Alejandro Palmarola es cofundador y coordinador general de Iniciativa Planta! y Director de Comunicación y Desarrollo de Planta!- PlantLife Conservation Society, una plataforma comunicacional desde la cual se impulsan proyectos para la conservación de la flora cubana.
Alejandro Palmarola es una suerte de “influencer” ambientalista en Cuba. Dirige una organización no gubernamental de conservación de la biodiversidad; organiza trash challenges y debate en redes sociales sobre la ejecución de proyectos constructivos que podrían dañar el entorno natural.
Con 39 años, siempre que puede agarra para el monte a buscar ejemplares de plantas en peligro; es presidente de la Sociedad Cubana de Botánica y de la Asociación Latinoamericana de Botánica; profesor de la Universidad de La Habana, estudiante de doctorado y autor de varios libros.
Alejandro encarna la simbiosis soviético-cubana que tanto marcó a esta isla caribeña. Hijo de padre diplomático, de quien aprendió a ser resolutivo, vivió de niño en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas entre finales de 1990 y principios de 1992.
“Salir por la mañana y ver los tanques en la calle, eso a un niño de 12 años lo impacta mucho”, comparte y agrega: “Cuando yo digo que las transformaciones sí, pero a su ritmo, es porque yo vi cómo fue una transformación de un día para otro, y lo que pasó en la calle”.
Años después regresó a Rusia con su familia. Fue precisamente en su segundo curso en la Universidad Estatal de Moscú cuando se decidió por las plantas y dejó de lado su idea inicial de ser biólogo marino. En 2003 terminó la licenciatura a la que se sumó. En 2006, y de vuelta a la Isla, realizó el Máster en Ciencias en Botánica del Jardín Botánico Nacional y la Universidad de La Habana.
Palmarola es cofundador y Coordinador General de Iniciativa Planta! y Director de Comunicación y Desarrollo de Planta!- PlantLife Conservation Society, una plataforma comunicacional desde la cual se impulsan proyectos para la conservación de la flora cubana.
Con más de 7 mil 500 especies, Cuba es la isla con mayor diversidad de plantas por kilómetro cuadrado en el mundo. Sin embargo, la amenaza para la flora en el país es tan significativa que aproximadamente la mitad está en peligro de extinción debido, en buena parte, a la actividad humana.
La meta de la Iniciativa es preservar plantas amenazadas y sus hábitats mediante la capacitación directa de la comunidad local. Para lograr ese objetivo, ha conseguido el apoyo de instituciones nacionales e internacionales; y ha involucrado a decenas de voluntarios y jóvenes en todo el país.
Un enfoque único, inspirado en la naturaleza
Antes de hablar de Planta!, Alejandro Palmarola inspira bien fuerte para llenarse los pulmones, entonces se dispone a detallar que en 2012 un grupo de jóvenes biólogos cubanos se unieron para crear un nuevo camino en la conservación de la biodiversidad cubana. Partían de la famosa frase de Albert Einstein: “locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”.
“Estábamos cansados de iniciar proyectos de conservación y que todos llegaran al mismo punto y de ahí volvieran atrás. Era como el conejo detrás de la zanahoria”, explica Palmarola.
Al inicio, Planta! iba a ser un proyecto del Jardín Botánico Nacional, donde trabajaban varios de sus creadores, pero el Consejo Científico de la institución cubana no consideró la propuesta como una prioridad. A la larga, fue lo mejor.
Hoy Iniciativa Planta! forma parte de una organización no gubernamental. Integra más de 33 proyectos y posibilita la comunicación y alianzas entre ambientalistas y grupos que trabajan con objetivos similares.
En 2018 Iniciativa Planta! de la mano con la organización benéfica registrada en Canadá, Planta!-PlantLife Conservation Society, educó para la conservación a 6 mil personas, capacitó a 98 trabajadores conservacionistas y ejecutó 18 proyectos que beneficiaron directamente a poblaciones de especies de plantas amenazadas.
La entidad canadiense fue creada por los fundadores de Iniciativa Planta!, Alejandro Palmarola y Luis Roberto González-Torres, junto a biólogos de otros países para tener una estructura internacional que les permitiera extender el trabajo de la Iniciativa.
