El primero de mayo de 2020, un video de un grupo del crimen organizado entregando despensas en Jalisco, le dio la idea a Guadalupe Camarena: grabar su propio video, en el que pedía al líder de un cártel de la droga que la ayudara a encontrar a sus cuatro hijos desaparecidos desde diciembre de 2019. La desesperación fue su principal motivación. Esta es la historia detrás del video que se volvió viral.
Aquel primer día de mayo de 2020, Guadalupe Camarena le pidió a su hija que la videograbara con el teléfono para solicitar ayuda a Nemesio Oseguera, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Fue a la primera toma, de un minuto con catorce, en la sala de su casa. Todo el tiempo mientras la grababan sostuvo a la altura de su pecho la pancarta de papel kraft con las fotografías de sus cuatro hijos, desaparecidos juntos en Ocotlán, Jalisco, el 19 de diciembre del 2019. Le pedía que la ayudará en su búsqueda.
El vídeo se hizo viral y un cuadro congelado a manera de foto terminó como portada del diario Metro tres días después. En decenas de medios, desde nacionales hasta portales, blogs y cuentas de Youtube, su historia quedó reducida a ser la madre que pide ayuda al líder de una organización delictiva para encontrar a sus hijos. En algunos titulares, ni siquiera se acotaba a una agrupación, enunciaban en plural: “Pide ayuda a los cárteles”.
Lo que no explicaron fueron las razones detrás: que el vídeo se les ocurrió sólo después de un telegrama al presidente Andrés Manuel López Obrador y ante una anímica respuesta de la Fiscalía de Ocotlán, de la falta de garantías de seguridad del gobierno de Jalisco, al mando de Enrique Alfaro Ramírez, para salir a buscar. Además de la pandemia por el coronavirus.
¿Por qué una madre haría eso?
Porque la incertidumbre es peor que la verdad, cualquiera que esta fuere.
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Un amigo en común de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas me contactó con Mayra Camarena, la única hija, de seis, que le queda a Guadalupe. Mayra funge de interlocutora en la entrevista e imprime fuerza a las frases de su madre de 60 años, cuya voz temblorosa se alcanza a escuchar bajita más allá de la bocina del teléfono para contar el caso de sus hijos.
José de Jesús Martínez Camarena iba a ser ingresado al hospital civil de Guadalajara para una operación debido a una arteria biliar tapada. Como apenas se podía sostener en pie del dolor, sus hermanos Oswaldo Javier Ávalos Camarena, Tonatiuh Ávalos Camarena y Ernesto Padilla Camarena lo acompañaron aquel jueves 19 de diciembre de Tonalá, en donde tenía un puesto de hamburguesas, a Guadalajara: uno conducía la camioneta Dodge Caravan 2003 con placas JKJ-22-52, otro iba a cuidarlo por si se quedaba internado y los demás servirían de apoyo para cargarlo.
Debido a que no se quedó internado, de regreso decidieron pasar a buscar a una prima que vivía en Ocotlán y solía ir dos veces por semana a realizar el aseo en casa, pues ella se encargaría de cuidarlo antes y después de la operación. Pero nunca llegaron. Desaparecieron con todo y camioneta a las 10:30 de la mañana.
José, de 40 años, decidió ponerse un pantalón de mezclilla negro y una chamarra de la escudería Ferrari para su cita médica, indumentaria que posteriormente quedaría registrada en la ficha de búsqueda de la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco; Oswaldo, fisicoculturista y entrenador personal de 24 años, era el menor de los cuatro hermanos que viajaban juntos; Tonatiuh, de 26, trabajaba como repartidor; y Ernesto, de 38, hacía artesanías de barro para ganarse la vida.
La camioneta quedó registrada con reporte de robo ante la Procuraduría General de Justicia de Jalisco, según el Registro Público Vehicular, un día después de la desaparición. Cinco meses más tarde, el estatus no se ha actualizado. Menos aún el de los hermanos.
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El 6 de junio de 2016 Lucero Ávalos Camarena —su hija— desapareció en Guadalajara, así que cuando ocurrió lo de los cuatro hermanos, Guadalupe ya conocía la burocracia de buscar un desaparecido en Jalisco.
