Desde 2010 Argentina cuenta con matrimonio igualitario y desde 2012 con ley de identidad de género; a la vez, se han dado algunos tímidos avances en la penalización de la discriminación hacia las personas LGBTI+. Estos avances, que en cierta medida significan la igualdad legal para esta población, han hecho que desde afuera no se piense en Argentina como un país donde las personas LGBTI+ sufran discriminación y violencia. Lamentablemente, esto está muy lejos de la realidad.
En el país de los grandes y pioneros avances legales para las parejas del mismo sexo y las personas trans han venido aumentando y se han recrudecido los ataques a personas LGBTI+. De acuerdo con cifras del Observatorio de Crímenes de Odio LGBT, de la Federación Argentina LGBT, en 2017 se registraron 103 crímenes de odio por orientación sexual, identidad y expresión de género, frente a los 31 de 2016. Esto significa una agresión cada tres días. De estos, 13 fueron asesinatos en ambos años.
La propia Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires reconoce que este tipo de agresiones han aumentado de forma preocupante. No obstante, como en muchos otros países de la región, estos observatorios proveen solamente una visión parcial de la realidad, pues el Estado sigue teniendo como pendiente recopilar datos sobre este tipo de agresiones.
“Estos datos no son exactos, ya que incluyen sólo aquellos casos que han sido relevados por los medios de comunicación o han ingresado como denuncias en la Defensoría LGBT, ante las organizaciones de la FALGBT […] y únicamente permiten vislumbrar una realidad que es, sin duda, mucho peor de lo que sugieren los números”, indica el informe de 2017.
De acuerdo con el periodista y activista argentino, Lucas Fauno Gutiérrez, además de este componente objetivo, el de los números, que indica claramente que la violencia ha incrementado, está el componente subjetivo: el miedo y la aprehensión que él mismo vive y que ve en sus círculos cercanos.
“Ahora, desde lo subjetivo, yo como varón gay, con un montón de privilegios, veo que en nuestros centros más higienizados, más privilegiados, en cuanto a diferencias y demás, están aumentando la cantidad de agresiones”, dijo Fauno a Distintas Latitudes.
En diciembre del año pasado, uno de sus amigos fue víctima de un agresión que casi le quita la vida, y esto ocurrió en un punto conocido de Buenos Aires por ser, justamente, lugar de reunión de personas LGBTI+.
“A Jonathan Castellari le pegan por puto, porque cuando le pegan le dicen ‘te voy a matar por puto’, en el McDonald’s de la Avenida Córdoba de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un McDonald’s icónicamente habitado por fauna LGBT”, dijo Fauno.
En este caso en particular, él recibió fotos de la agresión e iba a realizar una nota para Agencia Presentes sobre lo ocurrido, sin saber que su amigo era la víctima, por la forma en que los golpes habían deteriorado su rostro.
“Es como, yendo a un caso mucho más extremo, el caso de Orlando, ¿qué tuvo además de icónico? Que fueron a nuestros espacios seguros a buscarnos, a cazarnos, a matarnos. En el caso de Jonathan, no lo mataron porque un amigo salió y una enfermera que estaba ahí desayunando también intervino. Sino era muy probable que a Jonathan lo mataran, por saña, por odio, por puto; que es lo que hoy en día estamos logrando que se visibilice, el agravante por orientación sexual e identidad de género”, dijo Fauno.
Esta visibilización, una deuda de la justicia argentina, se dio por primera vez esta semana, cuando se dictó sentencia por el asesinato de Diana Sacayán, una activista travesti asesinada en 2015 en su propia casa.
A Diana Sacayán la mataron de 13 puñaladas, la mataron por ser travesti, como reconoció el Tribunal Oral 4 de Buenos Aires el pasado lunes 19 de junio. El condenado, Gabriel Marino, descontará cadena perpetua por “homicidio calificado por odio de género”, en particular, “un crimen de odio a la identidad travesti”. Es la primera vez que se sentencia de esta forma en Argentina.
