Texto y fotos: Juan Mayorga
Pruebas químicas para detectar bacterias e. coli en agua potable, una bomba para irrigación de huertos impulsada con una bicicleta o un biodigesor que procesa las descargas del retrete para que no dañen el medio ambiente, son algunas de las tecnologías exhibidas en la Feria del Agua, parte del VIII Encuentro Latinoamericano de Gestión Comunitaria del Agua que inició este miércoles en Oaxtepec, Morelos.
Entre los expositores de la feria se encuentran el Colegio de México (COLMEX), el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), la empresa Rotoplas, la Asociación Mexicana de Hidráulica y la empresa mexicana Métodos Rápidos.
La empresa Rotoplas presentó en el evento un portafolio que incluye soluciones tanto domésticas como industriales, y urbanas al igual que rurales. Para viviendas desconectadas de redes de agua, por ejemplo, exhibió un sistema de tratamiento de agua de lluvias, compuesto por un tinaco (5 o 10 mil litros) capaz de suministrar un sistema de riego agrícola, un sistema pequeño de purificación para consumo humano y un baño, que a su vez es capaz de filtrar sus descargas mediante un biodigestor.
Estos sistemas ya han sido puestos a prueba en localidades rurales de México, a donde Rotoplas los ha llevado en alianza con distintos niveles de gobierno. “Hemos instalado más de 145 mil de estos sistemas en los últimos años”, explicó José Luis Jaime, jefe de proyectos con el gobierno de Rotoplas. “Trabajamos mucho en estas comunidades rurales en la provisión de servicios básicos”.
Como ventajas de estos sistemas, Jaime destacó que resuelven la provisión de agua y previene problemas de salud de los usuarios, ya que los baños de la empresa “tienen mayor higiene que las letrinas”, mientras que el biodigestor evita la contaminación de los mantos acuíferos por materia fecal. Además, un sistema complementario de riego para un huerto familiar tiene un “impacto benéfico” en la economía de las familias.
En cuanto a los costos, un sistema de este tipo ronda los 45 mil pesos e incluye instalación y capacitación básica por parte de la empresa. “Sistemas se pueden hacer de forma hechiza, pero en estos está garantizado su funcionamiento y además acompañamos a los usuarios”, explicó el representante de Rotoplas.
En tanto el IMTA, un organismo público descentralizado que agrupa a más de 300 especialistas para contribuir a la gestión sustentable del agua en México, presentó en su stand el concepto de “bicibomba”, un dispositivo para bombear agua construido a partir de una bicicleta y que solo requiere el pedaleo de una persona para irrigar. El IMTA también exhibió sus modelos experimentales de humedales artificiales, basados en plantas como el tule que simulan el proceso de limpieza de un humedal natural. Sin embargo, la joya en la corona del IMTA es la “olla de agua” de captación de agua pluvial instalada en el municipio de Cherán, Michoacán, considerada.
“Es la más grande de América Latina y está funcionando perfectamente bien”, indicó al respecto el Dr. Felipe Arreguín Cortés, director general del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA).
Aunque el acento de la reunión es el modelo comunitario de organización que hace posible la provisión de agua y saneamiento para 70 millones de personas en América Latina y el Caribe, la tecnología forma una parte indisociable de la ecuación para garantizar este derecho humano, indicó en entrevista Arreguín Cortés.
“La tecnología siempre ha existido en México y el mundo, independientemente de lo social o administrativo. A lo que ha apostado el IMTA es a aplicar lo que acuerdan las comunidades”, explicó Arreguín.
El IMTA ha enfatizado el uso de “tecnologías apropiadas” para atender el problema del agua. En palabras de su director, éstas tecnologías son “aquellas que acuerda la comunidad” y que son viables según las condiciones culturales, ecológicas y ambientales de la zona. Por ejemplo, no sería posible usar pozas de captación en el norte del país, donde el calor intenso llevaría a grandes pérdidas de agua por evaporación, de la misma manera que ocurre con sofisticadas plantas de tratamiento que no son apropiadas por las comunidades.
Por su parte, la empresa mexicana Métodos Rápidos exhibió distintas pruebas para control de la calidad del agua que miden tanto los parámetros químicos (metales pesados, por ejemplo) como los microbiológicos (bacterias, virus, etc). Por ejemplo, un reactivo en polvo disuelto en 100 mililitros de una muestra de agua, agitado y cultivado durante 24 horas, basta para saber si la muestra tiene bacterias como la e. coli, si es que la muestra adquirió un color amarillento.
“Es nuestra prueba más vendida, porque la presencia de coliformes nos indican la presencia de materia fecal como contaminación, que es lo que más patógenos transporta”, explicó el químico bacteriólogo José Roberto Martínez, asesor técnico de la empresa.
Los métodos rápidos de control de calidad del agua incluyen pruebas para detectar la presencia de detergentes, clembuterol y niveles de cloro, entre otras.
En otro costado de la feria del agua, la Asociación Mexicana de Hidráulica presume sus más de 50 años de vida, organizando cursos, talleres y congresos nacionales bianuales para congregar a los profesionistas del agua.
“Es realmente importante y difícil ser ese nexo entre sociedad civil y profesionistas, porque muy a menudo la sociedad no ve la importancia del agua, mientras que los retos profesionales son cada vez mayores”, explicó el gerente de la asociación, el ingeniero Roger Octavio Ultrilla.
Distintas Latitudes realiza la cobertura del VIII Encuentro de Gestión Comunitaria del Agua, #VIIIEncuentroGCA.