La tarde del primero de mayo decidieron grabar el vídeo sin pensarlo demasiado. Por esos días abundaban las notas de grupos criminales que entregaban en Veracruz y Jalisco despensas marcadas con sus logotipos, como un “apoyo” a la población ante la pandemia por el coronavirus. Las imágenes y vídeos de encapuchados entregando despensas o hasta juguetes en el Día del Niño no son ajenas al México contemporáneo. La de las mujeres que buscan desaparecidos, tampoco.
La idea de grabarse vino de Guadalupe. Ella, explica Mayra, suele estar más al pendiente de las noticias y cuando vio lo de las despensas en Jalisco le dijo a su hija que quizá ellos podrían ayudarla.
—Hay que grabar el vídeo para ver si alguien nos escucha, pues.
Mayra grabó el vídeo con su celular y salió a la primera. Aclara que no son profesionales: le dijo a su mamá que lo hiciera como quisiera y como le saliera, que de todos modos, iba a llegar. Guadalupe, nerviosa, parada en la sala, sostuvo la pancarta con las fotos y nombres de sus cuatro hijos desaparecidos e inició diciendo que el vídeo iba dirigido al dirigente de la agrupación delictiva.
—Yo le pido de favor que me ayude —se detuvo dos segundos— a encontrar a mis cuatro hijos.
Luego ofreció los datos del lugar y la hora, de la camioneta en la que viajaban y repitió la hora de la desaparición. Prosiguió con los nombres y edades de los cuatro, la aciaga fecha y terminó con una serie de peticiones de ayuda.
—Yo sé que usted es bueno y ha ayudado a mucha gente. De favor, por favor, le pido que me ayude, por favor.
Mayra subió el vídeo a Facebook poco después de las 10 de la noche y también lo envió a grupos en redes sociales y a páginas de noticias de Guadalajara.
Apenas dos días después, el vídeo se había hecho viral.
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Si tuvieran que definir en una sola palabra la razón por la que se les ocurrió grabar el vídeo con tal dedicatoria, dirían que fue la desesperación. Mayra y Guadalupe habían tocado muchas puertas y las encontraron cerradas. Así que decidieron salirse por la ventana.
—¿Por qué recurrimos al señor? Nosotros no lo conocemos —insiste en aclarar, pues destaca que ha visto comentarios donde han querido dar a entender que Guadalupe está amenazada o que querían darle publicidad a dicho personaje; ambas situaciones las niega.
El 2 de enero de 2020, salió un telegrama desde Jalisco hasta Palacio Nacional para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. En cuatro líneas pidieron apoyo para resolver el caso, ante la incapacidad y el miedo de la Fiscalía de Ocotlán.
—Mi mamá ya con su angustia y su desesperación le mandó un telegrama al señor presidente Andrés López Obrador y sí le contestaron, pero le pusieron un funcionario que se apellida Arellano para según seguir el caso y para que se agilizara más, algo que “nomás” fueron palabras.
En días posteriores recibieron una llamada, algo que las sorprendió, porque no habían dejado ningún número de contacto. Se presentó un funcionario para pedir más información sobre los cuatro desaparecidos y después volvió a marcar para preguntarles si había pasado algo nuevo.
—Nosotros estábamos bien emocionados porque ya nos iban a hacer caso, porque sí nos respondieron, o sea, nos hicieron una llamada que era por parte de este señor, entonces nosotros le mandamos a él la información y no se hizo nada —nunca más se volvió a comunicar.
La Fiscalía de Ocotlán tampoco resultó ser de mucha ayuda para la familia Camarena. Ellas han ido a búsquedas, han rastreado por cuenta propia. Casi todas las pruebas que tiene la Fiscalía, las obtuvieron del par de mujeres A cambio se han ganado regaños de las autoridades cuando ellas piden que busquen a sus hermanos. Que no es su trabajo o que Mayra no inició la denuncia, son algunas de las excusas que ha escuchado.
—Mi mamá ya es grande. Yo para mi mamá soy oídos, ojos y boca, no me pidas que mi mamá venga porque ella viene y te firma cualquier papel y no porque no sepa leer, sino por nerviosa —es lo que les ha contestado, explica, mientras al fondo se escucha la voz bajita de Guadalupe.
Ahora, por la situación de pandemia del coronavirus, le han dicho que sólo reciben casos “urgentes”.
—¿Entonces lo de mis hermanos no es urgente para ti? —Ha preguntado y como respuesta le dicen con insistencia que “es que no sabes todo lo que hemos hecho”—. No has hecho nada porque cada que vengo te veo sentado y todas las pruebas nosotros te las hemos llevado.