“Ella se lo merecía. Por suerte y por fin pudimos hacerlo. Por primera vez en la historia la Justicia se pronunció sobre un travesticidio. Diana, aún no estando físicamente, sigue haciendo aportes que van a cambiar la historia de nuestro país”, dijo a El País su hermano, Sasha Sacayán.
La era de Macri
Pero a la par que se dan estos avances, no solo aumentan las agresiones, sino que el mismo Estado en otros sectores no está haciendo su tarea para garantizar la integridad y el respeto a las personas LGBTI+.
“Tenemos una compañera lesbiana que ya es la tercera vez que el mismo grupo de varones le pega de camino a su trabajo, y le pegan por la espalda y le dicen ‘lesbiana de mierda’, ‘sabemos que fuiste con la policía’, o sea, le pegan por lesbiana. Y cuando ella fue a denunciar, una de las tantas veces que fue agredida por este grupo, la tuvieron dos horas sin atenderla, y la policía ni siquiera quiere caratular las agresiones como agresiones homófobas, sino que la caratulan como robo. No le robaron la mochila por ‘robo’, se la robaron por saña, por violencia, por lesbiana”, dijo Fauno.
Para él, este incremento corresponde con la llegada al poder de Mauricio Macri, no porque antes no hubiesen agresiones, sino porque el discurso del gobierno envalontena a quienes discriminan.
“El nuevo gobierno es un gobierno que ampara la heteronorma, no la heterosexualidad, la norma que habla de lo binario, la norma que habla de la familia compuesta solo por mamá y papá, la norma que está en contra del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, como en el caso del aborto. La vicepresidenta está al frente de la marcha por las dos vidas. Entonces es un gobierno que va en contra de nuestras decisiones, libertades y derechos”, dijo Fauno.
“Yo voy en Costa Rica de la mano más tranquilo con un chico que en Buenos Aires, porque en Argentina hay un machismo que por años puso los cimientos para lo que está pasando hoy. Las feminidades, los cuerpos feminizados caminan por la calle a expensas de la violencia machista, esto de que te griten, que te digan qué lindo culo, te voy a violar, te voy a coger, con total impunidad”, agregó.
Para el activista, la violencia hacia las personas LGBTI+ y la violencia hacia las mujeres están totalmente ligadas en un país en el que hay un femicidio a veces cada 18 horas y a veces cada 30 horas.
Prensa y revictimización
Además de la violencia que se está incrementando hacia las personas LGBTI+, existen todavía series problemas en la forma en que los medios narran estos casos, pues muchas veces no sólo se cae en la revictimización, sino que se pone en riesgo a las personas.
“Yo como periodista colaborador en Agencia Presentes , últimamente he cubierto una cantidad de agresiones LGBT+ que es alarmante. Y no sólo las que publicamos. Me ha pasado de casos que me piden que no lo publiquemos porque la víctima llega a hablar conmigo en una estado de revictimización por parte de los medios. O sea, los medios van, toman fotos de sus Facebook, los revictimizan, les preguntan qué estaban haciendo, cómo estaban vestidos, qué hicieron para qué les peguen así”, dijo Fauno.
“Un chico cerca del centro de Capital Federal, salió del boliche, vivía a cuatro cuadras, y en esas cuatro cuadras le pegaron y lo dejaron inconsciente por puto. Cuando hablo con él me dice que no me va a dar una nota porque los medios locales compartieron su foto, compartieron sus datos, lo sirvieron en bandeja toda la información a sus agresores”, agregó.
Y justamente, tanto el Estado como la prensa no están viendo a las personas que están sufriendo o perdiendo la vida en esta escalada agresiones. Pamela Tabares, una chica trans de Rosario de 35 años, fue asesinada de seis disparos en julio de 2017. Con tan solo 31 años, el cuerpo de Ayelén Gómez fue encontrado en Tucumán con signos de golpes y asfixia. Azul Montoro fue asesinada a puñaladas en Córdoba; apenas tenía 23 años.
En el país de la igualdad legal, las personas LGBTI+ ahora están luchando por su integridad, su seguridad y hasta su derecho a la vida. Una paradoja argentina en pleno desarrollo.