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A finales de abril, la iniciativa #MiPrimerAcoso permitió conocer testimonios de cientos de mujeres mexicanas sobre sus primeras agresiones sexuales. Al poner una mirada atenta a esas historias, sistematizar y analizar la información, sobresalen dos temas: el primer acoso de las mujeres sucede, en su mayoría, cuando son menores de edad; y muchos de esos acosos podrían tratarse en realidad de abusos sexuales, que tipifican como delito.

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La primera agresión sexual que sufrió Aura Ruiz es similar a la mayoría de las cientos de denuncias que llegaron a través del hashtag #MiPrimer Acoso: ocurrió cuando la víctima tenía entre 6 y 11 años, en la calle y a manos de un hombre desconocido.

Y, como el 99 por ciento de los delitos sexuales perpetrados en México según datos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), la agresión quedó impune.

Aura Ruiz se atrevió a contar su testimonio el 23 de abril, en la víspera de la movilización nacional “#VivasNosQueremos” que tomó lugar en varias ciudades de México. No fue la única. Cientos de mujeres más compartieron sus historias en redes sociales.  

El hashtag fue una iniciativa impulsada por Catalina Ruiz-Navarro y Estefanía Vela, conductoras de (e)stereotipas, un proyecto digital feminista. A través de Twitter y Facebook lanzaron una pregunta, que era también una invitación a que las mujeres compartieran sus testimonios:

¿Cuándo y cómo fue tu primer acoso?

Sólo eso les preguntaron. Y las historias comenzaron a llegar.

En 140 caracteres, cientos de mujeres narraron cómo había sido su primera agresión, quién había sido el acosador, en qué lugar había ocurrido o cómo se habían sentido después de ser agredidas. Según escribió Ruiz-Navarro en una columna en Vice un día después de la marcha, la respuesta a la iniciativa de #MiPrimerAcoso fue “abrumadora”: en cuestión de horas el hashtag se había vuelto tendencia en México y buena parte de América Latina.

Ruiz-Navarro aventuró entonces algunas conclusiones sobre las historias que las mujeres habían compartido, como que el acoso se vivía desde la infancia, que se daba en todos los espacios y que, de tan común, se había normalizado.

Al hacer un análisis más detallado de los testimonios recabados por el hashtag #MiPrimerAcoso se desprenden también otros patrones a los que valdría la pena poner atención.

Por ejemplo, que muchos de los testimonios relatan no acoso, sino abuso sexual, una conducta tipificada como delito en el Código Penal Federal y, aunque con otros nombres, en los códigos penales de las 32 entidades federativas de la República Mexicana. Y que el rango de edad donde se concentran los testimonios del primer acoso va de los 6 a los 11 años, una edad a la que es complicado comprender qué es un acoso y, por ende, se vuelve difícil denunciarlo.

Distintas Latitudes revisó un conjunto de 19 mil 607 tuits emitidos entre el 24 y el 26 de abril, recopilados originalmente por Lo Que Sigue TV. Se descartaron los retuits, los mensajes de bots o usuarios que utilizaron el hashtag pero sin compartir su testimonio, y aquéllos cuya ubicación geográfica estaba fuera de México. Para este ejercicio, también se decidió dejar fuera los testimonios publicados por hombres, para tener un grupo más acotado.

Así, los más de 19 mil tuits se redujeron a mil 100, que fueron analizados para identificar patrones sobre la edad del primer acoso, las agresiones denunciadas, los espacios donde éstas ocurrieron y quienes las cometieron. Si bien este universo de testimonios no permite llegar a resultados concluyentes, sirve como un primer acercamiento estadístico a una problemática social de la que poco se habla en México.

¿Acoso o abuso sexual?

En cuatro de cada 10 historias difundidas con el hashtag #MiPrimerAcoso las conductas descritas no corresponden a acoso, sino a abuso sexual.

El Código Penal Federal define el abuso sexual como un delito que comete “quien ejecute en una persona sin su consentimiento, o la obligue a ejecutar para sí o en otra persona, actos sexuales sin el propósito de llegar a la cópula”, señalando de manera específica “tocamientos o manoseos corporales obscenos”.