Por eso hicieron el vídeo.
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Cuando le pregunto a Mayra por qué le dedican el vídeo a ellos, contesta que porque cree que tienen fuentes o poder y que, de alguna manera, podrían ayudarla. Pero a lo largo de la entrevista destaca que gracias al vídeo obtuvieron atención y que, en el fondo, ese era su objetivo: hacerse visibles.
Después de que el vídeo se replicara en distintas plataformas mediáticas, comenzaron a recibir llamadas de algunos periódicos como Mural o Metro. Hubo una reportera, no recuerda de qué medio, a la que le aceptaron la llamada pero sintieron que las querían confundir: esa persona insistía en que Mayra y Guadalupe conocían al líder del grupo criminal.
—La verdad no lo conocemos —vuelve a aclarar Mayra y agrega—: no creo que nos haga caso —sin embargo, destaca lo positivo de su estrategia, lo que finalmente querían obtener—. Pero para que nos volteen a ver, sí nos ha servido.
Hasta antes del vídeo, sus intentos de que el caso de la desaparición múltiple se volviera federal, habían sido en vano. Claudia Janette Soto, representante del colectivo “Rastreador@s Nacionales de Desaparecidos” le dio acompañamiento a la familia y les auxilió a enviar el 5 de febrero de 2020 la documentación del caso a la FGR en la Ciudad de México, pero en todo este tiempo no se habían comunicado.
Janette me escribió para contarme que envió los datos de la desaparición múltiple, elaboró las fichas de los hermanos e hizo una narrativa de los hechos y que en cinco ocasiones tuvo que enviar esta información.
—Ya nomás sale esta nota, este vídeo, y ya nos hablaron —cuatro meses después, comenta Mayra—. Se me hace indignante que no sepan ni los nombres. Los volvieron a pedir, porque ya no los tenían.
Cuando se hizo viral el vídeo, Janette le advirtió a las autoridades que su colectivo los hacía responsables si algo le pasaba a Mayra o a Guadalupe, pues consideraban que ellos las habían orillado a hacer eso. A cambio hubo una respuesta rápida, aunque siguen esperando a que atraigan la averiguación previa.
Sobre las reacciones de la gente a lo que hicieron, Mayra dice que no han recibido amenazas, aunque sí ha leído algunos comentarios que califica de malintencionados. También han recibido comentarios buenos.
Buscadores como Juan Carlos y Miguel Ángel Trujillo Herrera, quienes encabezan la organización de la búsqueda de personas en el país y tienen cuatro hermanos desaparecidos, dos en Guerrero y dos en Veracruz, han lamentado desde sus redes sociales la entrega de despensas por parte de los grupos criminales, por considerarlos como parte de los responsables del fenómeno de la desaparición. Pero Miguel Ángel también compartió el vídeo de Guadalupe y justifica que en una búsqueda no importa quién te devuelva a tu familiar, lo que quieren es que regrese a casa, porque las fiscalías están corrompidas por el crimen, porque la Fiscalía Especializada en Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada de la FGR ha ignorado deliberadamente el caso de Guadalupe y porque la Comisión Nacional de Búsqueda es un “elefante blanco” que se ha ido de vacaciones gracias a la pandemia.
Cuando le expongo a Mayra si no cree que estos grupos sean parte del problema de las desapariciones en el país, dice que prefiere no opinar, además de que sería incongruente de su parte que su mamá hiciera ese vídeo y luego hablaran de este asunto. Aunque otros buscadores sí han criticado los despliegues mediáticos de las entregas de despensas y la imagen de “ayuda” social. Posiblemente la postura de Mayra se entiende por el hecho de que, al menos en su caso, no es hacia estos grupos a donde apunta la desaparición de sus hermanos, sino hacia quienes histórica y hegemónicamente se han constituido como los “buenos”.
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—¿Tienes idea de cuántos desaparecidos hay en tu estado, en Jalisco? —Le pregunto a Mayra.
—¿Tú tienes idea, má?
De acuerdo con el “Informe sobre fosas clandestinas y registro nacional de personas desaparecidas o no localizadas”, hecho público en enero de 2020 por la Secretaría de Gobernación, Jalisco ocupó el primer lugar con 2,100 casos de desaparecidos tan sólo entre diciembre de 2018 y diciembre de 2019. Pero en un conteo desde los años 60 hasta diciembre del 2019, el estado también destaca en el deshonroso segundo puesto con 9,286 registros, sólo detrás de Tamaulipas y apenas por menos de 800 casos.
