La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A. (ETECSA) es el monopolio que controla en Cuba las conexiones por datos móviles y wifi, las llamadas y mensajería de texto y voz, el cable de fibra óptica y todo lo que exista de telecomunicaciones hasta que su concesión expire, sin una fecha clara. Esta es su historia y su importancia en el país caribeño.
Texto: Darcy Borrero Batista y Alberto C. Toppin [**]
No sabe que trabaja para la única empresa de telefonía en Cuba. O quizá sí. En la práctica lo hace, aunque no para efectos legales. No hay contrato de por medio y nadie en la empresa sabe sobre esta joven de 25 años que llamaremos Sofía[*].
Ella no está totalmente consciente de su función laboral en el entramado de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A. (ETECSA), el monopolio que controla en el país las conexiones por datos móviles y wifi, las llamadas y mensajería de texto y voz, el cable de fibra óptica y todo lo que exista de telecomunicaciones hasta que su concesión expire. Quizá Sofía envejezca antes de que eso ocurra. Mientras tanto, dos semanas al mes, aprovecha la omnipresencia de esta empresa y recarga el servicio de telefonía celular a los usuarios que la buscan. Así da y obtiene premio: les incrementa el saldo a los usuarios y paga la renta de su apartamento en Diez de Octubre, un municipio de La Habana.
No sabe mucho más de las lógicas de la compañía. Tampoco tiene certeza de a dónde va a parar el dinero que recaudan ella y cientos de personas en su situación. Aún cree que ETECSA es completamente de los militares cubanos, de ese asesino que paga todos los muertos de la falta de transparencia informativa: el Grupo de Administración Empresarial (Gaesa). No logra asociarla con el dinero que brindan varias personas o compañías, a manera de capital social, para crear una empresa. Tampoco la relaciona con esa división imaginaria —llamada acción— que busca determinar cuánto obtendrá de las ganancias cada socio. Para ella, las acciones de una empresa, más o menos sus células para decirlo en lenguaje biológico, son cosa de economía privatizada. “Pero, hasta dónde sé, ETECSA no es privada”, dice.
a muchacha sabe poco más de lo que la mayoría en Cuba, un país donde nadie suele ser accionista ni manejar ese término que, si se escucha, es en las telenovelas brasileñas, nunca en ambientes cotidianos. Lo mismo Sofía que cualquier otra cubana o cubano al margen del poder, ignora lo ocurrido, a puertas cerradas, el lunes 10 de junio de 2013 en el apartamento 41 de un edificio en la calle 114, entre 5ta A y 5ta B, Miramar. Cuarenta y ocho horas previas al anuncio de la oferta de recarga móvil desde el exterior, la promoción comercial más jugosa de la historia de ETECSA, cuatro personas decidían el destino de un grupo de acciones de empresas radicadas en Cuba.
La escena era la siguiente: José Enrique Pérez Hernández, Gretell Jiménez Alonso, Orlando Diéguez Pelier y Eradis González de la Peña formalizaban la cesión gratuita de 100 acciones por un valor de 100.000 dólares. De esta perturbadora cascada de nombres, quedémonos por el momento con los de Orlando y Eradis, quienes en representación de la entidad financiera no bancaria RAFINSA y de Almacenes Universales SA, respectivamente, recibían los dividendos de la panameña Universal Trade & Management Corporation (UTISA) en las empresas “Proveedora de Informática y Telecomunicaciones” y “Servicios de Informática y Telecomunicaciones”.
Desde su creación en 1997, RAFIN SA hace lo que cualquier entidad financiera no bancaria: adquirir fondos de forma directa o indirecta, y prestarlos a sus clientes, ya sea para exportar, importar o invertir. Y es bastante rápida dando el dinero. En 2011, la Financiera del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias —el nombre largo de RAFIN SA— desembolsó prácticamente al momento 500 millones de dólares directo a la compañía italiana, dueña, en ese entonces, del 27 % de ETECSA.
Saldada esa deuda que supuestamente nacionalizaba el monopolio telefónico, la reunión en el apartamento 41 advertía lo contrario: la empresa no era cien por ciento cubana si aún UTISA tenía acciones en ella. Aun después de haber cedido sus partes en otras compañías cubanas, a la entidad asentada en Panamá desde el 23 de mayo de 1985 —con capital social también de 100.000 dólares— le quedarían, solo en la empresa telefónica, acciones por un valor de 193.935.550 dólares. Desde 2003 y hasta hoy, esa participación no registra cambios. UTISA es la tercera empresa en cuanto a la distribución accionaria de la compañía telefónica cubana. La segunda es RAFIN SA. Otras tres entidades cubanas corren, en conjunto, con el trozo más pequeño: el Banco Financiero Internacional, Negocios en Telecomunicaciones y el Banco Internacional de Comercio. Entre todos los anteriores suman el 49 %, mientras que TELEFÓNICA ANTILLANA es dueña de las 6.188 acciones de la Serie “A”, más de la mitad de ETECSA.
