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Texto: Tania Chacón
Fotos: Festiver de Colombia

En la pantalla de la sala se proyectaban imágenes fuertes, quizás no perfectas técnicamente, pero retrataban la muerte del pueblo wayúu tras el desvío del agua de su río para ocuparla en actividades mineras. Juan José Gaviria, director de comunicaciones del Festival de Cine Verde de Barichara lloraba de rabia. No solo él. Los asistentes a la función del documental que denunciaba el caso, El río que se robaron: el exterminio del pueblo wayúu, se preguntaron cómo era posible que esa situación ocurriera en su país, Colombia. Por lo menos ese fue el impacto que notó Juan José.

El Festival de Cine Verde de Barichara se realiza cada año desde 2011 en el pueblo de Barichara, una localidad colombiana ubicada a casi tres horas de la capital del departamento de Santander, Bucaramanga. En el festival se proyectan películas sobre temas que afecten directamente la vida del planeta, incluida la vida humana. Su octava edición se llevará a cabo del 20 al 23 de septiembre de 2018.

Además de proyectar filmes de una selección de competencia nacional y otra internacional, el evento cuenta con muchas otras actividades. Se llevan a cabo caminatas, limpieza de veredas, ciclo-paseos y avistamiento de aves. También existe un Mercado Verde, donde hay oferta de alimentos y productos amigables con el ambiente. En una edición pasada se organizó el rescate de una ceiba barichara de 300 años de edad. El árbol tenía un parásito que le mataba poco a poco. El Festival de Barichara, también conocido como Festiver, gestionó recursos para que ingenieros ambientales restauraran el árbol y que comenzara el proceso de recuperación.

Este Festival de Cine Verde tiene también un carácter académico. Se organiza el Encuentro de Sabedores, donde se discuten diferentes temas con expertos de múltiples disciplinas como científicos, activistas, chamanes, cineastas, etcétera. También está la iniciativa Medicine, remedios para la buena salud y el medio ambiente, donde se imparten talleres de cinematografía como de guión y realización, y talleres de medio ambiente como agricultura. Hay conferencias, clases magistrales, debates y exposiciones.

Los retos de buscar la coherencia

“El problema de un festival como el nuestro, es la coherencia”, dijo el director general de Festiver, Toto Vega, a Distintas Latitudes. Las actividades complementarias a las películas son parte de la coherencia ambiental que los organizadores buscan conseguir. Además, toda la publicidad del evento es digital, se imprime un número limitado de programas de mano en tinta ecológica y papel reciclado, no se utilizan productos de plástico, se imparten talleres de reciclaje de PET, y las lonas que se utilizan para el festival se llevan a un taller donde se hacen bolsos con tejidos reciclados.

La sustentabilidad y coherencia ambiental se busca desde la locación del festival. Barichara es un pueblo construido a base de tapia pisada, una técnica de arquitectura sustentable a base de piedra y tierra que lo llena de tonos rojos y naranjas. Los habitantes del pueblito más lindo de Colombia —título ganado en un concurso organizado por el gobierno colombiano en 1975— han tomado conciencia sobre prácticas sustentables a partir de la realización del festival. Por ejemplo, han comenzado a trabajar para convertirse en el primer municipio sin plástico de Colombia.

Esa misma coherencia se busca en la financiación del Festival de Cine Verde de Barichara. Empresas mineras y multinacionales se han acercado a los organizadores con la intención de financiar el festival e incluso comprarlo. “Lo que esas empresas quieren es verdearse, porque básicamente están haciendo daño en el país”, contó Toto Vega.

Pero mantener esa coherencia en la parte financiera, además de conservar la entrada gratuita a todas sus actividades, ha salido caro. El festival no cuenta con una fuente de ingresos fija, sino que debe estar en busca constante de financiamiento y subsidios. El año pasado la gobernación de Santander, el departamento donde está ubicado Barichara, recortó el 80% del apoyo que le daba a Festiver. Al no contar con apoyo económico estable, el evento estuvo a punto de cancelarse. Hubo que recortar: se proyectaron menos películas, la selección tuvo que ser más minuciosa, en lugar de cuatro días de festival fueron solo tres. Gracias a los ajustes y al apoyo conseguido por parte del Ministerio de Comercio de Colombia, el festival pudo realizarse.

Las limitaciones económicas también han impedido llevar el festival a otras ciudades, como desearía hacer Juan José Gaviria. “Inicialmente se había hablado de potenciar que el festival llegara a otras ciudades para llevar una muestra de las películas ganadoras. Tener una muestra en Bogotá, una muestra en Medellín, en Manizales y en otras ciudades no solo de Colombia sino de América Latina. Pero ese tipo de muestras necesitan un patrocinador, alguien que ponga infraestructura, que tenga pantallas, un proyector, buen sonido, llegar con un espacio asegurado, publicidad”, contó el director de comunicaciones de Festiver a Distintas Latitudes.

Llevar el festival a otras ciudades sería conveniente porque Barichara, a pesar de ser una hermosa locación, es de difícil acceso. “Para ir es porque te vas de vacaciones cinco días, y sabes que tienes que pagar el ticket de avión si estás es otra ciudad, pagar el bus […]. No todo el mundo se puede pagar el viaje hasta allá”, explicó Juan José Gaviria.

El nacimiento a partir de una lista negra

Toto Vega y Nórida Rodríguez, fundadores del Festival de Cine Verde de Barichara, hicieron una lista de todas las cosas que no les gustaban de los festivales de cine. En esa lista incluyeron, por ejemplo, la segmentación. Es decir, que alguien del staff o un periodista de un medio pequeño no tiene acceso a los directores o estrellas de cine más mediáticas, solo un presentador de noticias con mucha fama puede hablar con los invitados principales. Basado en todo lo anotado en esa lista crearon los lineamientos que debía cumplir Festiver. “En nuestro festival todos somos como una gran familia, almorzamos juntos, si tenemos un plan vamos todos juntos. No solo nosotros organizadores, sino los directores invitados, la gente que tiene sus películas nominadas al festival y asistentes […] se dan cuenta de que todos pueden compartir y pueden tener un espacio diferente”, explicó Juan José Gaviria.

Un ejemplo: En la primera edición del festival se proyectó el documental mexicano “13 pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra”, del director Francisco Taboada. Tres días después de la proyección, asistentes de comunidades indígenas y otros miembros del público continuaban la charla con el director y el intercambiando experiencias.

Antes de sentarse a escribir esa lista, Toto Vega se preguntó cómo podía dejar de quejarse por la corrupción, los daños ambientales y pasar a la acción. Decidió que una manera de hacerlo desde su trinchera como actor, era creando un festival de cine, el cual generara conciencia ambiental y estuviera acompañado de conversaciones sobre derechos humanos.

Sobre estos mismos temas, Juan José Gaviria se considera una persona fatalista, al nivel de que tras ver películas sobre fracking, violaciones a los derechos humanos, transgénicos y contaminación le dan ganas de gritar: “¡Llegó el fin! ¡Ya no hay nada que hacer! ¡Ya la cagamos, lo destruimos todo!”. Sin embargo, en el Festival de Barichara también se proyectan otras películas que incitan a cambiar y ver con ojos positivos las cosas. En palabras de Gaviria: “Hay pelis fatalistas, pero realmente son chéveres y te motivan porque dices: Bueno, si esta gente está haciendo algo, yo también puedo hacerlo”.

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Ciudad de México, 1994. Miembra de la 2a Generación de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas. Busca aportar a la lucha por la conservación, la justicia ambiental y contra la crisis climática desde el periodismo. Sus días favoritos son en los bosques como voluntaria para su conservación.

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