Fotografía de Paola Simbaña Ramos

En 1984, a los 3 años, Mariana Fossatti miró desde los hombros de su papá y balbuceó, entre una multitud, sus palabras de niña: “Se va a acabá, se va a acabá, la mitadúa miditad”. En Colonia, su ciudad, ese día –todavía en dictadura– salía de la cárcel el político Líber Seregni. Ella militaba por primera vez, con la idea de libertad como guía.

Hoy, a los 35, lucha por lo mismo: por liberar los bienes comunes de privatización capitalista. Junto con “un grupo de porfiados”, sus compañeros de Creative Commons Uruguay, hace arte, escribe, va al Congreso y organiza actividades para que fotocopiar o prestar un libro no sean un delito, o para que una película circule sin el obstáculo de una propiedad intelectual del siglo XIX en la era de internet.

“La gente que se dedica al lobby no entiende que haya militantes”, dice cuando –aún hoy, con 31 años de democracia– la quieren convencer de que no hay política sin dinero a cambio. Pero ella, porfiada, sostiene su idea: “Yo quisiera creer que vivo en una época que vuelve a creer en los militantes. De gente que se da cuenta de que no queda otra que juntarse y meterse en problemas. En la cultura y la tecnología, mi sueño es que el dominio público se convierta en la norma y la privatización sea la excepción”.