José Enrique Pérez Hernández y Gretell Jiménez Alonso, los encargados de ceder acciones gratuitamente en el apartamento 41, meses más tarde, en ese mismo lugar, lo que iban a ceder era sus puestos en UTISA: ella a Juan Ranulfo Duarte Álvarez, el nuevo secretario director. Y José Enrique, hasta entonces presidente director, a la ex directora jurídica de Gaesa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias: Ana Teresa Igarza Martínez, 46 años, cubana, también directora de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDEM) y diputada de la Asamblea Nacional por la IX Legislatura.
No encontraremos una escandalosa imagen de ella en su perfil profesional autorizado. Tampoco hará falta verla en una suntuosa playa virgen o en un yate como los que disfrutan los nietos de los generales de la Revolución. Su imagen pública es la de una funcionaria cubana más o menos como todas las demás. En lugar de pasar desapercibida a discreción de los intereses políticos, a esta mujer le han puesto rostro en Ecured, la Wikipedia cubana, donde se le dedica una página exclusiva y se declara sin cortapisas que fue formada como militar y que de ahí ha derivado a cargos del ámbito civil. La funcionaria, a diferencia de otros, exhibe un perfil alternativo discreto en la red social Facebook, donde comparte, además de la propaganda del socialismo insular, imágenes felices de sus dos hijas, su perra Reina o paisajes de mogotes cubanos. Algunas fotos la muestran en espacios foráneos, frente una sede de la empresa latinoamericana de telecomunicaciones Claro o en alguna cena con sus colegas. Nada que publique la prensa oficial. Ana Teresa, una mujer robusta, a veces descansa sobre tacones. Elegante sin estridencias. Sus amigos la halagan, dejan mensajes de lo buena persona que es, del ejemplo que significa para sus hijas: un modelo de ciudadana en Revolución. Se omite su actividad paralela como empresaria, aun cuando es la principal firma autorizada de una empresa cubana radicada en Panamá que, desde los prolijos 80, cuando Cuba construía el comunismo, operaba como respaldo financiero de lo que más tarde sería consolidado como ETECSA.
Igarza forma parte de la Junta Directiva de UTISA, empresa asentada en Panamá bajo la Ley 32 de 1927 “Sobre Sociedades Anónimas”. En Cuba, un país donde se ha educado a las personas en el concepto de propiedad socialista de todo el pueblo y la palabra accionista fue desterrada del vocabulario por considerarse rezago burgués, lo que nadie dirá es que Igarza, como firma autorizada de la compañía offshore, es decir, fuera de los límites del territorio cubano, está facultada para operar sus cuentas. La Igarza que desde el 31 de octubre de 2013 maneja el dinero de UTISA, a su vez accionista de ETECSA, es el reverso de la Ana que postea el orgullo filial como una madre obrera más, amorosa, animalista. Junto a la firma de Igarza figuran las de Juan Ranulfo y Reinier Franklin Betancourt Bordama. Y no solo. Orlando Diéguez Pelier, el receptor de 99 de las 100 acciones regaladas por UTISA en junio de ese año, también estaría facultado para manejar las finanzas de la entidad panameña, sin que esté claro si para ello dejó su silla de presidente ejecutivo de RAFIN SA.
Cada una de las firmas podría haberse autorizado, quizá, con una llamada desde el móvil empresarial de Igarza. Los reunidos se habrían librado de la formalidad de verse las caras si la empresa hubiera tomado al pie de la letra el Decreto Ley No. 5 y el Decreto Ejecutivo No. 296 de 1997 en Panamá, que permiten “realizar reuniones de directores o de accionistas vía fax, teléfono, internet (e-mail) o cualesquier otro medio electrónico”.
Para esa fecha, finales de 2013, ETECSA proponía diferentes planes pospago de mensajería y voz exclusivamente a clientes de instituciones estatales y otras entidades con personalidad jurídica. O sea, la llamada no saldría del bolsillo de Ana Teresa, sino de las empresas que dirigía la funcionaria Igarza.
Una empresa, dos tipos de clientes y de monedas
Según las tarifas de ETECSA, las instituciones pagaban el servicio en peso cubano convertible (CUC); así ha sido hasta hoy. Sin embargo, Mayra Arevich, la actual presidenta del monopolio de las telecomunicaciones en Cuba —el país donde un SMS puede costar lo mismo que una entrada al cine y más que un pan— dijo en 2018 que para poder comprar infraestructura de comunicaciones hay que pagar en dólares.
Cinco años antes, el 8 de febrero de 2013, ETECSA anunciaba que, desde el 12 del propio mes y hasta el 15 de junio, estaría vigente la nueva promoción “Duplica tu recarga desde el exterior” para los usuarios de la telefonía móvil prepago.
“Los clientes que en este período reciban desde el exterior o vía Internet una recarga de saldo en su celular equivalente en Cuba a los valores comprendidos entre 20.00 y 50.00 CUC, se les duplicará el importe recibido, según informa el sitio digital de ETECSA”, puntualizaba la nota publicada en la web Cubadebate.
Aunque se establecen valores en CUC, en la práctica las personas que realizan las recargas desde el exterior operan con monedas fuertes. Era, entonces, una estrategia de ETECSA para atraer divisas frescas. Los clientes receptores de las recargas internacionales continuaron sin poder optar a un servicio pospago, reservado para usuarios empresariales con personalidad jurídica. La empresa de telecomunicaciones estableció así una diferenciación entre sus clientes, aunque el servicio era el mismo: tiempo aire o mensajería.