De los mil 100 tuits analizados, 40.4 por ciento de las agresiones podrían tipificarse como abusos sexuales, de acuerdo con esta definición. Entre los relatos también circularon conductas de mayor gravedad como pederastia, violación o corrupción de menores.

Pero no corresponde a las víctimas identificar correctamente el delito sino a sus defensores y a las autoridades, dice la abogada especialista en delitos sexuales Melissa Lailson. Si las autoridades no conocen claramente los tipos penales que tienen que investigar, se genera un problema de ineficiencia en la integración del delito, agrega.

La manera en que están dispuestas las leyes puede ser parte del problema. En 16 entidades federativas, así como en el Código Penal Federal, el acoso sexual no está tipificado como delito.

En su Diagnóstico cuantitativo sobre la atención de la violencia sexual en México, publicado en diciembre pasado, la CEAV concluye que no todas las leyes, locales o federales, están armonizadas conforme a los instrumentos internacionales.

Por ejemplo, el Código Penal Federal, para el caso del hostigamiento sexual exige un resultado material, sea un daño o perjuicio, para configurar el delito. Si una mujer es asediada sexualmente de manera reiterada por su jefe, pero no es despedida o no puede probar el daño sufrido, la ley no sanciona el delito.

Sin embargo, como apunta Lailson, la mayoría de los delitos sexuales son de realización oculta y por ello no debería ser la víctima quien debiera probar el delito, sino que la otra parte tendría que demostrar su inocencia, propone la abogada.

Ser violentada antes de saber leer o escribir

A los 3 años las niñas mexicanas cumplen la edad mínima para entrar a preescolar. En esa etapa de su vida varias de ellas sufrieron su primera agresión sexual.

La temprana edad a la que cientos de mujeres sufrieron su primer acoso llamó la atención desde que el hashtag #MiPrimerAcoso se volvió tendencia.

Y es que casi la mitad de los ataques sexuales denunciados con esa etiqueta, el 42.3 por ciento, ocurrió entre los 6 y los 11 años. Esta es una etapa decisiva para consolidar las capacidades físicas e intelectuales, para formar la identidad y la autoestima, dice Unicef.

La edad más mencionada en las historias de la primera agresión sexual fue 8 años. Pero una niña no es capaz de asimilar qué es un acoso o un abuso sexual, de acuerdo con la psicóloga Jessica de la Cruz, quien trabaja en una escuela de la Ciudad de México, atendiendo a alumnos de kinder y primaria.

“Si sus padres han fomentado cierto sentido de privacidad del cuerpo, entonces identifican que eso no está bien, pero lo asimilan tiempo después, cuando resignifican lo que pasó. Quien lo manifiesta como abuso es el adulto”, dice.

Los datos analizados de #MiPrimerAcoso concuerdan con las cifras de la CEAV. La mayor cantidad de víctimas en las averiguaciones previas integradas por delitos sexuales entre 2010 y 2015, tenían 15 años o menos al momento de la agresión, indica el documento. Ese grupo de edad sumó 28 mil 572 víctimas. El siguiente grupo, de 16 a 30 años, sumó 22 mil 985.  

Para muchas mujeres adultas relatar su primera agresión sexual en redes sociales fue un regreso a su infancia, para reconocer que no habían conceptualizado ese hecho como violencia sexual, pero que las inmovilizó y que ni siquiera habían hablado de ello, dice en entrevista con Distintas Latitudes Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

“[El primer acoso] quedó como guardado en su historia y fue negado. Y obviamente al no hablarse y no hacer explícito el tema del acoso sexual, desde pequeñas no se toman previsiones o son muy escasas las medidas preventivas”, agrega.

