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Este año, en Puerto Rico estuvimos a punto de convertirnos en uno de los pocos países de América Latina y el Caribe con un currículo educacional con perspectiva de género. Sin embargo, lo que ha empezado a implementarse es una versión ambigua que se aleja bastante de la idea original. 


Texto: Claudia Rivera Cotto

Portada: Rocío Rojas

 

Hola. Soy Claudia Rivera Cotto. Este año, en Puerto Rico estuvimos a punto de convertirnos en uno de los pocos países de América Latina y el Caribe con un currículo educacional con perspectiva de género. 

El currículo debía empezar a impartirse en las escuelas públicas a partir de este mes de agosto, como resultado del Estado de Emergencia decretado en 2021 por el gobernador Pedro Pierluisi para frenar el aumento de feminicidios y otras formas de violencia de género. 

Sin embargo, lo que ha empezado a implementarse es una versión ambigua que, como vienen anticipando varias expertas y organizaciones feministas en los últimos meses, se aleja bastante de la perspectiva de género. 

Ok, pero antes de seguir recuérdame qué es un currículo con perspectiva de género.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), la perspectiva de género consiste en observar el impacto del género en las oportunidades, roles e interacciones sociales de las personas. 

Además de cuestionar las desigualdades y estereotipos de género, un currículo de este tipo tiene la misión de mostrar las aportaciones de las mujeres en cada materia de estudio, así como explicar la ausencia de representación femenina en los textos educativos. 

Además, debe profundizar en las consecuencias sociales de la violencia de género y el sexismo en la sociedad, con el objetivo de erradicarlos.

La perspectiva de género también reconoce y acepta las diferentes identidades de género. “Al centro del concepto de género está el concepto de diversidad y diferencia,” dice la profesora boricua Loida Martínez, experta en estos temas. “Un currículo con perspectiva de género se inclina hacia la inclusión”.

¿Y cuáles serían las ventajas de poner esto en práctica en Puerto Rico?

Las organizaciones feministas aseguran que un currículo de este tipo ayudaría a combatir, desde la infancia y la adolescencia, la violencia psicológica, física o sexual contra las mujeres, ya sea en las relaciones de pareja, la casa, el trabajo o la calle.  

En concreto, ayudaría a niños y jóvenes a identificar representaciones ofensivas y degradantes para las mujeres, así como comportamientos masculinos violentos, muchas veces normalizados, dice Natalia Santos Orozco, profesora de la Universidad de Puerto Rico. 

Entonces, ¿qué pasó con el currículo con perspectiva de género? 

Según la senadora Ana Irma Rivera, este debía haberse empezado a implementar en agosto de 2021, como establecía el Estado de Emergencia. 

Sin embargo, los informes del Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (PARE) mostraron que el Departamento de Educación (DE) estancó su avance. 

Algunas expertas continuaron dando talleres, pero todo empezó a paralizarse en enero pasado, cuando el DE informó que había cambiado el nombre del currículo, algo que, según Martínez, no se debatió con el Comité PARE ni demás organizaciones feministas.  

¿Y todo esto por qué?

La educación con perspectiva de género se está debatiendo en Puerto Rico desde 2006. Sin embargo, cada vez que se ha intentado implementar en las escuelas, como ahora, ha sido rechazada por los sectores conservadores. 

“Es una cruzada de los fundamentalistas contra la perspectiva de género, particularmente en la educación”, dice Martínez, para quien también se trata de una pugna electoral. 

Santos Orozco concuerda con ella. “El secretario del DE está cediendo a intereses minoritarios, dejando a un lado su responsabilidad con la erradicación de la violencia de género”, dice.

Bueno, ¿cuál es entonces el currículo que se implementará a partir de ahora? 

Uno que el DE ha llamado “de Equidad y Respeto entre todos los seres humanos”. Este nuevo currículo fue publicado hace apenas unos días, poco antes de que comenzaran las clases en la isla. Solo que, como anticiparon muchas lideresas feministas, no tiene mucho de perspectiva de género. 

Sí incluye temas de equidad, respeto, identidad cultural, interculturalidad y otros, pero la profesora Santos Orozco cree que el enfoque de “equidad” y “respeto” es un intento fallido de abordar un problema que requiere estrategias específicas.

Martínez, por su parte, explica que, por omisión, este nuevo currículo no reconoce la cuestión de género, uno de los puntos más exigidos por las colectivas feministas y sus aliados.  

¿Hay referentes de un currículo así en América Latina?  

No exactamente, pero, como Puerto Rico, varios sistemas educativos de la región han tenido avances y retrocesos en materia de perspectiva de género.

Desde 2006, Argentina cuenta con un Programa de Educación Sexual Integral que, entre otras cosas, fomenta el respeto a la identidad, la no discriminación y el buen trato. Diez años después, en 2016, comenzó a implementarse la jornada anual Educar en igualdad, que busca prevenir y erradicar la violencia de género. 

En junio de 2016, Perú aprobó un Currículo Nacional para la Educación Básica que incluye cuestiones de género. Y aunque en 2017 algunos grupos conservadores exigieron detener su implementación y eliminar la palabra “género”, la Corte Suprema lo impidió mediante sentencia en 2019

Algo diferente sucedió en Brasil en 2016, cuando varias organizaciones conservadoras asociadas al movimiento “Escola Sem Partido” lograron eliminar las referencias a la igualdad de género dentro del Plan Nacional de Educación

¿Y en el Caribe?

Al menos en el Caribe hispanohablante ha pasado lo mismo que en Puerto Rico. 

En 2019, el Ministerio de Educación de República Dominicana desarrolló un currículo que promueve la inclusión de la perspectiva de género en la educación pública preuniversitaria. Sin embargo, el documento generó tal rechazo entre grupos conservadores, que el tema ha quedado en stand-by desde entonces. 

Otro caso reciente es el de Cuba, que en febrero de 2021 aprobó el Programa de Educación Integral en Sexualidad con Enfoque de Género y Derechos Sexuales y Reproductivos. Sin embargo, este fue pospuesto indefinidamente en septiembre pasado, cuando debía haberse empezado a implementar, debido a “la tensa situación económica y epidemiológica” creada por la pandemia de covid-19. Como en otros casos, la decisión vino también después de que varias organizaciones religiosas mostraran su desacuerdo con el tema. 

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