“ETECSA subsidia al Ministerio del Interior (MININT), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Federación de Mujeres Cubanas (FMC), Poder Popular (PP), Partido Comunista de Cuba (PCC), Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organizaciones políticas y de masas, ministerios, cuyos móviles los paga Liborio [personaje del relato popular que alude al pueblo cubano] —explica Estela Barrios[*], exabogada de una de las Unidades Territoriales de la empresa—. La población con las recargas y los planes de datos pagan para que estos descarados tengan celular gratuito o pagado en moneda nacional”, valora.
Al cierre de 2019, la presidenta de ETECSA aseguró en Twitter que seis millones de líneas móviles existían ya en Cuba. No especificó cuántas pertenecían a personas naturales y cuántas a empresas. Solo las prepago son recargables desde el exterior y, por tanto, son las que dinamizan la economía mediante la entrada de divisas. Cuando comenzó la oferta de recarga, las promociones no eran tan frecuentes como en la actualidad, que ocurren dos veces por mes. Además, la empresa de telecomunicaciones solo listaba seis sitios webs para realizar las transacciones de recargas.
Varias de ellas han cambiado sus nombres. Intopup, por ejemplo, ahora aparece en Google como CSQ World, empresa domiciliada en Barcelona, España, cuyo director internacional es Charles Jaunie. Una llamada telefónica a Charles, vía WhatsApp, confirmó que CSQ es un grupo al que se incorporó la empresa suiza Vox Telecom, comprada en 2016; de ahí que se cambió el primer nombre.
El empresario precisó que, aun cuando operan en varios países, Cuba es un destino fuerte que mueve varios millones de euros al mes por concepto de recargas internacionales. “La cifra exacta es confidencial —dijo y aventuró una hipótesis sobre el destino de las ganancias por esas recargas—: los ingresos que llegan a Cuba mediante telecomunicaciones se emplean para financiar otras cosas; los precios son bastante altos para obtener ingresos de residentes en el exterior que de otra manera no entrarían por el bloqueo y la limitación impuesta a las remesas”.
Desde octubre de 2019 entraron en vigor nuevas regulaciones del Departamento del Tesoro de EE.UU. que limitan el envío de remesas a Cuba a mil dólares por persona cada tres meses, en tanto el primer trimestre de 2020 marcó el fin de los envíos por Western Union a la isla, salvo desde Estados Unidos. Solo en 2017, el Departamento de Estado estimó las remesas estadounidenses en 3.500.000 de dólares.
Fuente: Copia del sitio web de ETECSA archivada por Wayback Machine.
La excusa del “Ser querido” que recauda millones
Según Charles Jaunie, CSQ World actualmente tiene a cubanos contratados tanto en España como en Estados Unidos y República Dominicana para realizar estas operaciones. Son cubanos que de manera indirecta también han hecho crecer las cuentas de ETECSA a partir del golpe maestro que esta diera entre el 12 y el 15 de febrero de 2013, la fecha real de inicio de las recargas. Los clientes internacionales tendrían desde dos días antes y hasta un día después de la celebración de San Valentín para recargar a sus “seres queridos” en Cuba.
De las webs de recargas que recomienda ETECSA, algunas no se cohíben de especificar que estas promociones están pensadas para los “seres queridos”, ya sea en Cuba o en otros países emergentes. Estadísticas aseguran que uno de cada tres cubanos tiene un familiar en el exterior, por no mencionar amigos o conocidos.
Por ejemplo, Ezetop, domiciliada en Irlanda y ahora recomendada por ETECSA como Ding y Recargas a Cuba “permite a las personas que están viviendo en el extranjero recargar el saldo de los teléfonos móviles de prepago de sus familiares y amigos en Cuba de manera instantánea”.
Global Digital Services Dominicana (Globaldsd), con domicilio web en República Dominicana, asiento legal en Panamá y 10.000 dólares de capital social, promueve: “La Rapidez, Seguridad y Variedad de nuestros servicios le permiten demostrar a sus familiares y amigos de la bella Isla de Cuba, el valor y la importancia que tienen para usted”.
Es importante —puntualizaba ETECSA— aclarar a los amigos y familiares en el exterior que: “El importe a depositar debe ser el equivalente en CUC a los valores que fueron aprobados para la promoción, teniendo en cuenta que como mínimo para que se duplique el crédito deben comprar una recarga para 20.00 CUC”.
Las webs oficiales que aconseja ETECSA en 2020 están domiciliadas en países diferentes. Esto habla de la trasnacionalidad de los ingresos, que por este concepto han sido ascendentes debido tanto al incremento del número de líneas como a la frecuencia de las promociones de recargas y la variedad de sitios para realizarlas.
A Luilver Garcés, joven matemático cubano, sin embargo, no le interesa tanto esa trasnacionalidad como a cuánto ascienden los ingresos por concepto de recargas en sí mismos. Mediante el análisis numérico de los mensajes de comprobación de recarga enviados por la empresa a sus usuarios nacionales, Luilver encontró una consecutividad en los dígitos. Al restar dos de estos códigos (el primero del 9 de mayo de 2019 y el segundo del 27), obtuvo 944.488 recargas (transacciones); luego lo multiplicó por 18 USD (asumió que este fuera el costo mínimo de una recarga desde el exterior) y el resultado sobrepasó los 17 millones de dólares. No obstante, en la cifra no tomó en cuenta que una parte de las recargas podrían haberse realizado desde Cuba mediante la aplicación Transfermóvil, cuyo monto mínimo es de 5 CUC.
