Fotografía: Cortesía entrevistado. 

Alejandro Pereyra bien sabía que empezar a trabajar en un hospital dedicado a tratar pacientes con covid-19 podía ser riesgoso. Con 40 años, siendo fumador y habiendo tenido cáncer de joven, las preocupaciones no eran pocas.

Pero hacía tiempo que no encontraba empleo como radiólogo y no podía desaprovechar la oportunidad que le brindaba el Hospital Austral, en Pilar, localidad al norte de Buenos Aires, de volver a ejercer su profesión. “A mí solo me importaba trabajar”, cuenta Alejandro, que antes trabajaba como remisero.

Sin embargo, durante estos meses hizo más que tomar radiografías.

Alejandro también es músico y se propuso ir al hospital cada fin de semana, fuera de su jornada laboral, y tocar el saxofón a sus pacientes internados. Descomprimir la agotadora realidad de un sistema de salud muchas veces saturado también fue una responsabilidad que asumió. “Cuando vos tratas al paciente diferente, no hacen falta las palabras. La cara y la sonrisa del paciente, eso es suficiente”, explica.

Aunque su empleo era temporal y ahora volvió a quedarse sin trabajo, la esperanza y el optimismo lo caracterizan. Él sabe que la salud es su pasión.“Yo nací para esto”, dice sin dudarlo.