticias como la muerte de  comunidades enteras de indígenas hacia el Sur del país donde está la minería, pero eso está pasando todos los días, tiene años pasando, tenemos que entender que tenemos que preocuparnos genuinamente por lo que está pasando y no solamente es angustiarse por la situación. Hay que investigar, aprender. Muchos me han dicho que hacerlo es arar en el mar, pero yo voy a seguir gritando, el primer paso es conocer, el segundo informar y el tercero actuar.

 

Imagen de portada: Rocío Rojas (Perú).
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Estudiante de comunicación social de la Universidad de los Andes que desde una ciudad pequeña decidió ejercer como periodista independiente. Empezó a escribir y escuchó más allá de los problemas diarios. Colabora con los medios digitales Cinco8 y Caracas Chronicle, forma parte de la Red de Periodistas Venezolanas y del proyecto “El Bus TV”, fue becaria de la Escuela Virtual CONNECTAS de periodismo de investigación en América Latina y el Caribe. Forma parte de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia como miembro correspondiente. Ha cubierto temas socioeconómicos, de desarrollo científico y ambiental. Confía en el periodismo de investigación que se apoya en la ciencia y tiene un impacto positivo en la sociedad. Principiante en fotografía documental.

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