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Texto: Tania Chacón
Imágenes: ONU Mujeres

Sin igualdad de género no se podrá erradicar la pobreza del mundo, no se podrá proteger al medio ambiente, ni se podrá asegurar la prosperidad de la humanidad. Para entender por qué, Silke Staab, especialista en investigación del equipo de datos de ONU Mujeres, explica en primer lugar que “los servicios esenciales de los que dependen las mujeres y niñas, como los de salud, agua, cuidado infantil, presupuestos para sobrevivientes de violencia, carecen de financiamiento de estado o simplemente no están disponibles. Donde existen, a menudo son las primeras áreas que son golpeadas por medidas de ajuste fiscal”. En su experiencia, fortalecer estos servicios puede tener importantes beneficios para las mujeres, pero también puede mejorar la economía de la sociedad y las familias, además de traer consigo beneficios importantes que van más allá de la igualdad de género.

Para demostrarlo, ONU Mujeres, la entidad de Naciones Unidas dedicada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, realizó una proyección de inversión anual en Uruguay, lo cual hace parte del informe “Hacer las promesas realidad. La igualdad de género en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible”, presentado el 3 de agosto de 2018 en la Ciudad de México. La proyección demostró que si se invirtiera el 2,8% del Producto Interno Bruto del país en servicios de atención y educación para niños y niñas de 0 a 5 años el resultado sería la cobertura universal de esos servicios para los niños y las niñas, la creación de más de 80 mil empleos nuevos, y el aumento del empleo femenino un 4,2%. Esos nuevos empleos generarían nuevos ingresos fiscales y de seguridad social de hasta 638 millones de dólares y la mitad de la inversión se recuperaría en el corto plazo.    

De acuerdo con el informe, invertir en servicios de atención y educación para la primera infancia puede contribuir a lograr el desarrollo sostenible en el mundo, pues reduciría el tiempo que las mujeres pasan en labores de cuidado no remunerado y les permitiría incrementar su acceso al empleo. También mejorarían los resultados en materia de salud, nutrición y la preparación de la enseñanza primaria, en particular para quienes provienen de entornos desfavorecidos, lo cual ayudaría a emparejar las oportunidades y reducir las desigualdades en los resultados.

Sin embargo, actualmente la cobertura de cuidado y educación de la primera infancia es baja y sumamente desigual, en particular en los países en vías de desarrollo como los de América Latina. En muchos de estos países las niñas y los niños de entre 3 y 5 años en los hogares más ricos tienen seis veces más probabilidad de asistir a un programa de educación de la primera infancia que los niños y las niñas del mismo rango de edad en los hogares más pobres. De acuerdo con ONU Mujeres, “una inversión pública adecuada es primordial para superar estos problemas, y los costos inmediatos de la expansión del cuidado y la educación de la primera infancia bien podrían compensarse con los significativos beneficios a mediano y largo plazo”.

María de la Paz López, directora de autonomía y empoderamiento del Instituto Nacional de las Mujeres de México, quien presentó comentarios al informe de ONU Mujeres durante su presentación en Ciudad de México, explicó que de acuerdo con su experiencia lo más importante para que las mujeres puedan participar en el mercado de trabajo y ser más autónomas económicamente es el apoyo en las tareas domésticas y de cuidado. “Hay estudios, muchos estudios que muestran cómo la pobreza y el tiempo es un  factor crucial para el ejercicio de los derechos para las mujeres. Desde ahí tenemos que empezar”.

¿Qué es la Agenda 2030 y por qué necesita perspectiva de género?

La Agenda 2030 son las 17 metas mejor conocidas como Objetivos de Desarrollo Sostenible que los países del mundo se plantearon lograr y asentaron en el documento “Transformando nuestro mundo: la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”, hace tres años (2015), cuando se  se reunieron en Nueva York, en el marco de la Cumbre de las Naciones Unidas, y que pretenden cumplir en 2030. Esto ha quedado en duda de cumplirse, luego de que ONU Mujeres decidiera estudiar cuáles han sido los avances y retos en materia de género al aplicar la Agenda 2030. El resultado fue el informe “Hacer las promesas realidad”. El documento define retos importantes que aún existen al respecto, como que en 18 países los hombres pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen, o que el 19% de las mujeres y niñas del mundo de entre 15 y 49 años de edad han experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja en los últimos 12 meses.

El quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible dice textualmente: “La Agenda 2030 promete poner fin a las barreras que impiden que las mujeres y las niñas desarrollen todo su potencial”. Pero esto también se entrelaza con el segundo objetivo, titulado “Hambre Cero”, pues si un hogar no dispone de suficientes alimentos las mujeres suelen ser las primeras en pasar hambre. En cuanto al objetivo cuatro, “Educación de calidad”, se ha visto que las niñas y las jóvenes logran cada vez mejores resultados que los varones, sin embargo esto no se ha traducido en igualdad de género dentro del mercado laboral. En materia de “Agua y saneamiento”, el sexto objetivo, las mujeres y las niñas son las principales recolectoras de agua y combustibles sólidos en los hogares que no cuentan con acceso a un sistema de abastecimiento de agua ni acceso a energías limpias, lo cual afecta negativamente su salud y su seguridad.