“En Cuba no puedes fundar una organización internacional para trabajar desde la Isla con otros países. No podíamos legalizar esto para exportar Planta! a otras naciones donde hay interesados en hacer cosas en el mismo estilo”, cuenta Palmarola.
Desde el país caribeño, aclara, es muy difícil manejar los fondos y realizar transferencias bancarias debido al bloqueo económico de Estados Unidos, “realmente afecta mucho a cualquier tipo de organización que funciona en Cuba, incluso las ONG”.
Planta! es una gran familia de personas comprometidas con la conservación, incluyendo biólogos, comunicadores, diseñadores, sociólogos, realizadores audiovisuales y un gran número de voluntarios. Según el manual de identidad los proyectos deben ser positivos, inclusivos, creativos, multidisciplinarios e innovadores.
Además de una serie de cursos, desde 2012 Planta! organiza un Campamento Estudiantil que cada año recibe a treinta estudiantes universitarios de todo el país. Son cuatro días de actividades dinámicas y muy interactivas. Como profesor, a Alejandro Palmarola le gusta también salir de los esquemas.
Planta!, el esfuerzo florece
Alejandro Palmarola encabezó un equipo que durante una década identificó y seleccionó las “50 plantas más amenazadas de Cuba”. La investigación fue reconocida en 2016 con el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba y por el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente.
Frente a la Sociedad Cubana de Botánica y la Iniciativa Planta! Palmarola trabajó además en la “Lista roja de la flora de Cuba”, que compila la evaluación de 4 mil 627 especies e incluye un análisis del estado de conservación.
Sin embargo, para Alejandro no se trata de detectar cuáles son las plantas en mayor peligro, sino de hacer algo por revertir la situación. Por ello, en 2018, el equipo de Planta! sembró 2 mil 320 posturas de especies raras amenazadas con la colaboración de más de 150 voluntarios.
Las expediciones de la Iniciativa pueden llegar a cualquier punto de la geografía cubana, desde la Sierra del Grillo, al sureste de La Habana; la reserva Cupeyal del Norte, en el oriente, o las orillas del río Agabama en Santa Clara, en el centro de la Isla. Biólogos y voluntarios caminan durante días por intrincados parajes en busca de ejemplares o para promover la conservación de estos.
En Topes de Collantes, en Trinidad, uno de los principales destinos turísticos del país, el esfuerzo de Planta! ya florece. Después de más de una década trabajando en la conservación de la Magnolia cubensis, en junio de 2019 comenzaron a florecer los primeros ejemplares introducidos por la Iniciativa.
Conocida por los locales como mantequero, se trata de una de las plantas más bellas y útiles de la flora cubana. Las magnolias dan sombra a los cafetales, contribuyendo a que estos produzcan más café y de mejor calidad. La especie, endémica de las montañas de Guamuhaya, se encuentra en peligro crítico de extinción.
Con el Proyecto de Conservación de las Magnolias, la Iniciativa Planta!, junto a los trabajadores del Paisaje Natural Protegido Topes de Collantes, los cafetaleros locales y decenas de voluntarios, logró un éxito en la conservación, al triplicar el número de ejemplares.
“Cuando llevas más de 10 años trabajando por la conservación de una especie, cuando estuviste horas de campo y cansancio, cuando limpiaste cientos de semillas y llenaste bolsas, cuando arrastraste más de una vez a decenas de voluntarios para sembrar un sueño, cuando este sueño florece, ¡se siente muy muy bien!”, confesó Alejandro al darse a conocer la noticia.
Ahora la Iniciativa Planta! tiene a media Cuba buscando al Roble Real, una de las 50 especies más amenazadas y de la que, hasta donde se conocía, solo quedaban siete individuos adultos. A través de una campaña comunicacional inédita en la Isla, con spots de televisión y un sinnúmero de afiches encabezados por “Se busca”, se dieron a conocer las características del árbol y sus flores blancas de hasta 20 cm. Ya han recibido 12 reportes de avistamiento de robles reales y hay plantas en vivero.