Empleando el mismo procedimiento, la revista El Toque realizó un cálculo de recargas entre el 24 de diciembre de 2018 y el 13 de junio de 2019. Para un ingreso mínimo de 61.990.000, se habrían realizado 12.398.000 recargas si estas se hubieran hecho desde Transfermóvil o desde el exterior con solo 5 unidades monetarias en divisa cada una.
Todo esto sería desde las distintas plataformas web desplegadas por el mundo que envían recargas a Cuba. No se trata solo de las seis que oficialmente se recomienda, sino de al menos veinte.
Una de ellas, Fonoma, publicó en 2015 un resumen del comportamiento de las recargas. Entonces enviaban saldo telefónico a Cuba, solo por esta web, usuarios de 4.672 ciudades en 167 países emisores. Estados Unidos, Brasil, España, Italia y Angola encabezaban la lista. Miami es, después de La Habana, la segunda ciudad del mundo con más cubanos (la mayoría de los 1.252.037 radicados en EE.UU.); en Brasil se encontraban los cubanos del programa Más Médicos; España acoge a 141.222, según datos del 2019 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reflejados en el mapa interactivo de la migración global, en tanto en Italia se concentraban 34.057. Angola sobresale por la cercanía iniciada con la guerra debido al apoyo de tropas cubanas, además de las misiones médicas.
En cualquier esquina de barrio es posible encontrar carteles que anuncian “recargas a móviles cubanos desde el exterior”, pero se hacen desde Cuba. Foto: anónimo, cortesía de una entrevistada.
Recargas a Cuba, desde Cuba
La propia Cuba ocupaba el número 13 en la lista realizada por Fonoma. Desde la isla recargaban personas que antes se encontraban fuera del país o tenían acceso a tarjetas de crédito. En cuanto al monto de recarga, sobresalían las de 40 CUC porque el período analizado coincide con la promoción de recarga doble de Cubacel, o sea, unos 20 dólares o euros. No es raro encontrar en las calles de Cuba, desde esos años, carteles que anuncian recargas en fechas de promoción, pagando en CUC a privados. Sofía, la joven “recargadora” del municipio habanero Diez de Octubre, es una de esos privados. Para ella, iniciarse en el negocio de las recargas fue parte de una necesidad. Había acabado sus estudios universitarios, debía pagar la renta y quien era su novio por aquel entonces estaba dentro del sistema, y no de cualquier manera. El muchacho conocía al proveedor asentado en Estados Unidos, así que ambos, Sofía y su novio, tenían un pequeño margen para vender más cara la recarga.
“Capté muchos clientes de aquí de La Habana, que todavía, cada vez que va a empezar una promoción, te preguntan: ¿En qué precio te la dejaron? —dice Sofía desde una esquina del Vedado habanero—. Pero estos clientes tienen más de 100 clientes, más de 200. Por ejemplo, mi exnovio ponía por promoción, en aquel momento, 1.500 recargas”. Y agrega algo más: el proveedor en Estados Unidos podría tener, dispersas por toda Cuba, hasta 20 personas más como su ex, pero nunca revelaba el precio al que adquiría la recarga.
“En la posición que tenía mi exnovio, la cogía a 18,65 dólares, algo así. Pero él se la daba más cara a sus clientes, en 19,50 dólares. Lo más barata que yo la pude coger fue en 19 en un momento determinado. Después subió inmediatamente a 19,50, 20, 20,50”, recuerda.
Mil quinientas recargas a 19,50 dólares resultan 29.250 dólares para ETECSA en una promoción. De comportarse así siempre, serían 58.500 dólares en el mes y 702.000 dólares en el año. Eso, solamente con el ex de Sofía. “Se hacen millones”, opina la joven.
Difícil saber cuántas Sofías ha tenido Cuba entre 2013 y 2020. Las recargas desde el interior se hicieron frecuentes, pese a que el reglamento de los Agentes de Telecomunicaciones impide ofrecer estas opciones promocionales desde el exterior. Si al principio, para los clientes finales, estas oscilaban entre los 21 y 23 dólares —tarifa a la cual los usuarios estaban habituados—, desde hace unos meses no se comporta igual.
“Cuando el dólar sube, indiscutiblemente afecta la recarga —dice Sofía refiriéndose al mercado negro de divisas—. Ahora mismo lleva como dos meses en 24, 25, hasta 26 CUC en algunas provincias. En el caso de La Habana, siempre es un poco más bajo. Por ejemplo, en Pinar del Río es más difícil conseguir el dólar. Aquí hay una mayor circulación en la calle, se consigue más fácil en el aeropuerto, en determinados lugares”.
En algunos casos no son las empresas las que contactan directamente a los recargadores en la isla, sino que se valen de un intermediario en un país extranjero. Susana [*], una cubana radicada en Cataluña hace más de tres años, desempeña ese rol.