Aura Ruiz, quien también es coordinadora del programa de Derechos Humanos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, contó en entrevista más detalles sobre su primer acoso. Relató que a los seis años salió a la tienda, un taxista le pidió ayuda y la invitó a acercarse. ¿Quieres ver algo? –le preguntó– ella se asomó al interior del vehículo y vio al sujeto masturbarse. Yo no sabía que eso era malo pero sí sientes que de seguro eso no está padre, se te hace el clásico nudo en la garganta. ¿Es mi culpa? ¿no es mi culpa? ¿qué hago? ¿grito?”. No le dijo a nadie lo que pasó, y no lo había contado hasta abril pasado.

Niños agrediendo niñas

De los tuits en que se narró que el agresor fue un compañero, 81.5 por ciento fueron publicados por mujeres que dijeron ser menores de edad al momento del ataque, lo que permite inferir que el agresor también era menor de edad.

Las agresiones más mencionadas fueron tocamientos, intentos de besar a la fuerza, levantar la falda o bajar la ropa interior.

Justo momentos antes de que la psicóloga Jessica de la Cruz contestara la llamada de Distintas Latitudes ocurrió un hecho similar en la escuela donde trabaja. En el recreo varios niños de entre 7 u 8 años persiguieron a una compañera para obligarla a besar a uno de ellos. La niña se quejó con la maestra y ésta le respondió que no había pasado nada, dice de la Cruz vía telefónica.

Pérez García dice que para analizar este tipo de conductas se debe considerar que entre los niños o los adolescentes de la misma edad hay procesos de construcción de identidad que pueden incluir juegos sexuales o tocamientos, sin que sean agresiones.

Sin embargo, acota que en el ámbito escolar el acoso también ha ido tomando connotaciones sexuales. El diagnóstico de la CEAV señala que los niños y adolescentes son uno de los grupos más vulnerables a distintos tipos de acoso dentro las escuelas.

El director ejecutivo de la Redim señala que si bien la reproducción de la violencia sexual entre menores de edad es peligrosa, la solución no es establecer medidas punitivas (excepto en los casos de estupro, relación sexual entre un menor y un adulto que consigue el consentimiento del primero) sino desarrollar acciones preventivas.

Un aspecto a tomar en cuenta, agrega, es que los niños agresores pueden estar siendo a la vez víctimas de violencia sexual y la reproducen con otras personas como una forma de llamar la atención.

“Habría que ver mucho más en la forma en que estamos educando a los niños y qué estrategias estás haciendo como escuela, como padre, como comunidad, para poder fomentar el respeto al otro”, dice por separado la psicóloga Jessica de la Cruz.

#MiPrimerAcosador fue un desconocido

La mayoría de las historias de #MiPrimerAcoso refirieron que el agresor fue un desconocido. Esto puede deberse a que una alta proporción de las agresiones se cometieron en la calle o en espacios públicos.

Los tocamientos fueron las agresiones más comunes (37 por ciento), seguidos de masturbaciones, insinuaciones y exhibición de los genitales.

En prácticamente todos los testimonios el primer agresor fue un hombre. De los mil 100 casos analizados, sólo siete mujeres refirieron haber sido agredidas sexualmente, por primera vez, por otra mujer. En dos de esos casos, las agresoras eran desconocidas.

Esto coincide con el diagnóstico de la CEAV, que refiere que el 90.5 por ciento de los agresores sexuales son varones. El dato proviene de expedientes judiciales sobre violencia sexual de sólo 13 entidades, según aclara la propia institución.

Cuando se trata de niñas y niños que son agredidos sexualmente, la CEAV señala que el responsable suele ser un familiar o una persona cercana o que ejerce alguna autoridad.  Mientras que en el caso de mujeres adultas quienes las agreden sexualmente son, generalmente, sus parejas.

Los testimonios de #MiPrimerAcoso muestran claramente que, mientras menor es la edad de la víctima, hay más casos donde el agresor es un familiar o una persona conocida con relación no sanguínea (compañero, jefe). Los familiares más mencionados fueron primos y tíos.

Espacios públicos, propicios para la agresión y la impunidad

Las historias recopiladas también muestran que el primer acoso suele ocurrir en el espacio público: 43 por ciento de las mujeres dijo que su primera agresión sexual fue en la calle.

