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Por Laura Cañas desde Medellín

Medellín, la segunda ciudad más poblada de Colombia, tiene las alarmas encendidas por una posible contingencia ambiental, y sus ciudadanos adelantan iniciativas para proteger sus ecosistemas. Durante enero y febrero del año pasado, en la transición de temporadas de tiempo seco a tiempo de lluvias, se registraron altos niveles de contaminación en la ciudad y sus municipios aledaños. En los mismos meses pero de este año, las cosas no cambiaron. Ya se han registrado niveles similares de contaminación que pueden tener consecuencias dañinas para la salud de la gente.

En el Valle de Aburrá, donde se encuentra Medellín, las condiciones ambientales han empeorado en los últimos años. Esto ha afectado todos los ecosistemas, entre estos el río Medellín, uno de los más contaminados.

El río Medellín atraviesa al área metropolitana de sur a norte, y divide a Medellín y otros nueve municipios vecinos entre la zona oriental y occidental. Tiene una extensión de 100 kilómetros, de los cuales sólo tres no están contaminados, según un estudio de la Universidad Nacional de Colombia-sede Medellín del 2015.

Por ello, un grupo de treinta ciudadanos decidieron emprender una iniciativa llamada Naveguemos el río, por la protección del río Medellín y sus quebradas afluentes.

Navegar para tomar conciencia

Es domingo 12 de febrero. Treinta personas portan chalecos con la consigna “Salvemos el río”. Se trata de aquellos que se atrevieron a navegar en botes el río Medellín, a donde llegan las aguas residuales domésticas e industriales del área metropolitana.

A las 10 de la mañana partieron entre 12 y 15 botes desde el sur de la ciudad, tomando la corriente en sentido sur-norte del río, para navegar 5 kilómetros hasta la Plaza de Toros La Macarena, en la zona central. Con este evento también se conmemoraron los 25 años de la primera navegación en el río Medellín.

En 1992, Bernardo Quiroz se tiró a la corriente del río en un neumático vestido de aborigen como homenaje a los antepasados que habitaron el Valle de Aburrá, para quienes el río y sus afluentes eran sagrados. Dos años después, junto con Luis Orlando Quiroz, lideró a un grupo de una tripulación de casi 60 embarcaciones que se lanzaron al río, y que varios años después se repetiría en un evento conocido como el Bote-Paseo. Se trata de iniciativas ciudadanas que desde entonces han promulgado la necesidad de recuperar el río.

Juan Carlos Quiroz, hijo de Bernardo Quiroz, también acudió al evento de este año vestido con una corona de plumas artificiales, alpargatas y una falda de cabuya, haciendo alusión a los indígenas y representando a su papá, “ con el fin de salvar el medio ambiente, tomar conciencia de que estamos dañando el ecosistema, dañando las venas y arterias que son los ríos”, afirma.

Ciudadanos navegan el río Medellín. Crédito: Laura Cañas.

La Universidad Nacional de Colombia- sede Medellín hace parte del proyecto RedRío, el cual analiza las condiciones ambientales del afluente. Los investigadores de la universidad determinaron que el vertimiento de aguas residuales domésticas y residuos industriales, como desechos de la explotación minera, aceites y químicos, son los principales contaminantes del río. Se conoció la presencia de sanguijuelas, las cuales son indicios del deterioro de este ecosistema.

Crisanto Vargas, humorista de Medellín, más conocido con el apodo Vargasvil, fue invitado a participar el evento. Salió del río con pantalones cortos y camiseta, y guantes de uso industrial en las manos. Acerca de su motivación para participar de este evento dice que lo hace porque quiere a su ciudad y porque “hay que respetar el medio ambiente, el ecosistema. Nosotros tenemos un dicho que dice que el río divide a la ciudad, yo creo que el río nos debe unir”.

Vargas reconoce que se han realizado varios esfuerzos para descontaminar el río, pero que estando dentro fue testigo de la cantidad de basura que arrastra la corriente. Sobre la pregunta de si sintió escrúpulos al ingresar al río contesta sin dudarlo que “no, muchos médicos me dijeron que tomara precauciones por lo contaminado que está, pero si uno no toma el riesgo, entonces quién lo toma”. Afirma que se quedó esperando a muchos amigos que se habían comprometido y no llegaron.

Los espectadores, muchos de los que se encontraban en la Ciclovía haciendo deporte, también estaban motivados y se animaron a registrar en fotos y videos el evento, y siguieron el recorrido por la avenida que corre paralela al río. Primaron dos reacciones: quienes los llamaron locos y aseguraron nunca arriesgar su salud así fuera por una buena causa, y quienes los alentaron y aprobaron su valentía, agradeciendo su preocupación por un bien común.

En el 2015 se firmó el convenio “Nuestro Río” entre seis instituciones públicas para realizar acciones e inversiones de recuperación del río. Un periódico de la Universidad de Antioquia, De la Urbe, publicó que en ese mismo año la empresa de tratamiento de aguas de la ciudad Empresas Públicas de Medellín comenzó a exigir a las empresas que descontaminen el agua que usan en sus procesos industriales en un 80%. También exige que no se viertan grasas ni sólidos que obstruyan el alcantarillado. Los vertimientos de cualquier químico, caso que se ha presentados más de 10 veces en los últimos 3 años, también son castigados con el pago de altas sumas de dinero. Mientras tanto, el río Medellín sigue corriendo.

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