Francisco Javier Zamora Sandoval, El Gallo, fue boxeador, experto en la industria químico-metalúrgica, hoy sepulturero.
Con 68 años, El Gallito es uno de los responsables del Panteón Vecinal de San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, Ciudad de México, donde el coronavirus ha apagado más de 2 mil 700 vidas. Después de cada entierro, se desinfecta con tequila y gel antibacterial.
Además de atender sepelios y exhumaciones, El Gallo se dedica a dar mantenimiento a 78 tumbas, por las que cobra 10 pesos por día. Su labor es preciada, pues la pandemia ha impedido a las familias visitar a los suyos: gracias a él no llega el olvido.
Don Francisco no deja de cuidarse: “antes de venir de mi casa me tomo el paracetamol diario que me recomendó el doctor”, revela.
Luego de jubilarse, tras 38 años de trabajo en una empresa dedicada a la manufactura de prótesis médicas, El Gallito comenzó a sepultar en mayo de 2019. Lo invitaron al panteón porque visitaba a diario la tumba de Ventura, su madre. Así, sus manos fuertes, con las que una vez conquistó los “guantes de oro”, hoy brindan el último refugio a quienes la pandemia les apagó la existencia.