Mi compañera de trabajo tiene una polera de Gilda en caricatura. En una fiesta, vi a un chico con una similar de Bad Bunny. Una amiga tiene otra con una letra de reguetón con un dibujo estilo infantil.
El autor de esas ilustraciones es Nicolás González. “Veo o siento algo y necesito dibujarlo”, dice, tocándose el bigote, para explicar qué lo ha llevado a hacer ilustraciones de Juan Gabriel, jóvenes besándose desnudos o andando en bus. Con estas caricaturas estampa productos para vender.
También dibuja para marcas y agencias. “Se puede vivir del dibujo, hay que saber cómo”, cuenta en el sillón viejo de su departamento.
Nicolás, alto y moreno, egresó del liceo como dibujante técnico. “Lo odiaba”, recuerda, así que trabajó en una gasolinera y en un taller mecánico. Después, decidió estudiar diseño: se aburrió.
Luego, alguien le recomendó estudiar ilustración. “¿Existe esa carrera?”, se preguntó. Desconfiado, se aventuró a estudiar eso a lo 23 años. Se llenó de trabajo, así que no terminó.
Ve belleza al dibujar la sencillez, parte fundamental de su fórmula. Con la misma simpleza vive. “Me compro ropa en la feria, me encanta. No veo el sentido de gastar mucha plata”.