“Las recargas se hacen a través de unas páginas que tienen montadas las empresas mayoristas: Rebtel, DimeCuba, Casi en Cuba, Cuballama… —explica a través de WhatsApp—. Tú entras a esas páginas con un usuario y una contraseña, y haces la recarga. Pones el número y 20 CUC y das recargar. Muchas veces debes pagar a la empresa prepago de aquí o hacerlo pospago”.
Terminada la promoción, los recargadores compran divisas con los CUC recaudados y se las hacen llegar a los intermediarios en el exterior. Luego, “vas a la empresa y liquidas, según lo recargado. No sé cuánto hace cada vendedor, yo soy una ínfima parte, pero estaría hablando de millones en cada promoción”, dice la también economista.
“Simplemente tengo en esa empresa una cuenta abierta que no es mía. La persona que está en Cuba se encarga de los clientes. Tengo una o dos personas haciendo recargas conmigo. Lo he limitado mucho por la moneda. No fluye tan rápido el cambio a euros para poder pagar el dinero aquí, por lo tanto, la liquidez disminuye”, confiesa.
“Estamos hablando de entre 5.000 y 10.000 dólares cada vez que se hacen recargas. Yo trato de dejarlo en 5.000 porque 10.000… Lo he hecho a veces, pero es muy engorroso a la hora de cambiar, y se me arma un stock de dinero importante”, agrega.
Susana recuerda que antes se daba el dinero en CUC a personas que trabajaban directamente en Cuba para estas empresas en el exterior. “Como se ha desaparecido la divisa, ya no aceptan el CUC allá, hay que pagarlo aquí en euros. Hay que estar todo el tiempo cambiando”.
Lo que desconoce es cómo la empresa hace el pago a ETECSA. “No tengo idea si es legal y lo hacen directamente o a través de un intermediario. Muchas tienen acuerdo directo; otras no”.
Ding ejemplifica la relación entre las empresas recomendadas oficialmente por ETECSA y el resto. Solo se necesita llenar un formulario para convertirse en distribuidor socio de este grupo irlandés que dice saberlo todo sobre las recargas porque “nosotros las creamos”. “No hay forma más fácil para tus clientes para enviar recargas – o para ti venderlas”, indica.
Más allá de la legalidad de las recargas y de las relaciones entre empresas, una persona que resida en Cuba y no tenga contactos en el exterior y disposición de recargarle, necesita, para poner una recarga con bonificación a su móvil, de intermediarios como Susana, los que trabajan con ella desde la isla, o con recargadores “independientes” como Sofía. Una vez desembolsados los 24 o 25 CUC que cuesta actualmente la recarga, esta persona tendría un saldo principal de 20 CUC transferibles con los que podría cubrir todos los servicios móviles prepago que ofrece ETECSA: acceso a internet desde el celular, con tarifas entre 1 y 20 CUC por entre 150 megas y 2,5 gigabytes; llamadas telefónicas entre 10 y 35 centavos el minuto las nacionales y hasta 1,20 CUC las internacionales; y SMS por un costo de 0,09 CUC los nacionales y 0,60 los enviados al exterior. Con la bonificación, intransferible a otros usuarios, solo podrá realizar llamadas y enviar mensajes con las mismas tarifas del saldo fijo.
Pero esto el usuario lo puede hacer ahora, en 2020, después de la llegada en 2018 de los servicios de datos móviles de 3G y 4G. En realidad, desde aquel día de 2013 en que comenzó la oferta de recargas con duplicación de saldo, lo que podía hacer el usuario era llamar y enviar mensajes. No se le permitía, en cambio, transferir su saldo a terceros. Fue dos años más tarde, el 29 de junio de 2015, cuando recibió la noticia de que sería posible compartir su dinero telefónico con otros “seres queridos”. Pero al mes siguiente, no contenta con las transferencias de crédito entre clientes prepago —que dio lugar a ventas informales sin ganancias para la empresa—, ETECSA las limitó al saldo fijo. La bonificación, intransferible, debía usarla cada cliente en un plazo máximo de tres semanas. Ante los altos precios en relación con el salario mínimo (alrededor de 16 dólares) y frente a los límites de los servicios, una campaña encabezada por el usuario Real G4 Life, seguido por la periodista independiente Luz Escobar y el tuitero Camilo Condis, destacó el 29 de mayo de 2019 la etiqueta #BajenLosPreciosDeInternet. No especificaba si el pedido hacía referencia a la conexión por datos móviles, desde puntos de acceso wifi o salas de navegación, o a las tres variantes.
Como parte de la estrategia gubernamental de diluir etiquetas orgánicas promovidas por la ciudadanía mediante la saturación de otras desde cuentas operadas por funcionarios, Mayra Arevich respondió con las etiquetas #CubaInformatiza #CubaAvanza: “#Cuba #ETECSA asegura el acceso a Internet de millones de cubanos, los que casi en su totalidad tienen su perfil en alguna red social. Trabajamos por mejorar cada día más la experiencia de los usuarios”.
Mediante el hashtag #CubaInformatiza se posicionaron en la red social informaciones sobre los “logros” de la empresa relacionados con la ampliación tecnológica y la infraestructura, así como con las cifras de usuarios conectados, sin mencionar la sistematicidad de esas conexiones ni su costo.