El director ejecutivo de la Redim dice que hay dos factores, relacionados entre sí, para explicar las agresiones a niñas en el espacio público: la condición de desprotección que significa transitar por el espacio público y la cultura machista que considera los cuerpos de las mujeres como propiedad y asunto público.

Estos factores han contribuido a normalizar conductas de acoso callejero, como los piropos, dice Pérez García. Sin embargo, agrega, en esa normalización se han pasado por alto conductas que no son acosos sino abusos sexuales, como los tocamientos lascivos, que el agresor muestre su pene o se masturbe en público.

Entre los casos ocurridos en la calle destacan aquellos en los que el agresor se encontraba a bordo de un vehículo (bicicleta, motocicleta o automóvil) y éste le sirvió para movilizarse inmediatamente después de la agresión o para disimularla.

Así, hubo mujeres que compartieron historias de ciclistas o motociclistas que tocaron sus glúteos o metieron su mano bajos sus faldas al pasar junto a ellas en la calle, o de automovilistas que se masturbaban mientras pedían indicaciones, desde sus vehículos, a niñas y adolescentes.

El segundo lugar donde más mujeres denunciaron haber sufrido su primer acoso fue el transporte público. El Código Penal para el Distrito Federal considera una agravante para el abuso sexual que éste se cometa dentro del transporte público, con lo que la pena estipulada de entre uno y seis años aumenta cuatro años más.

En el 80 por ciento de los 155 casos reportados, las agresiones consistieron en tocamientos lascivos, frotamientos y masturbaciones. En menor proporción se denunciaron agresiones como tomarle a la mujer fotografías o video sin su consentimiento, hacerle insinuaciones o eyacular sobre ella.  

La escuela o el transporte escolar fue el tercer lugar con mayor incidencia de primeras agresiones sexuales. Casi la mitad fueron cometidas contra niñas de entre 6 y 12 años.

Muy atrás quedó el espacio privado, entendido como la casa de la mujer agredida, la del agresor o el domicilio de algún conocido, al menos en el ejercicio de #MiPrimerAcoso. En estos casos, la mayoría fueron agresiones contra niñas de entre 6 y 11 años.

Los casos registrados en este ejercicio contrastan con el diagnóstico de la CEAV, que identifica la casa habitación como el principal lugar donde ocurrieron los delitos sexuales consignados en averiguaciones previas entre 2010 y 2015. Así, mientras se denunciaron 16,782 agresiones a mujeres en casa habitación, en ese periodo se reportaron 8,032 casos ocurridos en el espacio público.

¿Y qué hacer?

La CEAV calcula que cada año se cometen casi 600 mil delitos sexuales, pero se integran menos de 20 mil averiguaciones previas y en menos de seis mil casos se consigna el expediente ante un juez.

Los marcos legales pueden ser parte de este problema, pues en la mitad de los estados el acoso sexual no se considera delito. El Código Penal Federal tampoco lo contempla como tal.

La diputada del Partido Acción Nacional (PAN) Eloísa Talavera presentó el pasado 18 de mayo una iniciativa de ley que modifica el Código Penal Federal, para incluir el delito de acoso sexual y elevar las penas para el caso del hostigamiento, que actualmente se sanciona con 40 días de multa.

La iniciativa propone añadir al Código Penal Federal de manera específica las siguientes conductas como acoso sexual: comentarios lascivos de carácter sexual o insinuaciones de carácter sexual; gestos obscenos que resulten insoportables, intimidatorios, hostiles, humillantes u ofensivos; tocamientos indebidos; roces corporales; frotamientos contra el cuerpo o masturbación en lugares públicos.

La propuesta también plantea penas de uno a tres años de prisión para el hostigamiento. “Desde el punto de vista legislativo es la manera en que podemos incidir: tipificar el delito, enmarcarlo”, dice Talavera en entrevista con Distintas Latitudes.

Para Pérez García, de la Redim, el endurecimiento de las penas no es una solución, pero no descarta que imponer y dar a conocer sanciones ejemplares a algunos agresores contribuiría a desincentivar los casos de violencia sexual.