“No es informar que la planta está amenazada, sino decir: tú la puedes encontrar y ser partícipe de la solución”, explica Alejandro.
#Habanadepie
La noche del 27 de enero de 2019 un fuerte tornado atravesó parte de La Habana. En menos de 20 minutos vientos que superaron los 110 kilómetros por hora arrasaron zonas de la capital. Siete personas murieron y más de 200 resultaron heridas. Unas 7 mil 760 casas fueron dañadas.
El tornado cambió la vida de muchos habaneros, entre ellos, Alejandro Palmarola. No perdió su hogar, pero vivió experiencias duras. Poco más de veinticuatro horas después de la catástrofe Palmarola llegó al Municipio Diez de Octubre con sus estudiantes para recoger escombros.
“Eso es responsabilidad social de la persona, a mí nadie me citó para hacerlo”, señala.
Después de un día de trabajo, caminando en busca de la Iglesia de Jesús del Monte, llegó a otros lugares que habían sido más devastados aún. Allí vieron la magnitud de la situación. A la destrucción dejada por el tornado se sumaba el caos social creado por las personas que ya llegaban a distribuir donaciones.
Con dos de sus estudiantes, Alejandro comenzó esa tarde un listado de direcciones de hogares derrumbados y familias a las que entregar ayuda de forma directa. Cuando la oscuridad lo obligó a irse, se comunicó con el equipo de Fábrica de Arte, donde ya se organizaban donativos.
Además, a través de una publicación en Facebook pidió apoyo. Su post tuvo cientos de reacciones y comentarios y recibió miles de solicitudes de amistad y llamadas, al punto que Facebook verificó su cuenta. Desde ese momento, Alejandro se convirtió en un coordinador de la ayuda para los damnificados.
De regreso a Diez de Octubre, pidió permiso a la Presidenta del Gobierno y montó una base de operaciones en uno de los portales que quedó intacto. “Llegaron decenas de personas, algunas con donativos, otras a ayudar. Organizábamos todo y lo llevábamos a cada casa”. Alejandro tenía una sola regla para los colaboradores: no tomarse fotos y tratar a cada persona con dignidad.
“Hoy estuvimos allí… es triste y desolador el panorama”, escribió entonces en Facebook. “Me quedo con el agradecimiento de los damnificados y con los muchos jóvenes que sin que nadie los citara estaban ahí (…) muchos jóvenes con alma grande que fueron como pudieron, abrazaron, sacaron escombros; jóvenes que demuestran lo que somos: CUBANOS y SOLIDARIOS”.
Así fue durante seis días, en los que ayudaron a más de 300 familias. De ese torbellino Alejandro recuerda las acciones anónimas: las personas que sin conocerlo compraron comida en la tienda de internet de Carlos III y se la enviaron para que él la distribuyera; el hombre que se apareció una noche con un camión de agua para repartir; los cientos de voluntarios que trabajaron, a veces sin decir su nombre; quienes donaron miles de dólares en alimentos o transporte.
“Eso demostró que la base social que tantos han puesto en duda durante mucho tiempo sí existe. La gente se movilizó para ayudar al prójimo”, asegura. “Gente que se hubiese tirado piedras en otro momento [por sus diferencias políticas], fueron juntos a repartir donativos sin cuestionarse nada. Ante el problema, no se preguntaron quién eres, ni de dónde vienes”.
“Se movilizaron en Cuba y fuera de Cuba. La gente se alineó en una dirección, la sociedad se conectó para solucionar problemas en común. El tornado cambió muchas mentes, y ese movimiento hacia lo positivo no se puede detener”.
De las redes a la acción
Por el día de su cumpleaños a Alejandro Palmarola le han deseado más de una vez “un mundo verde”. Es un fiel defensor del medio ambiente y los paisajes naturales. Por ello, organizó junto a algunos amigos varios Trash Challenges. Los desafíos de la basura, se hicieron populares en redes sociales este año. El reto consiste en limpiar un lugar y compartir fotos de antes y después.