Tres años antes, Arevich sí hablaba de números: “Dependemos del desarrollo de la infraestructura y de las condiciones de mercado para ir bajando paulatinamente tarifas, como lo hicimos este año, cuando bajamos de 4,50 a 2 CUC la hora de navegación y aumentamos el ciclo de vida de las cuentas permanentes Nauta de 30 a 360 días. También comenzó a partir de agosto último el agente de telecomunicaciones, comercializando bonos de recarga para esta cuenta, y también empezó la recarga internacional de la misma”.
En su mensaje a los clientes por el Año Nuevo (2016), la funcionaria, hasta ese momento con cuatro años y medio en la silla presidencial de ETECSA, exponía además la importancia de que “continuemos con nuestros servicios exportables” —algunas recargas internacionales, con los servicios de voz internacional y el roaming—, que garantizan las finanzas necesarias para comprar el equipamiento que permite el desarrollo de la infraestructura.
Fuente: Gaceta Oficial de la República de Cuba.
ETECSA, ¿qué haces con tus ingresos?
La presidenta de esta impopular compañía reconoció percibir que la población es bastante crítica con ETECSA, “pero siempre vemos esas críticas como un aporte que nos ayuda a seguir avanzando”.
A la población nadie le explica cómo funciona la única empresa de telecomunicaciones con la que puede satisfacer, en territorio cubano, sus necesidades de estar en contacto con sus seres queridos u otros. Nadie le dice por qué el derecho a la comunicación debe pagarlo a tan altos precios. Nadie le propone la hipótesis que para Charles Jaunie, el director de CSQ, es una verdad como un templo: “El envío de recargas permite compensar para financiar otras áreas. Creo que ETECSA no se va a pronunciar al respecto”.
Pero en este primer trimestre del año, cuando a los cubanos se les alarga la espera por las explicaciones y creen que han visto todo lo que verían, el ministro de Comunicaciones sale en pantalla, siete de la noche, para decir, voilá, lo que nadie en el mundo, salvo un ministro cubano, querría decir: “No podemos bajar los precios [de los servicios móviles] porque todo el mundo empezaría a llamar y colapsaría la red”. En ese mismo contexto dijo que parte de los ingresos de ETECSA se distribuyen hacia otros sectores de la economía, pero no tuvo tiempo de mencionarlos. El periodista que lo entrevistaba completó la oración: productos de alta demanda en la infancia, como leche y huevos.
En enero de 2016 la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos publicó una relatoría de la visita a Cuba de su entonces presidente, Tom Wheeler, en la que calificó a la nación caribeña como “uno de los países menos conectados digitalmente en nuestro hemisferio. Hablan sobre la actualización a DSL y 3G inalámbrico. Les instamos a que saltaran tales transiciones lineales y se expandieran a servicios de vanguardia”. Prometió —añade la nota— el apoyo de la organización y de las compañías estadounidenses para lograrlo, si bien “no está claro cuán ansioso está abierto el gobierno cubano de abrir capacidades de red ampliada”.
Lo cierto es que 2013 parecía el año irreversible para el desarrollo de las telecomunicaciones en Cuba: después de un largo viaje bajo los intestinos del mar Caribe, el sistema de cable submarino Alba-1 había llegado. Se puso en funcionamiento con el propósito de mejorar la calidad e incrementar las comunicaciones de Cuba con el mundo. El 4 de junio comenzó a “llegar” internet a los cubanos desde puntos de acceso colectivo.
Las recargas internacionales empezaron ese año, cuando las acciones de UTISA —la compañía panameña dueña del 11 % de ETECSA— en dos empresas cubanas de telecomunicaciones fueron cedidas a RAFIN SA y Almacenes Universales.
Sin embargo, ese año no marcaría el inicio de las relaciones de RAFIN SA con el resto de los accionistas de la única empresa telefónica en Cuba. En 2011 —cuando Leonardo Cruz Valero, presidente de Logística y Negociación de ETECSA, se quedó en Panamá, otros cinco funcionarios fueron procesados por corrupción, y el ministro de Informática y Comunicaciones, Ramiro Valdés, fue relevado en su cargo—, RAFIN SA compró las acciones de Telecom Italia International en ETECSA por 706 millones de dólares, 500 millones desembolsados de inmediato y en efectivo, según Reuters. El resto se abonaría en 36 pagos mensuales. Fueron las mismas acciones que involucraron a seis empresas de tres países en un litigio en las cortes de una cuarta nación.
