Imagen Creative Commons del Departamento de Defensa de los Estados Unidos
Por: Diego Pérez Damasco (Costa Rica) y María García (Venezuela)
En al menos 5 países de América Latina hay presencia continua de militares estadounidenses asentados en bases. Y en otros tantos hay participación o inversión de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, principalmente en materia de lucha contra el narcotráfico. Así se desprende del informe “Base Structure Report” más reciente (2015) del Departamento de Defensa Estadounidense, consultado por Distintas Latitudes.
Los países que cuentan con bases militares estadounidenses instaladas son Cuba (Guántanamo), Honduras, El Salvador, Colombia y Perú. Sin embargo, en el informe también se menciona algún tipo de participación militar en Costa Rica.
Presencia en Centroamérica
Las bases en Centroamérica son llamativas. La región siempre ha tenido importancia geopolítica para Estados Unidos, lo cual se evidenció con mayor fuerza durante la Guerra Fría. Sin embargo, ese histórico enfrentamiento se mantiene a la fecha. A la vez que, en Honduras, y en menor medida en El Salvador hay presencia militar de los Estados Unidos, la influencia militar de Rusia en Nicaragua es cada vez mayor.
En el caso de Honduras también resulta curioso que la base militar de Estados Unidos se encuentra instalada en el país de forma “temporal” desde 1982. La Constitución Política de Honduras prohíbe que en el país se instalen de forma permanente tropas extranjeras. La utilización del término “temporal” permite justificar legalmente la existencia de la base, la cual se sospecha que tuvo participación en el golpe de Estado de 2009, que depuso al entonces presidente hondureño Manuel Zelaya.
El sacerdote Ismael Moreno Coto es un líder social hondureño, amigo de la ecologista asesinada Berta Cáceres, y uno de los principales líderes opositores actualmente en Honduras. Para él, “ninguna intervención es una contribución a la paz ni a la autodeterminación de los pueblos”.
“La presencia del gobierno de los Estados Unidos es un tipo de intervención que además de militar es política, ideológica y económica. Y en una sociedad como la hondureña caracterizada por en la que la desigualdad y la falta de oportunidades, la presencia interventora de Estados Unidos a través de la militarización o tener bases, en lugar de contribuir a atacar las raíces de la violencia y de la desigualdad es una especie de bofetada”, dijo Moreno a Distintas Latitudes.
“Es un abuso que nos hace ver que el interés del gobierno de los Estados Unidos no es erradicar los problemas del pueblo de Honduras, sino es tener la mirada en la propia seguridad del gobierno norteamericano y esa es una manera de decirnos que nosotros no somos un país llamado a tener nuestra propia soberanía, autonomía, ni capacidad de decidir, sino que seguimos siendo un patio trasero, y nuestra determinación está condicionada al gobierno de Estados Unidos”, agregó Moreno, quien es mejor conocido como el padre Melo.
El informe del Departamento de Defensa de los Estados Unidos señala que, en Honduras las fuerzas armadas del gigante norteamericano cuentan con 144 activos propios, los cuales ocupan 24.878 metros cuadrados, y tienen un valor total de US$207,2 millones.
En el caso de El Salvador, las fuerzas armadas estadounidenses reportan 14 activos en el país, que ocupan 3.615 metros cuadrados, por un valor de US$19,5 millones.
Llama la atención que en el reporte aparezca Costa Rica, al ser un país sin ejército. De acuerdo con la información las fuerzas armadas estadounidenses tienen un activo en ese país, bajo la categoría de “otro”, que ocupa 102 metros cuadrados, y tiene un valor de US$500 mil.
En 2014, la cadena suramericana TeleSur había señalado que la Fuerza Aérea de Estados Unidos tenía una base militar en Liberia, ciudad del Pacífico Norte costarricense. Tanto la Cancillería tica como la Embajada de Estados Unidos en San José desmintieron esa afirmación. Ante este dato, Distintas Latitudes hizo la consulta a la Embajada de los Estados Unidos en San José.
“En relación con su pregunta sobre el reporte del Departamento de Defensa en el que pareciera que el gobierno de Estados Unidos posee una propiedad en el país, en realidad no se trata de una propiedad sino de un radar que pertenece a Estados Unidos pero que el gobierno costarricense utiliza para su seguridad. Este equipo forma parte de la cooperación en seguridad y en la lucha antidrogas existente entre ambos países”, dijo a Distintas Latitudes Evelyn Ardón, encargada de comunicaciones de la Embajada.
Presencia en Suramérica
En agosto y setiembre de 2015 hubo una serie de manifestaciones en Perú debido al aumento de la presencia militar estadounidense en ese país. En ese entonces, se pasaría de 125 militares estadounidenses a 3.200, lo que cual preocupaba a muchos sectores. De acuerdo con el Departamento de Defensa estadounidense, los activos de las fuerzas armadas norteamericanas en Perú tienen un valor de US$14,2 millones. Esta operación se centra, al igual que lo hace en el resto de América Latina, en la lucha contra el narcotráfico.
“Por más de dieciséis años la política de Estados Unidos hacia la producción y tráfico de drogas en América Latina se ha enfocado en una respuesta militarizada. A finales de la década de 1990, cuando el presidente colombiano Andrés Pastrana buscó ayuda para una estrategia de combate a las FARC, y su relación con la producción de cocaína, la administración de Bill Clinton aprovechó la iniciativa para impulsar un énfasis en una estategia militarizada. El Plan Colombia, como se llamó, trajo un aumento de tropas estadounidenses a ese país”, señaló el analista e investigador Jim Baer en un artículo sobre el incremento de la presencia militar estadounidense en América Latina.
En Colombia, los activos de las fuerzas armadas estadounidenses ocupan 1.105 metros cuadrados y tienen un valor aproximado de US$2,9 millones. De acuerdo con Baer, la experiencia del llamado “Plan Colombia” ha sido solo “parcialmente” exitosa en la reducción del narcotráfico. Sin embargo, considera que la militarización en América Latina debe ser vista con cautela, pues termina naturalizando y promoviendo la violencia, como se ve en el Triángulo Norte de Centroamérica.
Para Baer, especialmente en Suramérica, hay señales de que América Latina está buscando combatir el narcotráfico con menor influencia de los Estados Unidos. Por ejemplo, Colombia ha parado algunos de sus programas de lucha contra las drogas en conjunto con Estados Unidos, y Perú se ha acercado a la Unión Europea en búsqueda para entrenamiento antinarcóticos.
Por su parte, Uruguay ha llevado la delantera, al tratar de combatir el narcotráfico regulando la venta y distribución de marihuana.
“Desde nuestros propios lugares la contribución más importante a la paz es construir espacios de soberanía, entendiéndola como la capacidad que vamos adquiriendo para tomar nuestras propias decisiones sobre la vida, sobre el patrimonio que tenemos y sobre el futuro; y también para desarrollar conciencia de que nunca, de fuera, ni de arriba, vienen las soluciones a nuestros problemas, ellas se construyen horizontalmente: desde nuestra conciencia de ser pueblo”, dijo el padre Melo.
“La contribución definitiva a la paz está en constituirnos como pueblo con capacidad soberana de tomar decisiones para nuestro país, nuestro presente y el futuro”, concluyó.
Corte Constitucional le dijo no al acuerdo militar con Estados Unidos
Según el alto tribunal, el convenio no es una extensión de viejos tratados y debió someterse a la aprobación del Congreso y ser revisado posteriormente por la Corte Constitucional, trámite que no cumplió. Por eso, el convenio suscrito en 2009 quedó sin vigencia. 2010 agosto 17 revista semana