Por otro lado, el informe  de ONU Mujeres también explica cómo las diferentes dimensiones de las carencias y el bienestar están profundamente entrelazadas entre sí. Lo hacen a través de un ejemplo: si una niña nace en un hogar pobre y es obligada a contraer un matrimonio precoz tiene mayor probabilidad de abandonar la escuela, tener hijos a una edad temprana, sufrir complicaciones durante el parto y ser objeto de violencia que una niña nacida en un hogar con mayores ingresos quien se case a una edad más avanzada. Al final de esta cadena de acontecimientos, la niña nacida en condiciones de pobreza tendrá pocas posibilidades de escapar de ella. La Agenda 2030 marca que los legisladores deben romper ese círculo vicioso y ofrecer respuestas integrales a los problemas de género.

¿Cómo va América Latina y el Caribe en igualdad de género?

El documento “Hacer las promesas realidad” también señala la importancia de no excluir del progreso a los grupos marginados, pues las mujeres y las niñas que se encuentran más rezagadas sufren a menudo múltiples desigualdades y formas de discriminación que se cruzan entre sí, como las que tienen que ver con su género, edad, clase social, capacidad, raza, origen étnico, orientación sexual, identidad de género y estatus migratorio. Uno de los principios regidores de la Agenda 2030 es “No dejar a nadie atrás”, lo cual significa que toda persona puede disfrutar los beneficios del desarrollo sostenible. Pero normalmente los países de América Latina y el Caribe dejan atrás a sus mujeres y niñas, especialmente a aquellas que sufren múltiples formas de discriminación. Un caso crítico en la materia a nivel mundial identificado por ONU Mujeres es Colombia.

En Colombia, las mujeres indígenas de medios rurales más pobres tienen una probabilidad 300 veces mayor de carecer de atención cualificada en el parto que las mujeres de los hogares más ricos de las zonas urbanas. Además, el 48,7% de las mujeres afrocolombianas más pobres de medios rurales dieron a luz a su primera hija o hijo antes de cumplir los 18 años de edad, en comparación con sólo el 6,5% de las mujeres afrocolombianas más ricas de medios urbanos.

Un ejemplo de esto fue lo ocurrido a una mujer de 30 años y ocho mese de embarazo de la comunidad indígena Cumá, ubicada en la zona rural de Quibdó, un municipio colombiano de la región Pacífico. De acuerdo con lo reportado por el periódico El Tiempo, el 19 de febrero de 2018 la mujer entró en trabajo de parto con complicaciones y por falta de asistencia médica el ejército tuvo que acudir a brindar asistencia. La mujer tuvo que ser trasladada a un hospital a dos horas de distancia a bordo de una unidad militar. En este caso lograron salvarse las vidas de la mujer y su bebé.

El informe global de ONU Mujeres sobre igualdad de género en la Agenda de Desarrollo Sostenible marca también la situación de América Latina y el Caribe como región objetivo por objetivo. En el primero, “Fin de la pobreza”, nuestra región tiene 132 mujeres en pobreza extrema por cada 100 hombres esa situación. En cuanto a “Hambre Cero” el documento destaca los casos de Belice y Perú pues su prevalencia de la seguridad alimentaria entre las mujeres es de 10% y 8% respectivamente.

Huancavelica, por ejemplo, es una ciudad ubicada en el centro de Perú donde existe una gran variedad de platos típicos, deliciosa comida y, paradójicamente, serios problemas de desnutrición y seguridad alimentaria. De acuerdo con lo que ha documentado el Centro Peruano de Estudios Sociales el cambio climático ha afectado la producción agrícola huancavelicana y dificultado la obtención de alimentos saludables. En este lugar, las principales responsables de la alimentación en el hogar son las mujeres. Son ellas quienes pastan y cuidan a los animales, cocinan, realizan las labores domésticas, y se las arreglan como pueden para obtener comida.

En “Salud y bienestar”, el tercer objetivo, las noticias no son tan malas, pues Latinoamérica registró 68 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos, una cifra inferior al promedio mundial de 216 muertes. Tampoco hay un panorama tan malo en cuanto al octavo objetivo “Trabajo decente y crecimiento económico”, pues mientras en el resto del mundo no ha habido cambios significativos, nuestra región aumentó la participación laboral de las mujeres del 57% al 68% desde 1997. Sin embargo, las mujeres negra e indígenas de América Latina experimentan serias desventajas en espacios dominados por hombres blancos y negros, como acceso desigual al mercado laboral y diferencias salariales sustanciales.

María de la Paz López, del Instituto Nacional de las Mujeres mexicano, señaló que hace falta dejar de poner el foco de atención en lo general y nacional para comenzar a ponerlo en los niveles más locales de los países, “porque ahí es donde pasan las cosas, ahí es donde se asesina a las mujeres, es en los municipios donde tenemos las carencias, es en los municipios donde no hay capacidades para dar respuesta a la violencia”. Explicó que en el caso mexicano, por ejemplo, la mayoría de los estados tienen sus institutos estatales para las mujeres, pero no tienen planes estatales para la igualdad de género. De la misma manera, México tiene estrategias nacionales para fortalecer instituciones municipales para las mujeres, pero en la práctica la aplicación depende de los gobiernos municipales y la voluntad del gobernante en curso.

Para finalizar sus comentarios, María de la Paz López lanzó una invitación para pasar a la acción en materia de igualdad de género y desarrollo sostenible. “Ya nos gastamos dos años y medio en discutir cómo vamos a implementar la Agenda 2030. Hay que meter los aceleradores que necesitamos para que la política pública realmente esté a la altura de este desafío. No son ocurrencias esto de trabajar de manera transversal”.

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Ciudad de México, 1994. Miembra de la 2a Generación de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas. Busca aportar a la lucha por la conservación, la justicia ambiental y contra la crisis climática desde el periodismo. Sus días favoritos son en los bosques como voluntaria para su conservación.

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