Tras un arbitraje comercial internacional en Ottawa, 1999, el Tribunal Supremo de Ontario falló a favor de un conglomerado de empresas mexicanas —DOMOS, CINCO, COTISA y CITEL— controladas por Javier Garza Calderón, que demandaba a STET, una empresa italiana y su filial neerlandesa, posteriormente renombrada como Telecom Italia. Para entender el juicio hay que remitirse a litigios previos entre las partes debido a sus intereses en la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. En la relatoría se destaca que CITEL había comprado el 49 % las acciones de ETECSA (que eran titularidad de UTISA desde 1994) y, a su vez, STET había adquirido de CITEL, indirectamente, el 12,25 % en la empresa cubana; pero al no cumplirse las condiciones de la compraventa entre esta última y la mexicana, la transferencia fue revocada por un tribunal cubano. De modo que STET terminó por adquirir de UTISA, mediante acuerdos entre el 19 de abril de 1996 y febrero de 1997, el 29,29 % de la participación en ETECSA. Ya en ese documento se presentaba a UTISA y a ETECSA como empresas controladas por el gobierno cubano, aunque no sería sino hasta 2011 que este último permitiera a sus plataformas mediáticas llamar las cosas por su nombre: “UTISA es una empresa cubana con sede en Panamá, bajo el control del Ministerio de Comunicaciones de Cuba, y Negocios en Telecomunicaciones representa al país en la empresa Gran Nacional de Telecomunicaciones del ALBA (Albatel), que también integran compañías de Venezuela y Bolivia”, publicó el diario cubano Juventud Rebelde.
Para acentuar los sobresaltos, BBC filtró dos años más tarde que un accionista de ETECSA, el Banco Financiero Internacional, es una entre varias compañías que operan bajo el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de acuerdo con un informe de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en La Habana sobre la estructura empresarial cubana.
En The Politics of Internet Third World Development Bert Hoffman escribe que, de acuerdo con datos oficiales referenciados en 2001, “los ingresos duros del Mincom —presumiblemente un resultado de envergadura proveniente de las ganancias de ETECSA por concepto de llamadas internacionales— tenían un valor de 500 millones de dólares anualmente (…). En la práctica, ETECSA parece conducir su negocio como una entidad legal separada del capital del gobierno cubano. A diferencia de las entidades que controla totalmente el gobierno cubano, ETECSA no hace contribuciones (aportes) al gobierno. Los únicos pagos directos de ETECSA al gobierno cubano son impuestos. ETECSA paga al gobierno por servicios prestados, tal como hacen otros clientes. ETECSA opera en otros países por su cuenta, no a través de las misiones diplomáticas. Los directivos de ETECSA actúan para los accionistas, los cuales reciben dividendos porcentuales. Miembros del staff ejecutivo no ocupan posiciones con el gobierno cubano”.
La independencia de ETECSA sigue siendo un pendiente en la transparencia empresarial cubana. Cuando se creó, el 17 de agosto de 1994, el modelo de negocios se sustentaba en los servicios de voz y en su primera etapa se dedicó a detener el deterioro de la telefonía en el país, para lo cual se le otorgó una concesión administrativa por 25 años para la prestación de servicios públicos de telecomunicaciones en todo el territorio nacional. Pero no incluía la telefonía móvil.
En ese agosto se despenalizó el dólar estadounidense y a ETECSA se le encomendó la misión de modernizar y ampliar todos los sistemas y servicios de telecomunicaciones. Dos años después, Cuba se conectaba a internet a través de la compañía Sprint Corp por un canal satelital con una conexión paupérrima. Faltaban dos décadas para que la conectividad dejara de ser risible en cuanto a velocidades y sistematicidad, aunque desde inicios de los 2000 una empresa ofertaba ya el acceso a la red de redes de manera conmutada y para clientes exclusivos: Cubacel.
Que la telefonía móvil no estuviera incluida en la concesión realizada a ETECSA se debía, precisamente, a esta empresa cubanomexicana. Nacida en 1991 por iniciativa del empresario mexicano Luis Miguel Niño de Rivera, Cubacel inicialmente estaba conformada por Telecomunicaciones Internacionales SA (TIMSA) y la empresa cubana de telecomunicaciones EMTEL-CUBA. Según el diario mexicano Proceso, la concesión estaría vigente unos 20 años, aunque la estructura de la empresa no demoró tanto en cambiar. En 1998, la canadiense Sherritt International Company compró el 37,5 % de la compañía mixta a TIMSA por un valor de 38.250.000 dólares.
“Es parte de una estrategia de inversión en los sectores fundamentales de la economía cubana —afirmó Patrice Merrin Best, vicepresidente de la Oficina Corporativa de Sherritt en una entrevista con Proceso—. Las telecomunicaciones son clave para una economía que, estamos seguros, va a crecer en el futuro. Es también un negocio prácticamente virgen con mucho potencial y, además, estratégico en el desarrollo de cualquier país”. Sobre la ley Helms Burton, que trae consecuencias legales severas a los negocios con propiedades confiscadas por el gobierno interventor cubano de los 60, Best expresó que la compra de la compañía no debería tener implicaciones. “La telefonía celular es un negocio muy joven y no hay por tanto bienes que puedan ser reclamados por antiguos propietarios norteamericanos”.
Solo un año después, los ingresos de Cubacel estarían cerca de los 20 millones de dólares, fundamentalmente por los altos precios: apenas 5.100 suscriptores regulares pagaban cada mes 93,36 dólares como promedio. A esto se le sumaba además los servicios de roaming (que en 2002 soportaba hasta 800 usuarios) y los 19,1 millones en ventas de teléfonos y accesorios de las marcas Nokia, Ericsson y Motorola.
