Hay 396 sillones de color azul oscuro en el plenario de la Cámara de Diputados de Brasil. Pero ella nunca se queda sentada en ellos.Mara Cristina Gabrilli se destaca entre los parlamentarios del Partido de la Social Democracia Brasileña aunque no tenga un cargo directivo. Cuando su voz estridente corta el runrún constante del salón, algunos miran a la tribuna, pero allá no se ve a nadie. Marahabla desde otro sitio más accesible.
Acostumbrada a desafiar a ministros de mucha cercanía con el ex presidente Lula, una vez despotricó contra el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, ya removido e investigado por coimas millonarias en Suiza: “Usted nos ha tratado como imbéciles. ¡Basta! ¡Ya no puede seguir presidiendo! ¿Tiene miedo? Levántese de esa silla. Por favor”, le dijo. Era algo que ella misma no podía hacer: hablaba de su silla de ruedas, cercada por parlamentarios de traje y corbata.
Mara es la única diputada discapacitada del Parlamento, victimizada por un accidente de coche que la dejó tetrapléjica a sus 26 años, cuando regresaba con su novio de un fin de semana en Paraty, una ciudad de casco antiguo entre la costa de Rio de Janeiro y San Pablo.