Fotografía de Paola Simbaña Ramos

Hombre maduro, mirada soñadora que sólo la podemos ver en la lontananza, sus ojos han visto lo que las piedras. Su experiencia es tan firme como una roca vieja que ha sobrevivido a las guerras.

Siempre dice que es un obrero, yo creo que es un arquitecto que poco a poco fue reconstruyendo una vida un tanto perdida o quizás olvidada.

Manos duras que resaltan sus venas y la historia de un niño, un joven y un adulto trabajador.

Flaquito, cabello largo con entradas y salidas de emergencia en esa cabezota llena de utopías y realidades difíciles.

Antes era de cabello muy chino tanto que su apodo era “el árbol Jumex”, hoy es un árbol en otoño, casi sin hojas, pero eso no me preocupa porque los arboles vuelven a sus hojas en primavera.

Sus pies están en la Tierra mientras que su alma vuela y puede volar porque es tan ligera como su cuerpo, si hablamos de debilidades dentro de él, sólo podrán saber acerca de su alma, la única que lo hace ser un soñador solitario.