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Organizaciones de la sociedad civil venezolana lanzaron un comunicado alertando sobre las preocupantes circunstancias por las que atraviesan las mujeres en el país. ¿Por qué? 


Días atrás, más de cuarenta organizaciones de la sociedad civil venezolana lanzaron un comunicado urgente ante la opinión pública alertando sobre las preocupantes circunstancias por las que atraviesan las mujeres en ese país. Se referían específicamente a la realidad de las embarazadas, de las parturientas, de las madres; pero también de las que están desamparadas ante un Estado que les niega acceso a anticonceptivos, abortos y a una salud sexual y reproductiva. 

En Distintas Latitudes ya hemos hablado de eso. En el especial colaborativo y trasnacional: Huir, Migrar, Parir, dimos cuenta de cómo una joven venezolana embarazada encontraba en la migración la única posibilidad para garantizar cuidados médicos durante su parto. En pandemia, obligadas a permanecer en el territorio y con el sistema de salud aún más colapsado la situación se agrava. 

Para entender lo que pasa, nos parece vital poner en contexto. Hemos leído reiteradas veces sobre la “crisis venezolana” pero cómo se traduce esa frase y cómo afecta a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Primero tenemos que tener claro un término: emergencia humanitaria compleja. 

¿Qué es una emergencia humanitaria compleja? 

En Venezuela, además de una pandemia, se vive una emergencia humanitaria compleja. Estos términos buscan reflejar la magnitud de una crisis que no solo ha sido sostenida en los últimos años, sino que se ha agravado por las dificultades económicas y políticas que enfrenta el país. 

De acuerdo con lo expuesto por las Naciones Unidas, el término emergencia compleja se usa para referirse a  “una crisis humanitaria en un país, región o sociedad, en el que hay una total o considerable ruptura de la autoridad” y, además, algo característico de esta situación es que suele ser resultado de inestabilidad política, conflictos, violencia; ensanchando las desigualdades sociales y una pobreza subyacente.

Esto se traduce en una degradación de las instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas, lo que tiene efectos devastadores en la vida y el bienestar de toda la población. Este análisis del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), una ONG venezolana, los impactos de esta emergencia humanitaria compleja en el derecho a la salud se han materializado en la destrucción de un sistema sanitario público que ya venía deteriorado; lo que causa graves daños a la salud de millones de personas. 

Ejemplos específicos que ayudan a entender la gravedad de la situación aparecen en el Reporte Nacional. Emergencia humanitaria compleja en Venezuela. Derecho a la salud y mencionan: la reaparición y propagación de epidemias erradicadas décadas atrás y miles de muertes asociadas, más de 18.7 millones de personas que no tienen garantías de acceso a diagnósticos ni a tratamiento; 300 mil personas trasplantadas, con hemofilia, cáncer, parkinson, esclerosis, y otras personas con condiciones crónicas graves, han sido privadas de medicamentos desde 2016.

¿Cómo es entonces el acceso a la salud sexual y reproductiva de las mujeres?

“Casi nunca hay agua y tenemos que usar solución fisiológica para lavarnos las manos. Las mujeres paren en camillas sucias, sin sábanas. Muchos especialistas han renunciado, otros no van a trabajar porque no tienen cómo llegar”, dijo una médica de una maternidad de Caracas a la reportera de Open Democracy

Ese mismo artículo compara a las maternidades con el “infierno” y no es para menos. El caso icónico de la Maternidad Concepción Palacios, que fue referencia latinoamericana en atención obstétrica y neonatal, es revelador. El estado de atención fue tan crítico que, en marzo de 2019, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a solicitud de Women’s Link y otras cinco organizaciones civiles, le concedió medidas de protección urgentes, conminando al Estado a garantizar la vida, integridad personal y salud de quienes acuden a ese centro médico solicitando atención.

Los reporteros que participaron en “Huir, Migrar, Parir”  acudieron al centro de salud y se percataron de la falta de agua corriente, la inmundicia de los baños; cómo las mujeres deben sacar agua de cubetas para poder lavarse; la falta de batas quirúrgicas, entre muchas otras carencias, incluso en los quirófanos y la falta de personal médico.

Además, se dificulta el acceso a los controles prenatales o incluso a exámenes como ecografías o de sangre. La falta de equipos y reactivos en el sistema público hace que la única opción sea la salubridad privada y es inalcanzable para la inmensa mayoría de mujeres en el país. 

¿Cómo afecta la pandemia ? 

La pandemia ha colapsado aún más un sistema de salud  deteriorado y, como es usual en nuestro continente, la atención a mujeres gestantes no se está priorizando a pesar de que así se ha exigido en las directrices de la OMS sobre el acceso a la salud de las mujeres embarazadas y lactantes. 

La abogada Selene Soto, experta de Womens Link, con la que conversamos en Instagram Live, especifica que en estos tiempos la violencia institucional hacia las mujeres se ha manifestado negándoles el acceso a la atención, obligándoles a rotar por distintos centros de salud para poder encontrar un espacio en el cual parir con asistencia. Aunado a todas las carencias que mencionamos previamente, se hace insostenible y con consecuencias terribles para mujeres, niñas y niños. 

Por eso es que en el comunicado alertan que “las necesidades de salud de las mujeres embarazadas, de las que necesitan acceder a abortos seguros, de las que enfrentan emergencias obstétricas, así como la atención durante el parto y postparto, y la provisión de anticoncepción, incluyendo anticoncepción de emergencia, deben ser parte del paquete de servicios básicos y prioritarios en la contingencia generada por la pandemia”.

Las organizaciones crearon esta guía para proteger los derechos de mujeres y niñas durante la pandemia de covid-19,  la cual aporta claves para que en los Estados, como el venezolano, estuvieran aún más claras las directrices a seguir para evitar más muertes.  

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Imagen de portada: Rocío Rojas.
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Venezuela (1992). Periodista venezolana, migrante, especializada en temas de derechos humanos y salud sexual y reproductiva. Ha colaborado en medios venezolanos e internacionales y actualmente forma parte del equipo de Comunicaciones de Chicas Poderosas.

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