En 2003, el gobierno cubano controlaba toda Cubacel. En septiembre, Sherritt y TIMSA vendieron las acciones a Telefónica Antillana —la misma entidad comercial cubana que dominaba el 51 % de ETECSA— y, apenas tres meses después, el Consejo de Ministros, mediante el acuerdo publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria número 21 de 2003, decretó la fusión de la dos compañías de telefonía móvil operantes en la isla en ese entonces (Cubacel y C_COM, esta última conformada en 2001) con la empresa creada en 1994.
De la ETECSA reestructurada en 2003 se sabe que aumentó su capital social a la suma de 1.749.313.080 dólares, pero no aparece en la publicación oficial del Ministerio de Justicia la cantidad de acciones que representaban a la empresa en 1994, ni su valor. Sin embargo, en el documento sí se consigna la distribución porcentual de los dividendos entre los accionistas de ETECSA: como accionista único de la serie A, Telefónica Antillana transfirió “a los accionistas de la serie B el 10 % de sus dividendos en moneda libremente convertible declarados por ETECSA en proporción a las respectivas cuotas sobre el total de la participación detentada por cada uno de ellos en el capital social de la ETECSA”. Del otro lado, cada accionista de la serie B entregó a Telefónica Antillana “el 100 % de los dividendos en moneda nacional no convertible que perciba”, siempre que el peso cubano no fuera moneda libremente convertible.
En la misma Gaceta, el Consejo de Ministros emitió un Decreto que promulgó una concesión vigente hasta el 31 de diciembre de 2023, prorrogable por dos términos iguales y sucesivos de 15 años, y que podría ser revertido al dominio del Estado. De esta manera, se cedían los derechos para la explotación de los servicios públicos de telecomunicaciones, algunos con carácter exclusivo durante 15 años, entre ellos la telefonía básica y el servicio celular de telecomunicaciones de segunda generación. No obstante, el mismo decreto anunciaba que la empresa tendría derecho a la exclusividad sobre los servicios que fueran considerados una evolución tecnológica, como la telefonía de tercera y cuarta generación.
La concesión del servicio móvil celular para las comunicaciones móviles terrestres de tercera generación se le otorgó a ETECSA mediante el Decreto 296 del 25 de abril de 2012. Un año más tarde, una nueva concesión intentó unificar lo regulado desde 2003 y extendió los derechos de explotación del servicio de telecomunicaciones hasta el 31 de diciembre de 2036. Por primera vez aparece, de manera explícita, que la empresa debe abonar cada año parte de sus utilidades netas al Estado cubano. En este caso, el 5 %, pero no en los dólares que se dice son empleados al comprar leche y huevos, sino en pesos cubanos. Hasta 2023.
Si no cambia su modelo de funcionamiento, los años antes de que caduque la exclusividad reservada a ETECSA propiciarán la proliferación de trabajadores ilegales como Sofía y funcionarios disfrazados de empresarios como Igarza. Entre ambas se abre un cisma no solo generacional o de clase. La más joven de las dos, al tiempo que satisface las necesidades de sus clientes, se instala al margen de la ley que sirve a la otra para sostenerse en su silla de dirigente modelo. A Sofía la veremos con ropas deportivas, lo más cómoda posible, en las sombras. Igarza, a la vista de los cubanos, exhibirá fotos en sus redes sociales: hacer lobby envuelta en atuendos chinos, compartir espacios con otros funcionarios o posar en tacones delante de un edificio de la compañía telefónica Claro es parte de su trabajo.
La ciudadanía cubana, dependiente de ETECSA como único operador, paga el salario de Igarza.
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[*] Se han cambiado algunos nombres a petición de las fuentes y por motivos de seguridad.
[**] Darcy Borrero Batista. Periodista por cuenta propia con fugas frecuentes hacia la poesía. Autora de dos libros: Mestiza (CAAW, Estados Unidos) y Eduardo Heras: los pasos, el fuego, la vida (Letras Cubanas, 2018). Egresada de la Universidad de La Habana y del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Premiada por la Unión Europea, realizó un viaje de estudios a la sede de la organización en Bruselas, 2019. Premiada en poesía por la St. Petersburg Review, y seleccionada por Cosecha Roja para el Laboratorio de Periodismo Situado 2019-2020. Sus obsesiones periodísticas son: derechos de las minorías (y de las mayorías), corrupción y violencia estatal, Memoria construida a partir de “memorias”. Escribe, luego existe. Tremenda Nota, Diario Las AMÉRICAS, Distintas Latitudes, El Estornudo y El Toque la han publicado. The Blade y The HuffPost lo han replicado. Quiso aprender otro lenguaje e hizo una pasantía en Latina TV, PERÚ.
[**] Alberto C. Toppin. Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2017. Editor web de la revista Juventud Técnica desde 2017 hasta 2019. Ha colaborado con OnCuba, Cachivache Media, El Estornudo, Progreso Semanal y Distintas Latitudes. Actualmente es reportero en YucaByte.
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“Las concesiones infinitas a ETECSA”, forma parte de Periodismo de investigación en Cuba: Nuevas voces, nuevos relatos, 2020, publicación de Espacio Público, organización basada en Chile que desarrolló con un grupo de jóvenes periodistas cubanos un taller en torno al oficio del periodismo investigativo y las distintas técnicas para llevarlo a cabo. Esta publicación recopila los artículos realizados por estos periodistas en el transcurso de dichos talleres.