Carlos Fernando Rodríguez
Fotografía de Ramón Sotomayor

En la maratón hay que correr 42 kilómetros, pero antes de llegar a la meta hay una barrera difícil de superar: el kilómetro 30. Los corredores le llaman “la pared”. Y saben que la verdadera carrera empieza ahí. En el Maratón Lala, de Torreón, la pared inicia entrando al Campestre La Rosita, un barrio residencial donde las calles serpentean rodeando un campo de golf.

La primera vez que Carlos Fernando Rodríguez corrió la Maratón Lala, la pared y el laberinto del Campestre estuvieron a punto de derrotarlo. El cansancio lo hizo acalambrarse y se tiró al piso. “Si no es por un ciclista que pasó y me ayudó a levantarme, ahí quedo”.

Carlos Fernando es periodista y trabaja en un diario de Torreón. Pocas veces falta a los partidos de béisbol del Vaqueros Laguna. Pero el running es una de sus mayores pasiones. Desde 2003 corre cuatro o cinco veces a la semana, y participa en carreras de 10 km en adelante. Ya completó cuatro maratones. A veces, al cruzar la meta se ponía una máscara de luchador, u ondeaba la bandera del Cruz Azul (también es hincha de la Máquina Celeste). Pero dejó de hacerlo. “Se me quitaron las ganas de andar llamando la atención”, dice.