Skip to main content

Una pequeña comunidad de migrantes venezolanos decidieron migrar a Quillabamba, una ciudad ubicada en la provincia de La Convención en Perú, denominada la “Ciudad del Eterno Verano”, debido a su clima soleado y de altas temperaturas todo el año. Esta es su historia. 


 

Este contenido es parte de #InteriorLATAM, un proyecto para contar historias y crear conversaciones más allá de las grandes ciudades de nuestra región. Suscríbete a nuestro newsletter mensual. 

***

“Parece un paraíso”, fue la primera referencia que escuchó Domingo Aguilar de 29 años sobre la pequeña ciudad a la que estaba a punto de migrar él y su pareja Royberssy de 23 años. La frase se las dijo la joven que les vendió el pasaje a Quillabamba. Domingo dice que nunca se le va a olvidar porque, afirma, no se equivocó.

Así, en agosto del 2019, Domingo y Royberssy llegaron a la denominada “Ciudad del Eterno Verano”. Ubicada a cinco horas de la ciudad del Cusco, Quillabamba se encuentra en la Provincia Amazónica de La Convención, un extenso valle poco visitado por turistas extranjeros o nacionales en comparación con el territorio andino, donde se encuentra Machu Picchu, una de las siete Maravillas del Mundo, que se encuentra en Perú.

Para arribar a Quillabamba se tiene que hacer un viaje un tanto difícil. Y es que para llegar a esta ceja de selva, debes pasar por la denominada “Abra Málaga”, una zona ubicada a más de 4600 metros sobre el nivel del mar, tramo donde muchos enferman debido a la altura. Lo que resta del viaje es un descenso donde poco a poco se avecina un cálido clima, un verde paisaje y los primeros rayos del sol. Este clima es parecido al de Cuá, la pequeña ciudad ubicada en el Estado de Miranda en Venezuela, de donde es originario Domingo.

Antes de llegar a Perú, ambos vivieron un año y medio en Bogotá. Para su arribo a la capital colombiana caminaron cuatro días desde la ciudad fronteriza de Cúcuta. La experiencia no fue grata para ambos, aunque confiesa que hay personas que la pasaron peor: “los camiones o autos si nos jalaban por ser dos, pero a los grupos o familias enteras de 15 o hasta 20 personas no, ellos demoran hasta un mes en llegar”.

En la capital colombiana se establecieron por un año y medio, sin embargo, no se acostumbraron del todo, especialmente porque fue la ciudad donde Domingo sintió el rechazo por su nacionalidad; de hecho, le costó tres meses y medio tener la confianza suficiente de alguien para darle un trabajo en el almacén de una cantina. Durante el tiempo de incertidumbre salió a vender golosinas y café a la calle.

Domingo llegó a Quillabamba por recomendación de su hermanastro, quien estuvo antes trabajando en “Vikingos Barber Club”, lugar donde ahora labora él. Cuenta que el arte de la barbería lo domina desde su adolescencia, cuando le hacía cortes a sus amigos y a él mismo. Está tan agradecido con la barbería que hace poco se tatuó un barber pole: “me tatué el arte que me da de comer”, explica.

Pero Domingo no siempre se dedicó a eso.Era técnico en fábricas, no cursó algún estudio superior, pero se especializó en líneas de ensamblaje de motos. Al salir del colegio y cumplir los 18 años prestó servicio como policía naval. Hasta antes de migrar, en 2016, ejerció como mototaxista de motos lineales.

De acuerdo con la plataforma Situación Respuesta a los Venezolanos, en Perú hay 1,043,460 inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo venezolanos. Sobre la migración hacia la ciudad de Quillabamba no hay datos actualizados ya que desde 2017 que no se hace el censo. Según cálculos de Domingo hay un aproximado de 200 venezolanos trabajando en empresas, tiendas o restaurantes, incluso conoce a algunos que son cuidadores de chacras (una fincas rurales). Si bien no son cercanos entre ellos y él solo conoce a unos cuantos, igual se apoyan a través de grupos de WhatsApp o Facebook cuando alguien necesita ayuda. Domingo cuenta que muchos migran a estas pequeñas ciudades porque ya les espera un trabajo seguro.

Él y Royberssy planean quedarse unos dos años más hasta que puedan ir a Medellín, donde está uno de los hermanos de Domingo. Mientras tanto, ambos continúan trabajando en Quillabamba, donde aparte de sentirse bien recibidos, se sienten seguros debido a la poca delincuencia que existe. 

Imagen de portada: Rocío Rojas. 

Jimena Desiree Rodriguez Romaní

Nacida y criada en la ciudad de Lima, cursó estudios en la Facultad de Comunicaciones con especialización en Periodismo. Actualmente trabaja como reportera local y fotoperiodista en Radio Quillabamba, una estación de radio ubicada en la provincia amazónica de La Convención, Cusco. Sus temas de interés son campesinado, comunidades nativas, género y acceso a la justicia e información. Fue seleccionada entre más de 1000 fotógrafas alrededor del mundo para llevar el programa anual de mentoría de Women Photograph durante todo el 2021.

Deja un comentario