Alumiar es un ensayo fotográfico de Rafael Martins que habla sobre el tiempo que habita el sertón, una región geográfica del nordeste brasileño que incluye partes de los estados de Sergipe, Alagoas, Bahia, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará y Piauí.
Este contenido es parte de #InteriorLATAM, un proyecto para contar historias y crear conversaciones más allá de las grandes ciudades de nuestra región. Suscríbete a nuestro newsletter mensual.
Texto y fotos: Rafael Martins
Traducción: Florencia Luján
Alumiar (Iluminar, en español) es un ensayo sobre el tiempo: el tiempo de la piedra que habita el sertón, una región geográfica del nordeste brasileño que incluye partes de los estados de Sergipe, Alagoas, Bahia, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará y Piauí.
Pero Alumiar es también el encuentro ralentizado con una fotografía que necesita otro tiempo para suceder. A partir de ahí se desarrolla este trabajo, que se introduce en la imagen lenta a través de los paisajes del sertón.
Utilizo la palabra “piedra” para referirme al paso del tiempo vivido en el interior de esta región. Es un tiempo difícil, lento y silencioso, al menos en contraste con el fluir de los acontecimientos en la urbe, bautizada por el sociólogo Zygmunt Bauman como “modernidad líquida”, donde nada parece estar hecho para durar.
La piedra a la que me refiero es el tiempo de la permanencia, donde la materialidad de la roca supone el recuerdo sedimentado de la humanidad. Su propia formación incluye varios procesos geoquímicos de mutación de la materia que alguna vez fue maleable y se transformó en un objeto rígido cargado de ascendencia.
El tiempo de la piedra tiene una conexión íntima con los ciclos naturales del día y la noche. Es el espejo de la caatinga, un tipo de vegetación cien por ciento brasileña que sufre las consecuencias de un avanzado proceso de desertificación y ha sido devastada con el pretexto de no tener ningún valor.
El Nordeste da Pedra es también una invención política. Aquí la sequía parece ser la solución al dominio y mantenimiento de las desigualdades. La sequía no es solo la falta de agua, es lo que le da al Nordeste su identidad forjada e impuesta. Supone una diferenciación con el resto del país, donde hay desinterés, exceso de malicia y de codicia.
A menudo, es necesario fortalecer la fe en lo extraordinario para justificar la existencia. La supervivencia es instintiva, la dignidad se construye. El camino recorrido por hombres y mujeres tercos para vivir, aquellas personas que conocen el tiempo de la piedra, el valor de la espera, se alinea con su naturaleza celestial. Sostenerse frente a la vida es tener espiritualidad, fe primero en uno mismo, en la capacidad de trascender.
La realidad es la más fuerte de las ficciones: la narrativa fotográfica producida en este ensayo busca estimular la alteridad, el otro de nosotros. Al crear imágenes sobre el sertón, existe un deseo de transformación a través de la ficción. Por eso elegimos realizar una fotografía del sertón sin sol, realizada de noche con una nueva paleta de colores.
Las fotografías están dilatadas, hechas a partir de largas exposiciones donde se agregan sedimentos luminosos a la superficie. Una fotografía lenta que coquetea con el cine, siendo su producto el resultado de la suma de hechos frente a la cámara. Aquí la imagen parece seguir el ritmo de la piedra, necesita espera, elaboración y paciencia.
En un momento en que la imagen determina nuestra forma de ser en el mundo, esta obra es también un contrapunto al ritmo irresponsable de producción de imágenes contemporáneas y una invitación a la meditación.