Zuriñe Ormaetxe Larrazabal es una vasca de Euskal Herria que monta en cólera si le dicen «española». Llegó a Uruguay en 2011 para estudiar ludo-pedagogía, y desde entonces da vueltas por América. Al principio la pasó mal, no entendía qué estaba haciendo acá. Hasta que un artesano viejo le contó la historia de los vascos y los charrúas. “Porque tú sabes, antes de que los españoles llegaran a América los vascos ya estaban en contacto con los charrúas. Entonces dije: por eso estoy yo acá”.

El primer año iba al candombe pero no se animaba a bailar. La intimidaba la idea de mover las caderas. Los bailes de Europa son diferentes, bailes de guerra. Le habría parecido una falta de respeto hacer cualquier cosa más que mirar: “¿Cómo una blanca, gringa, va a bailar candombe en el barrio de los negros?”. Ahora ya se soltó. Lo cuenta teatral, alzando los brazos al cielo mientras echa lavandina al inodoro. “El candombe es lo que tú necesitas para vivir. Me tomo un vino, bailo y ¡ayy! cuando me dicen que tengo el corrrazón negrrro, me iiiiiiiiinflooo, me muero ¡el corazón negrrro!”.

Nadie lo duda. La vasca es la más negra de todas las blancas.