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Por Esther Pineda G. 
“Nunca distinguieron
a un inocente del que no lo es.
Por otra parte habían aprobado,
desde el principio, la pena de muerte”.
(Rosario Castellanos)

 

Durante 2017 los linchamientos (homicidios colectivos) en Venezuela se convirtieron en noticia mundial cuando, en el contexto de las protestas antigubernamentales iniciadas en el mes de abril, fue brutalmente apuñalado, golpeado, rociado con gasolina y prendido en candela por una multitud el joven de 22 años Orlando José Figuera, de quien se aseguraba había sido linchado por ser o parecer “chavista”. Ante ello el sector opositor -desde una perspectiva abiertamente clasista y racista- optó por desestimar, ignorar, invisibilizar  e inclusos justificar la ocurrencia de este crimen; mientras que, desde el sector oficialista se presentó el linchamiento como un hecho inédito, al mismo tiempo que se construyó, exacerbó y sobredimensionó en el imaginario colectivo la figura de los “quema gente” y “quema chavistas”.

Este terrible y dantesco crimen dio paso a la creación de una matriz de opinión en la que se asegura que en Venezuela se están linchando y quemando sistemática y masivamente a las personas por su tendencia política; un reportaje realizado por Red58.org afirma que “al menos 23 personas han sido quemadas vivas desde el pasado mes de abril hasta el día de hoy en actos de protestas organizadas por la oposición venezolana”. Además durante los últimos meses, estos hechos han llegado a ser calificados y comparados por algunos dirigentes políticos, analistas y medios de comunicación, con las actuaciones del Ku Klux Klan en Estados Unidos, el genocidio nazi en Alemania, el genocidio en Ruanda, las prácticas del paramilitarismo de Colombia, el sicariato en México, e incluso consideradas similares a las acciones del Estado Islámico (ISIS).

No obstante, el linchamiento siempre ha estado presente en la sociedad venezolana, principalmente en los sectores populares y rurales. Estas prácticas se naturalizaron ante los altos índices de impunidad y el aumento de la desconfianza hacia las instituciones de justicia; sin embargo, tradicionalmente se presentaron como hechos aislados y esporádicos, por lo cual, en la mayoría de los casos pasaban desapercibidos ante la opinión pública, siendo apenas reseñados por los diarios de menor alcance, caracterizados por el tratamiento espectacularizado de estos casos.

Es a partir del año 2015 que la frecuencia de los linchamientos comienza a incrementarse, a trascender las periferias para realizarse en los espacios urbanos y a divulgarse y viralizarse en las redes sociales. No obstante, en Venezuela no hay cifras oficiales sobre los linchamientos por lo cual para la realización de esta investigación fue necesaria la revisión exhaustiva y seguimiento de los casos reseñados entre enero de 2015 y julio de 2017 en diversas fuentes de información. Durante este periodo fue posible rastrear la ocurrencia de 50 linchamientos con 58 víctimas fatales (3 se perpetraron en el contexto de las protestas antigubernamentales): el 100% fueron hombres, con una edad promedio de 29 años, y el 41,3% de ellos fueron quemados vivos.

Mapa interactivo

 

Estas prácticas tradicionalmente estuvieron reservadas como “castigo” para aquellos que cometieran crímenes considerados “atroces” como las violaciones o el asesinato de menores de edad, sin embargo, en la actualidad los motivos para la comisión de estos linchamientos se han diversificado; es decir, ha cambiado el perfil de las víctimas y la comisión de un delito menor o la sospecha de este puede desencadenar la violencia del grupo social y tener como desenlace el linchamiento.

Durante 2015 fue posible rastrear la ocurrencia de 13 linchamientos con 14 víctimas mortales, de los cuales el 7,14% fue motivado por asesinato, 35,7% por violación o intento de violación, el 50% por robo y se desconoce el motivo en 7,14% de los casos. Además el 35,7% de las víctimas fueron quemados vivos. No obstante, estos hechos fueron desatendidos por las instituciones del Estado, legitimados por el tratamiento sensacionalista de algunos medios de medios de comunicación, así como, naturalizados y normalizados por una importante proporción de la población bajo el argumento de la inseguridad y la necesidad de justicia. Esta perspectiva favoreció su cotidianización y la recurrencia al linchamiento como mecanismo por excelencia para la resolución de cualquier tipo de conflicto social.

Durante el año 2016 esta práctica no disminuyó, por el contrario, se incrementó y profundizó, siendo posible contabilizar 21 casos de linchamiento consumados a nivel nacional con 28 víctimas mortales, un aumento del 100%. En este año fue posible identificar que el 7,4% de los linchamientos estuvieron motivados por la presunta comisión de homicidio, 10,7% por violación o intento de violación, 17,8% por secuestro o extorsión, 46,4% por robo, 10,7% al ser la víctima confundida o estereotipada, 3,5% por venganza personal, y en el 3,5% de los casos se desconoce el motivo. De estos el 46,4% fueron quemados lo que representa un incremento del 10,7% con respecto a las víctimas quemadas durante 2015.

Pese a ello, la práctica del linchamiento en Venezuela siguió siendo ignorada por las instituciones del Estado y validada por parte de la población, hechos en su conjunto que sentaron las bases para que esta práctica del linchamiento también irrumpiera en el contexto de conflictividad política. En 2017 específicamente entre los meses de enero a julio, fue posible rastrear la ocurrencia de 16 casos de linchamientos con 16 víctimas mortales, de los cuales 6,25% tuvieron como motivación la venganza personal, 6,25% por secuestro o extorsión, 18,7% por abuso sexual, 6,25% por homicidio, 50% por robo y 12,5% por motivos políticos. Del total de víctimas el 31,2% fueron quemados vivos.

Fuente: elaboración propia con información de medios de comunicación.

Estas cifras ponen en evidencia que el fenómeno del linchamiento en la sociedad venezolana no es algo nuevo ni exclusivamente motivado por la comisión de crímenes de gran envergadura, por el contrario, se dirige cada vez más hacia los delitos menores, por ejemplo algunos de los linchados califican como “delincuentes amateurs”, es decir, que salieron a robar por primera vez y encontraron la muerte por manos de comunidades enardecidas. Así mismo, se ha hecho frecuente el linchamiento por venganza personal y el linchamiento producto de “confusiones” y estereotipos. Así mismo, también es importante destacar que ha cambiado el perfil de los linchadores (homicidas), y en estos asesinatos tumultuosos han comenzado a participar niños y adolescentes, mujeres, estudiantes universitarios, profesionales, personas de la clase media, adultos mayores, entre otros. Esto puede explicarse como una consecuencia de la progresiva descomposición del tejido social aunado a la flexibilización de los valores de la población venezolana, por lo cual las personas se encuentran más proclives a aceptar, permitir, promover e incluso participar en la comisión de estos homicidios colectivos.

Pese a ello, el fenómeno del linchamiento y la quema de personas continua siendo desasistido, postergado y relegado por las distintas instituciones y sectores políticos; pero al mismo tiempo, apropiado, explotado y utilizado como recurso generador de temores, persecuciones, adhesiones y rechazos en el proceso de construcción y deconstrucción de campañas y anti-campañas electorales.

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