Para Alejandro y los voluntarios de Planta! el primer punto de acción fue el Paisaje Natural Protegido Isla Josefina, en el Gran Parque Metropolitano de La Habana, una de las áreas verdes más conocidas de la capital cubana.
Alejandro se encargó de contactar a las autoridades locales, el gobierno provincial, la Agencia de Medio Ambiente y todas las instituciones que podían apoyar. “Todavía nadie me ha dicho que no puedo ir a recoger basura a algún lugar, pero es una locura movilizar cantidad de personas sin organizarlo antes”, aclara.
El 23 de marzo, se sumaron a la convocatoria en redes sociales más de cincuenta personas, tanto de movimientos ambientalistas y proyectos de la sociedad civil, como de instituciones estatales. Recogieron 680 kilogramos de basura y un grupo de niños sembró árboles cubanos amenazados.
“Creo que lo más importante ha sido la movilización, el reto social y positivo de la integración, la demostración de que juntos podemos echar para adelante casi cualquier cosa”, comentó entonces Alejandro en su perfil de Facebook.
Un mes después, el 27 abril, unas 250 personas llegaron al reparto Flores para limpiar la desembocadura del Río Quibú. En un día, recogieron dos toneladas de plástico, 700 kg de vidrio, 300 kg de aluminio y 2 camiones de basura mixta.
A la iniciativa se sumaron varios emprendedores, entre ellos, los de la cooperativa de reciclaje CNA ATRES, quienes se encargarán de convertir todo el plástico recolectado en el Quibú en muebles de ecomadera para un parque en el reparto Flores.
Alejandro Palmarola piensa que es esperanzador ver cómo el sector privado en Cuba está desarrollando conceptos como la “Responsabilidad Social/Ambiental Empresarial”, con avances incipientes, pero que demuestran compromiso.
¿Moda verde o ambientalismo a largo plazo?
“Estamos en una sociedad que durante los años 50 fue la sociedad del glamour; por la tanto, siempre queremos estar a la moda. En el mundo se ha puesto de moda el tema ambiental, y nosotros no queremos quedarnos atrás. Eso hay que usarlo”, opina Alejandro Palmarola.
“El reto es darle a las personas las herramientas para que sean ambientalistas porque, por ejemplo, encuestas demuestran que la mayoría de los cubanos no conocen la biodiversidad del país”, puntualiza.
Asegura que una actitud ambiental no debe ser un problema para el desarrollo sostenible y explica: “Un comportamiento sostenible, es muchísimo más rentable económicamente. Por ejemplo, para una cafetería conseguir absorbentes es difícil, entonces, no usar plástico es un comportamiento ambiental que además automáticamente soluciona un problema”.
En el contexto cubano a Alejandro le preocupa, por ejemplo, la proyección de grandes inversiones que pudieran afectar seriamente la flora, como los campos de golf o más hoteles de playa. Uno de sus post en Facebook propició que el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente convidara a dialogar sobre uno de esos proyectos.
“Desde el 2015, cuando mis redes sociales no eran conocidas, alertaba contra los campos de golf (…) podemos desarrollarlos, pero hay que ver dónde y cómo (…) Cuba es un paraíso ambiental que pudiera ser explotado en el turismo ecológico. Estamos subestimando la oportunidad que tiene el país, los valores esenciales que podemos promover”, estima.
Alejandro no cree en el conservacionismo a ultranza ni apuesta por el catastrofismo ambiental, que, en su opinión, no genera cambio de comportamiento; sino que defiende la búsqueda de alternativas para garantizar un desarrollo sostenible. Se trata no de oponerse, sino de dar soluciones positivas, sin demonizar.
“Yo creo que la función social de una organización no gubernamental ambientalista no es ser la oposición de los proyectos gubernamentales, sino ser el mediador ideal para solucionar los problemas”, concluye.
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“Nuevos rostros de Cuba y América Latina” es una serie de 22 perfiles de jóvenes que están transformando la región desde distintos ámbitos: música, deporte, tecnología, derechos humanos, innovación, moda y más. Distintas Latitudes y la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas nos acercamos a ellos para ponerles nombre y conocer su historia.
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Ilustración y diseño de portadas: Alma Ríos