“Es insuficiente si no abatimos la cultura machista que hace que se den estas prácticas y, todavía peor, es absurdo si no se acompaña de la lucha contra la impunidad”, dice.

Más bien, añade, deberían desarrollarse políticas públicas de prevención, como campañas que visibilicen la violencia sexual y la muestren como algo que no es normal. Porque la violencia contra las niñas y las mujeres no lo es.

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5 Comments

  • Anónimo dice:

    5

  • Anónimo dice:

    4.5

  • Angélica Mercado dice:

    Considero que los abusos sexuales o acosos de los familiares hacia las niñas son de lo más frecuente que ocurre en el seno familiar y no se mencionan por vergüenza. Tengo dos hechos que no los comentaría por redes sociales, sin embargo se los trasmito para que vean la magnitud de la violencia sexual que se vive en el día a día dentro de los hogares:

    El primero: El acoso sexual lo sufrió mi hija a los 3 años. Su abuelo (paterno) le enseño su pene y le decía que lo lamiera como paleta. Cuando me percate de lo que pasaba, la saqué de la recamara del señor, se lo comente al papá de la niña y obviamente no se hizo la denuncia correspondiente. Además de que no está tipificada en el Código Penal.

    Además la gravedad del asunto ante una personita tan pequeña que resulta complicado que exprese una situación así, solo que en este caso hubo un adulto (yo) que sí se percato del hecho y que lo puedo contar, pero que me paralizo y lo único que pude hacer es sacar a mi hija de la habitación. Aunque ahora lo pienso y en ese momento nunca se me ocurrió tomar una fotografía de lo que estaba sucediendo para tener la evidencia. Al no querer hacer nada el papá de la niña en contra de su propio padre, lo único que hice es alejarnos del abuelo, aunque la niña si siente este alejamiento y no comprende por qué es.

    La segunda: Mi padre me toco y en varias ocasiones me puso su pene en mi cuerpo y me trataba de besar, yo le empece a rehuir y a no hablarle, y evitar estar a solas con él. No dije nada porque me enmudecía la situación, me aterraba, mi comportamiento cambió y mi mamá nunca se dio cuenta o se hacía la que no se enteraba. Esto me genero mucha tristeza y llanto todos los días entre mis 12 a 13 años de edad ya que se repetía este acoso. No fue mi primer acoso, ya que el primero lo sufrí por un desconocido a los 11 años de edad, que me tocó mi vulva y tampoco dije nada. Pero el de abuso de mi padre fue el de mayor impacto y no hice nada por no saber como actuar, además de que fue repetitivo. Quizá ahora, o si hubiese tenido una buena orientación y apoyo en ese momento si lo hubiese denunciado. Pero, pesa mucho que se el propio padre el que haga este daño tan grande y además a nivel psicológico, y que que no puedas actuar debido a la edad que tenía en ese momento (siendo unas niñas).

    Ahora siento mucho coraje y sí solicito que se trabaje más en este terreno para que se avance en los códigos penales, en la educación y en la sensibilización en medios masivos de comunicación para que se visibilicen estas actitudes tan denigrantes. Para todo ello se requiere hacer conciencia con gente capacitada y sensible al tema, para que genere el impacto deseado y vaya en pro de disminuir estos índices de violencia sexual tan denigrantes.

  • muy buena tarde: nosotros conformamos un colectivo en vias de consolidacion como AC somos personas dedicadas a la Educacion de la Sexualidad, los fundadores somos Sexologos egresados de IMESEX como sexologos educadores sexologos clinicos y sensibilizadores en materia de sexologia, por ahora contamos con una pagina en FB de difusiuon de actividades y temas relacionados con la sexualidad, temas que principalmente hacen enfaasis al sector de prevencion e intervencion, nos ponemos a sus ordenes en esta gran labor de re-educar y sensibilizar hoy creemos que es la mejor via de modificar de raiz nuestras costumbres y moralidades que actualmente ensombrecen cualquier tema alrededor de la sexualidad humana, somos Psicoedusex, gracias y felicitaciones por estas acciones que hemos estado siguiendo de cerca y por el espacio

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