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Andrea Montano, migrante salvadoreña, conversó sobre su emprendimiento Pupusas en Buenos Aires.

 


 

Andrea Montano (El Salvador, 1990) migró, junto a su esposo Benjamín Ávalos a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 2018 para estudiar una Maestría en Teatro y Artes Performáticas en la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Al llegar, la pareja se topó con una urbe cultural que les fascinó. Pero pronto les tocó poner los pies sobre el asfalto porteño: “En nuestro ideal íbamos a conseguir trabajo de inmediato y los ahorros que trajimos nos quedarían de colchoncito por cualquier cosa que sucediera, el problema es que no encontramos trabajo y esos ahorros se nos estaban terminando, por lo que nos tocó pensar en un nuevo plan”, comenta Andrea.

Ese fue el puntapié que les obligó a emprender en el rubro gastronómico con Pupusas en Buenos Aires, un proyecto dedicado a la venta de uno de los platos típicos por excelencia de El Salvador: tortillas o pastelillos de maíz, rellenos de queso, frijoles, chicharrón, o una mezcla de éstos tres.

Con los meses el emprendimiento no sólo amplió su menú, sino también su staff, que pasó de dos a tres personas, al equipo de Andrea y Benjamín se sumó Daniel, un amigo salvadoreño con el que además comparten su departamento en el barrio porteño de San Telmo, en donde hacen las pupusas.

Distintas Latitudes conversó con Andrea Montano sobre un emprendimiento que mantiene a sus integrantes cerca de su país, El Salvador, en donde hay una pupusería en cada esquina, las personas son amables, el mar está cerca y a diferencia de Buenos Aires, los volcanes son punto de referencia.

Cuéntame cómo surgió Pupusas en Buenos Aires

El emprendimiento lo comencé junto a mi esposo, Benjamín Ávalos, también salvadoreño, hace casi un año, por la misma necesidad de producir dinero para sobrevivir en la ciudad de Buenos Aires. También surgió por esta crisis de identidad que sufrimos los migrantes, de que lo que más extrañas en un principio es la comida, es el sabor que te recuerda a tu tierra, a tu niñez, a tu cotidianidad.

Pensamos en qué respondería cualquier salvadoreño, en cualquier parte del mundo, y de inmediato dijimos “¡pupusas y café!”, entonces si bien no conocíamos a muchos salvadoreños, comenzamos.

¿En qué consiste el ritual que conlleva hacer las pupusas?

Es bien complejo porque inicia yendo al Mercado de Liniers a comprar todos los ingredientes y el material para envolver las pupusas, entonces nos damos a la tarea de probar y probar cada cosa. Después de la preparación llega el momento de empacar y entregar, ahí es que apreciamos esa riqueza que quizás estando en nuestro país no contemplamos, la de tener una pupusería en cada esquina.

¿Recuerdas quiénes fueron tus primeros clientes?

Unos amigos salvadoreños a quienes les encantaron y nos dijeron: “¡Tienen que hacerlas!”.

¿Qué música suena en el detrás de escena de ese ritual?

¡Uf, ponemos de todo! La última vez hicimos una playlist de los noventa para recordar nuestra adolescencia, sonaban canciones de la Britney Spears, Los Backstreets Boys, generamos un ambiente cordial para que este ritual no se nos haga tan tedioso tampoco.

¿Cuál es el producto que más les cuesta conseguir?

Sin dudas el queso, porque el “mozzarella” tiene la consistencia de que se estira pero no tiene el sabor, y el “cremoso” tiene el sabor pero no la consistencia. Entonces hemos encontrado un “cremoso” y un “mozzarella” en específico, que combinamos para que se asemeje un poco a nuestro quesillo.

¿Cocinabas antes de emprender en Pupusas en Buenos Aires?

Cocinaba lo típico, pues lo que comes a diario como arroz, guiso, sopas y ese tipo de cosas.

¿Cuándo aprendiste a hacer pupusas salvadoreñas?

Una de las fiestas de despedida que tuvimos en familia hicimos una pupuseada, contratamos a una señora con su plancha para que pupuseara en casa, entonces dijimos porque no hacer una competencia de pupusas, a quien le quede mejor la pupusa va a ser el ganador o la ganadora de nuestra pupuseada. Ese fue el primer acercamiento real de decir “voy a construir una pupusa”, por supuesto no gané esa competencia, me quedaron muy mal, pero antes de empezar a venderlas sí hicimos varias pruebas para ofrecer un producto de calidad, así que pasamos dos meses probando hacer pupusas en Buenos Aires.

Además del sustento económico, ¿cuál es una de sus metas en relación a este emprendimiento?

Creeme que una de nuestras metas, no a tan largo plazo, es tener un foodtruck de pupusas, pero con el diferenciador de que sean hombres quienes hagan las pupusas, porque en El Salvador está el mito de que sólo mujeres pueden echar pupusas, y de hecho sólo mujeres son las que lo hacen en el país. Entonces nuestra idea es romper con ese prejuicio y demostrar que también los hombres pueden pupusear, por ejemplo mi esposo y un amigo aprendieron a hacerlas, y de ahí dijimos bueno vamos a practicar por esta que es nuestra meta: “hombres pupusiando en Buenos Aires en nuestro foodtruck”.

¿Cuál es tu plato favorito porteño?

Los sabores de acá son raros para mí, he probado casi todo, pero si tendría que elegir un plato sería la pizza, si bien no es uno de mis predilectos, “la muzza” es algo que consumo regularmente.

¿Qué es lo que más extrañas de El Salvador más allá de los afectos?

¡El plátano maduro! Es muy caro acá, sí una extraña a su familia a la comida, pero al final te acostumbras, pero algo de lo que si no puedo despegarme todavía es el plátano maduro (ríe). Por 45 pesos en El Salvador te dan ocho y acá te cuesta cada plátano 50 pesos, es una diferencia muy grande y ahí recuerdo que todos los días desayunaba y hasta cenaba plátano maduro.

mm

Florencia Luján (Argentina, 1992). Periodista, siempre que se pueda.

One Comment

  • Anónimo dice:

    [* El plugin Shield ha marcado este comentario como “trash”. Razón: Test de Filtrado de Robots GASP fallido (casilla de verificación) *]
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