Fotografía: Cortesía de la entrevistada

Valiente como su nombre, entrenadora y profesora, Valentina Cortés encuentra en tiempos pandémicos nuevos motivos para vivir. Aprende, enseña, se reinventa. Entre el duelo de perder a su esposo hace casi 20 meses, recoge los frutos que sembraron juntos: equipos, comunidad, hijos.

Ve documentales tarde y despierta temprano. Hace ejercicio antes de que ronden los policías. Luego enseña baloncesto a través de Zoom. 

Al principio llegaban pocas niñas. Valentina odia las pantallas y las redes sociales. Lo tan público la aterroriza. Pero no puede quejarse, no tiene opción: “Te conectas o tendrás problemas laborales”. Busca tutoriales, se frustra, aprende, domina. Recupera el control. Ahora vienen más alumnas. La incertidumbre de los torneos pero la certeza de tener un equipo. 

Su hijo la admira, aunque lo obligue a despertarse. “Como entrenadora ayuda a muchos a mantenerse saludables, como maestra sigue formando a los adultos del mañana”. 

Las comillas al sonreír dan pistas de los cincuenta que su cuerpo oculta. Lava lo acumulado hablando por teléfono con su hija. África se siente cerca. La llamada se corta. Trabaja más que nunca. Ya va un año. Contesta nuevamente el teléfono. “¿Quiere dirigir la Selección femenina juvenil de Baloncesto de Bogotá?”.