En este contexto, hermana y madre tienen esperanza de encontrar a los cuatro y vivos. La Fiscalía les ha dicho lo contrario, manejan el caso como si estuvieran muertos o tuvieran esa certeza. La especulación de que hayan sido asesinados se relaciona con el hecho de que no es el primer caso de desapariciones en esa zona.
—Nada más suponen ellos, ellos no están seguros. Yo digo que es mentira, porque ya hubieran ellos, yo creo, que ido, ¿no? —Y agrega—: hay gente que se los lleva, pues, para trabajar, a las personas, esa es la idea que nosotros tenemos de lo que pasó a mis hermanos.
Lo que queda de la familia quiere respuestas, pero la Fiscalía tiene miedo. Aunque el caso es muy claro, no han hecho nada.
Como le han dado a entender que sus hermanos están muertos, quieren ir a rastrear a una zona a unos quince minutos de Ocotlán, cerca de la carretera a Morelia. Han pedido ir a buscar en campo con los colectivos, pero el gobernador de Jalisco, no les ha querido brindar la protección para esa zona, dicen.
Sin seguridad, no pueden ir a buscar. Y ahora con la pandemia, mucho menos.
Guadalupe Camarena ha estado en colectivos de búsqueda de personas desaparecidas desde hace poco más de tres años y medio, cuando le desaparecieron por primera vez a una hija, a Lucero. Ahora suma cinco, en dos circunstancias distintas, pero igual de dolorosas.
—Como de ella sí quedó de plano su caso olvidado, no queremos que nos vuelva a pasar porque ya sabemos que las autoridades realmente no hacen nada —señala Mayra.
—Prácticamente le quedas tú a tu mamá.
—Sí, prácticamente.
Después de cinco meses de silencio e invisibilidad, el vídeo viral les ha brindado atención y una pequeña oportunidad de certeza.
—Estamos, otra vez, queriendo creer en las autoridades de que a lo mejor sí van a hacer su trabajo, ahora sí.
La familia Camarena sabe que las desapariciones de Oswaldo, Tonatiuh, Ernesto y José no son las únicas en Jalisco ni en México, por lo que no piden prioridad. Lo único que han estado solicitando en los últimos meses al gobierno de Jalisco es el apoyo de la seguridad para ir con los colectivos a buscar, pero no se los han otorgado. Para rastrear lo que la Fiscalía ha inferido, en fosas, aunque ellas se nieguen a creer en ese final, pero tampoco quieren quedarse descartarlo. Porque la incertidumbre es mucho peor.
La voz de Guadalupe se sobrepone por primera vez en casi media hora.
—Yo le pediría ayuda a varias como “Entre Cielo y Tierra” —se refiere a uno de los colectivos más activos del estado.
Apenas el 10 de mayo, el colectivo hizo la “marcha virtual por nuestros hijos”. Guadalupe, desde Facebook, les agradeció a las que se refirió como hermanas del mismo dolor y a sus hijos, como cachitos de su corazón.
Claudia Janette Soto expone que ahora que se ha dado esta forma de presión y que han presentado el caso en tiempo y forma, espera que finalmente la FGR atraiga la carpeta.
—Dios quiera que sí, porque el tiempo pasa —apunta.
Mientras tanto, la excusa de la Fiscalía de Ocotlán para no investigar y del gobierno de Jalisco para otorgar los permisos es el covid-19. Tendrán que esperar hasta el regreso a la “nueva normalidad” para aspirar a buscar a campo, si es que se los permiten, aunque para ellas la normalidad se extravió desde antes de la llegada del virus.
Por aquellos días cuando Guadalupe se hizo viral, Miguel Ángel Trujillo Herrera compartió en sus redes la publicación de otra madre que ilustra este sentir.
—A mí el covid-19 no me va a matar, no gente, yo ya estoy muerta desde que desaparecieron a mi hijo —dijo Marintia López.
Y es que aunque la atención de la mayor parte de la población se ha volcado en la pandemia, hay grupos para los que la enfermedad no es prioridad, sino un fenómeno que es tan mortal como el covid-19: las desapariciones forzadas.
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Imagen de portada: Alma Ríos.