Es uno de los baristas más cotizados del mundo: su paladar y su palabra le ponen precio a los mejores cafés. Alejandro Méndez empezó sin saber casi nada, cuando en 2008 -y con 20 años- llegó a un coffeshop para una entrevista de trabajo. “De café solo sabía abrir el sobrecito de instantáneo y echarlo en agua caliente con dos cucharadas de azúcar”, dice.
Quería un empleo con horario y salario decente que le permitiera sostener su casa luego que su padre quedara desempleado. También quería terminar la licenciatura en idiomas que llevaba a medias porque estudiaba, trabajaba y volvía de madrugada a su casa. Aplicó para mesero, pero pronto descubrió habilidades que no sabía que servían para algo: sensibilidad extraordinaria para los sabores y olores, curiosidad, creatividad y pasión por el café. Y el café le cambió la vida.
En 2011, Alejandro -con 24 años- levantó un trofeo como campeón del World Barista Championship, en Bogotá. También fue el campeón más joven y rompió un récord al sacar 50 puntos de diferencia al segundo lugar. Hoy lidera emprendimientos cafeteros en El Salvador y Estados Unidos. Es como un Jimmy Hendrix para los cafeinómanos.