Ver en acción a Mario Largo es presenciar algo mágico y hasta salido de las casillas. Mario vuela y rebota, una y otra vez, sin ninguna protección más que una enquencle colchoneta; hace sus trucos de equilibrio sobre una cuerda de poliéster delgada y templada a dos árboles de distancia.

A este joven amiguero le encantan los riesgos, los saltos mortales y el aire en caída libre, placeres que lo llevaron a ser el “Campeón Nacional de Slackline en 2017” en Colombia.

Desde hace cinco años, Mario desafía a Newton y su ley universal de gravedad desde esta fina línea: es uno de los pocos locos que han logrado hacer un doble mortal hacia atrás sobre ella.

Cuando salta, el soñador, amante del rock en español y el nomadismo, se concentra en su cuerpo, mente y equilibrio, mientras 30 centímetros lo alejan de golpearse contra el suelo.

Motivado porque otras y otros como él se hechicen con la cuerda y encuentren su propia libertad, Mario ha decidido crear su propia empresa, ‘Bananas’ y busca promover este deporte que es poco conocido en el país. “El slackline es mi vida, solo pienso en subirme y empezar a saltar”.