Sobre el escenario Macarena Nieto da un concierto sin emitir un solo sonido. Cada músico tiene un instrumento y el de Macarena es su cuerpo. Vestida de negro, con un metro cincuenta coronado con rulos cortos que rebotan cuando baila, usa sus brazos y manos pequeñas —y su rostro, sus piernas y actitud— para interpretar el show que algunos de los presentes sí podemos escuchar.

Casi de casualidad Macarena empezó a involucrarse con el mundo de las personas sordas y descubrió el poder sin límites de la comunicación.

Hace un año comenzó a interpretar conciertos de bandas locales en Santiago para que personas sordas puedan disfrutarlos. Hoy lidera una cruzada por la accesibilidad de la información.

“Pensar que la música es solo sonido es no valorar lo que la música puede hacer con las personas”, dice. Ella es un puente donde se encuentran personas que no hablan el mismo idioma.

Verla en acción es un lujo. Más que un intérprete, es parte del show. No se trata de traducir la letra a gestos. Convierte el significado de las canciones, la sutileza de cada acorde y la intensidad de los músicos a una danza que se lee en todo su cuerpo.