Hablemos de gordura. Cuatro mujeres del ámbito del activismo feminista y LGBT se sentaron en el 2014 a hablar sobre lo que las une: ser gordas. Para ellas, su forma de vivir la gordura es un acto político y de resistencia. Un acto de amor y sororidad. Le gritan al mundo entero que las gordas gozan, disfrutan, desean y aman. Así comenzaron un proceso que cambiaría sus vidas.
- Nombre: Colectiva Feminista Gordas sin Chaqueta
- País: Colombia
- Página de Facebook
- Una frase: “¿Qué es lo que más le incomoda al sistema de las gordas?”
- Se define como: Gordas, lesbianas, feministas, mujeres, latinoamericanas rebeldes, libertarias, autogestionarias de sus propios deseos.
Son mujeres, son colombianas y decidieron quitarse la chaqueta para siempre. Esa que las oprime, que las esconde. Las chaquetas anchas y grandes para tapar la barriga que usaban por más calor que hubiera en el lugar que estuvieran. Y compartieron experiencias: las historias con sus cuerpos, la violencia en la gordura, su relación con la familia, las parejas. La gordura en lo público. En la sexualidad.
“Entendimos que para sacar esto primero teníamos que sanar nosotras desde adentro. Fue lindo encontrarnos en ese lugar”, dijo en entrevista con Distintas Latitudes, Marcela Salas, una de las integrantes de Gordas sin Chaqueta.
“Gordas visualmente”, así se definen sus cuatro integrantes. Salas es trabajadora social y activista feminista y LGBT, Diana Pulido es antropóloga, July Rosero es psicóloga, y Cristina Uribe, comunicadora social. De la fundación de la colectiva también participaron Paola Guiza y Ángela Quiceno. Todas activistas de diferentes causas y ámbitos.
Cuando comenzaron se cuestionaron: “¿Qué es lo que más le incomoda al sistema de las gordas?” “Le incomoda que las gordas no se tapen, no se escondan, que asuman la gordura como una posición política”, dijo Salas. Con esta convicción, y con la premisa de llevar su trabajo “a lo cotidiano”, no desde la academia, decidieron hacer un “ejercicio de liberación bien bonito”. Fueron a La Gran Casa de la Vagina (el apartamento de una compañera que tiene dibujada en una pared “una vagina psicodélica”), e hicieron una sesión fotográfica con sus cuerpos desnudos.
Con mayor y menor pudor, se desvistieron, posaron ante las cámaras, se rieron, disfrutaron de sus cuerpos. Se liberaron. “Esto se articuló con una convocatoria de propuestas artísticas llamada Carnitas, que sacó la revista Hysteria en el 2014”, agregó Salas. La muestra fotográfica se publicó en la revista, y recorrió las redes sociales. “Hubo una reacción de todo el mundo. Nos llegaron mensajes diciéndonos: qué chévere, que bonito que muestren lo que nos pasa a muchas mujeres. Fue un boom de ‘hablemos de la gordura’”, dijo Salas.
A partir de ahí fueron invitadas a charlas y encuentros, muestras fotográficas, tuvieron un espacio al aire en una emisora, y organizaron el proyecto “Las 7 ventajas de ser una gorda rebelde”, con fondos de la organización feminista Lunaria. Decidieron reinterpretar el artículo “misógino y gordofóbico” de la comediante colombiana Alejandra Azcárate, “Las 7 ventajas de ser una gorda”. Transformaron su contenido para tratarlo en cuatro talleres, donde las participantes discuten y comparten sus experiencias en torno a la gordura, “el odio hacia el cuerpo”, “el autoconocimiento”, entre otras. Y una de las patas de este proyecto es el documental “Mujeres con los gordos bien puestos”, que registra las vivencias y las discusiones en los talleres.
Para Salas, “la gordura no pasa por un peso y una talla, es una imposición del sistema que busca ponernos en un lugar. Al sistema le importa si tienes mucho cachete, mucha panza, o los brazos poco firmes. Siempre hay un lugar de opresión y represión que te obliga a ser de una sola manera. Eso es para nosotras la gordura”.
Si bien han tenido buena recepción en muchos espacios, en otros, las han tildado de que promueven una “vida insalubre y anti estética”. Necesariamente, la colectiva ha tenido que hacer un trabajo muy fuerte a la interna para debatir y posicionarse sobre el tema de la salud. Su mayor lucha: intentar “despatologizar la gordura”, que se entienda que no es una enfermedad.
“Así como una persona gorda está expuesta a tener diabetes, lo mismo para una flaca. No pasa por un peso y una talla, son otras las lógicas que que llevan a que las personas se enfermen”, dijo Salas. También buscan desmitificar la idea de que las personas gordas no hacen deporte, que son sedentarias, “eso es muy loco”, agregó.
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Ni activista, ni LGBTI, respeto la diferencia, pero que valientes, porque ser gordo o gorda (LAS MUJERES QUE MAS SUFREN) es otra forma de estigmatizacion en este país, que fuertes hay que ser, y somos felices. que bien por estos colectivos que tienen la fortaleza que otros no tenemos